LA CONVOCATORIA: ALGUNAS IDEAS Y PREGUNTAS PROVOCADORAS.

En marzo de 2018 Univérsitas Nueva Civilización invitó a instituciones y personas a participar en un proceso de estudio, análisis y reflexión sobre “el desafío de una sociedad más horizontal y menos desigual”, que culminó en un workshop realizado en noviembre

La invitación fue acogida por el Instituto de Filosofía y Ciencias de la Complejidad (IFICC); la Fundación Huerquehue; la Casa de Diálogo Chileufú; La Fundación Libera contra la trata de blancas y toda forma de esclavitud; y el Centro de Investigación de la Economía Social y Cooperativa (CIESCOOP), que participaron en la organización del proceso; y por 27 personas, de diferentes disciplinas y áreas del conocimiento, que presentaron ponencias y participaron en las conversaciones y discusiones del workshop. 

Recogemos en este libro las ponencias, que en conjunto constituyen una importante contribución frente a un tema y desafío que constituye hoy una preocupación prácticamente universal, que está concitando la elaboración de conocimientos, ideas, propuestas e iniciativas en todo el mundo.

Con la intención de provocar (del latín pro vocare, llamar para ir adelante, desafiar, incitar) a los intelectuales invitados, ofrecimos en la convocataria algunas ideas y preguntas que nos pareció que merecían ser re-examinadas para superar concepciones simplistas y unilaterales que abundan actualmente sobre el tema. Aunque no todos los temas y las preguntas fueron abordados, es útil consignar la Copnvocatoria en esta presentación, pues ofrece una visión de la amplitud y complejidad del desafío en referencia.

“En las últimas décadas las desigualdades sociales han aumentado. Se manifiestan en la distribución de la riqueza, en el acceso al poder político, y en la asimilación y comprensión del conocimiento científico y tecnológico. Dicho de otro modo, en la sociedad existe una creciente distancia entre los ricos y los pobres, los políticos y los ciudadanos, los que operan en el campo científico-tecnológico y los que siguen ideologías de masas. 

Este incremento en las desigualdades ha generado, por reacción, una fuerte demanda social de mayor igualdad, en los mismos tres ámbitos, a saber, en el acceso a los bienes y servicios económicos (por los trabajadores y consumidores), en las estructuras e instituciones del estado (por los ciudadanos y las comunidades locales), y en los sistemas escolares y universitarios (por los estudiantes). Un concepto con que se legitima, potencia y organiza estas demandas por mayor igualdad, es el de “los derechos”, que se conciben como “iguales para todos y todas”. Pero existe un debate en relación a cómo se entienden los derechos. Por otro lado, se esgrimen serias razones que explican y justifican la desigualdad en cuanto sería un efecto inevitable de la libertad de las personas que la sociedad debe garantizar.

Estrechamente relacionado con la igualdad o desigualdad, se presenta como realidad y como problema la cuestión, de carácter estructural, de la jerarquización en la vida social, que se manifiesta tanto en la economía como en la política, la cultura y el conocimiento, y que pone a las personas en distintos niveles de responsabilidad y de participación en las empresas, en las instituciones y en las organizaciones, sean económicas, políticas, sociales y culturales. En efecto, las empresas, instituciones y organizaciones pueden ser más o menos verticales u horizontales en cuanto a su estructura jerárquica. La jerarquización y la desigualdad se relacionan, en cuanto la verticalidad organizativa genera mayores desigualdades y la horizontalidad tiende a reducirlas. Pero hay diferencias entre ambas cuestiones. En efecto, la verticalidad y la horizontalidad se refieren a la diferencia específica de los individuos respecto a su posición en una jerarquía, donde unos se encuentran más o menos subordinadas a otros; la igualdad o desigualdad se refiere más bien a las condiciones en que están las personas en cuanto al acceso a determinados recursos, bienes, servicios, riqueza, dependiendo de circunstancias generales y de condiciones intrínsecas de las personas mismas, no implicando necesariamente subordinación de unos a otros.

Al convocar al estudio, análisis y reflexión sobre estas cuestiones, queremos sugerir una visión comprensiva de su complejidad. Las visiones simplistas y unilaterales poco ayudan a enfrentar y resolver los problemas. Es necesario considerar y abordar diversos problemas y preguntas importantes.

Un primer asunto se refiere a cuantificar la efectiva magnitud alcanzada por la desigualdad, en sus diferentes ámbitos. Los datos que se difunden indican una desigualdad extrema, por ejemplo, cuando se observa que un pequeño número de personas obtiene un muy elevado porcentaje de los ingresos totales. O que los ingresos de los hombres son significativamente mayores que los de las mujeres. Sin embargo, para medir la desigualdad económica tales datos debieran ser complementados con otros, también importantes, respecto al gasto y al consumo. En efecto, del total de ingresos obtenidos por los más ricos, un porcentaje menor es gastado y empleado en el consumo de ellos mismos, siendo la mayor parte invertido en el desarrollo de recursos, bienes y servicios que mejoran el bienestar de todos. De modo similar, el gasto y consumo efectuado por las mujeres parece ser mayor al de sus ingresos, lo que sugiere que existe un traspaso de ingresos desde los que obtienen más a los que obtienen menos, reduciendo las desigualdades en el acceso a los bienes y servicios económicos.

También en el plano político hay que tener en cuenta la complejidad de la tenencia y el ejercicio del poder. Sucede a menudo que personas que tienen aparentemente mucho poder, en los hechos pueden tomar decisiones en un rango muy limitado de opciones. A veces, también, movimientos sociales y medios de comunicación que no ejercen control de las instituciones, presionan y obligan a los gobernantes a actuar en beneficio de quienes ejercen poder social o comunicacional.

Algunas preguntas que es oportuno considerar:

1. La riqueza, el poder y el conocimiento ¿pueden ser evaluados con escalas únicas, o se requieren modelos multivariables? ¿Existen?

2. ¿Qué métodos y procedimientos de medición cuantitativa y de evaluación cualitativa serían aplicables para apreciar correctamente los niveles de igualdad y desigualdad social?

Un segundo ámbito de problemas surge de la comprensión de las causas de las desigualdades y de su relación con los grados de verticalidad y horizontalidad en las empresas, instituciones y organizaciones.

En las sociedades modernas las personas, a grandes rasgos, nos encontramos en dos posibles situaciones: de autonomía o de subordinación. En efecto, en la economía las personas, o son organizadoras, como es la situación de los empresarios y de los que ejercen profesiones y actividades liberales; o son dependientes y subordinados, como es el caso de los trabajadores asalariados, de los empleados, de los pensionados, etc. En la política también existen dos modos principales de estar: Como gobernantes, que es la situación en que están los miembros de la llamada ‘clase política’ y de la alta burocracia pública;  o como dirigidos, que es la situación en que se encuentran los ciudadanos comunes y corrientes, que deben aceptar o conformarse con lo que deciden las autoridades, o que en el mejor de los casos buscan incidir en las decisiones a través de las movilizaciones y presiones sociales. En la cultura, la distinción es entre: los creadores, o sea las personas que elaboran conocimientos, ideas, artes, espectáculos; y el público que observa, asiste, gusta y eventualmente aprende de los anteriores. 

Esta conformación social tiende a reproducirse a través de las generaciones, transmitiéndose de padres a hijos en la medida que las oportunidades de los hijos de quienes están en los niveles altos suelen ser mayores que las de los niveles inferiores. Pero hay que tener en cuenta dos hechos que mitigan o reducen, y que en parte ocultan pero no eliminan, la separación cualitativa existente entre los autónomos de arriba y los dependientes de abajo. 

El primer hecho es que en ambos niveles se manifiesta una gradación, de tal manera que los peldaños inferiores de ‘los de arriba’ se encuentran muy cercanos a los peldaños superiores de ‘los de abajo’. Gradación que da la apariencia de que se trata de una estratificación o escala social única en que se distribuyen los distintos niveles de participación y acceso.

El segundo hecho es que la separación entre los de arriba y los de abajo no está dada por una barrera infranqueable, por una valla impermeable, existiendo de hecho ciertas formas, conductos y mecanismos que permiten ‘perforar’ la línea que los separa. En efecto, existe la posibilidad del ascenso de los abajo hacia el nivel superior, y a la inversa, el descenso de los de arriba al nivel inferior, en cantidades mayores o menores según cuan rígida o abierta sean las estructuras e instituciones económicas, políticas y culturales. Cuando la movilidad social es más amplia y está disponible para un mayor número de personas se dice que estamos en una ‘sociedad abierta’, y en ella crecen y se desarrollan los grupos sociales definidos como ‘aspiracionales’.

Es en este sentido que interviene de manera relevante la educación y el acceso al conocimiento y a la información. Porque un factor decisivo que establece la separación entre los que pertenecen a uno u otro de los niveles sociales es precisamente el dominio del conocimiento y de la información. Porque la educación, la cultura, el conocimiento y el dominio de la información son factores clave que determinan la posibilidad de que las personas sean autónomas y organizadoras, o que se mantengan en condición subordinada y dependiente. Dicho más directamente, para ser dirigente, organizador, autónomo, tanto en la economía como en la política y la cultura, hay que tener el conocimiento, los saberes, la información y las competencias requeridas para ello.

Preguntas relevantes en este segundo ámbito de problemas son, entre otras:

1. ¿Existen factores biológicos, o propios de la naturaleza humana, que determinen desigualdades que se manifiesten inevitablemente en los planos económico, político y cultural?

2. ¿Es posible compatibilizar la libertad individual con la igualdad social?

3. ¿Es necesaria, y a qué necesidades responden, la jerarquización estructural que pone a las personas en distintos niveles de responsabilidad y de participación en las empresas, en las instituciones y en las organizaciones?

4. ¿Cuáles son los principales condicionamientos estructurales – económicos, políticos y culturales - que en la actualidad están generando jerarquización?

5. ¿Cuáles serían las condiciones económicas, políticas y culturales que favorecen niveles de mayor igualdad social?

6. ¿En qué medida la educación escolar y universitaria contribuye actualmente a mantener la desigualdad, y en qué medida favorece una mayor horizontalidad?

Un tercer ámbito de problemas se refiere a la conveniencia social y a la deseabilidad individual de avanzar hacia niveles de mayor igualdad y/o horizontalidad.Ello en relación a lo que pueda considerarse el nivel deseable de jerarquización, pues cabe dudar seriamente de que una sociedad enteramente igualitaria y horizontal sea conveniente. Parece que un cierto nivel de jerarquización permite la concentración de recursos que es necesaria para invertir en el desarrollo económico y en la producción de nuevos conocimientos, tecnologías y artes; pero no es obvio que un nivel alto de jerarquización sea necesaria, pudiendo mostrarse también contraproducente.

En la historia de la humanidad han existido sociedades con diferentes niveles de jerarquización, desde las más horizontales (ej. sociedades nómades de cazadores) a las más jerarquizadas (ej. las civilizaciones romanas, egipcias, etc.), generalmente asociadas a un nivel más avanzado de desarrollo económico, así como del conocimiento y de las tecnologías. Pero, si en el pasado el nivel de conocimiento y tecnología de una civilización ha estado correlacionado con su nivel de jerarquización, la relación no es tan obvia desde un punto de vista teórico, como lo muestran ciertos países de alto desarrollo con niveles de menor desigualdad; y pudiera en el futuro crearse una estructura social que asegure la excelencia científica y tecnológica en un marco de relaciones sociales horizontales.

Hay argumentos en favor de una mayor igualdad y de una menor jerarquización social. No se trata solamente de ideologías anarquistas, igualitaristas y socialistas; sino también de rigurosos estudios científicos, que han modelado computacionalmente varios tipos de sociedades, y que investigan sus defectos y sus cualidades, sus ventajas y sus desventajas. Pero también existen razones en el sentido de avanzar gradualmente para no generar detención del progreso, desorden social, ingobernabilidad.

Se presenta también la cuestión de la necesidad y/o conveniencia de las élites, en los distintos campos de la actividad humana. Deportistas de excelencia entusiasman, promueven el deporte en todos los estratos sociales, y dan satisfacciones a las multitudes con sus triunfos. Artistas sobresalientes elevan los niveles de apreciación estética de quienes observan sus obras. Científicos de alto nivel desarrollan conocimientos que favorecen a la sociedad entera. Tecnólogos excelentes aplican sus habilidades en innovaciones de beneficio universal. Empresarios exitosos generan empleos y amplían la riqueza socialmente disponible. Individuos de elevada energía espiritual levantan la moral y la espiritualidad de muchas personas.

Cuestiones abiertas en cuando a la viabilidad y a la deseabilidad de sociedades más horizontales e igualitarias, en la perspectiva de una nueva y mejor civilización, son, entre otras:

1. ¿En qué medida la felicidad de las personas se asocia a elevados niveles de acceso a la riqueza, al poder, al conocimiento y a la cultura?

2. ¿Cuáles son las ventajas y los inconvenientes, a nivel social, de la jerarquización y de la horizontalidad?

3. ¿Bajo qué condiciones serían preferibles en una sociedad como la nuestra, que existan grados mayores - o menores- de jerarquización y/o de horizontalidad?

4. ¿Son necesarias las élites, o que grupos pequeños de personas alcancen niveles de excelencia en sus respectivas especialidades? ¿Debe la sociedad destinar importantes recursos para favorecerlas?

5. ¿Cómo serían – en cuanto a jerarquización y horizontalidad - sociedades que favorezcan un alto desarrollo económico, una mejor gobernabilidad, y elevados niveles de creación y aplicación de las ciencias y de las tecnologías?

Un cuarto ámbito de problemas se refiere a la efectiva posibilidad de avanzar actualmente hacia niveles de mayor horizontalidad y de menor desigualdad. Importantes procesos actualmente en curso están conduciendo hacia crecientes niveles de verticalidad y desigualdad. La competencia económica exige dinámicas de innovación que requieren acumulación de capitales e inversiones crecientes. Los asuntos de los que se hacen cargo los gobiernos no pueden ser enfrentados sin que se elaboren propuestas e iniciativas que suponen una muy eficiente gestión tecnocrática. Las ciencias han alcanzado grados de rigurosidad y complejidad que exigen de los científicos niveles de excelencia que pocos logran alcanzar.  

Pero también están apareciendo formas del conocimiento y tecnologías que permiten o favorecen una mayor horizontalidad en varios aspectos claves de la economía, la política y la cultura; por ejemplo, en la democratización del acceso a la información y de los medios de difusión; en la educación mediante cursos masivos y gratuitos en línea; en la coordinación horizontal entre demandantes y oferentes de servicios a través de aplicaciones informáticas.

Preguntas relevantes al respecto son, entre otras:

1. ¿Es la redistribución del ingreso mediante políticas públicas (impuestos, subsidios, etc.) una vía eficaz para generar procesos tendencialmente igualitarios? ¿O es que tal redistribución atenta contra el crecimiento económico generando nivelación hacia abajo y en consecuencia mayor pobreza?

2. ¿Cuáles son los modos en que el conocimiento se convierte en riqueza, generando jerarquización y desigualdades? ¿Cuáles fuentes y formas del conocimiento pueden favorecer estructuras más horizontales y tendencialmente igualitarias? 

3. ¿En qué formas la educación podría favorecer el desarrollo de sociedades más horizontales? 

4. ¿Qué (nuevas o antiguas) tecnologías permiten o favorecen mayor horizontalidad en la sociedad?

5. ¿Pueden los gobiernos y la política incidir consistentemente en la creación de condiciones que favorezcan la horizontalidad?

6. ¿Existen formas de organización económica horizontales que aseguren elevada eficiencia en el empleo de los recursos escasos y en la satisfacción de las necesidades y aspiraciones abundantes?”

Expresamos nuestro agradecimiento a las instituciones que colaboraron en la convocatoria y organización de este proceso de estudio, análisis y reflexión, y a cada uno de los expositores.

Univérsitas Nueva Civilización