Conferencia de Don Gastón Soublette

El que habla quiere comenzar esta conferencia agradeciendo el honor de haber sido galardonado por UNIVERSITAS NUEVA CIVILIZACION, representada en su director Sr. Luis Razeto Migliaro. Se me dijo que esta distinción de que he sido objeto se debe a mi trayectoria, especialmente en lo que concierne al estudio de la tradición de la sabiduría oriental, Confusionismo y Taoísmo, y en lo que concierne a mis investigaciones sobre la tradición oral popular e indígena de nuestro país.

 

Por lo que he alcanzado a leer en los libros de don Luis Razeto que él tuvo la gentileza de obsequiarme, estos estudios de la sabiduría antigua de China, por una parte, y de la sabiduría popular procedente de una tradicion no escrita que emergió de las comunidades rurales de nuestro país, no ha sido en vano, pues entre los elementos que don Luis considera necesarios para constituir los conocimientos de la nueva ciencia que se necesita para generar el proceso de la creación de una nueva civilización, el aporte de la sabiduría del pasado de la humanidad no debe ser desechado.

 

Mis estudios de estas materias no han sido muy vastos, pero sí muy concentrados. Por una tendencia innata de mi persona siempre me he inclinado a pensar que el orden natural es la más rica fuente de la sabiduría humana. Entendiendo por sabiduría  un conocimiento vivencial y no sólo teórico del sentido de la vida.

 

He sido muy sensible a la concepción confusiana y taoísta de que el universo es un macrosistema en perpetuo cambio, de modo que en rigor, no se puede concebir un presente que sea realmente tal y en el cual hay objetos que yo pueda extrapolar del tiempo para considerarlos en una singularidad atemporal, como es el caso de  los entes de la geometría plana y del espacio de los matemáticos y filósofos griegos.

 

Esta concepción del universo como un todo orgánico en perpetuo cambio justamente procede de una cultura propia de las sociedades que han vivido por milenios insertas en el orden natural, pues es de la integración del hombre a la naturaleza que emergió la preeminencia de la mutación constante sobre la noción clásica del SER.

 

Yo me atrevería a confesar que estos patrones de pensamiento estaban implícitos en mi mente y que el estudio de los clásicos confusianos y taoístas fue sólo un estímulo para hacerlos conscientes.

 

El antropólogo peruano Rodolfo Kusch, de sus investigaciones sobre el pensamiento indígena y popular americano, extrajo la conclusión que para el hombre perteneciente a las comunidades de pueblos originarios de este continente, el hecho vivo de cómo las cosas y los seres evolucionan en el tiempo prima sobre el ser o la esencia de ellos, distinguiendo bien claramente qué aspecto de sus comportamientos son fastos o nefastos, vale decir benéficos o dañinos para la comunidad. Se entiende que esta concepción del orden es de vital importancia para esas comunidades, porque en eso les va la vida a todos sus integrantes.

 

Dicho en términos vulgares, es más útil para un indígena saber bien cómo se comporta el Jaguar y qué corresponde hacer cuando en la selva se enfrenta a uno de estos felinos, que detenerse a pensar qué es el Jaguar en si.

 

Así mismo, la noción de una dialéctica universal formada por un principio creativo y otro receptivo, en cuya interacción se genera el movimiento resultó ser, para mí, parte de mi memoria genética, algo como un arquetipo que emergió del inconsciente para hacerse presente en el encadenamiento normal de mi actividad mental.

 

Todo esto para decir que finalmente el clásico confuciano llamado Libro de las mutacionesI CHINGfue la instancia superior de todas mis referencias. Pues es del I CHINGque Lao-Tse y Confucio extrajeron las bases de sus respectivos cuerpos de doctrina.

 

Entendí enseguida que estos patrones de pensamiento constituían una matriz para el conocimiento del mundo, que era la clave para hacer conciente la unidad de todo lo creado, pues nada puede escapar a ésta, la más fundamental de todas las clasificaciones que el hombre pueda hacer de las cosas, en la aparente infinitud de la diversidad de los fenómenos.

 

Así mismo entendí que esta concepción del mundo como mutación, y la estructura del acontecer como una bipolaridad de lo creativo y lo receptivo, es la base de toda la sabiduría popular del mundo, en cuanto ella procede de antiguas comunidades que al igual que las comunidades indígenas, han vivido por siglos y milenios en conformidad con los ritmos del orden natural.

 

Mi estudio de la sabiduría indígena mapuche comenzó a raíz de las muchas  ocasiones en que percibí que las bases del taoísmo y del confucionismo, estaban presentes en los viejos aforismos sapienciales de los lonkos araucanos del pasado, como también en su mitología del origen del mundo  y la estructura del panteón de sus divinidades.

 

La coincidencia más notable entre ambas tradiciones que descubrí en mis investigaciones, reside  en un paralelo estrecho que es posible percibir entre la doctrina del Ying y del Yang de China, esto es del principio creativo y el receptivo, con la estructura cuaternaria del Dios supremo de los mapuches. Este Dios supremo, llamado de diversos nombres tales como Ngenechén, vale decir, dueño de la gente, o Weno Rey Fücha, esto es Anciano Rey en lo alto del cielo, o también Ñidol, palabra que significa Jefe, o también Chao Dios, literalmente Padre Dios, está constituído por cuatro personas divididas en dos parejas, una de ancianos y otra de jóvenes.

 

La pareja anciana está constituída por un Padre Creador FÜCHA, y una anciana Madre Creadora, llamada KUSE o KUSHE. La pareja joven está constituída por un joven varón, esto es Hueche Huentru, y una joven doncella, esto es Ülcha Domo. La pareja anciana representa las dos vigas maestras del universo, vale decir el principio creativo y el principio receptivo, y la pareja joven, representa a esos dos principios fundamentales en el acto de renovar constantemente el orden universal y el de la vida de la comunidad. Por eso en las rogativas solemnes o Nguillat se invoca a la pareja joven con el apelativo de “renovadores”.

 

El paralelo con la doctrina Yin Yang presente en el Libro de las MutacionesI CHING  es estrecha. En ese libro se menciona a una pareja Yin Yang calificada de anciana, y a otra pareja Yin Yang calificada de “joven” A esta pareja joven se aplica el calificativo de “renovadora”, como en las rogativas del pueblo mapuche.

 

Hay también una coincidencia lingüística. Pues el término Fücha, esto es “Padre Creador”, en chino se dice Fu Chao. Y el aspecto materno de la divinidad, aquel por el cual el universo es dado a luz, esto es, la madre cósmica, se designa con el término KUSE, palabra que con la misma fonética y mismo significado se emplea en el libro del Tao y la Virtud de Lao Tse, para designar el lado femenino de la divinidad. Palabra que se descompone en dos monosílabos,  que  tanto en mapudugun como en el chino antiguo significan respectivamente oquedad y energía. Esto es la energía de la oquedad, o el poder del útero.

 

Por eso, en el Gran sacrificio al cielo que el emperador celebraba en la cima del  monte Tai Chan, el más alto entre las montañas sagradas de China , se cavaba la tierra y se hacía un hoyo cilíndrico al lado del cual se apilaba la tierra extraída del hoyo formando una eminencia. Así se representaban genitalmente los dos principios fundamentales de lo Creativo y lo Receptivo.

 

La presencia de estos vestigios de sabiduría del extremo Oriente de Asia, y en la tradición oral mapuche, revela que este pueblo indígena de Chile procede de ese continente y sus ancestros remotos han debido pasar por el estrecho de Behring cuando América del Norte estaba unida al extremo del Asia, hace unos diez o doce mil años atrás.

 

Los idiomas cambian con el transcurso de los milenios, pero las palabras sagradas tienden a permanecer.

 

Todo esto es investigación académica, y como tal, puede quedar archivada y confinada a un saber puramente teórico, si el investigador no deduce de ese saber cuáles son las líneas de fuerza que proyectan esas proposiciones de la sabiduría natural en la vida de las sociedades contemporáneas y los individuos.

 

En el plano filosófico, la primacía de la mutación sobre el ser de las cosas sería la base para una visión orgánica del tiempo y del espacio, lo cual podría influir como un paliativo al rigor con que nuestra mente moderna tiende a establecer verdades y magnitudes fijas e inmutables en el pensamiento científico y en la planificación permanente de la infinidad de proyectos cuya realización mueve el mundo en que vivimos.

 

Así mismo la estructura binaria de todo acontecer, hecha consciente hoy en  oposición a la mente unidimensional del hombre moderno, nos llevaría a entender que el orden natural tiene en sí mismo su propio mecanismo de regulación, el cual, como afirma Lao-Tse en su Libro del Tao y la Virtudaminora lo excesivo y completa lo insuficiente, a la luz de lo cual entendemos fácilmente que las escandalosas desigualdades de la sociedad moderna son precisamente una consecuencia de la mente unidimensional que gobierna nuestra actual civilización.

 

La comprensión de la unidad de toda la creación que subyace tras la aparente diversidad de los fenómenos, procede no de la ciencia, sino de la sabiduría que percibe la índole del movimiento o comportamiento que es propio de la naturaleza de las cosas y los seres vivos.

 

Cómo un ejemplo de esta afirmación cabe citar un pasaje del tratado que Confucio escribió para explicar la estructura y la filosofía implícita en el Libro de las MutacionesI CHING. Ese pasaje dice así: “Los santos sabios de tiempos antiguos hicieron el Libro de las mutaciones de este modo. Ellos escrutaron los órdenes de la ley interior y del destino, y establecieron en consecuencia el Tao (sentido) del Cielo, y lo denominaron lo luminoso y lo oscuro (Yang y Yin). Establecieron el Tao (sentido) de la tierra y lo denominaron, lo firme y lo blando. Establecieron el Tao (sentido) del hombre y lo denominaron el amor y la justicia”.

                                                            

Así se genera un discernimiento por analogía que permite asociar cosas que en su apariencia percibimos como diferentes para una mente unidimensional. En el pasaje del tratado confuciano antes citado, se establece pues, un paralelo y una equivalencia de sentido entre el día y la noche, la tierra, el agua y el aire, con lo que en la sociedad humana pertenece a los ámbitos del amor y la justicia.

 

Y con esto se da la clave de la formulación de verdades mediante parábolas en las que se emplean los elementos, los reinos de la naturaleza y los procesos de crecimiento y declinación. Como fue el caso célebre en la historia espiritual del mundo de las parábolas de Jesús de Nazaret.

 

Así mismo la preeminencia de la mutación sobre el ser de las cosas evita la extrapolación del sujeto del complejo dinámico del universo. Así deja el hombre de ser sólo un testigo del acontecer, en el cual, por lo demás, proyecta siempre consciente o inconscientemente sus intereses y tendencias para participar del proceso de cambio del espacio tiempo global, no separando el acontecer objetivo del acontecer psíquico.

 

Por esta vía es que se llega a hacer consciente la verdadera relación que guardan la mente humana y el mundo. Me refiero a ese principio que Carl Gustav Jung llama SINCRONICIDAD, en virtud del cual los contenidos profundos de la psique se proyectan en el mundo objetivo, que así deviene un correlato analógico del acontecer psíquico, sin que el sujeto pueda explicarse cómo ha ocurrido el fenómeno.

 

De las muchas experiencias sincronísticas ante las que Jung se halló en el ejercicio de la terapia de su especialidad, él dedujo que las magnitudes de espacio  y tiempo que para la ciencia son y deben ser fijas, influídas por una función psíquica devienen elásticas y hasta pueden ser reducidas a cero.

 

El ejemplo clásico que Jung da en su libro La interpretación de la Naturaleza y la Psiquees el de una joven estudiante universitaria muy inteligente que padecía de una grave neurosis depresiva. El facultativo entendió desde la primera sesión que la misma inteligencia de la paciente era el más grande obstáculo para su curación, pues la muchacha intelectualizaba con explicaciones muy bien urdidas todo lo concerniente a su dolencia, imposibilitando la expresión de su inconsciente donde residía la causa de su depresión. Situación que permaneció igual hasta el día en que ella le contó a su médico que había soñado que le obsequiaban un escarabajo de oro. Jung entendió así que su inconsciente le había mandado un mensaje simbólico sobre el inicio de su proceso de curación. Pero ocurrió que en el momento en que la paciente informó a su médico acerca de su sueño, sonó un ruido en la ventana del estudio de Jung, y la causa de este ruido era la presencia de un coleóptero que atraído por la luz de la habitación intentaba entrar en ella estrellándose varias veces contra el vidrio de la ventana. Jung abrió la ventana y el coleóptero entró y fue atrapado, pues el psicólogo ya estaba intuyendo la significación del hecho. El insecto fue calificado por un entomólogo como perteneciente a la especie que en Alemania se llama justamente “escarabajo de oro”, símbolo de resurrección para muchos pueblos de la antigüedad. Así Jung entendió que la curación de la paciente, su inconsciente la estaba simbolizando mediante un símbolo de resurrección.

 

Ese hecho obligó a la paciente a reconocer que la coincidencia por la cual el escarabajo de oro se hizo presente en el lugar en que se estaba hablando de él, se sustraía al lógico encadenamiento del principio de causalidad base de nuestra lógica y base legal de nuestras ciencias exactas, lo cual fue una verdadera derrota para su intelecto. Desde entonce su receptividad hacia otros criterios de análisis de su comportamiento permitieron, por parte de ella, la aceptación de realidades que su intelecto excluía por su propia mecánica. Y tal fue el proceso de su curación.

 

Justamente este principio que Jung llamó SINCRONICIDAD, es una de las           razones más pesadas por las que la comunidad científica mundial se empeñó en desprestigiar a este psicólogo, porque si el principio de causalidad es el fundamento mismo de la racionalidad  científica, quién lo somete a crítica hasta el punto de postular la existencia de encadenamientos no causales, es decir, efectos sin causas, se vuelve un individuo susceptible de calificar como persona non grataen el mundo de la ciencia.

            

Tal es la polémica que Jung provocó con sus clásicas coincidencias significativas,    abriendo el horizonte del pensamiento moderno hacia una dimensión, que siendo nueva para los de su época resulta ser tan antigua como la presencia del hombre sobre la tierra.

 

La conclusión práctica que debe extraerse de esto es que la SICRONICIDAD es la             base de la lectura que el indígena y el campesino hacen del acontecer, pues ellos saben por transferencia genética que sus contenidos mentales tienen el poder de crear la realidad que a ellos les toca protagonizar. Y tal es la base en que se asienta el poder de la fe y los propósitos firmemente asumidos de los grupos humanos de vanguardia que con principios sólidos y fuerte voluntad se proponen abrir nuevos horizontes de      evolución para la sociedad.

 

La organicidad del espacio tiempo a que nos referimos antes, nos devuelve el verdadero carácter del acontecer, en el que ningún instante es cualitativamente igual a otro, ninguna hora, ningún año, ningún siglo. En circunstancias que las ciencias exactas necesitan crear la ficción de un tiempo uniforme abstraído por el intelecto, para medir los fenómenos. Y no sólo las ciencias exactas sino también la política, la economía, la planificación en todos los órdenes del quehacer humano, con lo cual se excluye la actividad vital del espacio tiempo que respira o palpita en grandes oleadas mutantes generando ciclos de evolución cualitativamente diferentes unos de otros. Es lo que la sabiduría universal ha sabido siempre y que en los libros sapienciales hebreos aparece bajo la forma de lo que es el “tiempo propicio” u oportuno en el que corresponde actuar de una manera determinada para que los resultados de esas acciones sean buenos, en oposición  al “destiempo” en el que esas mismas acciones devienen peligrosas provocando resultados dañinos.

 

La conciencia de la organicidad del acontecer nos revela, pues, las leyes del crecimiento gradual. Siempre la sabiduría universal ha sabido que el acontecer está             formado por tres tipos de movimientos. Los procesos lineales, los procesos circulares, y los procesos retrógrados.

 

Los procesos lineales se desarrollan en cinco etapas: el germen, el desarrollo, el       auge, la declinación y la extinción. Los procesos circulares, como el ciclo de las estaciones, desarrollan sus etapas volviendo siempre al inicio y así sucesivamente. Los procesos retrógrados acompañan siempre a los grandes procesos lineales, como es el caso del auge y decadencia de las civilizaciones. Así mientras el proceso histórico llega a su más  alta cota de poder y complejidad, comienza a generarse en las bases de la sociedad un proceso  destinado a ser la continuación y contra cara del proceso anterior. El ejemplo que tenemos más a mano acerca de este fenómeno es el de la grandeza y decadencia de la Roma Imperial, durante cuya declinación el naciente proceso de cristianización de Europa era  reducido a pequeños grupos de fieles perseguidos y aniquilados por los hombres de armas de esa sociedad. Cumpliendo con las leyes del crecimiento gradual, que en sus inicios, corresponden a los que en los mitos heroicos es la humillación del héroe previa a su exaltación. En la Biblia tenemos dos ejemplos célebres de este fenómeno: la humillación del joven José, hijo predilecto de Jacob, perpetrada por sus hermanos, quienes pretendieron dejarlo abandonado en una cisterna seca para que muriera de inanición lo cual hicieron por envidia, porque el muchacho era un superdotado espiritualmente y siendo el menor, era el preferido de su padre. De las profundidades de la tierra salió luego José para devenir virrey de Egipto y salvador de su clan.

 

El otro ejemplo es el de Jesús, quien previamente a su exaltación como un espíritu vivificante de tal poder que llegó a cambiar el paradigma cultural de todo el mundo antiguo, fue crucificado, muerto y sepultado, y descendió a los infiernos. De ahí regresó al Padre de quién provenía.

 

Esta noción del proceso retrógrado y reductivo que precede al desarrollo de un nuevo movimiento histórico, mientras el proceso de auge y decadencia de la civilización anterior se consuma hasta sus cotas más bajas, es la situación que estamos viviendo hoy.

 

Como bien lo dice don Luis Razeto en su libro ¿Cómo iniciar la Creación de una Nueva Civilización?lo nuevo que se está gestando no puede ser discernido ni instrumentalizado por los mismos patrones de pensamiento y acción que construyeron el orden que hoy está llegando a su fin.

 

Según el Libro de las Mutaciones, este nuevo proceso lineal debe regirse por la       regla de oro que Confucio formuló en los siguientes términos: “Reconocer el don del Cielo, y saber con entera claridad qué le corresponde al hombre agregar de sí”. Confucio formuló esta guía de la conducta humana para que el hombre nuevo entienda que el  proceso en el cual está comprometido no es sólo una creación de su autoría, nacida de su exclusiva voluntad creadora, sino que es una mutación trascendente de dimensiones cósmicas enraízada en el poder que gobierna el universo. Por eso ante los acontecimientos que se encadenan generando un nuevo acontecer, se requiere de la armonía que debe reinar entre nuestras aptitudes creativas y nuestras aptitudes receptivas. Pues ninguna nueva cultura en la historia del mundo ha nacido porque un grupo de expertos se reunen en una mesa de concertación y deciden crearla. Toda cultura ha nacido en la historia bajo el influjo de una fuerza espiritual de enorme potencialidad de creatividad y despliegue en el espacio tiempo. Es el imponderable inicial que trastoca todos los valores. Por eso Pablo de Tarso desplegó una actividad en su misión evangelizadora de los gentiles de tal vigor que ningún hombre puede resistir, física ni psíquicamente. A lo cual él dio la siguiente explicación:

 

“Todo lo puedo en aquel que me reconforta”.

 

La luz del espíritu tanto tiempo ausente del mundo está volviendo. Debemos estar atentos a los signos del momento histórico en que vivimos. La más antigua sabiduría del      mundo vuelve a hacerse consciente, porque procede del orden natural. Así la nueva cultura que se está gestando es ecológica, es vital, es concreta y social; a lo cual me atrevería  a agregar  es espiritual y por eso auténticamente humana, por eso es que también es inevitable.