PRESENTACIÓN

PRESENTACIÓN

La ‘economía comprensiva’ busca, precisamente, comprender la economía. Entenderla en su complejidad, en la pluralidad de sus componentes, en la diversidad de sus formas. Por eso no se limita, como hacen las distintas corrientes de pensamiento económico moderno, a considerar una de sus formas particulares - la economía de mercado, o la economía de planificación central, o alguna modalidad de economía mixta - y proponerla como expresión de la racionalidad económica general, sino que examina cada una de las formas que han asumido la producción, la distribución, el consumo y la acumulación a lo largo de la historia y en el presente, considerando a cada una de ellas como una racionalidad económica particular, constitutiva de una parte o de un sector de la economía general, y siendo en consecuencia necesario entender sus interacciones y relaciones recíprocas con los otros sectores, los que en su conjunto configuran las estructuras y los procesos de la economía real.

Economía ‘comprensiva’, entonces, en la doble acepción de la palabra comprender: en cuanto comprende, o sea, incluye e integra todas las formas y modos de la economía, y en cuanto no se queda en la descripción, cuantificación y análisis de las interrelaciones entre las variables económicas, sino que va más al fondo, para identificar las estructuras y los procesos económicos en su complejidad, buscando identificar sus causas y procesos configurantes a partir de sus actores, de las actividades que estos realizan, de sus objetivos, intereses, conocimientos, proyectos y comportamientos.

Para tal comprensión integral de la economía se requiere un paradigma epistemológico muy distinto al que, fundado en el cientismo positivista, ha caracterizado a la disciplina económica moderna en sus diversas corrientes. La nueva estrucura del conociento que funda la economía comprensiva parte de la conciencia de que la historia, y la economía, y la política y la cultura, las hacemos y las guiamos los individuos, las organizaciones y los grupos humanos, y de ello tomamos conciencia real sólo cuando nos sabemos protagonistas y actores autónomos de la historia. Entonces nos es posible comprender que las ciencias de la economía, de la política y de la cultura no pueden ser disciplinas que conciban la realidad como procesos naturales y objetivos, independientes de la conciencia, de la voluntad, de las emociones, de las éticas y de los valores propios de quienes sean los organizadores, protagonistas y guías de esa economía, política y cultura.

La creencia en la objetividad de la ciencia económica se funda en una concepción positivista y naturalista de la realidad social, que por un lado es un error teórico y filosófico, y por otro lado es un ardid de las clases dominantes y de los sectores dirigentes, que de hecho dominan y dirigen conscientemente la economía, pero que la presentan como si lo que ellos han organizado fuera una ‘necesidad’ histórica, un proceso objetivo e ineludible, expresión de ‘la’ racionalidad, como si el actual estado de la economía fuera independiente de sus propios intereses y objetivos. Los dominados y subordinados, incluyendo entre ellos a los economistas, adoptan fácilmente dicho paradigma naturalista puesto que ellos experimentan pasivamente las condiciones históricas, económicas y políticas, y no son actores de los procesos, que los conduzcan con su conciencia y su voluntad.

Incluso el marxismo, crítico de la dominación y postulador de transformaciones revolucionarias, incurre en el mismo error de suponer una economía naturalizada, sujeta a leyes objetivas e independientes de la voluntad de los hombres. Cae en el error porque teóricamente no logra superar el horizonte teórico del positivismo y del naturalismo materialista. Y cae en el error porque no llega a concebir a los individuos humanos como hacedores de la historia, proponiendo en cambio que ellos deben simplemente sumarse a fuerzas supuestamente objetivas, parteras de la historia, que actuarían conforme a dichas leyes objetivas, a aquella necesidad histórica. Esto incluso es teorizado en la idea de que la libertad no es sino la conciencia de la necesidad, esto es, actuar conforme a un supuesto dinamismo objetivo inherente a la historia, e independiente de la conciencia y de la voluntad, de las decisiones y de las opciones que puedan realizar los individuos y los grupos.

Pero los iniciadores de la economía solidaria, enmarcados en el proyecto de creación de una nueva civilización superior, estando liberados de la subordinación a los poderes y a los modos consolidados de hacer las cosas, conquistada la propia autonomía en base a la cual cada uno es guía de sí mismo y, junto con los demás, creador de cultura, de economía y de política, estamos en condiciones de superar el naturalismo y el positivismo en el conocimiento. Para los creadores de cultura, que la construyen consciente y libremente, las ciencias y las artes y la cultura toda, ya no son mera superestructura determinada por estructuras supuestamente objetivas, necesarias y que proceden conforme a leyes ineluctables.

Entonces, abandonamos la idea de una disciplina económica objetiva, porque hemos descubierto que toda la realidad histórica, económica y social, es realidad concebida, construida, guiada y coordinada por personas y grupos humanos. Personas y grupos que las crean y organizan, y que al crearlas y organizarlas ponen en esa realidad que construyen, su propia subjetividad, sus valores, sus éticas, sus objetivos, sus ideales, y también sus engaños, sus ambiciones, sus intereses, sus maldades, sus contravalores. Todo eso es parte de la realidad, y por tanto, todo eso debe ser comprendido por la ciencia de la economía, y reconocido como parte esencial de la explicación de los procesos históricos.

Por eso, la predicción científica ya no es una mera predicción de lo que ocurrirá si los comportamientos humanos continúan siendo automáticos y regulares, guiados por los objetivos y por la racionalidad dominante, o sea una simple proyección de las tendencias en curso. La predicción será en cambio el enunciado de los resultados que se espera y que se sabe que ocurrirán como efecto de la acción de todos los constructores de las realidades nuevas, económicas, políticas y culturales.

Sintetizando, podemos concluir que la nueva estructura del conocimiento que funda la economía comprensiva, presenta profundas diferencias respecto de las disciplinas económicas llamadas ‘modernas’.

Mientras la disciplina económica moderna se ha institucionalizado y burocratizado, procediendo a conocer mediante la aplicación mecánica de métodos y técnicas formalizadas, las elaboraciones de la economía comprensiva son conocimientos vivos, que se gestan en el diálogo y la comunicación intersubjetiva entre todos los sujetos activos, creadores de la historia y constructores de la economía, la política y la cultura.

Mientras la disciplina económica moderna procesa ‘datos’ e ‘informaciones’ recolectadas mediante procedimientos técnicos de los que se espera la validación de las hipótesis formuladas en base a la propia teoría preconstituída, la economía comprensiva procede a través de la experiencia multifacética configurada como una ‘filología viviente’ en la que todos participamos.

Mientras la disciplina económica moderna se centra en la cuantificación de la realidad, privilegiando las dimensiones mensurables y aquellas que pueden ser procesadas matemática y estadísticamente, la economía comprensiva se centra en la comprensión de la realidad y de sus procesos, prestando especial atención a los aspectos cualitativos, y especialmente a las novedades históricas.

Mientras la disciplina económica modernas buscan en las estructuras las causas del presente, la economía comprensiva analiza las estructuras presentes como resultado de procesos históricos complejos, y busca explicar los hechos y procesos por sus actores, de modo que el futuro se explica por el presente.

Mientras la disciplina economica moderna trata de ocultar la subjetividad tanto del ‘objeto’ que estudian como del sujeto cognoscente, para que no interfieran en la dinámica de lo real por conocer, la economía comprensiva pone de manifiesto la subjetividad, precisamente con la intención de intervenir en la historia, de construirla consciente y libremente.

Mientras la disciplina económica moderna considera a los hechos y las dinámicas económicas como resultado de variables y de parámetros, separando cuidadosamente los juicios sobre hechos de los juicios de valor y de las apreciaciones éticas, la economía comprensiva considera las realidades económicas como resultado de opciones y de acciones, y en consecuencia incorpora los valores y la ética en el conocimiento, sea en cuanto se las reconoce presentes y activas en la realidad de las empresas, del mercado, del consumo y de la acumulación, sea con la intención de abrir camino a realidades nuevas, superiores a las de la actual economía en crisis.

Mientras la disciplina económica moderna construye y determina, como resultado de todo lo anterior, la pasividad histórica de las multitudes, y sirve al control de las masas y de los procesos para que no se desvíen de las racionalidades imperantes y dominantes, la economía comprensiva pretende la activación de todos, en orden a la liberación de las energías conscientes y libres de las personas, y el potenciamiento d las racionalidades emergentes de las que son portadores los creadores de las nuevas economía, política y cultura.

Es de estos modos que la economía comprensiva busca comprender lo que está sucediendo, y proyectar soluciones eficaces a los problemas reales y actuales.

En el presente libro recogemos algunos artículos en los cuales, fundados en el paradigma epistemológico de la economía comprensiva, abordamos algunos problemas reales y actuales de la realidad económica contemporánea y buscamos los modos en que puedan enfrentarse para el bien de la sociedad y de las personas. Son solamente unos cuantos ‘tópicos’ de economía comprensiva. Una visión de conjunto de la que hemos propuesto como una ciencia económica comprensiva la hemos desplegado en dos extensas obras anteriores: Teoría Económica Comprensiva ( 1994 ), y Desarrollo, Transformación y Perfeccionamiento de la Economía en el Tiempo ( 2000 ).

Luis Razeto Migliaro