XIV. Donde se comienza a analizar el papel del conocimiento en la creación de una nueva civilización.

 

En la creación de una nueva civilización, un lugar central y decisivo lo ocupa el conocimiento: su elaboración y su comunicación. En realidad todas las civilizaciones han sido precedidas por el surgimiento de ciertas formas cognitivas nuevas, que abrieron la conciencia de las personas, al conocimiento de dimensiones anteriormente desconocidas de la realidad, y que las orientaron hacia nuevas realidades posibles de crear y desplegar.

La experiencia y la conciencia humanas se expanden, se abren hacia nuevos horizontes, con el surgimiento de nuevas estructuras del conocimiento y de la proyectación, las que preceden, y luego presiden, el despliegue de una nueva civilización. Podemos decir que cada civilización tiene y desarrolla su propia estructura del conocimiento y de la proyectación, o lo que podemos llamar también, su propio paradigma epistemológico.

Carlos Marx, que autodefinía su filosofía como 'materialista dialéctica', sostenía que no podía surgir una nueva formación social hasta que se desplegaran todas las fuerzas productivas que cabían en su interior en base a sus determinadas relaciones sociales de producción, y que nunca aparecen nuevas y más altas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado en el seno de la sociedad antigua. Y decía que por eso la humanidad se propone únicamente los objetivos que puede alcanzar, pues ésos objetivos nuevos sólo brotan cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando, las condiciones materiales para su realización.

Esa afirmación de Marx – que digamos de paso que ha dado muchos problema a los marxistas porque choca con la idea que puede hacerse una revolución social sin tener que esperar que el modo capitalista agote sus capacidades de expansión productiva – nos sugiere afirmar, lejos nosotros de todo materialismo, que en realidad lo que requiere el surgimiento de una nueva civilización es que las formas del conocimiento y de la proyectación propios de la civilización anterior, hayan agotado sus capacidades de comprender y de proyectar soluciones eficaces frente a los problemas que emergen en su propia crisis, y que por eso empiezan a gestarse en el seno de la vieja civilización aquellas nuevas formas y estructuras del conocimiento capaces de comprender, de dar sentido y de proyectar la experiencia humana hacia los horizontes de una civilización superior. Diremos que. más que las 'condiciones materiales', son indispensables las 'condiciones intelectuales y culturales', las que hacen posible que la humanidad se proponga esos grandiosos objetivos nuevos.

Suele afirmarse que estamos viviendo una transición hacia la 'sociedad del conocimiento', y yo creo que efectivamente lo que está ocurriendo al nivel del conocimiento es parte de un proceso orientado a crear las condiciones para el tránsito a una nueva y superior civilización. Lo que más se repite en relación con esto de la 'sociedad del conocimiento', es que el valor y la productividad de las personas, de las empresas, de los trabajadores, de las sociedades, está dado principalmente, y cada vez más, por la capacidad que tengan de aprender, generar y desarrollar conocimientos, de difundirlos y distribuirlos, y de aplicar esos conocimientos a la solución de problemas reales y actuales, innovando, perfeccionando y transformando las actividades, procesos, estructuras y sistemas. Pienso yo que el cambio que está implicando actualmente el desarrollo del conocimiento, sus nuevas estructuras y sus inéditas formas de difusión, es mucho más profundo y más importante que todo eso.

Es efectivo que el aprendizaje, el desarrollo y la difusión de conocimientos dan lugar, en cualquier persona y en toda empresa, a un incremento de su productividad y eficiencia. Pero más allá de ello, lo que hace el conocimiento, y especialmente las formas y estructuras nuevas del conocimiento sobre las que hablaremos más adelante, es potenciar la creatividad, la autonomía y la solidaridad de las personas y de las colectividades humanas, en todos los aspectos y en todas sus actividades.

Las nuevas formas del conocimiento y de la proyectación que se despliegan en el proceso de creación de una nueva civilización, expanden la conciencia de las personas, las hacen crecer, las perfeccionan, las hacen ‘ser’ y ‘valer’ más, en las distintas áreas de la actividad humana. Ese conocimiento, al crecer y desplegarse en una comunidad, en una organización, en un movimiento social, en una red, las potencia, las hace más creativas, más autónomas, más solidarias.

Por todo eso, en las iniciativas y actividades tendientes a iniciar una nueva civilización; en los procesos de creación de una nueva economía, de una nueva política y de una nueva cultura, un factor decisivo del resultado y del avance que se logre será la capacidad y la aplicación que manifiesten los participantes de tales proyectos, en las actividades y procesos de aprender, desarrollar, difundir y distribuir el conocimiento, y específicamente las nuevas formas y estructuras del conocimiento correspondientes a esas actividades.

Así, por ejemplo, la expansión y el perfeccionamiento de una nueva economía dependerá, en gran medida y principalmente, del conocimiento pertinente que aprendan, difundan y apliquen las personas interesadas y comprometidas en su desarrollo. La viabilidad de un proyecto político de transformación histórica será proporcional al nivel y a la calidad de los conocimientos que en su realización desplieguen sus impulsores. Nos atrevemos incluso a postular que la economía del futuro, la política del futuro, y la civilización del futuro, serán construidas en gran medida y fundamentalmente, desde el conocimiento. Por consiguiente, la economía, la política y la cultura en la nueva civilización asumirán – podrán asumir - formas y contenidos diferentes y diversos, según cuáles sean las formas y contenidos del conocimiento que será desplegado, y de los modos que asuma su producción y difusión.

En realidad, el conocimiento siempre ha sido fundamental en la historia humana; pero el impacto del conocimiento y de sus formas sobre los modos de organizarse y realizarse de la economía, la política y la cultura está aumentando de manera impresionante, pues ya no hay actividad humana que no se encuentre sujeta a una enorme cantidad y variedad de conocimientos que la condicionan, y sin los cuales no pueden realizarse con éxito. Podemos afirmar que, como nunca antes en la historia, el desarrollo del conocimiento es una necesidad, y que de él depende no solamente el progreso sino la sobrevivencia misma de la sociedad.

Pero lo más importante que queremos destacar, es que el tránsito de una civilización a otra ha estado siempre precedido y presidido por el surgimiento de formas nuevas de conocer y de proyectar. El paso de la civilización medieval a la civilización moderna, fue antecedido y guiado por el surgimiento de aquellas nuevas formas del conocimiento – el empirismo, el positivismo, las ciencias sociales, las ciencias exactas de la naturaleza -, que vinieron a reemplazar al conocimiento religioso, ético y filosófico que predominaban en la civilización medieval. En particular el conocimiento de las ciencias positivas, interesadas en desentrañar el cómo de los fenómenos empíricos en vistas de instrumentalizarlos en provecho de la producción, dio lugar al impresionante desarrollo industrial y tecnológico, que hoy caracteriza toda la economía y la vida social.

Pero ¿en qué consiste exactamente esa nueva forma, y cuáles serían esas nuevas estructuras del conocimiento que nos abren a una nueva civilización? ¿Cuál es en este sentido la real novedad de la situación presente? Reflexionaremos sobre esto en el próximo capítulo.

Luis Razeto

 

Si quieres el libro impreso en papel o completo en digital lo encuentras en el siguiente enlace:

https://www.amazon.com/-/es/gp/product/B075G2MWM9/ref=dbs_a_def_rwt_hsch_vapi_tkin_p1_i0