XXXIV. Se pregunta: ¿existirán el mercado, el dinero y las ganancias en la nueva economía?

 

Al constatar las injusticias e inequidades que se producen en el mercado, la excesiva importancia que ha adquirido el dinero, y la exacerbación de la búsqueda de las ganancias en las empresas y por las personas, muchos han imaginado la posibilidad y la conveniencia de una economía que funcione sin dinero, sin mercado y sin fines de ganancia. ¿Será acaso que el mercado, el dinero y la ganancia no debieran quedar en la Nueva Civilización?

El análisis de las causas de las injusticias, inequidades y distorsiones morales de la economía moderna, y la reflexión sobre los modos de organizar la distribución de la riqueza, la producción y el consumo en una sociedad justa y solidaria, nos llevan en otra dirección, que no es la de pensar y postular una economía sin mercado, sin dinero y sin ganancias. Comencemos pensando en el mercado.

Ante todo hay que asumir que el mercado no es una invención del capitalismo ni se identifica con éste, sino que existe prácticamente desde los comienzos de la historia, estando presente en todas las grandes civilizaciones. La verdad es que el mercado existe porque nadie, ninguna persona, familia, comunidad ni país, es autosuficiente para proveerse de todo lo que necesita; y porque las capacidades y recursos se encuentran distribuidos social y geográficamente, razones por las cuales se hace necesario intercambiar recursos, bienes y servicios entre las distintas personas, familias, organizaciones, comunidades y países. En realidad, el mercado es una expresión del hecho que nos necesitamos unos a otros y que trabajamos unos para otros.

Las familias, las comunidades y los países, no somos islas independientes ni desconectadas. El mercado es una de las formas en que nos relacionamos los individuos y los grupos humanos en función de satisfacer nuestras necesidades, y de hacer más eficiente el uso de las capacidades y de los recursos disponibles, que se encuentran diseminados socialmente y dispersos en distintas regiones del mundo,

En tal sentido, el mercado es integrador de la sociedad. Y en el marco de los intercambios, operando en el mercado, cada persona, comunidad, organización y país, cada uno con sus recursos y capacidades, y produciendo bienes y servicios para satisfacer las necesidades de otros, los individuos, las organizaciones y las comunidades desplegamos y acrecentamos nuestra creatividad, autonomía y solidaridad

Entonces el problema, lo que genera las inequidades y explotaciones, no es el mercado en cuanto tal, sino, en la actualidad, su configuración capitalista y estatista. En especial la especulación financiera, donde se generan y reproducen procesos de enriquecimiento por fuera de toda actividad económica útil.

Aparece entonces la interrogante por el dinero. ¿Estará el dinero en el origen de los males? ¿Será que las distorsiones que llevan a la concentración de la riqueza y a la expansión de la pobreza derivan del empleo del dinero en el mercado? De hecho, hay quienes creen en la necesidad de volver al trueque, a la reciprocidad y al intercambio sin dinero, como formas de llegar a una economía humana y socialmente justa.

Pero no es el dinero la causa de las injusticias sociales, aunque podemos identificar en su modo de circulación capitalista y estatista el origen de muchísimos problemas e inequidades. En realidad el dinero es uno de los más grandes inventos de la humanidad, que ha estado siendo perfeccionado durante siglos, y que tiene una utilidad inmensa.

Si bien los actuales movimientos que propician el trueque y la reciprocidad sin dinero realizan experiencias valiosas por la solidaridad, creatividad y autonomía que enseñan, lo cierto es que el trueque presenta serios problemas de eficiencia y de justicia: es difícil de realizar, porque exige cada vez la coordinación empírica de las decisiones de cada oferente con las de cada demandante; no permite intercambiar bienes físicos más allá de ciertos espacios reducidos; y suele ser injusto, porque no tiene un mecanismo de medición del valor de los bienes y servicios que se intercambian.

El dinero resuelve estos problemas al cumplir funciones socialmente necesarias: Sirve como unidad de medida del valor de los factores, bienes y servicios económicos. Es un medio de cambio universal, que facilita la coordinación de las decisiones de los participantes en el mercado. Y entrega información importante para tomar decisiones a través del sistema de precios.

Y hay otros problemas que el dinero resuelve. Los individuos y las sociedades necesitamos asegurar el futuro y hacer reservas de recursos y bienes para cuando los necesitemos. Pero acumular recursos y bienes físicos (trigo, ladrillos, etc.) sería muy ineficiente, pues las cosas se dañan, pierden valor, se las roban. El dinero viene, entonces, a cumplir la función de servir como medio de reserva y acumulación de valor, a través del ahorro, que nos permitirá acceder a bienes que necesitemos en el futuro en base a la riqueza producida en el pasado y en el presente. Y además, mediante el préstamo y el crédito, permite coordinar en el tiempo las decisiones de los distintos agentes económicos , haciendo que lo que unos ahorran hoy (para gastar mañana) esté disponible para quienes lo necesitan hoy pero que sólo podrán pagarlo después.

Ahora bien, de manera similar a lo que ocurre con el mercado, la organización y el funcionamiento capitalista del dinero lo distorsiona, afectando negativamente todas y cada una de sus funciones, con la consecuencia de gravísimas injusticias y desequilibrios. Cuestión que nos conduce al tema del lucro, de la ganancia.

En efecto, la obtención de utilidades o ganancias, conocida también como lucro, ha sido cuestionada por quienes quieren una economía justa y equitativa, proponiendo como solución una economía, empresas y actividades económicas 'sin fines de lucro' o ganancia. Pues se observa que es en la ganancia que obtienen los empresarios, los especuladores y otros agentes económicos, el origen del enriquecimiento de algunos y del empobrecimiento y marginación de muchos.

Pero también sobre la ganancia debemos decir que no es, por sí misma, la causa de los desequilibrios e inequidades económicas y sociales. Generar utilidades y ganancias consiste en que a través de la actividad económica se genera valor, esto es, que el producto de la actividad, o sea los bienes y servicios producidos, valen más que los recursos y factores empleados en su producción. En otras palabras, los outputs de la actividad económica son mayores que los inputs, o más sencillamente, los beneficios son mayores que los sacrificios.

La actividad económica crea valor, siendo la utilidad o ganancia la diferencia entre el valor de los insumos y el valor de los productos. Si no hubiera beneficio y creación de valor, la actividad económica sería simple reproducción de lo existente, no habría razón para la creatividad y la innovación, y la vida se desplegaría en el estancamiento.

Nuevamente, el problema no es la ganancia, sino el modo capitalista en que se produce y en que se distribuye el valor económico generado.

Entonces, tenemos que identificar exactamente dónde está el origen de las dirtorsiones que ha experimentado el mercado, el dinero y la ganancia en la economía moderna, y luego descubrir los modos nuevos en que puedan organizarse - el mercado, el dinero y las ganancias - en la economía de la nueva civilización.

Son las cuestiones que abordaremos en los próximos capítulos. Pero antes de pasar a ellos saquemos en éste una importante y crucial conclusión: muchas de las ideas centrales y más difundidas sobre la economía que han circulado entre quienes han luchado y luchan por una sociedad más justa, solidaria y equitativa, no han estado fundadas en una comprensión certera del mercado, del dinero y de las ganancias. Y en consecuencia, cuando se ha postulado que una buena economía ha de ser una economía non profit, sin mercado y sin dinero, se ha equivocado la meta, o el tipo de economía por construir.

Ello ha sido causado por no haberse accedido a la autonomía en la crítica del presente y en la concepción del cambio necesario, que se han mantenido en los planos subordinados de la separación y del antagonismo respecto al capitalismo y al estatismo. Desde una nueva estructura del conocimiento, desde una teoría económica comprensiva, tendremos que elaborar un nuevo proyecto para la economía buena, propia de una nueva y superior civilización.

Luis Razeto

 

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