LAS CAUSAS DEL PROBLEMA DE LA DESIGUALDAD.

 

Howard Richards [1]

 

Las causas de los problemas de la desigualdad son en el fondo causas morales y espirituales.  Las soluciones de aquellos problemas tienen que ser –en el fondo—otras moralidades y otra ética.  Preciso: La mitología liberal dominante tiene que ceder paso a una ética realista fundamentando moralidades  mas solidarias y menos individualistas.

Nada de lo que ya llevo dicho es obvio.  No es obvio que sea cierto.   No es obvio que sea falso.   No son obvios los significados de las palabras que lo componen.  Tengo que rogar al lector no pretender comprenderlo y no atreverse a juzgarlo antes de considerar mi esfuerzo para aclarar su sentido, que se encuentra a continuación.  Pido paciencia.

Las palabras claves que he elegido emplear –“causa,” “desigualdad,” “en el fondo,” “moral,” “espiritual,” “problema,” “ética,” “mitología”, “liberal,’ “solidaria,” “dominante,” “realista,” “individualista,” y otras-- son todas palabras con largas y complejas historias.   Tienen múltiples acepciones en la actualidad.  Sus significados son contestados. A menudo son contestados porque hay intereses materiales en juego detrás de los discursos.  Con mayor razón pido paciencia.

Mi opción metodológica es entrar inmediatamente a proponer para la consideración de quien lea este texto una serie de asertos con contenido empírico.  Su certeza o falsedad (o acaso su certeza parcial o su falsedad parcial) depende de hechos.   Necesariamente tiene que depender también de los significados asignados a sus términos.   Mi esfuerzo para aclarar mi manera de usar las palabras claves va a afirmar una serie numerada de 22 asertos. No alcanzo a ser explÍcito.   Sin embargo, creo que el lector va a subentender en forma implícita cuales son los cuerpos de conocimientos científicos e históricos que dan respaldo empírico a mis asertos.   Además va a captar algo de mi manera de usar palabras (como “mitología “y “ética” etc.) que otros usan de maneras distintas.  

Aunque no voy a alcanzar a presentar un caso impecable a favor de mi manera de entender el mundo, quien tenga la paciencia de leer hasta al final tendrá antecedentes para emitir un juicio, por lo menos provisorio.   Debe estar en condiciones de decir si su propio pensamiento coincide o no coincide con lo dicho en forma escueta y hermética arriba en mi primer párrafo

Cabe decir que mi uso de palabras claves pretende quedarse siempre dentro del rango de sus significados y usos ya aceptados. No me doy licencia para inventar un vocabulario idiosincrásico.

1.- La cultura es el nicho ecológico de los seres humanos. Aquí lo que hay que destacar son las capacidades “culturales” para comunicar con símbolos y por eso poder cooperar en las tareas necesarias para sobrevivir (como son conseguir alimentos, defender contra enemigos, y cuidar a los neonatos).  También hay que destacar las capacidades culturales para traspasar lo aprendido de una generación a otra por la educación.  Aquellas capacidades han hecho posible el florecimiento de la especie humana.  Tanto es así que ahora vivimos en la Época Antropoceno, siendo la suerte del planeta entero y la suerte de todas las demás especies dependientes de las acciones humanas.

2.- La moral y la ética conforman el corazón funcional de cualquier cultura.   También se puede hablar de “norma” o “regla” o “costumbre.”  Es allí donde la cultura orienta la conducta.   Ningún grupo humano puede sobrevivir físicamente sin darse culturalmente una moral para gobernar la conducta de sus miembros.

Aquí uso la voz “moral” y la voz “ética” como sinónimos, lo que es de acuerdo a su etimología.   Ambos derivan de voces que significan “costumbres” y a veces “hábitos,” moral del latín, y ética del griego antiguo.   Hoy en día también a veces moral y ética son tratadas como sinónimos.   A veces son reemplazadas (especialmente en las ciencias sociales) por “norma” o (especialmente en derecho) por “regla.”

Se puede desglosar sus significados en tres rubros: 1. Describen regularidades habitualmente seguidas y generalmente observables en las culturas, 2. Hay sanciones por su violación, que puedan ser tan livianas como una mirada despectiva o tan serias como la pena de muerte.  3.  Quienes están socializadas en la moral de su cultura utilizan sus normas para orientar su propia conducta.   Aquí entra la espiritualidad, siendo las distintas espiritualidades prácticas que fomentan el desarrollo interior; en las palabras de Gastón Soublette las disciplinas espirituales sirven para “conocer así mismo, domar a sí mismo, y entregar a sí mismo.”

Como destacan Thomas Berry y otros, el ser humano está biológicamente programado para ser culturalmente programado.

  • Cada cultura cuenta con una estructura cultural básica que a su vez se identifica con una moral y una estructura social.  La palabra “básica” se refiere a lo necesario para sostener la vida, como la alimentación y la seguridad física.

Carlos Marx y Friedrich Engels acertaron cuando escribieron en su texto La Ideología Alemanaque el hecho fundamental de las ciencias sociales es la existencia de los seres humanos, lo cual requiere la existencia de sus medios de subsistencia, lo que a su vez requiere la organización física (körperliche Organisation) de los medios de la producción.  La estructura cultural básica organiza aquella körperliche Organisation.  Organiza no solamente la producción, sino también la distribución (por ejemplo, en culturas arcaicas las reglas de parentesco determinan cuales partes de la carne conseguida por la caza o la pesca corresponden a cuáles familiares).    Como ha destacado David Graeber, en el marxismo ha habido una tendencia a equivocarse por subestimar el papel de la cultura.   De hecho, históricamente las estructurales culturales básicas que definen el individualismo y el mercado se produjeron antes del capitalismo. Son más causas del capitalismo que productos del capitalismo.

  • Las causas de los problemas de la desigualdad son en el fondo causas morales y espirituales.   La causa moral es el individualismo egoísta.  La causa espiritual es la falta de desarrollo interior de las personas.  Aquí “en el fondo” se refiere a estructuras sociales subyacentes cuyos poderes causales determinan el rumbo de la historia, dominando a largo plazo los resultados de las guerras, los vaivenes de la vida diaria y las características personales de los lÍderes y otras personalidades.  En nuestra época entre aquellas estructuras sociales subyacentes “en el fondo” se destacan los mercados y las instituciones militares; junto con estructuras naturales subyacentes como son los minerales, el sol, la atmósfera, y la ADN de los humanos y otros seres vivientes.
  • Una sociedad liberal, al decir de Richard Rorty (quien se autodefinía como liberal) tieneun solo principio que determina la moral:  Es una ética de libertad.  Immanuel Kant opinaba igual, puesto que en su Tugendlehre y Rechtslehre dedujo todos los preceptos de la moral, y todos los principios de la ley civil que constituye el mercado moderno, de un solo valor: la libertad.  Kant cita textualmente y justifica los preceptos principales del derecho romano.  Así dio a la ley un nuevo fundamento ético (la libertad). Bautizó con aguas ilustracionistas un cuerpo antiguo de reglas jurídicas con los cuales los romanos organizaron el comercio y la burocracia pública.
  • Immanuel Kant sirve también para mostrar que la ética liberal se fundamenta con mitos.   En el caso de Kant es una mitología de razón pura, siendo la razón pura un cuento sobre algo que nunca ha existido y nunca puede existir.  Tampoco han existido los contratos sociales originales, las verdades autoevidentes, las normas sociales dictadas por la naturaleza sin intervención humana, y otros mitos típicos de la Europa del siglo XVIII que fraguó las instituciones jurídicas y económicas ahora dominantes.
  • Aunque en el siglo XVIII nadie con criterio científico puede creer las mitologías liberales del siglo XVIII, sin embargo, y si hoy en día es preciso equilibrar la libertad y la solidaridad, no hemos quedado carentes de una cosmovisión coherente y creíble. Es la ecología.    Las mismas ciencias naturales nos dan una base para una ética cuya base es la cooperación humana en pro de la vida.   Nos enseñan el valor de las variadas culturas como adaptaciones humanas a las condiciones físicas, e incluso a las condiciones físicas interiores dadas por las tendencias sociales y anti sociales cableadas en la ADN.
  • Algunos teóricos, entre otros Friedrich von Hayek, Robert Nozick, e Isaiah Berlin, plantean que es imposible ser libre y solidario a la vez, postulando que cada paso hacia la solidaridad tiene que ser un paso hacia la tiranía, trayendo a colación siempre a Hitler y a Stalin como ejemplos.  Ni la historia ni la psicología confirman sus argumentos.   La historia demuestra que las democracias sociales de Europa (aunque estén ahora en decadencia) durante el tiempo cuando lograron crear estados socializantes de bienestar para todos, lo hicieron sin la más mínima perdida de la libertad de los ciudadanos.    La psicología, por su parte, demuestra que las personas solidarias son las mismas personas que más respetan la libertad de los demás.  Por otra parte, las personalidades autoritarias son a la vez las menos solidarias y las menos respetuosas de las libertades de los individuos.
  • Los economistas Eugen von Bohm-Bawerk y Alfred Marshall han demostrado (de hecho, sin pretenderlo) cómo partiendo de una ética liberal se termina generando las características principales de la economía global capitalista actualmente dominante, y con ellas problemas de desigualdad.  
  • Bohm-Bawerk destaca la superioridad de lo que él llama la producción indirecta.   La producción indirecta parte del capital acumulado, de este modo parte de la ética liberal para la cual la acumulación de capital es una parte integral de la libertad. Comprando los servicios de los ingenieros y los científicos poseedores de los conocimientos más avanzados, estudiando el mercado, tomando el tiempo necesario para desarrollar y probar una serie de prototipos, termina con productos mejores a precios menores.  La riqueza se concentra.  La sociedad progresa.  Los perdedores en la competencia en el mercado se quedan marginados.
  • Lo que Marshall llama la ley de la sustitución reza que los procesos industriales más eficientes (v. gr. más rentables) sustituyen y eliminan a los menos eficientes.    Quien trae el mismo producto al mercado al menor precio gana. Los menos eficientes pierden.
  • ¿Comprende Vd. lo que estoy diciendo?  Me refiero a una cultura gobernada por una ética liberal, vale decir por el principio de libertad (no cualquier libertad, no la libertad de San Pablo de Gálatas 5:13 ni la libertad de Amartya Sen y Martha Nussbaum, ni la de Martin Lutero, ni la de Martin Luther King Jr….).  Se  trata de aquella libertad ilustracionista identificada con un concepto romano de la propiedad y con un concepto egoísta de la racionalidad.   Estoy diciendo que en una cultura gobernada por una ética en este sentido liberal, es inevitable la operación (ceteris paribus) de lo que Bohm-Bawerk llama la superioridad de la producción indirecta y lo que Marshall llama la ley de la sustitución.   El resultado (cet.par.) es la concentración de la riqueza y la existencia de perdedores.   Para conseguir otro resultado hay que fortalecer éticas solidarias.     
  • La historia económica nos enseña que, aunque sea cierto que en mercados que operan en el marco de la ley civil y de la manera prescrita por la ciencia económica, el capitalismo (vale decir la producción cuya dinámica es la acumulación de capital) con su tendencia a producir desigualdad tiende a crecer y a dominar, en la práctica el capitalismo ha triunfado estrechamente ligado al poder político y militar.   La tendencia a la extrema desigualdad observada en la historia, es semejante a la tendencia deducida de la teoría. Quienes estén en condiciones de montar la producción más eficiente suelen ser los mismos quienes tengan mayor influencia en la política y en el poder militar.  Ya en el siglo XVIII Adam Smith y en el XVII John Locke habían observado que la acumulación de capital permite la compra de buques de guerra y soldados, con los cuales se puede adquirir recursos para incrementar la riqueza, y así sucesivamente en ciclos de realimentación positiva.
  • Así partiendo de una base ética, a saber, la ética liberal, se tiende a preservar la desigualdad heredada de épocas anteriores, épocas también basadas en la desigualdad.  La producción indirecta y eficiente parte con la inversión de capitales previamente acumulados.   Conceptualmente, la inversión procede si y sólo si el inversionista espera sacar una suma de dinero mayor que la suma que invierte.  Así en principio, la condición que hay que cumplir para que haya producción es que los ricos terminan siendo más ricos. Empíricamente, Thomas Piketty calcula que las grandes fortunas crecen hoy a un ritmo promedio entre 6 o 7 por ciento por año, lo que es mayor que el crecimiento promedio del PNB.  Por lo tanto, es inevitable que la desigualdad va a crecer.
  • Las soluciones reales tienen que cambiar la ética fundamental. Aquella ética condena a cada gobierno a servir a los inversionistas, porque la ley civil liberal inspirada en aquella ética les da el derecho de retirar sus capitales del país cuando quieran, y de esta manera paralizar la producción y detener el suministro de las necesidades de la vida.  Sin una transformación moral del sistema, el sistema se reimpone cuando es amenazado con mecanismos como son la fuga de capitales y la desinversión.   Las conquistas sociales, como la salud pública y las pensiones, si no se pierden, siguen desfinanciadas e indignas.
  • Conceptualmente, es posible que, por incrementos de la productividad, los ricos puedan ser más ricos, y los pobres a la vez menos pobres. De hecho, esto ha pasado históricamente. Los pobres de hoy son en promedio menos pobres que los de hace un siglo o hace dos siglos.  Es difícil saber si esto pasa por el capitalismo, por las reformas social demócratas que han modificado el capitalismo, o por el avance de la ciencia y la tecnología en cierta medida autónoma e independiente de ambos. Lo más probable es que ha sido debido a una combinación de los tres.
  • Por lo dicho y por otras razones “los problemas de la desigualdad’ no son simplemente “la desigualdad.”   La desigualdad ha sido fuente de progreso, en la medida en que el capital acumulado ha permitido cuantiosas inversiones que han aumentado la productividad.   Como destaca John Rawls, hay en principio cierto nivel de desigualdad que es beneficioso para la capa más pobre de la población.  Cabe corregir a Rawls, porque hay que matizar este principio. Hay que considerar también lo que es más beneficioso para el medioambiente, lo que es, en verdad, la consideración más importante, puesto que al paso que vamos la naturaleza no va a aguantar muchos años más el consumo que genera la actual economía global.
  • Creo que el mayor problema asociado con la desigualdad es la exclusión, y la creciente exclusión debida a la robotización del trabajo y al desplazamiento del cerebro humano por la IA.   Una vida digna para todos debe ser de mayor prioridad que una simple reducción del coeficiente de Gini. 
  • Creo también que la pregunta ¿quién tiene la riqueza? es menos importante que la pregunta ¿qué es lo que quienes tienen la riqueza hacen con ella?   El capital acumulado tiene que existir, sea en manos de personas privadas, en manos de trabajadores organizados en cooperativas de trabajo, en manos públicas, en manos de fundaciones con patrimonios, en manos de fondos de pensiones, en manos de empresas con ganancias retenidas, en manos de instituciones autónomas paraestatales, en manos de bancos, o titulado a nombre de otras figuras jurídicas.   Sea quien sea que detente el capital acumulado, es importante que sea administrado de la manera recomendada por, entre otros, Santo Tomas de Aquino y Mahatma Gandhi:  como fideicomisarios dedicados a servir al bien común, y no como egoístas sin moral solidaria y sin espiritualidad (vale decir sin disciplina interior).
  • Aquí conviene separar el concepto ético del concepto moral.   A menudo se distinguen los dos.  La ética se refiere a la filosofía o al criterio científico que evalúa la moral.   La moral se refiere a las costumbres que de hecho existen y orientan la vida en una cultura sitiada y fechada.  
  • Hace más de dos milenios Aristóteles acuñó el concepto de justicia social.   Aristóteles quiso decir que la mejor justicia no es la justicia ideal que en principio se puede lograr implementando al pie de la letra algún principio filosófico.  Es la mejor justicia (la mejor moral) que se puede conseguir aquí y ahora en las condiciones actuales. Además, Aristóteles aconsejó no cambiar las leyes con demasiada frecuencia.  Puesto que la fuerza de la ley está en los hábitos y las costumbres (en la ética según su antiguo sentido griego), por cambiar mucho las leyes se socava su fuerza.
  • El realismo ético, recomienda un criterio darwiniano y solidario combinando (1) lo que se aprende de las ciencias naturales y psicológicas sobre las necesidades humanas, con (2) lo que los cristianos llamamos “una decisión por Cristo” y Carol Gilligan llama el compromiso con una “ética de cuidado,” y otros nombran con otros nombres.  Se trata de comprometerse con el criterio universal de atender a las necesidades de todos y no solamente a las de algunos.   A la vez (3) el realismo moral recomienda partir de lo que es, respetando las diversas culturas con sus diversas morales y sus diversas creencias.  De hecho, cada cultura que ha sobrevivido hasta hoy funciona, aunque funcione imperfectamente.  El camino más seguro, y menos proclive a caer en otro desastre más, va paulatinamente perfeccionando las culturas existentes según el criterio de servir la vida, superando los defectos de las costumbres vigentes cada vez más.
 

[1]                Howard Richards es doctor en Filosofía, Universidad de California. Doctor en Planificación Educativa en Toronto, y Doctor el Leyes, en Stanford. Es profesor asociado de la Universidad de Sudáfrica y profesor en el Doctorado de Administración de Empresas de la Universidad de Santiago. Autor de numerosos libros.