ACTITUD METODOLÓGICA V - Sobre el aprender.

Buscar la comunicación, la compañía y la interacción con personas que han desarrollado más que nosotros aquellas cualidades que nos interesa desplegar en nosotros mismos, y si nos es posible, con aquellos que hayan alcanzado niveles de excelencia. Aprender de los verdaderos maestros y dejarse enseñar por ellos. Nunca someterse a su voluntad ni a sus ideas, sino asumirlas y reelaborarlas en base a la propia experiencia y reflexión.

 

Los seres humanos tenemos dos fuerzas que impulsan el despliegue de nuestras cualidades y potencialidades, y que son indispensables para el desarrollo personal y la realización de obras importantes.

Desde dentro de nosotros mismos, nos impulsan nuestras motivaciones, capacidades, talentos, aspiraciones y deseos. De este modo crecemos, nos transformamos y nos perfeccionamos por nuestro propio empeño, impulsados por nuestras necesidades y energías corporales y espirituales, individuales y de convivencia que buscan satisfacción, y motivados por nuestras ideas y búsquedas personales.

Pero ello es insuficiente. Las personas necesitamos a los demás para desarrollarnos. Somos seres sociales, vivimos junto a otros, aprendemos de ellos, somos atraídos por aquellas personas que nos merecen admiración y que tienen la capacidad de enseñarnos, que abren caminos que luego podemos seguir, y que habiendo alcanzado niveles de desarrollo superiores están en condiciones de trasmitirnos sus experiencias, sus aprendizajes y sus saberes.

En cuanto necesitamos a los demás y somos atraídos por quienes pueden aportarnos sus propias experiencias, conocimientos y motivaciones, podremos alcanzar el mayor despliegue de nuestras potencialidades mediante la comunicación, el contacto, la relación y la interacción con aquellas personas que más que nosotros hayan logrado desarrollarse en los aspectos, actividades y dimensiones de nuestra personalidad que nos interesa perfeccionar.

Si quiero ser un buen deportista convendrá que me vincule y asocie a un club que me permita interactuar con deportistas destacados. Si quiero desplegar mis talentos musicales debo buscar el aprendizaje que puedan ofrecerme los mejores creadores e intérpretes musicales. El desarrollo en el campo artístico se verá inmensamente favorecido por la relación con los grandes artistas y con sus obras. En el campo intelectual y científico lo será por la comunicación e interacción con grandes intelectuales y científicos. En el plano moral y espiritual, habrá que buscar a personas de ‘almas grandes’ y generosas. Para desarrollar el espíritu conviene ponerse en contacto espiritual con los grandes maestros, dejarnos atraer por su sabiduría y asimilar lo más y mejor que nos sea posible, de sus obras de arte, de su pensamiento, de su ciencia, de su humanidad y actividad social. Dicha comunicación y contacto con ‘los grandes’ no significa necesariamente estar en relación directa con la persona física.

Reflexiono sobre mi propio desarrollo personal y no puedo atribuirme méritos mayores, debiendo en cambio agradecer infinitamente (en una lista que no puede resultar sino un pequeño y mezquino fragmento de las personas de cuyas elevadísimas cualidades algo puedo haber asimilado): de mis padres por los valores morales y el espíritu de trabajo que poseían en grados eminentes; de mis hermanos a quienes desde pequeño he observado en su aplicación al estudio y al trabajo; de cuatro profesores que tuve en la enseñanza secundaria que trasmitían en clase su amor a la poesía y la literatura, al canto y la música, a la historia y a la filosofía; de verdaderos santos como Enrique Alvear, Esteban Gumucio y Pierre Dubois con quienes estuve relacionado en diferentes circunstancias; de cuatro profesores profundos y sistemáticos (destaco al P. Jorge Hourton) que tuve la suerte de tener en mis estudios de filosofía; de políticos e intelectuales destacados que fueron mis profesores de postgrado; de auténticos sabios como Alejandro Lipzchutz y Paulo Freire con los que tuve la suerte de participar siendo muy joven en grupos de reflexión y en actividades sociales y educacionales. Podría extender largamente esta lista fragmentaria, incluyendo muchísimos amigos y amigas, compañeras y compañeros de vida, de trabajo y de actividades sociales, culturales y políticas; pero agregaré sólo a quienes me han estado y están más cerca y que constituyen para mí una fuente permanente de enriquecimiento y aprendizajes de todo tipo, pero sobre todo de amor: mi esposa, mis hijos, mis nietos, mi bisnieta...

Los seres humanos aprendemos unos de otros, y todos tienen algo que aportar a nuestro desarrollo y enriquecimiento personal. Los valores, las cualidades, los conocimientos y los saberes no son patrimonio de nadie y se encuentran repartidos entre todas las personas, de todas las edades y sexo, de todas las clases y nacionalidades, de todos los oficios y especializaciones profesionales. Por eso es importante integrarse y ser parte de comunidades, asociaciones y grupos plurales y diversos, que nos aportan distintas facetas y dimensiones, y que en tal sentido son decisivos en orden a un desarrollo equilibrado y armónico de nuestra personalidad.

Pero para el desarrollo y perfeccionamiento en aquellas dimensiones, cualidades y actividades en las que se pretenda alcanzar niveles de excelencia, hay que buscar verdaderos maestros, o sea personas excelentes en esas particulares dimensiones, cualidades y actividades. La mayor parte de esas personas eminentes o destacadas suelen estar disponibles para compartir sus experiencias y saberes, e incluso están deseosas de hacerlo, pues han comprendido que lo que tienen lo han recibido de otros, y que la expansión de esos valores y saberes que poseen y que aman, depende de la posibilidad que tengan de ofrecerlos a otras personas, especialmente a jóvenes deseosos de aprender y desarrollarlos.

Conviene agregar y saber que la grandeza de los creadores queda objetivada en sus obras, y que a veces es mucho más importante asimilar de éstas que nos ponen en relación con la auténtica altura de su mente y de su espíritu, desplegados en obras en las que han consumido mucho tiempo y dedicación, que establecer relación directa con la persona en su individualidad particular.

Concluyo con una importante advertencia que hacer respecto a esta actitud metodológica. Seguir a los verdaderos maestros, aprender de ellos y de sus obras, buscando establecer comunicación, vínculos e interacción con ellos, es un camino real para el propio desarrollo, transformación y perfeccionamiento. Pero todo ello ha de hacerse con autonomía y sin someterse a la voluntad ni a las ideas que los animan, sino en la medida que uno mismo las reelabore creativamente y las asuma como propias. Porque, además, los maestros están ahí para ser superados, trascendidos, en unos procesos creativos que muestran que el espíritu humano no se detiene sino que busca constantemente alcanzar nuevas alturas y más amplias y profundas realizaciones