A lo largo de la historia y en distintas partes del mundo se han creado muchas civilizaciones, de distintas características, de variados tamaños. Algunas muy grandes, otras más pequeñas. Las han creado personas concretas, hombres y mujeres como nosotros, mediante actividades y procesos teóricos y prácticos, que podemos identificar a través del estudio de la historia.
Más allá de las diferencias entre ellas, podemos conocer con bastante claridad, qué es una civilización, cuáles son sus fundamentos y sus pilares fundamentales, sus estructuras principales, los elementos que la configuran.
Y sabemos también cuándo una civilización decae y tiende a desaparecer, cuándo y cómo se presenta la necesidad de crear una civilización nueva, y cuáles son las iniciativas y las actividades, y desplegadas por qué tipo de personas y de grupos, que dan inicio a su creación.
Todos esos conocimientos sobre las civilizaciones pasadas, aplicados a la realidad presente, nos permiten afirmar que estamos viviendo hoy una fase histórica, en que nuestra civilización ha entrado en crisis orgánica y ha comenzado su decaimiento, mientras comienzan a desplegarse las iniciativas y actividades tendientes a crear una civilización superior que la sustituya.
El conocimiento histórico de las civilizaciones pasadas y de la actual civilización moderna, de sus inicios, desarrollo, consolidación y crisis, puede facilitar grandemente la acción teórica y práctica de quienes hoy se encuentran intencionados a poner los fundamentos y a dar inicio a la creación de una civilización nueva y superior, que abra la experiencia humana hacia nuevos y más amplios horizontes.
Sintetizar todo esto y expresarlo en lenguaje accesible para todos quienes puedan interesarse en ello, es lo que nos proponemos hacer en este libro.
La necesidad de construir una nueva civilización es sentida por muchos, con diferentes grados de conciencia de ello y de lo que significa. Ha sido planteada por numerosos intelectuales, desde hace ya varias décadas, y el concepto ha sido asumido como propio por diversos tipos de grupos y organizaciones.
Podemos formular la cuestión en estos términos: La actual civilización moderna está en crisis orgánica, y están en crisis los tres pilares o fundamentos que la sostienen. Está en crisis su pilar político: el Estado nacional y los partidos; está también en crisis su pilar económico: el industrialismo y el capitalismo; y está también en crisis su pilar cultural: las ideologías, las ciencias sociales, y la ética positivista.
Estas tres dimensiones de la crisis se evidencian a través de sus múltiples efectos, que podemos sintetizar en el agotamiento de un modo de desarrollo económico, de unas formas de convivencia civil y política, y de unos paradigmas ideológicos y teóricos que se muestran incapaces de dar sentido a la vida colectiva y de proponer soluciones viables frente a los grandes problemas que aquejan a la sociedad y que tienden a agudizarse.
Al estar en crisis esos sus tres pilares fundamentales (económico, político y cultural), la civilización moderna pone de manifiesto su agotamiento y su incapacidad para continuar contribuyendo a la expansión y perfeccionamiento de la experiencia humana.
Pero nuestro propósito no es aquí analizar la crisis sino indagar sobre los modos, las iniciativas y las opciones a través de las cuáles sea posible iniciar la creación de una civilización nueva y superior a ésta en que vivimos.
En efecto, esta crisis, por ser orgánica, no puede resolverse sino mediante una nueva organicidad, pues como todo organismo cuyas fuentes vitales entran en gran crisis, la civilización moderna y sus pilares están destinados a continuar deteriorándose. Pero este decaimiento progresivo está siendo lentísimo, y el proceso puede extenderse todavía por algunas décadas; si bien hay signos claros de que las crisis económica, política y cultural se están acelerando.
En este nuestro tiempo, frente a estas crisis, tenemos dos posibilidades (si queremos hacer algo socialmente útil): una, es tratar de apuntalar y reforzar y mejorar los pilares de la civilización en crisis de manera que el derrumbe se posponga un poco, reduciéndose de este modo los sufrimientos que trae la crisis y que traerá el derrumbe mismo. La otra posibilidad es la de iniciar la construcción de los fundamentos de una nueva y superior civilización.
Cuestiones como la de reformar a los partidos políticos, crear partidos nuevos y mejores, etc. se ponen en la primera perspectiva. Mejorar la distribución del ingreso, o elevar las exigencias ambientales para las nuevas inversiones industriales, es también plantearse desde la óptica de apuntalar los pilares de esta civilización y postergar así su caída. En esa misma perspectiva se ponen quienes hacen investigaciones sociológicas tendientes a ampliar el conocimiento de la opinión pública, para perfeccionar las políticas sociales.
Si en cambio nos ponemos en la segunda perspectiva, la de iniciar la creación de una civilización nueva, las cuestiones esenciales son: la creación de una nueva política (no partidista, no estatal), de una nueva economía (no industrialista, no capitalista), y de nuevas estructuras del conocimiento y de la proyectación (no ideológicas, no positivistas).
Pero hay muchas cosas implícitas en estas afirmaciones, que tendremos que profundizar. Por ahora dejamos planteado el tema, que iremos ampliando y desarrollando en las próximos capítulos.
Luis Razeto
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