Los desafíos identificados por la Naciones Unidas y transformados en la agenda 2030 con 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) traen algunas novedades y construyen una visión del futuro. La agenda pretende ser universal y por ende transformadora, no solo del mundo pobre sino de todos los países, ya que plantea algunos desafíos que no han sido resueltos en las economías poderosas. Y esto sin dejar a nadie atrás.
En una recorrida rápida se trata de: eliminar la pobreza y el hambre; garantizar una vida sana y una educación inclusiva y de calidad; lograr la igualdad entre los géneros; agua, saneamiento y energía sostenible para todos; crecimiento económico y empleo decente; reducir la desigualdad en los países y entre países; ciudades, producciones y consumo sostenibles; proteger los ecosistemas terrestres y marinos; combatir el cambio climático y sus efectos; promover sociedades pacíficas e inclusivas mediante alianzas para el desarrollo sostenible.
Si bien se trata innegablemente una visión de largo plazo, resulta evidente que muchos de los 193 Estados firmantes no caminan en la dirección indicada, por lo menos en algunos de estos ODS. Y esto genera una sensación de fragilidad de la paz, ya que estamos en medio de guerras terribles que se arrastran por años o décadas con secuelas de muerte, destrucción y exilios masivos.
La era de la globalización o mundialización paradójicamente nos ha traído más división, grietas profundas entre civilizaciones, mutación del comunismo en otro tipo de capitalismo salvaje y dictatorial, fundamentalismos religiosos que no dialogan con los no creyentes o con fieles de otras religiones. Al mismo tiempo, en los países con instituciones democráticas se instala la apatía, cuando no la desconfianza y hostilidad hacia la política. Y surgen respuestas populistas, mesiánicas y a contramano de la historia, aún en los países más poderosos.
Si ni la religión ni la política tienen promesas creíbles para estas sociedades, ¿será que a la ciencia le ha llegado su hora?
Según Dimitar Sasselov, astrónomo e investigador de la Universidad de Harvard, en ciencia hay sólo tres preguntas fundamentales: la naturaleza y el origen del universo, la naturaleza y el origen de la vida y la naturaleza y el origen de la conciencia. En todos estos campos hay enormes progresos pero a cada descubrimiento sigue un nuevo misterio mayor que el anteriormente conocido. Por otra parte la complejidad no está solamente en la Naturaleza exterior a nosotros sino también en nuestra propia humanidad.
Nos dice Edgar Morin (1) que arrastramos tres misterios:
⁃ el misterio del inconsciente, no solamente freudiano sino del funcionamiento inconsciente de nuestro cerebro, y de nuestro espíritu,
⁃ el misterio de nuestro organismo, formidable máquina auto organizada,
⁃ el misterio de nuestra identidad, que contiene en su memoria nuestra vida fetal y nuestros ascendientes.
Y que una de nuestras mayores e irremediables ignorancias es no saber lo que sabemos.
"Pero lo que hoy es conocido permanece desconocido aunque conocible, porque nuestras escuelas, liceos y universidades no nos enseñan que es lo humano. Sin embargo, un inmenso saber se ha acumulado desde hace 50 años sobre lo humano, sus orígenes, su naturaleza, sus complejidades, pero está disperso, despedazado, y compartimentado entre todas las ciencias, y la incapacidad y la impotencia para unir ese saber mantiene una inmensa ignorancia sobre nuestra propia identidad." (E.Morin , Ibid)
Desde América Latina
Piketty haya puesto en evidencia que la desigualdad crece en el mundo desarrollado (2), esto no es consuelo para una de las regiones más injustas del planeta. La desigualdad es una marca estructural de nuestras sociedades, y la pobreza extrema su cara peor. Pobreza que es en gran medida infantil y por tanto condena a millones de niñas y niños a una vida indigna.
Estos hechos fácilmente comprobables son ignorados flagrantemente por la OCDE y el Banco Mundial que clasifican a los países por su ingreso per cápita y así van progresivamente excluyendo a los países latinoamericanos de la cooperación internacional.
En palabras de Alicia Barcena: “La asignación de la Asistencia Oficial para el Desarrollo según el ingreso per cápita adolece de dos problemas. Primero, la superación de la pobreza es a la vez causa y efecto del proceso de desarrollo, que es multifacético y requiere que los países superen una gran variedad de brechas estructurales que limitan o impiden procesos de crecimiento inclusivos. Segundo, presupone que en las categorías de países de renta media, baja o alta se agrupan países relativamente homogéneos en sus necesidades económicas y sociales, lo que dista mucho de la realidad”.(3)
El tema del desarrollo inclusivo y sostenible viene evolucionando en la región y el mundo desde los sectores más lúcidos, aunque encuentra aún importantes resistencias. Las evidencias han venido desgastando las posiciones de los defensores del statu quo, fundamentalmente en lo relacionado al cambio climático y la crisis ecológica. El fundado alegato del Papa Francisco en la encíclica Laudato Si, prologó la Conferencia COP 21 en París (2015) en la que se lograron avances en acuerdos mundiales. Aunque el presidente Trump vocifere en contra, es innegable que la opinión pública mundial sigue con atención los acontecimientos y hay una sociedad civil activa y dispuesta a intervenir en cosas donde nos va la vida a todos.
El otro sector clave es el de la economía. Pese a la afirmación de Francis Fukuyama (4) del “fin de la historia”, ya que en su opinión la economía liberal y el mercado son las únicas alternativas realistas para cualquier sociedad que quiera ser parte del mundo moderno, resulta evidente que ambos no son parte solamente de la solución sino del problema. Son parte fundamental del progreso material innegable que ha reducido los porcentajes de pobreza en el mundo y expandido enormemente la riqueza. Pero no han logrado la sostenibilidad ambiental ni la social, ni disponen de los medios para hacerlo.
eso necesitamos de una nueva economía, que vaya reemplazando paso a paso la economía hoy dominante, cada vez más concentrada en enormes corporaciones y en la plutocracia que las dirige. La nueva o las nuevas economías tienen muchos nombres, pero en esencia responden a lo que Lebret y Perroux definían como “el pasaje, para una población determinada de una fase menos humana a una fase más humana, al mayor ritmo posible, al menor costo posible, teniendo en cuenta la solidaridad entre las poblaciones.” (5)
Estos rasgos de identidad se encuentran en la economía social y solidaria, el movimiento cooperativo y en propuestas actuales como la Economía del don o de Comunión, la Economía del Bien Común, las empresas B, la Economía Circular, la Economía verde e inclusiva, y otras.
los desafíos aparece hoy con fuerza el espectro de la destrucción del trabajo humano por las tecnologías (robótica, inteligencia artificial), especialmente en los países pobres o rezagados en ciencia y tecnología. Una transformación pacífica de nuestra industria y servicios requiere el monitoreo y registro de tendencias de mediano plazo para lograr estrategias adaptativas. Pero también de la solidaridad internacional y al interior de nuestras naciones.
A modo de conclusión
En la obra citada Edgar Morin nos previene: "Un mundo perfecto sería imposible. Sería orden puro, incapaz de evolucionar. La perfección no es de este mundo ni de ningún mundo. El mundo tiene necesidad de imperfección, es decir de desorden, por lo tanto de ser trabajado por la muerte. El mundo necesita la imperfección. El mejor de los mundos posibles parece ser el peor de los mundos posibles... ¿Podríamos saber si coinciden el uno con el otro?"
Y advierte que: "El conocimiento complejo no sabría eliminar la incertidumbre, la insuficiencia, lo inacabado en su seno. Pero tiene el mérito de reconocer la incertidumbre, lo inacabado, la insuficiencia de nuestros conocimientos. "
Por ello afirma: " La conciencia debería ser el porvenir de lo humano. La conciencia es el último fruto del espíritu humano, su último desarrollo, su calidad suprema."
Finalmente recordemos a Menapace (6): “No tenemos en nuestras manos la solución a todos los problemas del mundo, pero ante los problemas del mundo tenemos nuestras manos”.
Connaissance, ignorance, mystere. Fayard 2017
Capital en el siglo XXI , Thomas Piketty, Éditions du Seuil 2013
Los países de renta media: Un nuevo enfoque basado en brechas estructurales. CEPAL 2012
El fin de la historia y el último hombre, 1992
L.J. Lebret, Dinámica concreta del desarrollo. Edición original, Paris Editions Ouvrières , 1967
Mamerto Menapace, n. Malabrigo, provincia de Santa Fe, 1942, es un monje y escritor argentino.