Primer Desafío: La Protección y Defensa de Ecosistema Planetario
Este primer desafío me resulta oportuno al menos desde las siguientes perspectivas:
Considero clave proponer y compartir una perspectiva que releve la responsabilidad que le cabe al comportamiento humano en relación a la situación presente y al devenir en materia medio ambiental.
También porque considero relevante preguntarse si existirá alguna conexión entre dicho comportamiento humano y la compleja y cada vez más profunda influencia del modelo de desarrollo económico imperante.
Y finalmente, porque tal vez sea útil proponer una hipótesis sobre el origen de la conducta humana en relación con su entorno, como componente explicativo a ser focalizado.
Ya se ha discutido y analizado que entre las principales causas de los daños ambientales y consecuentes problemas que estamos encarando a raíz de dichos daños ambientales (desertificación, escases de agua potable, calentamiento, etc.), se explicarían en gran medida por la incapacidad del hombre moderno de dimensionar las consecuencias de sus actividades extractivas, productivas y/o de consumo. El hombre moderno pareciera cegarse, ser inconsciente o estar alienado y ajeno a estos fenómenos. Pero el tiempo y los años pasan y pasan y somos testigos de los cada vez más graves y frecuentes acontecimientos; es como si existiera una creencia colectiva, una idea generalizada de que la naturaleza “sabrá que hacer”, algo así como una confianza sobre dimensionada en que la propia naturaleza con el paso del tiempo, se repondrá de los daños.
En este sentido, cabría preguntarse si para avanzar en el desafío de la protección del Ecosistema Planetario, una meta intermedia, una vía posible sea la de conocer y comprender más profundamente los aspectos probablemente más emocionales que racionales que conducen las decisiones extractivas, productivas y de consumo del hombre moderno. Esa emocionalidad que nos lleva a consumir compulsivamente, a producir y a extraer recursos desmedidamente.
Esa visión desde lo emocional-individual nos lleva a asumir una posición de espectador en nuestra relación con el entorno en la cual se piensa que; si mis actos no generan un daño aparente o evidente, o lo que otros hacen no me daña, entonces no hay problema. Quiero decir que el problema no existe o se hace transparente (como el parabrisas de un auto, que solo se materializa cuando llueve)”. El entorno se vuelve transparente y esto se traduce en que nos comportamos despreocupadamente. Vemos como ajenas y lejanas y no como propias y cercanas las alertas que cada cierto tiempo nos llegan en la forma de huracanes, altas temperaturas, vastas zonas incendiadas, mientras impera la noción de que los espacios comunes en las grandes urbes, en las playas, en los mares, en el aire, son espacios “de nadie”, y no espacios “de todos”.
Quizás parte de la explicación detrás de esta actitud o conducta pueda hallarse en la suma de “resignaciones” a las que nos hemos mal acostumbrado. Me refiero a esa lista de asuntos sin respuesta y ante los cuales nos paralizamos. La pregunta en este sentido sería a mi juicio, comprender el porqué de esta resignación, porque se ha adquirido esa conducta de volver transparente y “no ver” estas realidades. Tal como nos ocurre con el parabrisas del auto, ¿que hace que algunos y no todos logren razonar y tomar conciencia de aquellos asuntos que están ahí, frente a nuestros ojos, pero que no queremos ver?. Hablo del individualismo, la competitividad, la agresión pasiva, la legitimación de las conductas violentas, destructivas, discriminatorias y a veces denigrantes que con frecuencia replicamos pero que escondemos y disfrazamos.
Mi convicción en este sentido es que parte de la explicación radicaría en las fuentes desde las que se forman las personas, es decir, el núcleo familiar, los valores religiosos y cosmovisiones, que en sus diferentes formatos y culturas si bien trascienden y resultan esenciales para comprender y proyectar la conducta, no han sido suficientes para penetrar en la base de una inmensa masa de personas y sus familias para influir en la relación que mantenemos con nuestro entorno.
De allí, que a mi entender es posible correlacionar lo siguiente: A mayor solidez y profundidad de valores tales como la solidaridad en que se funden y cimienten espacios tales como el núcleo familiar u otros tipos de fuente de formación, se debería dar una relación más armónica y consistente de la persona con el planeta. Sin embargo, cuando ese núcleo familiar, ese primer eco sistema de relaciones, se crea y consolida basado casi exclusivamente en valores tales como el prestigio, el poder o los logros materiales, y no sobre la base de lazos afectivos que también se podrían comprender como protección emocional y por tanto menor vulnerabilidad, entonces, la persona será más propensa a decaer en su interés y atención por aquello que lo involucra en su relación con el entorno. Esto, por que el sujeto estará enfocado y predispuesto hacia aquello que le ha sido impuesto como norma de conducta y foco de su atención.
Lo triste de este diagnóstico es que el hombre es parte de la naturaleza y del entorno y al parecer, lo que se da es un círculo vicioso en el que el hombre empeñado en conseguir logros materiales que no consigue se frustra y el precio de esta frustración se traduce en conductas indiferentes, individualistas, violentas, destructivas, depredadoras y poco empáticas con el planeta. Pero el planeta pareciera reaccionar y devolver auto destrucción.
La ciencia ha permitido alcances y desarrollos materiales y tecnológicos indiscutibles. Su éxito radica en su capacidad de experimentación, observación y racionalización de la realidad, pero se da la paradoja que esa misma herramienta (el desarrollo) tiene como consecuencia conductas irracionales.
Segundo Desafío: Es el de darle sosiego a la gran masa de personas desfavorecidas
Darle sosiego a la gran masa de personas desfavorecidas y a merced del mal que sufren el flagelo de la miseria y la pobreza, que es a su vez consecuencia del individualismo, el consumismo y la competencia desleal. Me refiero a aquellas personas que no tuvieron, no tienen, ni tendrán la oportunidad de formarse para defenderse. Esto quiere decir, que el desafío es, salvar al mundo de lo que se viene. Es salvar de la alienación a quienes viven en las grandes urbes y enormes cordones de pobreza, de sentir que sus vidas no tienen sentido. Es salvarlos de depositar sus sueños en aspiraciones materiales, de asociar a esos logros materiales al sentido de sus vidas. Salvarlos de la Pobreza que lleva a algunos a generar conductas socio paticas y antisociales.
Salvarlos del analfabetismo profundo derivado en parte de los cambios culturales que acompaña el uso de nuevas tecnologías, que si bien disponibilizan información de manera relevante, también influyen en que los niños ya no escriban de puño y letra. Por su parte, el ritmo y estilos de vida repercuten en los hábitos alimenticios poco nutritivos de esos niños, lo que en algún grado podría redundar a la larga, en cerebros menos desarrollados, menos preparados e inmaduros en términos de habilidades cognitivas tales como la capacidad de memorizar, de crear, de retener, de hilar conceptos, de inventar cuentos, etc. Mentes que serán menos capaces de discernir bien la realidad, con escaso pensamiento crítico y autocrítico.
víctimas de la monotonía que provoca esa pobreza, una existencia desesperanzada y monótona en la que la carga emocional y psíquica es demasiado espesa y difícil de sobre llevar. Su historia familiar y social que se traspasa por generaciones y se arrastra como una gran carga por toda la vida, y condiciona y predispone a estas personas hacia verse a sí mismas como víctimas carentes de posibilidades reales, ante nuevas oportunidades, desafíos o un emprendimiento.
Ambos desafíos, se refieren a las conductas y actitudes en que se basa la actual civilización. De esto, se podría inferir que el desafío central se encontraría en modificar la actitud humana para, a través de esto, lograr modificar el resultado de la interacción humana con su entorno.
¿Por dónde partir? ¿Qué fuerzas culturales son las que movilizan a la actual civilización de manera tal que su accionar se está traduciendo en cada vez más profundas desigualdades y abusos hacia sus pares y el medio ambiente? ¿Estamos culturalmente condicionados a seguir tendencias y prototipos de bienestar que no nos hemos dado cuenta de sus efectos?.
En la búsqueda de respuestas propongo atender a lo señalado por el Mg. Luis Razeto Migliaro, quien ha propuesto las Actitudes Metodológicas para una Nueva Civilización.
Hasta donde he podido comprender, se comparte el diagnóstico relativo a que nuestras sociedades se caracterizan por sujetos principalmente individualistas, altamente dependientes y poco creativos. Sin embargo, Razeto reconoce el surgimiento de un nuevo perfil de personas más autónomas, creativas y solidarias que prescinden de los tradicionales moldes y estatus relativos al logro y al éxito. Sus actitudes también creativas recrean la manera de comprender y organizar la realidad, y sus actitudes solidarias son capaces de empatizar con la realidad y situación del prójimo.
Un muy rápido recorrido sobre la propuesta e invitación actitudinal que Luis Razeto realiza para asumir Actitudes Metodológicas para una Nueva Civilización, se sintetizaría desde mi interpretación de la siguiente manera:
Céntrate en los aspectos positivos de las personas, los proyectos y las instituciones, alejándote de los pesimistas, tratando de comprender la complejidad de la realidad.
Mantén grandes objetivos y no te dejes presionar por los mediocres
Plantea proyectos que puedan ser asumidos y desarrollados junto a otras personas
Comparte ideas e información que sea realmente útil, luego de haberla seleccionado rigurosamente.
Busca la compañía, la comunicación e interacción con personas que ya han desarrollado aquellos aspectos que te interese desarrollar
Comparte aquello que tienes en abundancia, pero mirando bien a qué tipo de persona lo estas entregando y no temas a exigir que lo que estás entregando sea bien usado, y tampoco temer a pedir que así como tú has dado, también te sea recíproco
Crea un clima de confianza "en la realidad", mirando detenidamente los hechos, acciones y comportamiento de las personas. Confiar es distinto de ser ingenuo
Busca el conocimiento en forma permanente y profunda. Cuando lo tengas, reflexiona si es o no consistente, verídico y coherente. Finalmente, medita sobre los valores y verdad que están presentes en ese conocimiento.
Ama la realidad y busca conocerla para así poder transformarla y perfeccionarla, evitando caer sólo en la crítica.