LOS DESAFÍOS ACTUALES VISTOS DESDE EL T20, UN EVENTO GLOBAL.

Andrés Lalanne [1]

 

En el mes de setiembre pasado en Buenos Aires, tuve la oportunidad de participar de la presentación de las recomendaciones del grupo T20 de “think tanks”[2]al G20. 

¿De qué se trata esto? En sus propias palabras: [3]

Desde su creación, el principal objetivo del T20 es generar recomendaciones de políticas públicas concretas y basadas en investigación para ampliar la visión del G20 en su toma de decisiones.

Mientras el mundo experimenta algunos de los cambios de mayor impacto en la historia, el T20 apunta a mostrar que el conocimiento técnico está al servicio de la población mundial y del crecimiento y el desarrollo de los países. Nuestra obligación es pensar, producir evidencia, y encontrar nuevas soluciones de forma activa para alcanzar un futuro próspero, sostenible e inclusivo[4].

En su actuación en Argentina el T20 contó con diez grupos de trabajo que trataron los que identificaron como desafíos mundiales para las políticas públicas. Expertos de más de 150 think tanks del sector privado y de organizaciones internacionales de más de 60 países intercambiaron opiniones y puntos de vista basados en evidencia[5].

Elaboraron más de ochenta documentos de recomendaciones (que están en la web del T20) para responder a desafíos globales como el cambio climático, la educación en decadencia, la seguridad alimentaria, la pérdida de empleos, el comercio multilateral y la inequidad global.

Como vemos el tema de la inequidad no estuvo ausente, si el de la verticalidad que en estos ámbitos se presume como necesaria. 

El multilateralismo

Otro tema central es el del multilateralismo, muy desafiado por los liderazgos polarizadores de mandatarios populistas y nacionalistas, con Donald Trump como máximo exponente.  

Los problemas globales demandan respuestas cooperativas e instituciones capaces de generar compromisos estables. En el contexto actual, con múltiples desafíos, pero sin una urgencia que reduzca las diferencias entre los actores y facilite lacooperación, las instituciones multilaterales muestran dificultades para alcanzar soluciones globales. El G20 es el foro ideal para iniciar el diálogoen busca de los consensos básicos de un multilateralismo que permita enfrentar una agenda compartida, principalmente en materia comercial, de cambio climático, inequidad y cambio tecnológico.

El G20 es el foro para afrontar estos apremiantes desafíos globales porque combina representatividad, diversidad y flexibilidad.

¿El foro ideal? El G20 es el grupo de países que cobija al 66% de la población mundial, produce el 85% de la producción global y participa del 75% del comercio internacional. ¿Eso lo hace representativo? Lo que no hay duda es que ahí están los poderosos.

No figura escrito en los documentos, pero en los foros se escuchó decir que deberían reformarse las Naciones Unidas porque el criterio de “un país, un voto” es parte del descrédito del multilateralismo. ¿Esto formará parte de la mencionada flexibilidad? 

Un nuevo contrato social

Otro discurso que se escuchó con frecuencia refiere a la necesidad de promover un “nuevo contrato social”. 

La inequidad es otra gran fuente de frustración social a escala global. Ésta toma múltiples formas, siendo las brechas de género y la inequidad en la distribución del ingreso y la riqueza las más visibles. La vulnerabilidad de derechos y la falta de oportunidades de determinados grupos—por etnia, origen geográfico y orientación sexual, entre otros— son formas menos sonoras de inequidad, pero también relevantes.

El G20 tiene por delante el desafío de cooperar para diseñar una nueva forma de estructuración social, un nuevo contrato social con las personas en el centro de las preocupaciones[6], que convierta a las nuevas tecnologías en vehículos no sólo de crecimiento y productividad sino de mayor equidad, transparencia y cohesión social.

Sobre este escenario de inequidad global se destaca la difusión de nuevas tecnologías digitales disruptivas que pueden también intensificar las asimetrías, no sólo por la distribución de los dividendos generados. 

El nuevo contrato social debería además contemplar el diseño de un sistema educativo de calidad que no sólo prepare a las personas para procesos productivos que demandarán nuevas tareas y habilidades, sino también para desarrollarse como ciudadanos plenos en un mundo digital.

Se insistió mucho en el fracaso de la educación formal (como problema global), en la necesaria adquisición de habilidades “blandas”, y en el impacto de las nuevas tecnologías sobre el empleo. 

Esa ciudadanía plena requiere, entre otras acciones, una innovadora pedagogía para que los trabajadores puedan colaborar e interactuar con la nueva generación de robots de manera cotidiana; una renovada alfabetización ciudadana para el manejo de los grandes datos; medidas de gobernanza que desincentiven la manipulación de la opinión pública y los problemas de privacidad; y un incremento del gasto en investigación y desarrollo a través de círculos virtuosos de conocimiento y acción global.El desafío de innovación institucional convoca a construir un sistema educativo que empodere a las personas y les otorgue un propósito que trascienda su rol social estructurado a través del trabajo, como ha ocurrido desde la primera revolución industrial.

Más allá del diagnóstico de estos problemas sociales, no se explicitó como se lograría el nuevo contrato social, ni cómo resolver la divergencia entre los regímenes predominantes en las diversas regiones del mundo.

Las desigualdades 

Otros asuntos mencionados como efecto de las nuevas tecnologías es que la mayor parte de los nuevos empleos que hoy se crean es en las plataformas digitales. Estas actúan a nivel global, emplean personas y brindan servicios en muchos países, pero tienen una sede mundial donde tributan. Las legislaciones nacionales no logran asimilarlas y los trabajadores están desamparados porque figuran como autónomos no como dependientes.

Estos enormes contingentes de trabajadores no están protegidos por sistemas de seguridad social lo que posiblemente los condene a trabajar toda la vida. Aquí encontramos una nueva desigualdad, la del trabajador formalizado en su país de residencia y estos otros que trabajan para el mundo sin derechos reconocidos.Por otra parte, estos nuevos trabajadores se sienten como competidores de sus colegas y los sindicatos no tienen ningún rol en su defensa.

Finalmente se menciona otra desigualdad, la de los géneros.  

La reducción de las brechas de géneros debería estar en el centro de este nuevo contrato social. La creciente participación de las mujeres en el mundo laboral de las últimas cuatro décadas se está desacelerando y permanece muy por debajo de las tasas de participación laboral masculina. Esto se explica, fundamentalmente, por la inequitativa distribución de tareas domésticas, de cuidados y crianza, que recae mayormente sobre las mujeres.

Las propuestas del T20

Las propuestas se agruparon en ejes temáticos.A los efectos de nuestro trabajo los ejes más relevantes son: Políticas e instituciones para el futuro del trabajo; Igualdad de oportunidades para una educación de calidad; Equidad económica de género.

  • La introducción al primer eje establece un marco enfocado en la revolución tecnológica y su impacto social y económico. 

Asistimos a los albores de la digitalización de todo lo que nos rodea. Como sucedió con tecnologías multipropósito anteriores, llevará tiempo llegar a aprovechar su máximo potencial y todo lo que implican para nuestra economía, para los mercados de trabajo y para las normas sociales. Esto abre una “ventana de oportunidades” tanto para los países desarrollados como para aquellos en desarrollo: todavía hay margen para adaptar las políticas y las instituciones al mundo que se avecina.

En la primera de las propuestas hay menciones al cambio tecnológico y la consecuencia en los nuevos entornos laborales: 

(1) Reforzar la capacitación en el lugar de trabajo y brindar apoyo para la transición entre ocupaciones; vincular los derechos a los individuos más que a los

puestos de trabajo y brindar mecanismos de protección social para los trabajadores independientes de la economía por encargos (plataformas);(2) Hacer un seguimiento de los desarrollos tecnológicos mundiales de un modo interdisciplinario y coordinado[7]; desarrollar nuevos métodos para medir la economía digital y armonizar las taxonomías ocupacionales, desarrollando al mismo tiempo nuevas fuentes de información e indicadores a nivel internacional; y (3) Garantizar que el futuro del trabajo también sea provechoso para las mujeres.

Pese a los propósitos enunciados estas propuestas parecen dirigidas a los países más avanzados, que son los mejor preparados para adelantarse al impacto de las nuevas tecnologías ya que son sus creadores.

La segunda propuesta contiene una alerta sobre el uso que algunas empresas globales están haciendo de nuestros datos mediante la Inteligencia Artificial, utilizando la argucia de largos contratos de confidencialidad que pocos leen y son capaces de interpretar.

Instamos al G20 a trabajar en pos del desarrollo de un marco que fomente la digitalización en el lugar de trabajo de un modo que asegure el respeto de la integridad humana de los trabajadores y que se lleve a cabo en un marco adecuado para la rendición de cuentas. La confianza, la seguridad y la privacidad son esenciales para el buen funcionamiento de la economía digital.

Respecto de la inteligencia artificial (IA) en el entorno laboral, proponen que el control humano de la IA sea obligatorio y comprobable; que los sistemas de IA deben ser justos e inclusivos, y garanticen la privacidad y la seguridad de los datos, que la información, y que las personas y las empresas que diseñan e implementan sistemas de IA rindan cuentas respecto del modo en que sus sistemas están diseñados y funcionan.[8]

Otra propuesta recomienda la creación de una plataforma digital    propia.          Llamamos a los países del G20 a apoyar la creación de una plataforma digital del T20 para acelerar los trabajos del futuro. El desafío consiste en impulsar la adaptación de las economías a las nuevas tecnologías, al mismo tiempo que se minimizan los costos de la transición tecnológica. Para alcanzar estos objetivos, una plataforma abierta a todos los laboratorios de ideas o think tanks, los centros de investigación y las universidades del G20 podría ser de ayuda para avanzar en varios aspectos.

  • En relación al segundo eje manifiestan su preocupación por la desigualdad de oportunidades.

Hay un consenso generalizado en torno de la necesidad de desarrollar las capacidades del siglo xxi que brinden oportunidades educativas igualitarias y de mayor calidad en un mundo que cambia a un ritmo vertiginoso. Para fortalecer las democracias y los mercados de trabajo, es necesario garantizar una educación de excelencia y el aprendizaje continuo. Esto debe lograrse de modo que los y lasjóvenes tengan igual acceso a la educación[9].

Los especialistas del T20 en educación proponen promover reformas curriculares basadas en las competencias, e impulsar iniciativas de educación no formal de calidad, en ambos casos mediante una clasificación de alcance internacional. Los comités nacionales, deberán trabajar en colaboración con los docentes, los gremios y todo el sector educativo a fin de garantizar experiencias coherentes de educación para el desarrollo de capacidades y del aprendizaje en todos los niveles. Dichos comités deberán permitir la armonización y el fomento de los procesos de rediseño curricular, así como del desarrollo profesional de los docentes y de los mecanismos de evaluación. Para lograr una articulación global, estas iniciativas deben desarrollarse desde los niveles más altos de gobierno.[10]

  • Equidad económica de género.

Este grupo debía generar propuestas basadas en evidencia para incentivar los derechos económicos de las mujeres, específicamente, reducir la brecha de género en el mercado laboral, con acento en el potencial de los miembros del G20 para promover la equidad de género. Al respecto argumentan y proponen: 

En todas las sociedades las mujeres están sobrerrepresentadas en los segmentos más pobres de la población. Y si bien la inclusión de las mujeres en el mercado de trabajo se ha incrementado a lo largo de las últimas décadas —en particular, en la de 1990, cuando alcanzó el mayor impulso mundial— aún persisten importantes brechas de género. La evidencia sugiere que el empoderamiento económico de las mujeres contribuye al desarrollo sostenible.

Las cuestiones de género deben incorporarse a la formulación de políticas a nivel tanto nacional como subnacional, diseñando e implementando procesos políticos que estén sistemáticamente centrados en el género, mediante presupuestos con perspectiva de género y mejorando la recopilación y la difusión de datos desagregados por género.

A modo de conclusión 

Sobre la verticalidad. Si bien no hubo un tratamiento específico acerca de la verticalidad, encontramos en el discurso del T20 sobre la gobernanza (propuesta 17), elementos que llaman a la reflexión sobre las nuevas modalidades de relación entre las personas. 

Recomendamos que el G20 emplee un modelo de gobernanza ascendente para organizar la acción colectiva y enfrentar los desafíos globales. El método ascendente o inductivo puede ayudar a fortalecer la legitimidad y generar conciencia social respecto de ciertas cuestiones que preocupan al G20. 

La organización de la acción colectiva global de abajo hacia arriba ha sido un modelo exitoso para lidiar con ciertos desafíos globales y debería fortalecerse aún más. Este enfoque podría ser particularmente útil para abordar cuestiones como la gobernanza de la inmigración, la cooperación fiscal, la lucha contra la corrupción y la desinformación, la cooperación tecnológica y la implementación de los ODS de la ONU. 

Esto confirma la noción de que en la sociedad del conocimiento no es posible sostener organizaciones tan jerárquicas como las del pasado. La principal razón es que la complejidad de los procesos productivos, logísticos y de gestión, requieren de competencias que no se encuentran en una sola persona o en un pequeño grupo dirigente. Por eso las empresas son las primeras que han repensado su gerenciamiento, comenzando por las tecnológicas que son las más desafiadas por la aceleración del cambio. 

Sobre el papel de las élites. Este trabajo del T20 presentado este año viene de anteriores actividades previas a las reuniones del G20. No está muy claro cómo se seleccionan los participantes, aunque todo indica que son grupos de élite que se relacionan entre sí en forma crecientemente global. Los think tanks son seguramente necesarios para los decisores de políticas públicas, de allí su permanencia más allá de los cambios en los elencos gobernantes. En qué medida representan a la sociedad civil, es materia opinable. En todo caso no son inocentes ideológicamente y en esta instancia cumbre se pudo comprobar un predominio de organizaciones vinculadas a diversos matices del liberalismo, desde progresistas hasta neoliberales. Todos ellos asociados al libre mercado, aunque divergentes en sus visiones acerca de cómo resolver los problemas globales. 

 

[1]                Andrés Lalanne es Rector de la Universidad Centro Latinoamericano de Economía Humana, Uruguay.

[2]                En español se conocen habitualmente como “Centros de pensamiento” y son instituciones diversas que tienen en común su intención de influir en las políticas públicas a diferentes niveles. Las recomendaciones del T20 no obligan al G20 por lo que tienen cierta libertad de acción.

[3]                Esta y otras citas no identificadas pertenecen al libro: El comunicado final del Think 20. 

[4]                Explícitamente el T20 se coloca en un nivel tecnocrático. Aquí hay un primer “error” de razonamiento; el conocimiento técnico debería estar al servicio del bien común y nuestra responsabilidad intelectual consistir en poner en evidencia cuando no lo está.

[5]                Se insiste mucho en la necesidad de demostrar evidencias, pero no hay metodologías acordadas para la evaluación, lo que deja mucho margen a la discrecionalidad.

 

[6]                Un enunciado al pasar y muy poco convincente.

[7]                Se trata de complementar las habilidades de humanos y máquinas, siendo los humanos irremplazables donde se requiere empatía y resolver problemas complejos. Se propone innovar en el diseño de la educación superior con énfasis en las habilidades “blandas” (trabajo en equipo, creatividad).

[8]                Los países de origen de las plataformas son los que pueden regular su uso de acuerdo con su legislación.  Se requiere generar estándares y medios de certificación.

[9]                ¿Igualdad de acceso? Los especialistas nos alertan que no todos los jóvenes necesitan la misma educación, en particular por la necesidad de reforzar el esfuerzo ante los sectores vulnerables.

 

[10]             No queda muy claro en este resumen por qué sería necesaria una coordinación global (qué además incluiría únicamente a los países del G20) ni tampoco por qué usar una misma norma internacional.