TEJERNOS COMUNIDAD DE COMUNIDADES - RODRIGO CALCAGNI

Al inhalar doy gracias

Al exhalar cuido la Vida

Los que hemos elegido como camino el amor y la gratitud a la Vida tenemos como referente a Mahatma Gandhi. Que nos reunamos en torno a premiar a su nieta Ela Gandhi, con el Premio Nueva Civilización 2017, es una honra a su legado y también a todos los seres que ven en la paz el camino para expresar nuestro ser profundo.

El momento que vive nuestra civilización, y para los que estamos viviendo y participando de esta danza global, es simultáneamente luminoso y tenebroso.

Lo tenebroso se expresa en el sufrimiento de miles de millones de seres humanos que experimentan distintas formas de carencias, sufrimiento y violencia. Pocas personas deciden por el conjunto de la sociedad con una visión egoísta, materialista y antropocéntrica de la existencia. Desde esa comprensión lo humano es superior a otras formas de vida y ellos superiores entres los humanos. La tierra es una roca flotando en un universo de rocas y fuegos. Es casual la vida, y por ensayo error de una maquinaria inconsciente, surge la Vida en medio de cosas inertes. Herederos de imperios, los nuevos imperios repiten las estructuras sociales de castas, autoritarismo, control por miedo, educación dirigida a la obediencia y recientemente economías centradas en ganar dinero especulando y cooptando los sistemas políticos. Los resultados son trágicos: somos más, consumimos más, vivimos más, tenemos más información, queremos más y más de todo. Consideramos natural aceptar muchas formas de pobreza y dominación. Se ha globalizado en esta época lo que hoy apreciamos como corrupción legalizada. Consume endeudándote, cosas que te dañan y dañan al planeta para atender algo insaciable, parece ser el juego de moda. Política, ciencia, educación y salud son inspiradas y organizadas por las reglas del ganar dinero. En este proceso el planeta tierra está siendo diariamente devastado. Está muy avanzado el proceso de consumo de ecosistemas y pérdida de biodiversidad. Nuestras prácticas de consumo maltratan e ingieren a millones de seres. La información de Naciones Unidas sobre el estado del planeta alerta sobre graves cambios en los próximos decenios y advierte que las metas de manejo propuestas en los acuerdos de Paris, en el caso de que se cumpliera, son insuficientes. Aun con esta información alarmante no hay un cambio de tendencia, de los estados nacionales y banco mundial (por nombrar a un vocero), hacia sustentabilidad y equidad.

Lo luminoso siendo infinitamente mayor no logra aún encontrar una forma de organización humana que permita cambiar la tendencia de la sociedad global dominante.

Lo luminoso lo observamos en el fenómeno misterioso y magnifico de la Vida, en sus miles de expresiones, desde lo más pequeño subatómico y sus misteriosa profundidad y vacuidad a la inconmensurable danza de galaxias. Lo infinito en lo pequeño y la presencia de abismante vacío. Los miles y miles de seres que pueblan la tierra. Los miles y miles de generaciones humanas habitando por cientos de miles de años, la sabiduría y comprensión de la Vida que hemos logrado. Hemos creado culturas, civilizaciones con sus cientos de componentes: artes, filosofía, espiritualidad, ética, formas de gobiernos y de economías, educación, ciencias, tecnologías y milenarias técnicas para vivir bien. Somos de tantas maneras creadores de lo que somos. Seres dotados de dones, facultades enormes y capaces de crear con ellas la infinidad de cosas que hemos creado. Hay tanto amor, sabiduría, talento, belleza, gracia, humor y grandeza en nosotros.

Somos como niños fascinados con juguetes, capaces de sorprendentes creaciones y también de subyugar y matar, y además crear un relato en que esto está bien, es legal, sin considerar a otros y a lo otro.

¿Con estas dos fuerzas, en y entre nosotros, seremos capaces de conducirlas hacia formas de vida más plenas para todos? Estaremos condenados o auto condenados a la extinción. ¿Será que una especie que se desarrolla y crece, luego se des-adapta, no entiende o no acepta las reglas de la Vida y se reduce o desaparece? ¿Hay tales reglas o lograremos dominar las reglas de la vida y ser sus amos, sus propietarios como propone la ideología del crecimiento?

Creo que no hay una respuesta intelectual a estas preguntas. Tenemos el desafío en cada instante que crear respuestas. Creo que en cuanto seres humanos que aman la Vida podemos organizarnos, y desde una nueva y también antigua comprensión, practicar conductas que generen y sostengan un relato y prácticas que permitan cautivar a más y más seres humanos, para lograr lo que podríamos llamar un cambio de tendencia global hacia una nueva civilización.

Si amamos la Vida y la vemos en peligro, si nos amamos a nosotros y a nuestros cercanos, si creemos que es posible un cambio, tenemos las condiciones básicas para esta transformación.

Podemos decir y así lo muestran muchas experiencias que este movimiento ya está ocurriendo entre nosotros. Comparto esto y también creo que algo nos falta, aunque no podamos asegurar el cambio, si podemos lograr habitar la certeza que estamos tejiéndonos comunidad de Vida que avanza en este sentido.

Está gestándose un nuevo relato, nuevas prácticas y se están contagiando. Sostener y cultivar esto es una necesidad y esperanza activa a la vez.

Thich Nhat Hanh en su libro Un canto de amor a la Tierra, comparte una comprensión sobre la Tierra que creo contiene las semillas que buscamos: “Me postro ante ti con el mayor de los respetos y la clara conciencia de que estás presente en mí y de que yo formo parte de ti. Tú me diste a luz y me proporcionaste todo lo que necesitaba para mi sustento y desarrollo. Mi madre, mi padre y todos mis ancestros son tus hijos. Nosotros respiramos tu aire fresco, nosotros bebemos tu agua limpia, comemos tu nutriente alimento y apelamos, cuando estamos enfermos, a tus remedios naturales.

Tú eres la madre de todos los seres. Te llamo con el nombre humano de madre, pero sé que tu naturaleza es mucho más amplia y antigua que la humanidad. Nosotros no somos más que una joven especie de tus muchos hijos. El resto de los millones de especies que viven –o han vivido- en la Tierra son también tus hijos. Sé muy bien que no eres una persona, pero también sé que no eres menos que una persona. Eres un organismo vivo que respira en forma de planeta.”

Esta comprensión de la Vida y de ser hijos y hermanos puede cambiar profundamente nuestras relaciones. Nunca hemos estado fuera del Paraíso. Podemos no verlo, pero si reflexionamos con atención aparece ante nosotros la evidencia de ser parte amada de todo. La abundancia es una de sus características y una clave para aprender a compartir. El gran desafío es el darnos cuenta de esto, habitar en esta consciencia y tomar el compromiso, como nos invita este monje, a honrar y cuidar a nuestra Madre Tierra.

La civilización actual nos infunde el miedo a la escasez, la Tierra en su girar cotidiano nos muestra que la abundancia es un estado natural.

En mi comprensión esta mirada de la Tierra viva mueve a la gratitud y a darnos cuenta de que intersomos. No se niega con esto que una parte nuestra sea individual, más bien reconozco en mi y en ti el regalo de ser individual y también ser social y también un hijo de la tierra y el sol, y que también somos parte de un mismo ser inconmensurable danzando en el vacío y todo esto recreándose en el presente. Tenemos el don de la comprensión, que nos permite darnos cuenta y experimentar directamente la unidad y eternidad en el presente.

Dado esto, he pasado buena parte de mi vida explorando como facilitar este cambio de tendencia desde lo que segrega a lo que integra y trasciende. Me debato entre sentirme egocéntrico y pensar que tengo responsabilidad, a sentir que cada uno somos muy pequeños ante este humanidad que muchas veces parece fuera de control y que no sabemos cómo encausar.

Tenemos el desafío de ser menos individualista y más comunitarios, ser menos materialistas y más espirituales. Creo que el miedo nos lleva a controlar a otros y tener cosas materiales. Ser comunidad nos lleva al encuentro con otros y a un estado de inspiración, creación y abundancia. Lo espiritual nos lleva a una experiencia más profunda de nuestra inter-existencia y darnos cuenta de este bendito intersomos, que nos hace parte integral y consciente del cosmos.

He sido parte de muchas experiencias en que personas y en especial grupos se conectan consigo, con los otros, con la tierra viva y con su dimensión cósmica y lo reconocen como algo bueno, cercano y natural en lo humano. Tenemos el don de darnos cuenta, de percibir el buen y mal trato y crecientemente más y más personas aman el vivir y la experiencia directa de la comunidad de la Vida.

Quisiera compartir tres dimensiones de ser humano que podemos explorar simultáneamente que nos permiten expandir nuestra consciencia y con esto acceso a plenitud, independiente de la situación personal y social en que nos encontremos, en que se podría fundarse este cambio de tendencia que nos permita transitar de la escasez a la abundancia.

Una dimensión es el viaje interior. Tomar contacto con nosotros mismos. Los senderos de entradas son el silencio, meditación, oración, contemplación, gratitud. Son experiencias cercanas que nos sanan y nos conectan con el misterio que somos.

La segunda dimensión es cultivar relaciones de cuidado mutuo. Cultivar el ver en otros la divinidad, explorar su profundidad, reconocer su ser único y el origen común, tratarnos como hermanos, hijos de la Vida. Este buen trato aleja el miedo, aumenta la facilidad de aprender/comprender y crea posibilidades y soluciones que cada uno individualmente no puede lograr.

El tercer espacio es el contacto y presencia profunda con el continuo de existencia interior, en otros, en la tierra y en el cosmos. Habitar la Madre Tierra viva, sus aguas y vientos, el sol y luna, las noches de estrellas, la contemplación de insectos, pájaros, animales, el cultivar una huerta. Este caminar atento nos abre al misterio de la Vida. No para resolverlo o controlarlo, más bien para danos cuenta del don y presente que intersomos.

Estas tres dimensiones, vinculadas a dos líneas interrelacionadas de trabajo desde la sociedad que quisiera exponer brevemente me parecen pueden ser motores para este necesario cambio de tendencia desde delegar a participar.

Tránsito de ciudadanos a habitantes. Antes que ciudadanos somos habitantes, antes hijos e hijas de la tierra. Necesitamos un acuerdo, nacional y planetario sobre lo que técnicamente llamamos ordenamiento territorial. Se trata de construir en comunidad acuerdos para que los habitantes conozcan sus territorios, en la Tierra Viva, a escala predial, local, comunal, bio-regional, para que comprendan los bienes y servicios que crean sus territorios y los dibujen, que aprendan a explorar y comprender juntos ¿qué es aquello que debemos proteger que asegura el cuidado de la salud y de los servicios que nos ofrece la Madre Tierra (lo silvestre, servicios ecosistémicos básicos) , ¿qué lugares queremos cultivar o usar para producir? (el espacio rural) y ¿Qué espacios usamos para habitar densamente ¿(lo urbano). Cuidar y honrar la vida, de y en la tierra es la base de un cambio de tendencia.

El segundo es una alianza entre habitantes de un territorio en cuanto familias, empresas y servicios públicos. Es necesario un vínculo comunitario territorial que organice y norme los intercambios y relaciones locales. Tanto el Estado como las empresas y organizaciones son parte de un todo mayor, también de una inteligencia colectiva territorial que no es respetada ni comprendida desde sistemas ideológicos desarrollistas. Una red global de estas experiencias ya está en plena eclosión. Cooperativas, empresas B, comunidades indígenas, comunidades espirituales y de conservación, ecoaldeas, movimientos como transición y regeneración, el programa MAB de Reservas de Biosfera y cientos de otras están explorando en este sentido. Para todo esto va a ser necesario un giro desde burocracias publicas politizadas, centralizadas y verticales a servicios públicos comunitarios e interdisciplinarios. Que lo común sirva lo común.

En síntesis, podemos impulsar una integración de saberes en la que lo espiritual, la contemplación y gratitud, provea la emoción que permita confiar y explorar simultáneamente una expansión de consciencia y la auto-organización basada en comunidades territoriales. Creo que esto será un movimiento social que llegará a construir una nueva espiritualidad, economía y política.

La invitación es a tejernos comunidad de comunidades, impulsar redes de experiencias de comunidad-territorio entre las diversas personas y organizaciones públicas y privadas que están vibrando en la gratitud y el cuidado de la Vida.

Aunque de muchas maneras todo está ocurriendo, cada uno que se da cuenta y asume un compromiso con la Vida y se vuelve comunidad, acelera y expande esta imprescindible red de amores.