El Estado y su crisis según Gramsci

 

Pasquale Misuraca

 

 

 

 

 

Proyecto y agotamiento del Estado

En 1748 Montesquieu publicó un gran libro - El Espíritu de las Naciones, que contiene la definición más ilustrada del ambicioso proyecto del Estado: “Algunas limosnas que se hacen a un hombre desnudo en la calle no bastan para cumplir las obligaciones del Estado, el cual debe asegurar la subsistencia a todos los ciudadanos, la alimentación, un vestuario decente, y en general un modo de vida que no sea dañino a la salud”.[1]

En 2014 Zygmunt Bauman publicó un pequeño libro - Estado en Crisis,que contiene la constatación más triste del epílogo del proyecto: “Desde los años setenta del siglo XX, poco a poco pero de manera cada vez más evidente, los Estados han demostrado su incapacidad para mantener las promesas. Gravemente vaciados de poder y siempre más debilitados, los gobiernos de los Estados están obligados a ceder una después de otra las funciones que en su tiempo fueron consideradas monopolios naturales e inalienables de los órganos políticos estatales.”[2]

Inicio del fin del Estado.

¿Desde los años setenta del siglo XX? No. Desde varias décadas anteriores. La crisis del Estado forma parte de la crisis de la civilización moderna, que desde el punto de vista político es la civilización de los Estados. Y la crisis de la civilización moderna comenzó en las primeras décadas del siglo XX.  

Como ha testimoniado Johan Huizinga en 1935, en su libro La crisis de la civilización: “Una crisis de civilización es un concepto histórico. Tomando como base de comparación la historia, mediante la comparación de nuestro tiempo con el pasado, se puede dar a este concepto un cierto contenido objetivo. Ante el juicio de la historia existen épocas muy particulares, que se caracterizan por rasgos evidentes de crisis, en que el acontecimiento histórico no se concibe sino como un cambio acelerado de civilización. Tales épocas son (considerando solamente los últimos dos mil años en Occidente): el paso desde la antiguedad al medioevo, y el del medioevo a los tiempos modernos”. [3]

Y todavía antes de Huizinga, Antonio Gramsci, en sus Cuadernos (escritos a mano entre 1929 y 1935), describió y explicó la crisis en la que nos encontramos viviendo hoy, como “crisis orgánica” de la civilización moderna. “El estudio de los acontecimientos que asumen el nombre de crisis. ¿Cuando comenzó la crisis? La crisis comienza al menos con la guerra (la Primera Guerra Mundial): la guerra fue la respuesta política y organizativa de los responsables.[4]

Con el comienzo de la crisis de la civilización moderna comienza el fin del Estado.

La crisis orgánica de la civilización moderna según Gramsci.

“Crisis orgánica” de la civilización moderna quiere decir (resumiendo en cinco rapidísimos puntos el conjunto de las Notas de los Cuadernos de Gramsci centrados en este tema): 1. De larga duración. 2. De carácter mundial. 3. Que afecta a todos los Estados; 4. Que es económica – social – política – cultural. 5. Que nace de la ruptura de los automatismos económicos sociales políticos culturales existentes y por la emergencia de nuevos modos de sentir – comprender – entender – actuar, los cuales sin embargo no llegan a expandirse hasta el punto de sustituir a los anteriores.[5]

El concepto del Estado según Gramsci.

Concentrémonos ahora en el Estado. Gramsci critica el concepto marxista y el concepto sociológico del Estado, a los que considera parciales y desviantes, y propone un nuevo concepto de Estado, hace una historia del Estado, y documenta su “crisis orgánica”. Pero acerquémonos a su concepto.

En 1931 escribe desde la carcel en una carta dirigida a su cuñada Tatiana Schucht: “Yo amplío mucho la noción de intelectual y no me limito a la noción corriente que se refiere a los grandes intelectuales. Este estudio lleva también a ciertas determinaciones del concepto del Estado que habitualmente es entendido solamente como la sociedad política. Habitualmente el Estado es entendido como sociedad política (o como dictadura o aparato coercitivo para conformar a las masas populares conforme al tipo de producción o economía existente en un momento determinado), y no como equilibrio de la Sociedad política y la Sociedad civil (o hegemonía de un grupo social sobre la sociedad nacional entera ejercida a través de las organizaciones consideradas privadas, como la iglesia, los sindicatos, las escuelas, etc.), y precisamente, en la sociedad civil especialmente actúan los intelectuales”.[6]

Y en 1933 escribe en los Cuadernos: “Estado es todo el conjunto de actividades prácticas y teóricas con las cuales la clase dirigente justifica y mantiene no sólo su dominio, sino que además, logra obtener el consenso activo de los gobernados”.[7]

Tengan en mente estas expresiones: “conjunto de actividades prácticas y teóricas”, “clase dirigente”, “no sólo su dominio”, “consenso activo de los gobernados”. Y vayamos ahora a los conceptos de Karl Marx y Max Weber.

Las concepciones ‘realistas’ del Estado: Marx y Weber.

Escribe Marx en el ensayo La Guerra Civil en Francia(1871): “El poder estatal es una creación de la burguesía; fue el instrumento que sirvió primero para desplazar al feudalismo, después para aplastar las aspiraciones de la clase obrera a su emanciación. Es una fuerza organizada para mantener en esclavitud al trabajo”. “El Estado es el horrendo aparato de la dominación de clase”.[8]

El Estado es el aparato político moderno que organiza la fuerza física de la clase dominante en función del dominio de clase.

Dice Weber en la conferencia La política como profesión(1919): “El desarrollo del Estado moderno está siendo en todas partes promovido por el proceso, por parte del príncipe, de la expropiación de aquellos ‘privados’ que se encuentran a su lado, dotados de un poder de administración independiente, o sea de aquellos que poseen por derecho propio los medios para conducir la administración, la guerra y las finanzas, o para conseguir en todo caso un fin político. El proceso entero constituye un paralelo perfecto con el desarrollo de la economía capitalista a través de la expropiación gradual de los productores autónomos”.[9]

“El Estado moderno es una asociación de dominio en forma de institución, la cual, en el ámbito de un determinado territorio, ha conseguido el monopolio de la violencia física legítima como medio para ejercer la soberanía”. “El Estado es la asociación moderna de dominio que monopoliza la violencia física legítima como medio de poder”.[10]

“Para que él exista, será necesario por lo tanto, que los dominados se sometan a la autoridad que pretenden tener lo dominadores del momento”.[11]

Tengan en mente esto: “El Estado existe a fin de que los dominados se sometan a la autoridad de los dominadores”, porque ilumina la crisis de representación actual que viven los Estados. 

La novedad del concepto de Estado de Gramsci.

Volvamos al concepto de Estado de Gramsci: “Estado es todo el conjunto de actividades prácticas y teóricas mediante las cuales la clase dirigente justifica y mantiene su dominio, y además logra obtener el consenso activo de los gobernados”.

Los elementos de novedad contenidos en este concepto de Estado son al menos tres:

  1. El Estado no es definido como un ‘aparato’, un ‘instrumento’, sino como un conjunto de actividades, como el conjunto de las actividades de las clases dirigentes en cuanto dirigentes. Esto significa que el Estado ya no es entendido como una fortaleza que se pueda conquistar, como una máquina que pueda ser alternativamente guiada por un personal político o por otro, como un aparato institucional que pueda ser poseído por una clase o por otra, sino en cambio, como conjuntos de actividades orientadas por determinadas clases, por determinadas categorías sociales, por determinados grupos dirigentes, por determinados hombres concretos.
  2. Las actividades que constituyen el Estado son actividades “prácticas” y “teóricas”. Esto significa que el Estado no se reduce a las actividades ‘administrativas’, ‘judicial’ y ‘de policía’, al ejercicio práctico del poder –actividades que constituyen del Estado una parte –, sino que incluye también actividades elaborativas, productoras de ideologías, de informaciones y conocimientos. Esto quiere decir que el Estado no está orientado a la conservación sino a través del desarrollo concreto de determinados modos de sentir, de comprender, de actuar. Y quiere decir que la producción, la organización y la difusión de los conocimientos es una parte del Estado, y que los intelectuales –una parte de ellos- son parte del Estado.
  3. El Estado no se reduce a las actividades de dominio (ejercicio de la coerción) sino que comprende las actividades de dirección (la construcción del consenso); pero no se trata simplemente de ésto, o sea del hecho de identificar una más compleja articulación del Estado. El elemento de novedad de Gransci está más bien en ésto: que el Estado no se presenta más como una entidad separada de la vida colectiva, como un organismo en sí que domina y dirige a la sociedad en cuanto se pone por encima de ella, sino como el conjunto de las actividades que organizan y tornan homogéneas a las multitudes, que establecen las relaciones de representación de los dirigidos por los dirigentes, que en fin, incluyen y envuelven activamente a las masas en el Estado mismo. Mientras habitualmente el Estado es visto como el organismo que desde fuera domina y dirige, reproduciendo la extrañación de él de los dominados y de los dirigidos, Gramsci capta el hecho de que las actividades estatales no son actividades orientadas a fijar la separación  entre dirigentes y dirigidos, sino más bien a construir la integración de los dirigidos en el Estado. Esto no quiere decir que los dirigidos se constituyan como dirigentes, sino que en cuanto dirigidos se integran en el conjunto de las actividades estatales que, precisamente, tienden a realizar los fines y los proyectos de las clases dirigentes.”[12]

Historia del Estado.

Ahora, el Estado nació en el siglo XV y el XVI, prácticamente en Francia y en España y teóricamente en la ciencia política de Maquiavelo.

(Hago notar la grandeza de Marx y de Weber, que definen la forma estatal como forma política general propia de la civilización moderna, mientras que todavía hoy la mayor parte de los historiadores y políticos hablan y escriben del Estado a propósito de las civilizaciones de todo tiempo pasado, e imaginan la persistencia de la forma estatal en todo tiempo por venir).

El Estado se desarrolló hasta fines del siglo XIX siguiendo el desarrollo intelectual y moral, económico y político, de la clase burguesa: “La revolución que realizó la clase burguesa en la concepción del derecho y por tanto en la función del Estado, consiste especialmente en la voluntad de conformismo (y de ahí la eticidad del derecho y del Estado). Las clases dominantes anteriores (aquellas propias de la civilización medieval) eran esencialmente conservadoras en el sentido de que no tendían a elaborar un pasaje orgánico de las otras clases a la propia, a ampliar su esfera de clase ‘técnicamente’ e ideológicamente: la concepción de casta cerrada. La clase burguesa se pone a sí misma como un organismo en continuo movimiento, capaz de absorber a toda la sociedad, asimilándola a su nivel cultural y económico: toda la función del Estado ha sido transformada: el Estado se convierte en “educador”, etc.”[13]

¿Por qué el Estado entra en crisis? “Cómo adviene una detención y se retorna a la concepción del Estado como pura fuerza? La clase burguesa está saturada: no solamente no se difunde sino que se disgrega; no sólo no asimila nuevos elementos sino que desasimila una parte de sí misma (o al menos, las desasimilaciones son enormemente más numerosas que las asimilaciones).”[14]

Entre finales del siglo XIX y comienzos del XX se manifiestan (especialmente al interior de los Estados europeos, epicentro de la civilización moderna) procesos de movilización social y de activación política de determinadas clases subordinadas, las cuales pasan de la pasividad a la actividad, del consenso pasivo a la autonomía política, de la fase económico-corporativa a las organizaciones de partidos, y que se plantean el objetivo de la ‘conquista’ del Estado con el fin de que nuevos comportamientos de los que son portadores, se generalicen en toda la sociedad. 

La crisis orgánica de la civilización moderna y del Estado en particular está, pues, en el hecho de que determinadas clases subordinadas no se reconocen más en la vida estatal, se separan de los grupos dirigentes dados, pero al mismo tiempo no logran imponerse como nuevas clases hegemónicas. 

La crisis del Estado, entonces, tiene raíces profundas en su historia, y nace de sus contradicciones no resueltas. En consecuencia, no corresponde a la realidad aquello que ha escrito Bauman, ¿lo recuerdan? “...los gobiernos de los Estados (han sido expropiados) por fuerzas amorfas y anónimas, desconocidas en la constitución de cualquier Estado y llamadas de varios modos “realidades de nuestro tiempo”, ‘mercados mundiales’, ‘decisiones de lo inversionistas’, o simplemente ‘TINA (There Is No Alternative, o sea, ‘no hay alternativa’)[15]

El imperio romano cayó fundamentalmente por causas internas, económicas y sociales y políticas y culturales; las invasiones de los bárbaros solamente completaron el trabajo.

¿Qué podemos hacer nosotros hoy frente a la crisis del Estado? Continuar construyendo una nueva forma de organización política general, capaz de enfrentar y resolver los problemas que el Estado no está en condiciones de enfrentar y resolver, o pasar el tiempo lamentándonos y desesperanzados. 

De Konstantinos Kavafis: [16]

Esperando a los bárbaros.

¿Qué esperamos aquí reunidos en el Foro?

Hoy deben llegar los bárbaros.

¿Por qué tanta inercia en el senado?

y los legisladores ¿por qué no legislan?

Hoy llegan los bárbaros.

Llegando los bárbaros lo harán ellos.

¿Por qué el emperador se levantó hoy temprano

y está en la puerta grande de la ciudad, solemne

en el trono, con la corona en la frente?

Hoy llegan los bárbaros, y el soberano

está en espera de la visita de su jefe;

no sólo, también tiene listo el pergamino

que le ofrecerá como regalo

y en que le conferirá nombres y títulos.

¿Por qué nuestros dos cónsules y pretores

esta mañana salieron con la toga roja bordada?

¿Por qué llevan pulseras con tantas amatistas

y anillos de esmeralda que relucen?

¿Por qué tienen en la mano los extraños báculos

enteros de oro y de plata refinada?

Hoy llegan los bárbaros

y estas cosas a los bárbaros les impresionan.

¿Por qué no vienen también los dignos

oradores a perorar como siempre?

Hoy llegan los bárbaros

y los bárbaros desdeñan la elocuencia y las arengas. 

De repente ¿Por qué esta inquietud y esta agitación?

(Oh! Cómo las caras se pusieron serias)

¿Por qué se vacían las calles y las plazas

y todos regresan a sus casas preocupados?

Porque ya es de noche y los bárbaros no vienen.

Ha llegado uno desde los confines

y nos ha dicho que ya no hay más bárbaros.

¿Qué haremos, entonces, sin bárbaros?

Después de todo, esa gente era una solución.

 

[1]Montesquieu,De l'esprit des lois, Livre XXIII, Chap. XXIX:Des hôpitaux; citado de la traducción italiana de Beatrice Soffito Serra, Rizzoli, Milano 1967, vol. 2, p. 549.

 

[2]Zygmunt Bauman (e Carlo Bordoni), State of Crisis, citado de la traducción italiana de Lorenza Chiesara, Einaudi, Torino 2015, Cap. I: Crisi dello Stato, p. 12.

[3]Johan Huizinga, In de schaduwen van morgen, een diagnose van het geestelijk van onzen tijd, Pgreco edizioni, Milano 2012, Cap. III: L’odierna crisi della civiltà confrontata con le precedenti, p. 12 – citado de la primera traducción italiana, de Luigi Einaudi (1937).

[4]Antonio Gramsci, Quaderno15 (1933), Nota5, Passato e presente. La crisi., de la edición crítica de V. Gerratana titulada Quaderni del carcere, Einaudi, Milano 1975, p. 1755.

[5]Ver Teoría de la crisis orgánica, Capítulo II de la Parte IIdel libro che escribí con Luis Razeto en los años Setenta del siglo XX, publicado primero en italiano con el título Sociologia e marxismo nella critica di Gramsci. Dalla critica delle sociologie alla scienza della storia e della politica., De Donato, Bari 1978 –y después en una edición crítica actualizada y enriquecida, en las Ediciones de Univérsitas Nueva Civilización, con el título La Travesía, Libro Primero. De la crítica del marxismo y las sociologías a la propuesta de una ciencia de la historia y de la política, en Santiago, 2011.

[6]A. Gramsci, T. Schucht, Lettere 1926-1935, a cura di A. Natoli, C. Daniele, 1997, p. 791.

[7]Gramsci, Quaderno 15, Nota 10, Machiavelli. Sociologia e scienza politica., in Quaderni del carcere, cit., p. 1785.

[8]Karl Marx, primer ensayo de redacción de La guerra civil en Francia, escrito por Marx en inglés en 1871. Citado de la traducción italiana de P. Flores D’Arcais e L. Maitan, Scritti sulla Comune di Parigi, Samonà e Savelli, Roma 1971, pp. 120.

[9]Max Weber, Politik als Beruf. Citado de la traducción italiana de A. Giolitti, Il lavoro intellettuale come professione, Einaudi, Torino 1983, p. 54.

[10]Idem, p. 55.

[11]Idem, p. 49.

[12]P. Misuraca, L. Razeto, La Travesía. Libro Primero,  citado.

[13]A. Gramsci, Quaderno 8, Nota 2,Lo Stato e la concezione del diritto., in Quaderni del carcere, cit., p. 937.

[14]Idem, p. 937.

[15]Z. Bauman, State of Crisis, cit. p. 23.

[16]Konstantinos Kavafis (1904). Da Cinquantacinque poesie, en la traducción italiana de M. Dalmati y N. Risi, Einaudi, Torino, 1968, pp. 36-9.