28. ALOCUCIONES

28. Alocuciones

 

La reacción popular ante la muerte de Juan Solojuán fue impresionante. En todas las sedes de empresas, negocios y organizaciones asociadas al Consorcio Cooperativo CONFIAR se levantaron banderas chilenas a media asta acompañadas de un paño negro que expresaba el dolor por la muerte de su Presidente y la indignación por la forma y las circunstancias en que fue asesinado. Esto generó un movimiento espontáneo por el cual fue enorme la cantidad de casas y departamentos de personas y familias particulares, que imitaron el gesto levantando también sus banderas enlutadas, en todos los barrios de Santiago, en todas las ciudades y pueblos del país, y que se extendió después en todos los países del mundo donde se había escuchado la conferencia de Matilde Moreno.

El informe oficial del Servicio Médico Legal y la noticia que fue difundida por los medios de comunicación del gobierno atribuyeron la causa de muerte de Pedro Juan Iriarte, más conocido como Juan Solojuán, al impacto de una bala de origen desconocido, ocurrido en el marco de una asonada delictual. Pero esta información oficial era desmentida por numerosos testimonios y algunos registros audiovisuales tomados desde edificios distantes que mostraban la agresividad de las fuerzas policiales frente a grupos de personas que acudían pacíficamente a la sede cultural donde se encontraba el Auditorio del Consorcio.

Por temor a una posible reacción popular adversa, las autoridades decidieron autorizar que la sepultura del cuerpo de Juan Solojuán se realizara en los jardines interiores del Sitio 23, tal como había sido la voluntad del occiso expresada ante familiares, amigos y médicos que fueron testigos de sus últimos momentos de vida.

El día del funeral la ciudad quedó paralizada porque muchos negocios y empresas cerraron sus puertas ante la voluntad de sus trabajadores de sumarse al homenaje póstumo a quien se empezaba a considerar como un héroe nacional, y por la afluencia ordenada de marchas con banderas y pancartas, que confluían desde distintos sectores de la ciudad hasta el lugar del sepelio, que fue quedando abarrotado por un gentío multitudinario.

El funeral fue transmitido por periodistas y medios de comunicación que llegaron a cubrir la noticia desde todo el mundo. El evento se convirtió en una verdadera manifestación de protesta política cuando Tomás Ignacio Larrañiche, que había asumido como Presidente provisorio del Consorcio Cooperativo CONFIAR, después de haber realizado una sentida remembranza de la vida y la obra de Juan Solojuán, dejó a un lado el texto que había preparado y leído hasta ese momento y, con voz enérgica concluyó su alocución improvisando estas duras palabras:

—“Yo denuncio públicamente que nuestro querido amigo don Juan Solojuán fue asesinado alevosamente por algún agente de los cuerpos policiales o de la Central de Informaciones, Inteligencia y control Ideológico CIICI. Lo sostengo categóricamente, porque todos los testimonios que se han recogido por los medios de prensa y por los que acudían a nuestro auditorio para asistir a la conferencia de la escritora señora Matilde Moreno, concuerdan en confirmar que las únicas personas provistas de armas de fuego eran los mencionados agentes del orden público, que desplegaron un encierro despiadado de la multitud desarmada y pacífica.

“Yo denuncio además, que ese mismo día, la escritora Matilde Moreno, que debía ofrecer la Conferencia anunciada profusamente por nuestros medios de comunicación, fue objeto de un secuestro brutal mientras acudía al Auditorio de CONFIAR para cumplir su compromiso. Secuestro que fue cometido también por alguna institución represiva del Gobierno, y no por asaltantes y delincuentes comunes como ha sido difundido por los medios oficiales. Lo afirmo con la certeza que da el testimonio de la propia señora Matilde Moreno, que fue dejada abandonada por los secuestradores en campos eriazos lejos de la ciudad, donde estuvo en peligro de muerte. Ella ha testimoniado que sus secuestradores, que no tenían apariencia de delincuentes comunes, recibían instrucciones a través de sus Intercomunicadores Audiovisuales de los que pudo en parte escuchar sus contenidos que aludían a la ejecución de un plan oficial. Adicionalmente, tenemos registros en video de que durante el trayecto entre la casa de la escritora y hasta el momento de su secuestro, el automóvil en que se movilizaba fue seguido por un Dron que se mantuvo constantemente a unos treinta metros por encima de aquél.

“Yo denuncio también, que desde los días anteriores al de la conferencia, las comunicaciones desde las Sedes principales de CONFIAR fueron silenciadas por medios informáticos sofisticados. Razón por la cual nuestro querido Presidente don Juan Solojuán, organizó un sistema paralelo de transmisión, por el que fue emitida una grabación de la conferencia que se había hecho durante un ensayo que Matilde Moreno quiso realizar en nuestro Auditorio.

“Expongo con fuerza y convicción estas gravísimas denuncias, que en mi calidad de abogado presentaré oficialmente ante los Órganos Judiciales Competentes. Lo hago aquí en esta forma pública, porque es necesario que la verdad sea conocida por todos, en el país y en el mundo entero. Al mismo tiempo, con tanta convicción y fuerza, debo decirle a todos ustedes, que ante estos terribles sucesos, es necesario reaccionar con extrema prudencia, moderación y espíritu de paz y de concordia.

“Esta es la voluntad del mismo don Juan Solojuán, expresada momentos antes de su fallecimiento, en presencia de su hija Isabel Iriarte, de mi persona, y de la escritora Matilde Moreno, a quien pido que suba a este estrado para que ofrezca ante ustedes y ante el mundo su testimonio.

“Querido hermano Juan, descanza en paz. Que Dios te reciba en su Reino y premie tu inmensa bondad y sabiduría. Y que tu cuerpo descanse en paz en este lugar que fue tan querido para tí. Amén”.

Una ovación gigantesca se levantó de la multitud que había escuchado en silencio la alocución de Tomás Ignacio Larrañiche. Mientras los aplausos se extendían interminables, Matilde Moreno subía al estrado y se preparaba para improvisar su alocución.

Matilde miró a la multitud y sintió en su corazón una ternura infinita. Pensó que en casi todas las familias de esas personas ahí reunidas había una o varias víctimas, o del Levantamiento de los Bárbaros, o de la Gran Devastación Ambiental, o de la represión ocurrida durante la instauración de la Dictadura Constitucional Ecologista. Llevándose la mano derecha al corazón comenzó a decir:

—“Muy queridas amigas, muy queridos amigos, niños, jóvenes, adultos y ancianos. Nos reúne y nos une en este lugar el dolor por la pérdida de un hombre bueno, generoso y solidario como ninguno, cuya vida, virtudes y obras, resumidas por don Tomás Ignacio, acabamos de recordar. Este dolor que sentimos es, para todos los que aquí estamos reunidos, muy profundo e intenso, porque en él y con él revivimos dolores que casi todos hemos experimentado anteriormente, ante la muerte injusta y violenta de algún hijo, esposo, esposa, padre, nieto, abuelo o amigo querido, en tantos años de crisis profunda que hemos sobrellevado en nuestra sociedad y en el mundo entero, desde hace medio siglo y hasta hoy.

“Con el colapso de la civilización moderna, de la economía, la política y la cultura, que la humanidad había trabajosamente construido durante siglos y milenios, se derrumbaron también nuestras creencias y convicciones personales, nuestras fuerzas y seguridades interiores, nuestros valores y virtudes, todo aquello que en esos tiempos le daba sentido a nuestras vidas y nos hacía ser generosos y solidarios, porque teníamos fé en la vida y en nosotros mismos, y la esperanza de un futuro que sería siempre mejor de lo que había sido.

“Después de la gran devastación de la vida comunitaria, de los valores culturales y del ambiente en que vivimos, hemos venido lentamente reconstruyendo nuestras familias y comunidades, nuestras relaciones sociales y nuestra amistad cívica. Estamos inventando y construyendo de a poco, paso a paso, un nuevo modo de vivir, de pensar, de sentir, de comportarnos y de relacionarnos. Muchísimos somos los que redescubrimos los valores, el bien, la belleza, a través de la poesía y la literatura, de la música y del cine, de las artes y las ciencias, de la ética y las espiritualidades.

“Estamos levantando una nueva economía, más justa, más solidaria, más inclusiva, más respetuosa del ambiente y de los equilibrios ecológicos, más sustentable. Aprendimos el valor de las cosas que son el fruto del trabajo humano, y continuamos construyendo una economía al servicio de nuestro desarrollo personal y comunitario.

“Nada ni nadie ejemplifica mejor este proceso de reconstrucción civilizatoria que nuestro querido amigo, compañero y socio Juan Solojuán. Como ha sido recordado aquí, él sufrió en su juventud la pérdida de todo lo que había amado, y cayendo en una fuerte depresión terminó sobreviviendo en las calles como un vagabundo. Pero desde esa posición a la que había caído, se levantó con su propio trabajo, analizó a fondo la realidad en que vivía, y comenzó a organizar con un pequeño grupo de pordioseros con los que entabló amistad y confianza mutua, una pequeña cooperativa que se ha desarrollado desde entonces, llegando a constituir el que es hoy un ejemplo admirado en todo el mundo, el Consorcio Cooperativo CONFIAR en el que participan decenas de miles de personas.

“Desde el abismo en que estuvimos a consecuencia del Levantamiento de los Bárbaros y de la Gran Devastación Ambiental, nuestra sociedad inició hace casi veinte años un proceso de recuperación, que empezó abriendo los espacios a la creación y la difusión del conocimiento, de las artes, de las ciencias y de los saberes morales y espirituales. Ese fue el comienzo de un camino ascendente que nos ha permitido recuperar en gran parte la economía, pero no como era antes que estaba en manos del gran capital y del Estado, sino con base en las iniciativas autónomas de las personas, las familias y las comunidades. Una economía organizada en proyectos y empresas que la comunidad que pueda ser afectada positiva o negativamente por sus operaciones, debe previamente conocer, evaluar y aceptar.

“Donde nos hemos quedado atrás, y es el paso que debemos dar ahora como sociedad, es en la recuperación de los derechos ciudadanos, de los llamados derechos y deberes políticos, de las libertades cívicas. A consecuencia del desastre cultural, social y ambiental, porque no supimos auto-organizarnos y dirigirnos a nosotros mismos con ética y conciencia social, nos vimos obligados a delegar en la organización estatal, que levantamos por encima de nosotros, gran parte de esas responsabilidades, renunciando a las libertades correspondientes.

“Pero ahora hemos madurado, tenemos mejor formación moral, más amplia conciencia, y estamos capacitados para recuperar en forma progresiva pero cierta, el control de nuestras propias condiciones sociales y la responsabilidad de darnos las leyes que nos regulen. Existen también a nuestra disposición las tecnologías que facilitan la coordinación horizontal de nuestras decisiones y actividades.

“Ayer, en una conferencia grabada que se difundió ampliamente mientras yo era secuestrada por los órganos represivos del Estado, expliqué por qué la cuestión decisiva que debemos resolver, como primer y sustantivo paso en esta dirección, es el tratamiento que socialmente queremos dar al fenómeno de la delincuencia, que es el mayor problema social que tenemos actualmente.

“Permítanme que les cuente algo que recuerdo con nostalgia de mi infancia. Creo que si nuestro querido amigo Juan Solojuán nos está escuchando desde algún lugar del mundo espiritual, se alegrará de que se los cuente a ustedes, pues seguramente también él tuvo esta experiencia en su niñez.

“Se trataba de un juego que llamábamos “Paco y Ladrón”. Nos dividíamos en dos grupos, que se formaban en cada ocasión a partir de los dos compañeros más altos del curso, que tirando una moneda al aire, quedaban uno como Paco, o sea como policía, y el otro como Ladrón, delincuente. El Paco escogía a un compañero para su grupo, luego lo hacía el Ladrón, y así sucesivamente se iban formando los dos equipos, que de ese modo resultaban bastante parejos. El juego consistía en que los Pacos debían pillar a los Ladrones, que escapaban. Cuando un Paco lograba pillar y tocar a un Ladrón, éste era conducido y debía quedarse en la Capacha, que era un lugar marcado con un círculo de tiza en el suelo. Los ladrones podían acercarse a la Capacha y tocando al que estaba encarcelado lo liberaba, pudiendo nuevamente escapar. No era fácil mantener a los presos en su encierro, porque la Capacha estaba en el centro del patio y los Ladrones podían llegar desde cualquier lado. Pero tampoco era fácil liberar a los Ladrones, porque los Pacos defendían el lugar y si tocaban al que se acercaba para librar a su compañero, el ladrón quedaba preso también. Era un juego muy entretenido. Corríamos como locos, niños y niñas, gritábamos, inventábamos tácticas y estrategias, nos dábamos señales e instrucciones. A veces ganaban los Pacos, otras veces los Ladrones.

“Para poder jugar, era necesario que hubiera Pacos y Ladrones. Si no había Ladrones, tampoco había Pacos; y si no había Pacos, tampoco Ladrones. Mientras más fueran los Ladrones, más debían ser los Pacos, y viceversa. Igual como ocurre en la sociedad actual, en que los Policías y los Delincuentes se necesitan mutuamente. Si no hubiera Policías, los delincuentes serían demasiados y no teniendo control llegarían a ser muy perversos, y quizás ni ellos mismos querrían serlo tanto. Si no hubiera delincuentes, la Policía no tendría razón de ser, los ‘Pacos’ no tendrían trabajo, ni destrezas y capacidades que desarrollar.

“La diferencia está en que, en la sociedad real nuestra de hoy, la lucha entre la delincuencia y la policía no es un juego de niños, sino un drama social de muy graves consecuencias, que nos afecta a todos los que no somos ni policías ni delincuentes, y que sufrimos las agresiones de unos y las restricciones que nos ponen los otros. Es un drama al que tenemos que buscar el modo de ponerle fin, o al menos, de reducirlo al mínimo. Siendo claro que la policía y el Estado no le pondrán término porque viven y se sostienen en que el juego continúe y se prolongue sin resolverse.

“Recuerdo que entre los compañeros y compañeras que jugábamos al Paco y Ladrón, a algunos les gustaba más que les tocara ser Pacos, y otros estaban más contentos cuando eran Ladrón. Era una cuestión de temperamento, de carácter, y de cultura personal. Igual es hoy, que la cuestión de la delincuencia, que es también la cuestión de la Policía y de los sistemas de represión y control, es también un asunto cultural. Es la cultura la que nos debe y nos puede hacer cambiar el juego, y reducir la delincuencia y al mismo tiempo reducir la represión policial.

“Cuando yo era niña me tocó estar en una escuela de pobres, cuando viví con unos tíos en una población después de que quedé huérfana. Más adelante, al ser adoptada por una familia de buena situación económica, estuve en un colegio para niños de familias ricas. En la escuela de pobres, a la mayoría de los compañeros les gustaba que les tocara hacer de Ladrones, mientras que en el colegio de ricos la preferencia era por ser Policías. Y en la escuela de pobres era más probable que ganaran el juego los Ladrones, y en la de los ricos, que ganaran los Policías. Esto me hizo entender que la delincuencia y la represión policial no son solamente una cuestión cultural, sino también social y económica.

“Para terminar o reducir sustancialmente la delincuencia y con ello la represión, es necesario establecer una organización económica justa y solidaria. Que no haya personas excesivamente ricas, ni personas demasiado pobres. Que la propiedad de los medios de producción no esté muy concentrada sino que esté socialmente repartida, y que sea incluyente y no excluyente. Excluyente es cuando la propiedad de uno significa que todos los otros están excluidos de ella. La propiedad incluyente es, en cambio, cuando lo que es de uno no niega que de esa propiedad puedan beneficiarse en parte los demás, y servir al bien común.

“Todo esto no solamente lo pensaba nuestro querido Juan Solojuán, sino que lo vivió personalmente, y no sólo lo vivió, sino que inventó y desarrolló una multitud de experiencias de economía justa y solidaria, en que la propiedad privada es incluyente, en que los beneficios se reparten con justicia, y en que todos participan en la toma de decisiones, aportando cada uno sus capacidades, sus saberes, su voluntad de trabajo.

“En el Consorcio Cooperativo CONFIAR, hay un Presidente, un Consejo Directivo, personas responsables de distintas funciones y tareas. Pero no se constituye un cuerpo burocrático separado del conjunto de la sociedad. No hay un poder, un cuerpo de dirigentes que se ponga por encima de una masa de dirigidos. Por eso Juan Solojuán, y es una convicción generalizada en la cultura de CONFIAR, compartía la esperanza en que es posible reducir sustancialmente el tamaño del Estado y del poder político, y expandir las libertades ciudadanas, que han de desplegarse sin que estén restringidas por un control autoritario que ejercen desde arriba quienes detentan el poder burocrático, sino controlada socialmente por las comunidades de las que todos formamos parte.

“Yo invito a todos ustedes, y a todos los que hayan querido a Juan Solojuán en cualquier parte del mundo, a que reflexionemos en todo esto, y que nos comprometamos en buscar consecuentemente, pacíficamente, decididamente, avanzar en la creación de un nuevo orden social, democrático y participativo, que convierta en innecesaria la existencia de un poder concentrado y represivo. Es una nueva forma de vivir, de relacionarnos, de compartir y de decidir, lo que debemos entre todos construir. Es una nueva civilización hacia donde debemos caminar.

“Miremos y aprendamos del ejemplo de nuestro querido amigo y compañero Pedro Juan Iriarte, nuestro Juan Solojuán, cuyo cuerpo nos ha tocado hoy la triste tarea de despedir.

“Juan Solojuán, tu pensamiento lúcido, tu voluntad generosa, tu exquisita sensibilidad, tu amor por las personas, vivirán en nosotros, y las obras que iniciaste las llevaremos a niveles cada día más grandes y mejores.

“Querido Juan, descansa en paz.”

Matilde pasó el micrófono a Tomás Ignacio y abrazó a Chabelita que se le había acercado mientras hacía su alocución. Tomás Ignacio con emocionada y trémula voz comenzó a cantar el himno de la economía cooperativa y solidaria.

Siguió el responso religioso. Al terminar éste, el ataúd con el cuerpo de Juan Solojuán fue descendido en la tumba que había sido cavada junto a las de Roberto y de Segundo Gutiérrez, que estaban ya provistas de hermosas lápidas de mármol.

La multitud continuaba entonando el repertorio de canciones que acostumbraban cantar en las organizaciones de la economía cooperativa y solidaria.