Capítulo 17 - UNA INVITACIÓN SORPRENDENTE

XVII. Una invitación sorprendente.


El Juno estaba a punto de cerrar el mayor negocio de su vida: la compra de otras dos propiedades empleando en esta operación casi todos los dineros que había juntado a lo largo de su vida delictiva. Los dueños de las casas en venta eran socios de la cooperativa CONFIAR, pero ellos no sabían de quién era la empresa inmobiliaria que las compraría. El precio convenido era más de lo que esperaban recibir considerando el apuro que tenían en vender, y que como estaban las cosas no había muchos interesados en comprar propiedades.

Como al Juno no le costaba mucho obtener dinero tampoco se preocupaba demasiado al gastarlo. Y esta vez se trataba de inversiones, que le servirían mucho para sus ambiciosos proyectos futuros. Pero, además, había planeado recuperar el dinero con el que iba a pagar.

La idea era bastante sencilla. Los asaltaría a la salida de la Notaría, después de efectuar cada una de las compras, que había acordado con los vendedores que les pagaría con dinero “contante y sonante”, o sea, en billetes grandes.

El día de la compra-venta de la primera propiedad apostó a uno de sus grupos operativos, compuesto por seis de sus hombres más probados, a media cuadra de la Notaría. Cuando él saliera de la Notaría con los vendedores, se despediría de ellos, y la misión del grupo era seguirlos y en la primera ocasión que tuvieran, antes de que pudieran entrar a alguna sucursal bancaria, simplemente asaltarlos con las armas en la mano y quitarles la maleta con la que él había llegado, o cualquier otra bolsa u objeto donde pudieran haber puesto el dinero. Para mayor seguridad y por si fallara el operativo había encargado a Rogelio que los siguiera en su bicicleta para descubrir dónde irían con el dinero.

El problema fue que los vendedores llegaron acompañados por ocho hombres fornidos dispuestos a proteger a sus socios y al dinero, por lo que el grupo operativo no se atrevió a asaltarlos. Rogelio, en cambio, tuvo éxito en su misión, y pudo informar al jefe que los hombres caminaron desde la Notaría hasta un negocio donde se compraba y vendía oro. Los esperó salir, vio que ahora no cargaban la maleta, los siguió hasta la sede de la cooperativa, y cuando entraron pudo escuchar que celebraban. Lo que habían hecho no merecía duda ninguna. Los hombres habían comprado oro con el dinero de la maleta y lo habían llevado directamente a la sede cooperativa. Supuso Rogelio, y así se lo dijo al Juno, que probablemente habrían guardado el oro en la caja fuerte, esa de la que había informado en su momento y que no habían podido descubrir dónde la habrían llevado.

Después de lo sucedido la primera idea del Juno fue que para la segunda compra reforzaría el grupo operativo, disponiendo de hasta doce o más hombres armados para recuperar su dinero. Pero pensándolo mucho y analizando las consecuencias que pudiera tener un enfrentamiento con un grupo tan numeroso en el centro de la ciudad, decidió repetir lo planificado en la ocasión anterior. Si los vendedores llegaban igualmente acompañados de los guardaespaldas, el grupo operativo se alejaría mientras que el Rogelio, reforzado en su misión por el Negro y el Marrón apostados cada uno cerca de los dos negocios cercanos donde se transaba oro, les seguirían. Y si las cosas sucedían como la vez anterior, lo que tenía que hacer, y lo más pronto posible, era planificar el asalto a la sede de esa cooperativa y obtener todo ese oro y quizás mucho más que eso, teniendo en cuenta lo que Rogelio le había informado anteriormente.

Esa misma noche Juno encargó a Rogelio que fuera a tomar fotos a la sede de la cooperativa y de todas las calles cercanas, y que estableciera una vigilancia permanente en el lugar.

Las fotos – decidió Rogelio – las tomaría él; pero la vigilancia la encargaría al Marrón y al Negro. Él tenía en la tarde del sábado un compromiso con Chabelita y esta vez no pensaba faltar.


 

* * *


 

Juan Solojuán recibió un mensaje de Samir Abeliuk que le informaba que Osmán había llegado de improviso y que quería conversar con él; pero debía ser ese mismo sábado, a las cinco de la tarde, porque estaba de paso y solamente disponía de media hora.

Tengo una cita muy importante esta tarde – contó Juan a su hija al desayunar.

Yo también tengo una cita, papá.

¿Importante también?

Sí. Una cita especial.

¿Una cita con tus amigas? – le preguntó Juan, curioso por la cara que puso ella al decirlo

No, con un muchacho.

Era la primera vez che Chabelita le contaba algo así.

¿Puedo saber quién es ese muchacho de la cita? ¿Lo conozco? ¿Del colegio?

No, papá. No lo conoces. Se llama Rogelio. Es un amigo. Pensaba presentártelo esta tarde; pero mi cita es a la misma hora que la tuya.

Me hubiera gustado conocerlo. Será en otra ocasión. Pero cuéntame ¿a dónde irán?

Vendrá a buscarme. Iremos de paseo, o al cine tal vez. Y no me preguntes más, porque no sé más tampoco yo.

¡Uy! ¡Qué cita más misteriosa! Pero está bien. Sólo cuídate, hijita, ¿ya? ¡Cuídate mucho!

Sí papá, no te preocupes. Rogelio es un niño bueno y sólo iremos por ahí.

Juan Solojuán miró a su hija, hermosa, sonriente, inteligente. Estaba creciendo y era toda una señorita que estaba por cumplir dieciocho primaveras. Era normal, justo y bueno que saliera con muchachos. Lo raro era más bien que no lo hubiera hecho antes. Pero, igual, él estaba inquieto por la novedad que significaba esta cita de su hija. No podía preguntarle más. Tenía que partir al trabajo.

Tengo que irme a la oficina ahora. Nos vemos a la noche. No llegues muy tarde. Y cuídate, cuídate mucho.

Sí papá. Sé cuidarme, y no te preocupes ¿ya?

Después me cuentas todo ¿ya?

No lo sé, papá. Tal vez sí, tal vez no – le respondió ella con una sonrisa fresca y haciendo un gesto divertido con la nariz.


 

* * *


 

La conversación que esa tarde tuvo Juan con Osmán comenzó de un modo completamente inesperado.

Te traigo una invitación formal y oficial de parte del comando central de ARKINSULAND. Sucede que se abrió en el proyecto un área de trabajo nueva, que llamaron de Innovación Social. Se nos pidió que propusiéramos nombres de personas y de organizaciones. Yo informé de ti y lo que me contaste de tu organización. El hecho es que les gustó tu proyecto y lo pre-seleccionaron. Me pidieron que te explique lo que es ARKINSULAND y que, si te interesa, te conduzca al lugar donde se centraliza el proceso de selección de los participantes. La invitación incluye a tu familia y a cinco personas de tu organización que tú mismo escojas.

No me interesa, Osmán. No puedo dejar a mi gente. Pero me gustaría conocer con más detalles lo que están haciendo, y – deslizó la idea con la intención de que Osmán le diera más información – quizás pudiera pensarlo.

Por supuesto, la invitación que te hacemos supone que estés bien informado del proyecto. Por eso tengo aquí para mostrarte una presentación que exhibe los aspectos más importantes de la vida y el trabajo en ARKINSULAND.

¿Me la dejas? Me gustaría verla con mis compañeros.

Sólo puedo mostrártela aquí. Es una presentación multimedia, de quince minutos, que incluye textos, fotografías y vídeos, y que se puede ver solamente una vez porque se va autodestruyendo a medida que avanza. Estoy autorizado a mostrarla sólo a ti.

Entiendo. Pues, entonces, veámosla ahora.

Antes de hacerlo debo explicarte que ARKINSULAND ha sido proyectada y diseñada para enfrentar el peor de los escenarios posibles, o sea, una destrucción casi total o tremendamente extendida de la biósfera terrestre, que haría inhabitable extensas zonas de nuestro planeta. En realidad, la probabilidad de que ocurra ese escenario catastrófico, en nuestros cálculos, es solamente de un seis por ciento. Pero como tal porcentaje no es menor, nos preparamos para garantizar la sobrevivencia de la especie humana aún en las peores circunstancias. Pero nuestro objetivo es también resguardar el conocimiento científico y el avance tecnológico frente al caos social y económico que se verificará con el derrumbe de la civilización moderna.

Osmán sacó de su bolsillo un diminuto artefacto y procedió a proyectar sobre el muro una presentación que no incluía títulos, no mencionaba los nombres de las personas que hablaban o se mostraban, ni indicaba las ubicaciones donde todo sucedía.

Lo que vio Juan Solojuán fue realmente impactante. La presentación comenzaba con una sucesión de imágenes que mostraban una verdadera ciudad futurista, cuyas construcciones arquitectónicas consistían en grandes cúpulas semi-esféricas, enteramente cubiertas de paneles fotovoltaicos de tercera generación. Las cúpulas, en grupos de entre ocho y dieciséis unidades, estaban conectadas entre sí mediante unos pasillos semejantes a túneles igualmente cubiertos de paneles.

Cada cúpula es una vivienda, y cada conjunto constituye un primer complejo comunitario – explicó Osmán –, y cientos de éstos configuran una Ciudadela. Cada una de las Ciudadelas de ARKINSULAND, constituidas por ocho mil hasta cuarenta mil viviendas, permite que vivan cómodamente más de cien mil habitantes. Esas edificaciones más grandes que ves ahí – continuó explicando Osmán – son unidades de producción que abastecen a la ciudad de todo lo necesario: alimentos, vestuario y artefactos diversos que cubren todas las necesidades humanas importantes. Además de lo que se ve, bajo las edificaciones existen conductos y depósitos de aguas, como también dependencias subterráneas en varios pisos que cumplen funciones indispensables para la sobrevivencia.

La presentación continuaba mostrando que la construcción de toda la infraestructura era realizada por gigantescas máquinas automáticas que eran alimentadas de los materiales necesarios por robots. De modo similar, el transporte de mercancías desde las unidades productivas hasta las viviendas era realizado por vehículos autónomos sin conductor, operados directamente por los clientes desde aplicaciones de sus Intercomunicadores Audiovisuales Integrados.

Todas las actividades económicas, desde la producción de mercancías, la comercialización, el transporte y las operaciones bancarias son realizadas por sistemas de máquinas automáticas y robots. Incluso se está trabajando actualmente para que las atenciones de salud se realicen sin la intervención directa de médicos ni enfermeros. Dentro de poco las personas podrán realizarse diagnósticos completos de sus estados de salud pasando por un sistema de aparatos de última generación, scanners, resonancias magnéticas y varios otros, que le entregan un informe detallado y completo sobre su estado de salud, acompañado de la prescripción de vitaminas, suplementos alimenticios, drogas y medicamentos necesarios para curar las enfermedades y deficiencias que tengan. También la educación de los niños será realizada mediante sistemas de educación computarizada de auto-aprendizaje.

Entonces – inquirió Solojuán – ¿a qué se dedican las personas, si no trabajan, ni estudian, ni se prestan servicios de salud y educación?

Buena pregunta, amigo Juan. Si se diera el escenario catastrófico, comprenderás que las personas no podrán salir al escampado, considerando las condiciones atmosféricas y ambientales que se habrán producido. Y que fuera de los espacios que controlamos no podemos garantizar a nuestra gente frente a la delincuencia y a otros peligros. Por eso, proyectamos que la mayor parte del tiempo nos mantendremos en las viviendas, pudiendo también movernos libremente al interior del Complejo comunitario al que pertenecemos. Ocasionalmente podemos desplazarnos por toda la Ciudadela, aunque es poco lo que puede realizarse en ella. Por eso, cada uno según sus particulares intereses y capacidades, encuentra en sus espacios habituales de vida todo lo necesario para entretenerse, aprender, intercambiar con otras personas, comunicarse, mantener relaciones sociales y sexuales, realizar ejercicios, meditar, y todo lo que es posible que les sea provisto computacionalmente por medios digitales y holográficos.

Entiendo. ¿Significa que en ARKINSULAND no hay relación de las personas con la naturaleza?

Poca. Solamente al interior de las Ciudadelas, y en las Cúpulas por medios virtuales. Debes comprender que todo el esfuerzo que se realiza en el proyecto está orientado a aislar a las personas del ambiente hostil que se habrá creado en la Tierra.

¿Y la producción de alimentos? Imagino que habrá lugares para el cultivo de frutales, hortalizas, y para la crianza de aves, cerdos, vacunos, conejos, etc.

Solamente en pequeña escala y con la intención de preservar para futuras generaciones la diversidad genética de la mayor cantidad de especies biológicas. La producción de alimentos, incluidos los vegetales y las carnes, es realizada de modo industrial, mediante sistemas químicos y biológicos artificiales que han sido posibles mediante el desarrollo de la bio-ingeniería, cultivando células madre y sintetizando diversos productos bio-químicos.

La presentación continuó mostrando diferentes aspectos de la vida de las personas al interior de ARKINSULAND. Un elemento ampliamente destacado era que la naturaleza estaba reemplazada por el Arte. Todo muy sorprendente y presentado desde el mejor de los puntos de vista posibles para evidenciar que la vida allí podía ser de gran bienestar y seguridad.

¿Qué te parece? – preguntó Osmán cuando, terminada la presentación, lanzó el pequeño aparato electrónico ya inservible a un basurero en la esquina de la sala.

La verdad, amigo Osmán, es que me gusta más, mucho más, mi proyecto que el tuyo.

Imaginé que dirías algo así. Sin embargo, quisiera que me digas qué es lo que no te gusta de Arkinsuland.

Para empezar, que es un mundo enteramente artificial. No hay contacto con la naturaleza, con la tierra, las plantas, los animales, los ríos, el viento, los relámpagos, las lluvias.

Claro, pero no olvides que la hipótesis con que trabajamos es que la Tierra habrá dejado de ser habitable para la especie humana, y que gran parte de la flora y la fauna se habrá extinguido.

Eso lo entiendo, y no estoy criticando vuestro proyecto sino respondiendo a tu pregunta de por qué no me gusta. Porque a mí me gusta la naturaleza, trabajar en ella, cultivar y obtener los frutos de su generosidad.

Te creo que lo sientes y lo piensas, y que también lo vives. Pero convendrás conmigo en que para la mayoría de las personas, y a lo largo de la historia para la especie humana en su conjunto, todo lo que hacemos apunta a separarnos de la naturaleza, a modificarla, a dominarla. Porque ella tal como es naturalmente, nos resulta bastante hostil. ¿Por qué la inmensa mayoría de las personas prefieren vivir en las grandes ciudades, y pocos quieren quedarse en el campo, y menos aún buscan trasladarse a zonas rurales? Los humanos apreciamos la naturaleza solamente de palabra, la amamos apenas sentimentalmente, porque en los hechos actuamos como si fuera nuestra enemiga. O nuestra esclava. Es por eso que, tratando de aprovecharnos de ella, de dominarla, de utilizar sus recursos y energías a nuestro servicio, la estamos destruyendo. La verdad, amigo Juan, es que la naturaleza es ruda, siempre lo ha sido, y por eso tenemos la necesidad de dominarla, para poder sobrevivir en ella.

Es verdad lo que dices, Osmán. Pero la naturaleza es también ocasión de alegría, de placer y de felicidad. Yo pienso y espero que cuando la humanidad evolucione estableceremos unas relaciones muy distintas con la naturaleza. Una relación personal e íntima, un diálogo espiritual con los bosques y las rocas, las montañas y el mar, las flores y las mariposas, el césped y las nubes, incluso las tempestades y los volcanes. La naturaleza nos enseña tantas cosas, es la mejor maestra que podamos tener. El contacto vital con las plantas, los animales, los paisajes, el mar y las montañas, nos abre espacios interiores profundos, facilita nuestro desarrollo espiritual. Yo quiero una civilización que respete y cuide la naturaleza, en la que convivamos con todos los seres vivientes y no vivientes, no como dominadores sino como servidores.

Tienes razón, eso sería hermoso; pero estamos lejos de ello. La poesía y la espiritualidad son aficiones de pocos, lamentablemente. En todo caso, habrás apreciado que en nuestras viviendas, comunidades y Ciudadelas tratamos de integrar todo el arte que podemos rescatar, obtener y crear. Y tendremos la mayor biblioteca digital del mundo. Pero creo que no has terminado de decirme todo lo que no te gusta de ARKINSULAND.

En efecto, amigo Osmán. Tampoco me gusta que todos los trabajos sean realizados por máquinas automáticas, robots y aparatos electrónicos. A mí, el menos, me gusta trabajar con mis manos, e idear con la mente las obras que quiero crear con el trabajo.

Bien, pero respecto a eso puedo decirte lo mismo que sobre la relación con la naturaleza. A la gran mayoría de las personas no les gusta trabajar. Menos aún aprecian trabajar con las manos. Los trabajos que implican el uso de los músculos y energías físicas son rehuidos por casi todos. Y eso es una tendencia que se da en la historia de la especie humana a lo largo de siglos y milenios. Todo el esfuerzo creativo, todos los inventos e innovaciones que se han sucedido en el tiempo, apuntan a liberarnos del trabajo, que sentimos como una carga, una obligación que tratamos de reducir al mínimo posible. ¿No te parece que es así?

Tal vez sea como dices; pero eso no es todo. El trabajo es también un modo de realizarnos como personas, de desarrollar nuestras capacidades, de hacernos útiles a los demás. Trabajando juntos, en amistad y cooperación, nos relacionamos y formamos comunidades en las que aprendemos unos de otros. En nuestro proyecto, el trabajo y el estudio, la satisfacción de las necesidades vitales y el desarrollo cultural y espiritual, los tratamos de articular y potenciar recíprocamente. Y temo que, en tus Ciudadelas, las relaciones humanas sean muy limitadas, que las personas se vinculen principalmente a distancia, por redes informáticas, con la mediación de tecnologías.

Es cierto. Pero también es verdad que los seres humanos más evolucionados gustan de la soledad y les molestan las multitudes, las masas, y todo el ruido que genera la vida colectiva. El colectivismo de masas ha dado lugar a las peores dictaduras y a regímenes aberrantes como el nazismo y el comunismo. Los humanos somos en esencia, por naturaleza, individuos. Tenemos una conciencia individual, una sensibilidad individual, un intelecto individual, una vocación individual.

Eso también es verdad, Osmán; pero sólo en parte. Las personas necesitamos también relacionarlos, compartir, formar comunidad. En nuestro proyecto cooperativo creamos comunidades en las que buscamos armonizar la libertad individual y la cooperación solidaria. Yo pienso en un nuevo individualismo, en que superemos la deformación egoísta que nos limita y encierra en nosotros mismos; y en un nuevo comunitarismo, en que superemos la deformación colectivista, la masificación, que nos convierte en seres mediocres, anónimos, estandarizados. Por eso decimos que apuntamos hacia una nueva civilización. Una civilización de personas de conocimiento, creativas, autónomas y solidarias.

¿Sabes, Juan, que me gusta tu proyecto? El nuestro está también orientado a crear una nueva, una mejor civilización, aunque por un camino muy diferente al vuestro.

Osmán miró la hora e hizo un gesto de desagrado. Explicó:

Me encantaría seguir esta conversación sin límites de tiempo. En esta fase de nuestro proyecto el tiempo es oro y nos exige apurarnos. Imagino que en tu proyecto pueden darse más tiempo para la conversación.

Pues, para mí el tiempo hay que aprovecharlo, equilibrando el trabajo y el ocio.

Ese es otro gran tema, amigo. Pero ya llega la hora en que debo irme. Antes de despedirme quisiera decirte algo más. Entiendo que estás muy comprometido con tu proyecto, y eso lo aprecio grandemente. En todo caso, Juan, te pido que pienses en la invitación que te hacemos, que es realmente algo muy excepcional.

No, amigo Osmán. Puedes darle mis agradecimientos a tus jefes; pero mi decisión es irreversible.

Está bien. Lo entiendo. Pero entonces, aunque me atrase en lo que debo hacer, tengo algo muy importante que decirte. Nuestros especialistas han analizado muchas iniciativas parecidas a la tuya. Cooperativas, eco-aldeas, comunidades solidarias, y muchas otras formas de organización social que se han creado para enfrentar la subsistencia ante la inminencia del desastre ambiental. Hay muchas, verdaderamente han proliferado en diferentes lugares y con distintas ideas, un poco en todo el mundo. Algunas son incluso bastante grandes y fuertes. Nosotros esperamos que, si se evita el escenario catastrófico para el que ARKINSULAND se prepara, algún porcentaje de esas experiencias comunitarias logrará sobrevivir, produciendo sus alimentos, generando sus propias energías, ayudándose unos con otros. Pero nuestros analistas dicen que una gran mayoría de esas iniciativas tienen un punto débil, un talón de Aquiles que les impedirá sostenerse.

¿Cuál sería? – preguntó Juan, más motivado por escuchar la respuesta de Osmán que lo que le interesó su invitación. Había pensado mucho y conocía algunos puntos débiles de su proyecto, pero lo que le dijo Osmán parecía referirse a algo más general.

La debilidad, Juan, de todos los grupos que igual que ustedes se proponen subsistir mediante una organización económica solidaria o comunitaria, es que no se preparan para lo peor.

¿Y qué es eso peor?

Lo peor, amigo Juan, en el escenario más probable según nuestros analistas, no es el cambio climático, ni la crisis económica. Los alimentos se pueden producir con cierta facilidad, y en construcciones sólidas los vaivenes del clima se pueden enfrentar. La energía se puede generar de varios modos, y para una vida sencilla no es tanta la que se requiere. Lo peor es que frente a los problemas de la sobrevivencia, la gente que no se haya preparado para subsistir con autonomía, que son la mayoría, se desbordarán y arrasarán con todo lo que les pueda servir. En esas condiciones difíciles, enfrentados al límite de la sobrevivencia. los humanos, no todos pero sí muchos, sacan lo peor de sí mismos. Habrá saqueos, incendios, asaltos, mucho más fuertes y graves que los que ya están sucediendo. Y las organizaciones solidarias no se preparan para eso. Cuando digo prepararse no pienso solamente en construir protecciones y cercos, ni en amurallarse, que sin duda será importante sobre todo al comienzo en que las bandas comenzarán por lo que les resulte más fácil. No basta amurallarse porque los muros, por fuertes que sean, no son tan infranqueables como se cree. Sería necesario armarse. Digo armarse de verdad, con pistolas, escopetas, fusiles y metralletas, y estar dispuestos a emplearlas cuando sea necesario. Y organizarse militarmente. Dicen nuestros analistas que ahí está la debilidad de los grupos solidarios, que son gente buena, pacífica, creativa, y que muy difícilmente se prepararán para enfrentamientos armados. Saben construir, crear, pero no saben defenderse. Ese es el talón de Aquiles de ustedes y de tantos grupos como el tuyo.

Tienes razón, pero sólo en parte. Es cierto que nosotros no queremos matar a ningún hambriento desesperado. Al contrario, los ayudamos en la medida de nuestras capacidades. Pero también pensamos en nuestra defensa, y quizás esas mismas personas que ayudamos en el vecindario, nos ayuden a defendernos al ver que nos agreden.

Eres ingenuo, Juan. Piensa que los bandidos preferirán asaltar a los que hayan prosperado, a los que tengan lo que ellos necesitan; y entre los que prosperaron, sus objetivos predilectos serán los que tengan menos capacidades defensivas. Las entidades solidarias serán, por tanto, objetivos preferidos.

Juan lo escuchó atentamente. Lo que decía Osmán lo había también pensado él, pero no le había tomado todo el peso. Replicó con una pregunta, pero sin convicción.

¿No está para eso la policía, para defendernos?

¿Ves lo que digo? Ustedes son ingenuos. La policía está para eso, es cierto, y algo podrá hacer mientras el gobierno esté en condiciones de asegurarle la subsistencia, lo que no es tan seguro que podrá hacerlo en el futuro. Pero “la policía” es una cosa, y “los policías” son otra. Te aseguro que habrá, y que ya hay, bandas de asaltantes policías, que estando bien armadas, son muy peligrosas.

Juan se limitó a decir:

Te agradezco, Osmán, por decirme todo esto. Nosotros estamos haciendo algo al respecto, pero con lo que me dices me doy cuenta de que no será suficiente. Te aseguro que nos armaremos, y que sabremos defendernos.

Después de cavilar un momento agregó:

¿Puedo yo decirte algo más sobre ARKINSULAND? Porque me da la impresión de que ustedes se están preparando para todo, menos para algo que es muy importante y que podría llevarlos al fracaso, si no lo resuelven.

Dime, Juan, lo que piensas. Te escucho atentamente.

Lo que a ustedes les falta, y es un motivo por el que no me iría a vivir con ustedes ni aunque estuviera libre de compromisos, es el sentido humano, espiritual, de la vida. Separados de la naturaleza y del mundo, encerrados en sus recintos protegidos, provistos de robots que les harán los trabajos, de inteligencia artificial que les resolverá los problemas ¿has pensado bien cómo será esa vida? ¿Qué sentido de la vida podrán tener ustedes, más allá de sobrevivir cómodamente instalados?

Osmán lo escuchaba atento. Juan continuó.

Temo, además, que vuestro proyecto carezca del sentido de la humanidad como un todo. Entiendo bien la importancia de rescatar conocimientos, ciencias y tecnologías. Valoro que construyan un arca que asegure la sobrevivencia del dos por ciento de la humanidad en el caso de una catástrofe global. Pero lo que ustedes se preparan para hacer, valioso para los que queden dentro, puede ser inhumano con los que queden fuera. Esas barreras tecnológicas podrán protegerlos de cualquier intromisión externa; pero no los protegerán de la culpa por no haber actuado por el bien común, que es el bien de todos, y no sólo de los más ricos, o de los que más saben. ¿Por qué mejor no usar todo ese conocimiento, esa ciencia y esas tecnologías para preparar a la gente para lo que viene? Ustedes podrían enseñar a sobrevivir en condiciones difíciles. Podrían promover un cambio de civilización a nivel global, nuevas formas de producir y de consumir, nuevas maneras de organizar la economía y la política.

No creas que no hacemos nada, Juan. En nuestro proyecto nos preparamos para enfrentar lo peor, el peor de los escenarios posibles. Porque la verdad es, amigo Juan, que los científicos no saben hasta dónde puede llegar el cambio climático, ni el calentamiento en ciertas zonas y épocas, ni el enfriamiento en otras. Sabemos poco, y por eso pensamos que por lo menos algunos debemos prepararnos para lo peor. Y eso tiene, por sí mismo, el gran valor de proteger el conocimiento y las tecnologías más avanzadas. Pero también, al mismo tiempo, trabajamos para el resto del mundo, que subsistirá en la Tierra si los desastres naturales no fueran tan extremos como algunos creen que podrían llegar a ser.

¿Y qué están haciendo por esas personas que llamas “el resto del mundo”, si se puede saber?

Juan notó que Osmán dudaba. Después de un momento de reflexión Osmán se decidió a hablar.

No se puede saber, pero te lo diré, Juan, porque confío en ti. Nosotros estamos preparando a los países para un cambio económico y político muy grande. Nuestros analistas han llegado a la conclusión de que lo mejor para el mundo sería que se instauren en los países dictaduras ecologistas, que usen el poder del Estado para poner orden y para obligar a la gente a vivir y actuar de maneras que no acentúen los problemas. Esas dictaduras ecologistas podrán exigir que se pongan todos los recursos y todos los esfuerzos posibles, en la gigantesca tarea de reconstruir un medio ambiente más habitable para el ser humano y para la ecología, plantando bosques, recuperando selvas, poniendo fin al consumismo y a la acción destructiva de las grandes industrias. Pensamos que serán necesarias dictaduras constitucionales guiadas por fuerzas sociales ecologistas. Ellas tendrán que movilizar todos los recursos y las capacidades de los Estados, incluidos los ejércitos, las policías y los servicios de inteligencia. Pero esas dictaduras, para que tengan éxito, deberán contar con el apoyo de la gente, o al menos, estar políticamente legitimadas. Y en eso estamos también actuando.

¿Atemorizando a la gente?

No lo diría así. Es cierto que concentramos el mensaje en el cambio climático y en la necesidad de reducir la generación de dióxido de carbono, porque es más difícil movilizar a la gente con una visión sistémica de los problemas, o con temas como el agotamiento de los recursos energéticos no-renovables, o con la necesidad de reducir drásticamente la producción de bovinos y porcinos. Lo que buscamos es crear conciencia de la gravedad de los problemas, de la urgencia de desarrollar otras fuentes de energía y de realizar cambios en la producción y el consumo. Buscamos poner al servicio de la causa del orden y del medio ambiente, todo el prestigio que tienen las ciencias. Porque no es fácil convencer a la gente de que tiene que cambiar sus modos de vivir en forma voluntaria. La ideología ambientalista y ecologista es psicológicamente fuerte y socialmente movilizadora. Ella es importante en cuanto colaborará para que la gente acepte la imposición de un poder que los obligue al cambio.

Juan lo escuchaba, pero no estaba de acuerdo con lo que oía.

Lo que me dices, Osmán, puede parecer racional y acertado; pero es erróneo y no lo puedo compartir. Ustedes no creen en la democracia. Ustedes proponen consolidar la división entre los ricos y los pobres, entre las élites y “el resto de la gente”. Y proponen, para los integrados a su proyecto, una vida artificial, lejos de la naturaleza, opaca y fría, donde predominará la tecnología por sobre cualquier otro valor. Y para el resto, una vida miserable, sin libertad que es lo más valioso que tenemos las personas humanas. Al aterrorizar a la gente con una horrible devastación ambiental, la preparan para la sumisión, para la subordinación al poder tecnocrático. Si por el contrario, explicaran claramente el carácter sistémico de los problemas, uno de los cuales es por cierto el cambio climático, pero que no será catastrófico, las personas entenderían que realmente la solución verdadera consiste en cambiar los modos de consumir y de producir, de relacionarnos con la naturaleza y entre nosotros. El problema de ustedes, amigo Osmán, es que no creen en el ser humano, no confían en su espíritu; o tal vez piensan simplemente que los hombres no tenemos alma.

Créeme, Juan, que te entiendo, y que lo que dices me hace mucho sentido. Hacemos opciones en medio de la incertidumbre. Y tu opción podría tal vez ser mejor que la mía. No lo sé.

Entonces, amigo Osmán, te invito a quedarte y a ser parte de nuestro proyecto.

No puedo, Juan, aunque si lo pienso mucho tal vez llegue a la conclusión de que tienes razón. Pero tengo compromisos, y soy importante en mi área de trabajo en Arkinsuland.

El vibrar de una alarma en el reloj que llevaba en la muñeca indicó a Osmán que debía estar ya en otro lugar. Se lo dijo a Juan y se despidieron.

Te deseo éxito en tu proyecto, Juan. Si pudiera hacer algo por ustedes, lo haría sin falta.

Y yo te deseo éxito en eso de salvar el conocimiento y las tecnologías. Y te agradezco sinceramente las advertencias tuyas sobre la necesidad de prepararnos para lo peor. Gracias, amigo, tal vez nos volvamos a encontrar.

Adiós, amigo Juan, adiós.

Los dos hombres se abrazaron, convencidos de que no volverían a encontrarse. Tan diferentes y con proyectos tan distintos, tenían mucho en común.

Juan se quedó pensando que Osmán tenía razón en la necesidad urgente de prepararse para defenderse de cualquier ataque vandálico. Había escuchado decir que la banda del Juno que asolaba el barrio, estaba cada día más fuerte y agresiva. Y no se trataba solamente de lo inmediato. Tenía que concentrarse y concebir un plan no solamente para el presente, sino pensando en el mediano y el largo plazo. Un plan defensivo tan fuerte que inhibiera a cualquiera que pensara en atacarlos. Un plan disuasivo, según el viejo principio de que si quieres la paz prepárate para la guerra. Mientras más armados y apertrechados estemos para defendernos, menos tendremos que usar las armas. Es urgente. Debo estudiar más a fondo el asunto y concebir un plan que proponer a la asamblea.

El mejor lugar para pensar el tema era en la misma sede que había que defender. Llamó a Chabelita y le avisó que llegaría tarde en la noche.


 

* * *


 

A la hora en que Juan la llamó Chabelita estaba todavía en la casa conversando con Rogelio, y al enterarse de que su papá no vendría decidieron quedarse.

Te traje un regalo – le dijo Chabelita.

¿Un regalo? ¿Para mí? – preguntó Rogelio sorprendido. Hacía años que no le regalaban nada que no fuera a cambio de trabajos peligrosos.

Chabelita le pasó un paquete envuelto en papel de regalo amarrado con una cinta azul.

¿Chocolate?

No. Es un libro. Me contaste que te gustaba leer pero que lo dejaste. Pensé que te gustaría retomar la lectura.

Rogelio abrió el paquete y leyó el título: El Viaje de Ambrosio.

¿Tú lo leíste?

Chabelita asintió.

¿De qué trata?

Es la historia de un joven que perdió a sus padres en un accidente. Desorientado, comienza a viajar por el mundo con la intención de encontrar el sentido de su vida. Tiene muchas aventuras y desventuras, conoce a mucha gente, se enamora, se droga, trabaja, reflexiona.

Parece interesante. ¿Y ese Ambrosio encuentra al final el sentido de la vida?

No te lo voy a contar. Léelo. A mí esta novela me encantó. Creo que también te va a gustar.

Rogelio tomó el libro con las dos manos y lo llevó hasta su pecho.

¡Gracias, mi amor! Lo leeré. Hace tiempo que no tomo un libro en mis manos. Y ya me quiero poner nuevamente a leer.

Esa tarde, entre conversaciones, risas, canciones, caricias y besos, decidieron ponerse de novios y se amaron en cuerpo y alma. Fue una experiencia nueva y especial para ambos. Para Chabelita porque fue la primera vez que lo hacía. Para Rogelio porque nunca antes había tenido sexo enamorado, lo que le dio al encuentro una hondura emocional y espiritual que no sospechaba que pudiera sentir.

Cuando tarde en la noche regresó Juan, se asomó a la habitación de Chabelita para comprobar si había regresado. Estaban durmiendo abrazados. Cerró la puerta con cuidado y caminó en puntillas a su habitación para no despertarlos.

Se tendió en la cama. Tenía mucho en qué pensar. Lo distrajo el sonido del celular. Era un mensaje de Osmán. ¿Cómo pudo saber mi número? Escuchó el mensaje: “Pensé que podría interesarte saber que mañana a las diecinueve horas en el Instituto de Filosofía y Ciencias de la Complejidad el historiador y humanista Ambrosio Moreno dará una conferencia sobre el rol de la información y la vigilancia electrónica en el control del comportamiento de los individuos y de las multitudes”.

Juan Solojuán sabía que Ambrosio Moreno era el hermano mayor de Matilde Moreno, la escritora de los libros de ciencia ficción que le encantaban. Sin duda el tema de la conferencia le interesaba, pero más la posibilidad de conocer al conferencista, y quizás tuviera también la suerte de encontrarse con la escritora. Trató de agradecer a Osmán por la información que le había enviado y asegurarle que asistiría; pero al intentar responder su mensaje comprobó que tanto el remitente como el mensaje habían desaparecido de su aparato sin dejar rastro alguno. A propósito de la información, la vigilancia y el control, pensó Juan.