PRESENTACIÓN

La civilización occidental moderna es materialmente poderosa, como nunca antes se ha visto otra semejante en la historia. Su economía es capaz de producir gigantescos volúmenes de riqueza, infinidad de productos que sirven para los más variados usos y servicios, armamentos con capacidades destructivas abismantes. Su política ha dado lugar a estados e instituciones que concentran poderes gigantescos, y que subordinan a cientos de millones de personas haciéndolas funcionales a los intereses de los grupos dirigentes. Su ciencia y tecnología ha generado maquinarias de altísimo rendimiento, e instrumentos de comunicación capaces de llegar prácticamente a toda la especie humana.   Y todo aquello lo está difundiendo por todo el mundo, estableciéndolo en cada lugar donde se encuentre un asentamiento humano sobre la tierra. Cabe agregar que, en apariencia, tales procesos están aún en crecimiento y se mantienen pujantes, sin que ningún poder o economía o tecnología diferentes se muestren capaces de superarlos en el plano de la producción material.

Sin embargo, en el Simposio Internacional ‘Desafíos de la Política en un Mundo Complejo’, que marca un hito en la reflexión y la búsqueda de lo que podamos entender como una ‘nueva política’ dimensionada a los problemas y desafíos de nuestro presente histórico, fue ampliamente compartida la afirmación de que esta civilización occidental moderna está no sólo en crisis, sino agonizando. Y por ello, todo el trabajo de los Talleres y de las Ponencias y Conferencias estuvo orientado a pensar en cómo transitar hacia una civilización nueva y superior.

Para entender esa afirmación sobre la agonía de la civilización moderna y el significado que podemos atribuir a la creación de una civilización nueva,  es preciso comprender qué es, en qué consiste, una Civilización, y dónde reside su fortaleza y la fuente de su vitalidad, así como las causas de que ocasionalmente se desbaraten y mueran.

Escribe Arnmold J. Toynbee, el gran historiador de las civilizaciones, en su Estudio de la Historia (1935): “La difusión (de la civilización occidental moderna) explica, sí, claro está, la actual ubicuidad de las modernas manufacturas occidentales como las máquinas de coser Singer, los Máusers y los tejidos de algodón de Mánchester. (...) Estos notorios ejemplos que vienen primero a la mente (...) son todas trivialidades que no tocan el meollo de lo que llamamos civilización en ningún respecto. Una civilización no consiste en coser a máquina, o tirar con rifle, o en beber té, café o cacao, o en fumar tabaco. Ni siquiera consiste en saber leer y escribir, o en la metalurgia. Igualar esta suerte de cosas con Civilización con C mayúscula, es un absurdo que sería inconcebible para una mente cultivada hindú, helénica u occidental de una generación anterior; y si este palpable absurdo es plausible para las mentes de una escuela de nuestros investigadores occidentales contemporáneos, ello es, así puede presumirse, porque han nacido y se han educado en un contorno social ultramoderno donde el plano material de la vida aparece agrandado fuera de toda proporción con el plano espiritual.(...) En estos días, cuando hemos difundido todas nuestras fruslerías occidentales con todo el ‘arte de vender’ de que hemos podido disponer, las sociedades no-occidentales aún vivientes, que se han visto inundadas por la creciente producción en masa de nuestras máquinas que ahorran tiempo, nuestras armas letales y nuestros textiles, pueden no obstante levantar las cabezas y enorgullecerse (...).  A pesar de la difusión abrumadora de nuestra técnica material occidental, esas civilizaciones no-occidentales todavía pueden llamar suyas a sus almas. En su vida espiritual íntima, que es su vida real, es tan cierto como siempre, para ellas, que ‘del Señor es la tierra, y su plenitud: la redondez de la tierra, y todos sus habitadores’.”

Este concepto que coloca en el ‘alma’, en el espíritu, en las creencias que dan sentido a la existencia, el fundamento de una Civilización y la fuente de su vitalidad, fue magníficamente ilustrado por Gastón Soublette en entrevista que nos concedió en ocasión del otorgamiento del Premio Nueva Civilización 2015, en referencia al valor de la cultura mapuche. Los mapuche no crearon grandes obras arquitectónicas ni grandes artes ni grandes ciencias como los Maya, los Aztecas o los Incas; y sin embargo fueron el único pueblo que resistió durante cuatro siglos los intentos de dominación occidentales; y fue el único pueblo que mereció de los conquistadores una gran epopeya poética – La Araucana, de Alonso de Ercilla – que los elogia como un gran pueblo, provisto del más noble y elevado sentido humano. Esto se explica, afirma Soublette, porque la gran realización de la cultura mapuche fue la de crear un tipo de hombre noble, fuerte y justo, integrado a la naturaleza, entendido como un espíritu encarnado que vive en el paraíso maravilloso que es el paisaje del sur de Chile con sus lagos, cordilleras, volcanes y bosques de araucarias milenarias. “La obra más valiosa creada por los mapuche, es que pusieron el énfasis en el hombre y no en las cosas. Eso es lo que impresionó a Alonso de Ercilla. Crearon un tipo de hombre especial, con una sabiduría especial, con una forma de educar a las generaciones jóvenes especial, con una forma de habitar la tierra especial. Eso vale más que las pirámides, que los templos, que la astronomía”.

Son muchos los autores que han sostenido que la civilización moderna se caracteriza por la grandeza de sus realizaciones materiales y la pobreza de sus valores culturales, morales y espirituales. Es en esta contradicción que reside su debilidad, hasta el punto de que no son pocos los que temen su colapso, debido a que sus propias realizaciones económicas y políticas no pueden sostenerse más sobre una base ética tan débil. La codicia, el afán de lucro, la ambición de poder, la carencia de integración comunitaria y de solidaridad humana, han conducido a unos niveles de concentración de la riqueza y del poder, a unas desigualdades humanas excesivas, a unos daños al ambiente y la naturaleza, que resultan inaceptables para una enorme y creciente mayoría social. Una parte creciente del pueblo y de la sociedad civil toma distancia, se desafecta, siente antagonismo y rechaza a las grandes corporaciones y empresas, y también a los gobiernos e instituciones estatales que sostienen la organización y funcionamiento de la sociedad, y que no toman decisiones eficaces para cambiar la situación.

Recogemos en este libro las conferencias y ponencias de los autores que en el Simposio Internacional ‘Desafíos de la Política en un Mundo Complejo’ han examinado estas realidades y problemas, y que han reflexionado y buscado los modos en que puedan ser enfrentados y superados.

*          Howard Richards en ¿Cómo Entender la Política? plantea que hoy la política es imposible, si la entendemos –siguiendo a Platón y Aristóteles- como el arte de gobernar y de educar, de  guiar las decisiones y la construcción de las instituciones a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población,  y más que esto, a fin de vivir bien en comunidad. Jürgen Habermas ha planteado que la función principal de un gobierno en nuestra época ha llegado a ser guiar la economía para generar el bienestar de todos, y específicamente para generar un excedente para financiar el gasto social. 

Pero esos objetivos que la política se propone serían hoy imposibles de lograr. Señala Richards que cualquier argumento a favor de la autonomía de los pueblos para elegir su propio camino al buen vivir, choca con el enorme peso intelectual de la doctrina económica de la eficiencia de los mercados libres y con la lógica supuestamente impecable de la doctrina de las ventajas comparativas.   Choca también con  el poder militar que tantas veces ha impuesto por la violencia las doctrinas de la ciencia económica vigente y por ende las del modelo jurídico de la soberanía.  Y si esto no fuera suficiente choca día por día con la necesidad práctica de la confianza.   La política no se despega nunca de la pista de aterrizaje porque el castigo de aún la más leve amenaza a la confianza la condena a permanecer en la tierra. 

La derrota de los “políticos populistas” que se atreven a desafiar al poder económico, es inevitable porque socavan la confianza y terminan provocando desinversión, desabastecimiento, desempleo,  e inflación. Considerando los aportes de Jürgen Habermas, de Michel Foucault, de Michal Kalecki y de Jeffrey Winters, Richards concluye que las metas de la política son inalcanzables en  dos sentidos: son inalcanzables en la regulación del sistema económico por el marco legal de la propiedad privada; y son también inalcanzables en la satisfacción de las exigencias de un electorado que exige cada vez más sus derechos económicos y sociales debido al mismo marco legal.

Pero el autor no se queda en esta conclusión pesimista, sino que formula una posible recuperación de la política en base a un conjunto de propuestas factibles, realistas, posibles de implementarse en la sociedad actual desde distintos espacios de la sociedad política y de la sociedad civil. Asumiento el concepto de Organización Ilimitada, que toma de Robert Nozick, Howard Richards plantea que es posible superar las limitaciones del estado de derecho liberal fundado en el modelo jurídico de la soberanía. Ello supone alinear con flexibilidad iniciativas múltiples orientadas hacia el bien común, desde muchos actores y centros de iniciativa. Es en tal dirección que propone conjuntos coherentes de políticas que permiten superar la ‘revolución ubicacional’ , la crisis de confianza, y la crisis fiscal del Estado, de modos que se logre paulatinamente aproximar nuestras sociedades a la meta de un mejor vivir. A esas propuestas las llama trimtabs, palabra que refiere a un pequeño timón que usa el piloto de una nave para cambiar el rumbo del gran timón que luego cambia el rumbo de la nave entera. “Al buscar los trimtabs buscamos intervenciones asequibles, si no fáciles por lo menos dentro del rango de lo alcanzable; y a la vez estratégicas, con posibilidades de gatillar los cambios mayores necesarios”.

*          Pasquale Misuraca en El Estado y su crisis según Gramsci, extiende y amplía la tesis sobre la imposibilidad de que la política cumpla hoy sus obtetivos, señalando que en realidad ello es  causado por una crisis orgánica del Estado moderno, cuyas raíces se encuentran en las primeras décadas del siglo XX. Si en 1748 Montesquieu había escrito que “obligación del Estado es asegurar la subsistencia a todos los ciudadanos, la alimentación, un vestuario decente, y en general un modo de vida que no sea dañino a la salud”, Zygmunt Bauman en 2014 sostiene que “desde los años setenta del siglo XX, poco a poco pero de manera cada vez más evidente, los Estados han demostrado su incapacidad para mantener las promesas. Gravemente vaciados de poder y siempre más debilitados, los gobiernos de los Estados están obligados a ceder una después de otra las funciones que en su tiempo fueron consideradas monopolios naturales e inalienables de los órganos políticos estatales.”

Pero Misuraca afirma que esta crisis del Estado ya había sido enunciada por Antonio Gramsci en sus Cuadernos escritos entre 1929 y 1935, quien plantea que se trata en realidad de un ‘crisis orgánica de la civilización moderna’, con la cual comienza el fin del Estado. Una crisis de larga duración, de carácter mundial, que afecta a todos los Estados, que es económica – social – política – cultural, y que nace de la ruptura de los comportamientos existentes y por la emergencia de nuevos modos de sentir, comprender y actuar que sin embargo no llegan a  expandirse hasta el punto de sustituir a los anteriores.

Profundizando críticamente los conceptos del Estado de Marx y de Weber, y postulando el concepco gramsciano del Estado, Misuraca sostiene que  “la crisis orgánica de la civilización moderna y del Estado en particular, está en el hecho de que determinadas clases subordinadas no se reconocen más en la vida estatal, se separan de los grupos dirigentes dados, pero al mismo tiempo no logran imponerse como nuevas clases hegemónicas. La crisis del Estado, entonces, tiene raíces profundas en su historia, y nace de sus contradicciones no resueltas”.

*          Mireya Rodríguez en Hacia una Nueva Política. ¿Es Posible?, comparte la tesis de que estamos ante una verdadera crisis del Estado, de la política, de los partidos y de su liderazgo. “El ciudadano común, ocupado en resolver las dificultades de su cotidianidad, apenas tiene tiempo para detenerse y preguntarse sobre lo que pasa a su alrededor. Siente que todo está agitado, sin saber por qué. Suele pensar que sus principales problemas no han encontrado salidas debido a la ineptitud e ineficacia de los gobiernos y la corrupción del liderazgo político”. Pero esta aproximación descriptiva es insuficiente para comprender las causas que generan los problemas de la política.

Agrega Mireya Rodríguez que el origen de la crisis de la política  está en la ruptura paradigmática que derrumbó a la modernidad como proyecto societal, y que la causa que explica la llamada crisis de la política, de los partidos políticos y de su liderazgo, es la ruptura del paradigma que sostenía a nuestra civilización. De ahí que plantee que el mayor reto político actual sea cerrar esta brecha cognitiva, y evolucionar en nuestra manera de pensar. Hemos transitado de la modernidad a la postmodernidad y de la sociedad industrial a la sociedad de la información y el conocimiento.

Señala  que nos encontramos en un período de transición civilizatoria, definida como “el período en el que se produce el choque entre una nueva concepción de la realidad que está naciendo y el viejo mundo que está agonizando, donde la mayoría de los conceptos, valores, creencias, prioridades, motivaciones y comportamientos que eran válidos como sociedad, están siendo sustituidas por nuevas formas de ver, sentir y hacer las cosas.” (Wilber, 1999).

Esta transición sería producto de la revolución científica impulsada por los descubrimientos asociados mayormente a los avances de la física cuántica, que es la ciencia que estudia las cualidades de la materia a un nivel sub-atómico, que nos ha revelado la existencia de nuevas leyes de funcionamiento del universo, de la energía y la materia. “Hace más de cien años, se produjo esta ruptura del andamiaje científico y conceptual que sustentaba nuestra percepción de la naturaleza de la realidad, del ser humano y de sus potencialidades como sujeto creador. (...) El poder de comprensión que proporciona esta noción subatómica de la materia ha hecho posible el gran desarrollo que hoy vive la sociedad actual en todas las ramas del saber como la medicina, las comunicaciones, la tecnología, la ingeniería robótica, la investigación aplicada, los nuevos materiales, el arte y el entretenimiento, etc.  Menos en la Política, que ha dado la espalda a la nueva ciencia, volviendo obsoletas las formas tradicionales de liderazgo tanto en los partidos políticos como en la gestión pública, convirtiéndose ambas instancias en fuentes generadoras de nuevos problemas por su desfase e inoperancia. De allí concluye que ya no es posible emprender ningún proceso de cambio si no es de la mano de la ciencia y de sus continuos avances, tal como lo han hecho todas las ramas del saber que han avanzado a pasos agigantados. Por eso la necesidad de desaprender la forma tradicional de percibir la realidad, para desarrollar progresivamente el tipo de pensamiento flexible, autónomo y creativo, necesario para aprender a gobernar el siglo XXI.

*          Alexandra Zambá en Lenguaje, Conocimiento y Poder aporta otro enfoque al tema, a partir de la importancia del lenguaje no solamente para comunicar y entenderse, sino también para comprender la realidad y sus transformaciones. Según ella, el futuro de la sociedad y de la política se juega en el lenguaje. Por un lado, como ha establecido Michel Foucault, el lenguaje es un instrumento de control, porque vivimos una especie de sujeción espontánea al lenguaje. En virtud de su capacidad de imponer una cierta visión del mundo, en vez de otra, el discurso asume un rol significativo para la producción, el mantenimiento y el cambio de las relaciones de poder.

Los discursos incluyen no sólo una representación de cómo son las cosas o de cómo han sido, sino también imaginarios, o sea visiones de cómo las cosas podrían o debieran ser. Lo que caracteriza el nexo del discurso con las relaciones de poder es su ser opaco: no es claro,  no se explicita que en el proceso de mediación tenga lugar la reproducción de las relaciones de clase y de poder. Es un poder escondido en cuanto no es explícito, del cual la mayor parte de las personas no es consciente.

Alexandra Zambá afirma que, además, se da en la política un proceso de vaciamiento de los conceptos más elevados. Amor, paz, revolución, cohesión social, son hoy “sólo palabras”. Vaciar las palabras de sus significados propios significa vaciar las mentes de los conceptos en que se basa su valoración crítica de la realidad. Desde hace tiempo sabemos que la barbarie económica legisla sobre todo y en el último siglo ha afinado las técnicas sociopolíticas que atrapan a las masas, la opinión pública y la cultura. Esta nueva ruidosa religión global hunde sus raíces en un lenguaje de códigos, de estereotipos y de pobreza de palabras neutras.

Pero sostiene la autora que el lenguaje es también un elemento de libertad, de crecimiento personal a través de los otros: lo único que nos hace humanos, nuestro ser íntimamente social.  La posibilidad de rescate, de encontrar en la política lo humano, está dada por el encuentro, por la presencia de más personas hablantes que interatúan entre ellas. Es éste el espacio cotidiano que debemos indagar y abrazar para no ceder, para no perdernos a nosotros mismos, y para dar un sentido a lo que hacemos; espacio, entonces, donde tejer y retejer nuestro destino, nuestra ética, nuestra historia. La palabra y la imagen, en su forma densa de ‘nombre’  y de ‘ícono’, son en efecto al mismo tiempo espacios de revelación de lo invisible en lo visible y de lo inaudible en lo escuchable, e instrumentos dinámicos a través de los cuales el hombre construye su mundo cultural, y si queremos, su espíritu objetivo. Es así que la palabra, más allá de su naturaleza estrictamente linguística, constituye un mundo entero, omnicomprensivo en el que se realizan en varios niveles y de una multiplicidad de modos, las singulares potencialidades espirituales del hombre.

Para nosotros, concluye la autora, la poesía es aquella lengua que revoluciona y redime a la sociedad en su totalidad, para mejorar su cultura, su trabajo, su vida cotidiana. La experiencia del adviento de la palabra es, pues, sobre todo una experiencia amorosa. Y el uso de ella para erradicar los viejos principios de una sociedad en declinación, abrirá un nuevo espacio a la política, a nuevos modos de habitar el mundo y, para nosotros, en definitiva, a la ética, conscientes de que “Todo puede cambiar, pero no la lengua que llevamos adentro, o más bien, que nos contiene dentro suyo como un mundo más exclusivo y definitivo que el vientre materno” (I. Calvino)

*          El Simposio contó también con la participación de don Gastón Soublette, que al recibir el Premio Nueva Civilización 2015 otorgado por Univérsitas Nueva Civilización, comenzó su Conferencia Magistral sosteniendo que entre los elementos necesarios para constituir la nueva ciencia que se requiere para generar el proceso de creación de una nueva civilización, el aporte de la sabiduría del pasado no debe ser desechado.

Sostiene Soublette que el orden natural es la más rica fuente de la sabiduría humana, entendiendo por sabiduría un conocimiento vivencial y no sólo teórico del sentido de la vida. La concepción confusiana y taoísta de que el universo es un macrosistema en perpetuo cambio, de modo que en rigor no se puede concebir un presente que sea realmente tal y en el cual haya objetos que se pueda considerar en su singularidad atemporal, y la concepción de que el universo es un todo orgánico en perpetuo cambio, proceden de una cultura propia de las sociedades que han vivido por milenios insertas en el orden natural.

Ello se aprecia igualmente en los pueblos originarios de este continente, en que el hecho vivo predomina sobre el ser. La noción de una dialéctica universal formada por un principio creativo y otro receptivo, en cuya interacción se genera el movimiento, es un arquetido que emergió del inconsciente para hacerse presente en el encadenamiento normal de la actividad mental. Soublette sostiene que esta es una clave para comprender el mundo y su sentido, permitiendo a las comunidades ancestrales vivir durante siglos y milenios en conformidad con los ritmos del orden natural.

Gastón Soublette destaca coincidencias linguísticas notables entre las antiguas sabidurías orientales y la sabiduría mapuche, evidenciando que los idiomas cambian con el transcurso de los milenios, pero las palabras sagradas tienden a permanecer. Todo ello es fundamental para no separar al sujeto del mundo, para que el hombre sea no sólo testigo del acontecer sino actor consciente e inconsciente.

Así se llega a comprender la verdadera relación que guardan la mente humana y el mundo; ese principio que Carl Gustav Jung llama “sincronicidad”, en virtud del cual los contenidos  profundos de la psique se proyectan en el mundo objetivo, que así deviene un correlato analógico del acontece psíquico, sin que el sujeto pueda explicarse cómo ha ocurrido el fenómeno. Afirma Soublette: “Como bien lo dice Luis Razeto en su libro ¿Cómo iniciar la creación de una nueva civilización?, lo nuevo que se está gestando no puede ser discernido ni instrumentalizado por los mismos patrones de pensamiento y de acción que contruyeron el orden que hoy está llegando a su fin”.

Concluye Gastón Soublette que “la luz del espíritu tanto tiempo ausente del mundo está volviendo. Debemos estar atentos a los signos del momento histórico en que vivimos. La más antigua sabiduría del mundo vuelve a hacerse consciente, porque procede del orden natural. Así la nueva cultura que se está gestando es ecológica, es vital, es concreta y es social, a lo cual me atrevería a agregar, es espiritual y por eso auténticamente humana. Por eso es que también es inevitable”.

*          El libro concluye con la conferencia de Luis Razeto, Una Nueva Estructura de la Acción Transformadora, que comienza examinando las causas del fracaso de aquellas formas en que, desde hace al menos 150 años, se ha pretendido avanzar hacia una sociedad justa, libre y solidaria. El análisis crítico de las formas que ha asumido la política orientada a producir cambios sociales sustantivos mediante la acumulación y conquista del poder del Estado, lo lleva a plantear la necesidad de pensar y diseñar una nueva estructura de la acción transformadora, cuestión que en la que ha centrado su trabajo teórico y práctico durante varias décadas.

Razeto plantea que en el contexto contemporáneo, esa nueva estructura de la acción transformadora ha de estar orientada hacia la creación de una nueva civilización, toda vez que la actual civilización capitalista y estatista se encuentra en una profunda crisis orgánica. Puesto así el objetivo, se requiere concebir y elaborar una nueva economía, una nueva política, una nueva educación, nuevas formas de conocimiento. Pero todo ello enmarcado en la cuestión más de fondo, cual es el desarrollo nuevas formas de pensar, de sentir, de relacionarse, de actuar, implicando el surgimiento de un nuevo ‘tipo humano’, que es lo que en última síntesis caracteriza a cualquier civilización.

Razeto explica por qué los sujetos iniciadores y habitantes de la nueva civilización son hombres y mujeres autónomos, creativos, solidarios y ‘de conocimiento’, indicando cómo dichas cualidades pueden ser desarrolladas por cada persona, y cómo pueden ser difundidas socialmente. En la expansión de ese nuevo ‘tipo humano’, y en esa nueva estructura de la acción transformadora, destaca el papel que puede cumplir la educación; pero una educación radicalmente diferente a la que se desarrolla en el actual sistema escolar.

Finalmente el autor destaca el valor inestimable de la espiritualidad, recogiendo las enseñanzas de los grandes maestros de la humanidad, de personas como Lao-Tsé, Confucio, Sócrates y Jesús de Nazareth, que han sido determinantes en el proceso histórico civilizatorio. “Es desde la profundidad de sus concepciones del mundo, de la vida y del ser humano, que se han gestado las grandes civilizaciones que se han sucedido en la historia, y es importante prestar atención a lo que enseñaron e hicieron esos grandes maestros espirituales”.

Ofrecemos al público este libro con la convicción de que todos y cada uno de los autores que han resumido en sus conferencias lo más importante y central de sus estudios y elaboraciones, han expuesto conocimientos y saberes fundamentales para repensar la política en nuestro mundo complejo y en crisis.

 

Univérsitas Nueva Civilización