EL GRAN DESAFÍO ES SANAR - DENISSE DE LA FUENTE

La humanidad se enfrenta hoy al desafío de sanarse, desde una escala individual a una colectiva. Al sanarse una persona, sana su familia y todo su entorno, y así se puede comenzar el trabajo colectivo de regenerar el tejido social, hasta impactar a una sociedad entera. Necesitamos con urgencia aprender a escucharnos, a conversar en vez de discutir, a participar y reflexionar, a sacar cuentas de cuál ha sido el costo social y ambiental de la vida moderna.

El desafío está en dejar de pensarnos como seres aislados y egoístas, y comenzar a pensarnos colectivamente como parte de un todo, como células que componen un organismo vivo.

El desafío está en recordar que no estamos separados de la naturaleza, que somos naturaleza, que somos todos uno, y que existe una íntima relación interdependiente entre cada elemento, fenómeno y ser del planeta. Todo está conectado, lo que ocurre en un rinconcito de la Tierra puede tener efectos enormes al otro lado del mundo.

Particularmente, nuestro estilo de vida y la forma de habitar nuestros territorios ha desencadenado una serie de procesos que cambiarán por completo el mundo tal como lo conocemos ahora.

Somos absolutamente inconscientes de los efectos de nuestras acciones, de nuestras palabras, y no estamos enfrentando adecuadamente los cambios que está experimentado la Tierra.

El desafío está en reemplazar la competencia por el cooperativismo y la colaboración, el bienestar individual por el bien común, economía capitalista por economía solidaria, explotación por ecología.

El gran desafío es sanar.

¿Y cómo nos sanamos? ¿cómo incrementamos nuestros niveles de conciencia?

Nos sanamos al mirarnos hacia adentro, debemos iniciar viajes internos que nos muestren dónde están alojados nuestros dolores y miedos, entender su origen, agradecer su presencia y enseñanza, y dejarlos ir.

Necesitamos tiempo para la reflexión, abrir espacios de conversación, de sostén, de empatía. Necesitamos reparar nuestras relaciones, construir relaciones más amorosas.

Necesitamos desarrollar nuestra inteligencia emocional, explorar nuestra espiritualidad, hacer crecer el autoconocimiento y la autocontemplación.

El desafío es encontrar la paz dentro de nosotros mismos, y desde ahí replicarla fuera de nosotros.