PRELUDIO

Este libro es el resultado de una aventura intelectual, que ha significado búsqueda y descubrimiento, riesgos, opciones y encuentro. Alguna vez leí un pensamiento de Ortega y Gasset que preguntaba aproximadamente así: ¿Con qué objeto escribir, si ésta demasiado fácil acción de deslizar una pluma por el papel no la hacemos arriesgada como una corrida, y si no enfrentamos asuntos que sean a la vez peligrosos, ágiles y bicornes?

El recorrido del pensamiento y los procedimientos de exposición son en este libro tan poco convencionales que es conveniente una explicación introductoria, que prepare una disposición de espíritu abierta al riesgo de cambiar los propios modos de pensar, de sentir y de actuar. Porque estamos invitando a compartir nuestra aventura.

El objeto de nuestro estudio es un sujeto; ágil y bicorne. Un sujeto en formación, que está creciendo y cambiando. Que nos llama al compromiso, pero que a veces nos dice que quiere buscar y caminar solo. Nos invita a conocerlo porque quiere conocerse, precisar sus esperanzas, evaluar sus potencialidades. Pero no siempre está dispuesto a abrirnos su intimidad, porque no sabe bien lo que es ni conoce cómo será, y tiene algún recato al revelarse. Como está vivo y está adquiriendo voz, no estamos seguros de no ser desmentidos por él mismo en lo que decimos de él. Nos haría pasar la vergüenza de habernos apurado en enunciar y proclamar el nacimiento y desarrollo de una nueva planta habiendo visto apenas un primer brote de la semilla. Pero el contacto con él y el esfuerzo que hacemos por comprender su identidad y su proyecto, nos ha cambiado y no veo como podríamos volver a pensar como antes.

El sujeto de nuestro estudio es un fenómeno social, un proceso histórico, un conjunto de variadas experiencias; pero en esta ocasión apenas si nos detenemos en sus manifestaciones concretas. No expondremos aquí el resultado de una investigación empírica, ni una sistematización de la experiencia en base a estudios de casos o algún otro método de adquisición de informaciones. Lo que aquí hemos hecho y proponemos es teoría.

Las teorías suelen ser concepciones generales y abstractas, y están desprestigiadas. Como no creemos merecer tal menosprecio, nos adelantamos a decir que lo que proponemos aquí son análisis específicos en que los procesos y fenómenos reales son examinados en su desenvolvimiento particular. Pero no el desenvolvimiento de los hechos mismos -que eso sería hacer historia o crónica- sino el despliegue de su racionalidad o lógica interna, lo que supone un desempeño eminentemente conceptual: un trabajo de construcción teórica. En otra ocasión formularemos -para algo similar es esto- la noción de teoría concreta.

La simple mención de una teoría concreta pone de tal modo en tensión el significado de los términos que ya no ha de extrañar la afirmación de que todo nuestro estudio tiene un carácter eminentemente práctico sin dejar de ser incluso densamente teórico. No quisiéramos complicar demasiado la cuestión diciendo, por ejemplo, lo que ya sabían los antiguos: que lo más teórico es lo más práctico. Más simplemente indiquemos que todas las preguntas y problemas que son aquí materia de nuestra reflexión han surgido en la práctica, como demanda de conocimiento que formulan quienes participan y colaboran con el proceso -el sujeto- que nos ocupa. (La base de este libro es una serie de pequeños textos preparados para exposiciones, ponencias y clases hechas al calor y en función de debates y búsquedas que los protagonistas y promotores de la economía popular de solidaridad se han ido planteando a partir de la experiencia y en vistas a perfeccionar su propia acción).

A esos mismos apuntes pretende llegar este libro, que se propone aportar a la satisfacción de esa necesidad y demanda de teoría que surge de la práctica. Dicho de otro modo, queremos servir al concreto potenciamiento y desarrollo de unas experiencias que valoramos y queremos. Pero esto no significa que nuestra elaboración sea instrumental (en el sentido de una concepción hecha para apoyar un proyecto por el que se haya optado previamente en función de intereses o de motivaciones de la voluntad), pues nos mueve el convencimiento de que sólo la búsqueda del conocimiento verdadero (valga la redundancia, ya que esta vez no se trata de paradoja) puede proponernos los objetivos justos y ayudarnos a encontrar los medios de su realización.

Aún así, vale la pena decir algo sobre el nexo entre intelección y volición. Gramsci decía que “sólo el que fuertemente quiere identifica los medios necesarios para la realización de su voluntad”. Es cierto, y hay más que eso.

Existe un modo de conocer frío y objetivo, al cual nos ha querido acostumbrar la ciencia moderna. Responde a una mentalidad adquisitiva: se pretende apropiarse del objeto, recolectando datos, consiguiendo cantidades de respuestas a preguntas de cuestionarios, sumando informaciones empíricas que se quisiera tangibles y precisas como cosas. Con esos datos se disecciona el objeto investigado y se construye el conocimiento.

Hay otro modo de buscar la verdad. Aquí la inteligencia no es posesiva sino más bien quiere ser poseída por la verdad. Se pretende un conocimiento integrado, que supone una actitud integral del sujeto que conoce frente al sujeto por conocer; o sea, junto al conocer con la inteligencia que distingue y explica se acompaña un conocer con el corazón y el sentimiento. La simpatía y el amor por la realidad conocida permiten penetrar en la intimidad del sujeto y desentrañar sus motivaciones y energías. De este modo el sujeto por conocer no se convierte en objeto del conocimiento, sino que el objeto por conocer es reconocido como sujeto.

Una vez que reconocemos la realidad como sujeto pretendemos un conocimiento comprensivo. Nos encontramos aquí con otra paradoja de nuestro estudio. Ofrecemos, en efecto, una síntesis de múltiples conocimientos que se despliegan en distintos niveles analíticos. Pero ¿qué puede ser una síntesis analítica?

El lector se encontrará con una serie de análisis diferentes, referidos algunos a sujetos y realidades microsociales y otros a procesos y dimensiones macrohistóricas; y todos ellos integrando aspectos sociales, económicos, culturales y religiosos. Se examinan formas alternativas con sus específicas racionalidades, problemas y perspectivas; se exponen concepciones del mercado, del desarrollo, proyectos históricos a nivel económico y político; se habla de civilización en crisis y se proyecta el pensamiento y la acción en perspectiva religiosa y teológica. Lo directamente social, lo económico, lo político, lo cultural y lo religioso se hacen presentes a nivel de análisis específicos (y no de afirmaciones vagas y genéricas), y sin embargo se mantiene la pretensión de una concepción coherente, armoniosa y comprensiva.

Si esto es herejía en relación a los cánones de la ciencia académica, se justifica porque responde a una doble exigencia: por un lado, la de la realidad misma en estudio, a saber, formas organizativas que -como veremos- tienden a ser integrales y que combinan lo económico, educativo, social, político, cultural y religioso, y todo eso a nivel de procesos micro que quieren proyectarse hacia perspectivas históricas. Un tal sujeto exige un conocimiento que integre todos esos aspectos y dimensiones. Por otro lado tenemos la exigencia que emana de la práctica concreta a la que estas elaboraciones teóricas quieren servir, que al igual que cualquier práctica social e histórica precisa de conocimientos múltiples e integrados. La teoría concreta ha de ser, pues, una síntesis de múltiples determinaciones: la integración de aquellos niveles analíticos que una ciencia objetivante ha querido separar, pero que están de hecho co-presentes constituyendo una realidad única que se proyecta e individualiza como sujeto.

Conscientes de que estas extrañas articulaciones implican más de alguna perturbación en los modos convencionales de hacer ciencia -y como no por ello estamos dispuestos a renunciar a un modo de buscar creativo, que parece abrirnos a nuevos espacios que emergen de un mundo que de otro modo se nos presenta tan cerrado- nos atrevemos a sugerir sin presunción la hipótesis de una nueva estructura del conocimiento, en gestación.

Hay una clave en todo esto: la clave en que se ha escrito este preludio y que ilumina el sentido de todas las paradojas enunciadas. Es ésta: nos hemos puesto en la dimensión de lo posible. Todo el esfuerzo de este libro lo hemos puesto en detectar las potencialidades de la realidad más que en mostrar sus actuales (que serían ya pretéritas) conformaciones. Es la concentración en lo potencial lo que permite acceder a esas articulaciones nuevas entre la experiencia, la teoría y la práctica, el conocimiento y la volición, el análisis y la síntesis.

Concentrarnos en lo potencial no nos saca de la realidad para sumergirnos en el deber ser; más bien nos conduce a la verdadera esencia de los sujetos y de los procesos. Porque -como enseñaba ya la filosofía de Aristóteles y Tomás de Aquino- la realidad es siempre una determinada combinación de acto y de potencia: los dos principios constitutivos de los seres naturales e históricos, siendo el acto la cosa que es, lo que ha llegado a ser como resultado y dato, su existencia, y siendo la potencia lo que puede llegar a ser por el despliegue de su esencia. La potencia es la esencia de la existencia; la existencia es el acto de la potencia. 

Santiago de Chile, 4 de septiembre de 1986