ACTITUD METODOLÓGICA II - Sobre el proyectar.

Plantearse objetivos, tener proyectos, y desear fervientemente realizarlos; asumir que es en el proceso de elaborar y organizar los proyectos que se expanden las capacidades y se activan y potencian las fuerza necesarias para realizarlos. En el proceso de concebir los objetivos y de elaborar los proyectos descubrimos, creamos y obtenemos los recursos necesarios. No hay que prestar oído a quienes nos digan que no emprendamos iniciativas mayores porque no seremos capaces de realizarlas y que fracasaremos en el intento.

 

Todas las personas poseemos capacidades y recursos de muy variados tipos y en cantidades considerables. Todos somos fuentes creadoras de recursos nuevos. Pero gran parte de esos recursos y capacidades creativas los mantenemos inactivos, incluso a menudo desconocemos su existencia, de modo que permanecen en un ‘estado de posibilidad’ no realizada. Es muy común que nos sintamos inferiores a lo que somos, que tengamos una baja apreciación de nuestras capacidades. La mayor parte de los seres humanos no saben que poseen notables energías y potencialidades realizadoras. Es muy importante saber cómo esas capacidades, energías y recursos ocultos e inactivos pueden ser descubiertos, despertados, activados.

Antonio Gramsci decía que “sólo el que fuertemente desea algo identifica los medios necesarios para realizar lo que desea”. Cuando se tienen objetivos que se quiere lograr, y uno se compromete de verdad con ellos, se pasa espontáneamente de la simple idea de lo que se desea, a la identificación de los medios y de los recursos necesarios para alcanzarlos, y a la comprensión de las actividades y de las fases que requerirá el llevarlos a la práctica.

Pues en esto precisamente consiste la elaboración de un proyecto: en precisar los propios objetivos, en identificar los medios y los recursos necesarios para hacerlos realidad, en formular y organizar las funciones y las secuencias de actividades que ello implica. Es en este proceso de elaboración del proyecto que: a) descubrimos los recursos que ya tenemos a nuestro alcance a veces sin saberlo; b) identificamos las formas de crear otros recursos que no pensábamos ser capaces de hacerlos nosotros mismos; c) conocemos a, y nos relacionamos con, quienes pueden contribuir al proyecto si los invitamos a compartirlo y ser parte del mismo; y d) nos hacemos capaces de obtener aquellos recursos todavía faltantes, buscando hasta encontrarlos y motivando y convocando su integración al proyecto.

En mis trabajos de acompañamiento y asesoría a muchas organizaciones económicas populares, y especialmente con las personas y grupos participantes en mi curso teórico-práctico de Creación de Empresas Asociativas y Solidarias, he visto a muchísimas personas descubrir que poseen saberes y conocimientos que tenían olvidados o que simplemente desconocían haber alguna vez aprendido. He visto cómo personas que creían no tener habilidades y capacidades para realizar ciertos tipos de trabajo que no habían ejecutado antes, los pueden fácilmente aprender y desarrollar con notable virtuosidad. Personas que se asustaban ante las tareas de gestión y administración, y que descubren poder organizar actividades y procesos complejos, y tomar decisiones acertadas y oportunas. Grupos que se pensaban a sí mismos como pobres y carentes, comprender que tienen más capacidades, bienes y recursos  económicos, materiales e inmateriales, que pueden ser empleados en actividades productivas.

Muchas personas se inhiben de plantearse proyectos que sin embargo consideran necesarios e importantes, sólo porque piensan que no son capaces de realizarlos. Es evidente que con esa actitud se mantienen sin desplegar sus capacidades y sin desarrollar su creatividad. Elaborar proyectos y buscar realizarlos no garantiza el éxito de los mismos, pero con toda seguridad nos hace crecer y potenciar nuestras energías y recursos, en base a los cuales podremos después formular otros proyectos mejores y más realistas.

Es muy común que ante objetivos y proyectos de envergadura que alguien da a conocer, sean muchos los que se apresuran en aconsejarles que no los emprendan, argumentando que son demasiado difíciles y complejos, y que carecen de las capacidades y de los recursos indispensables para ejecutarlos. Lo que no dicen quienes tienen esa actitud negativa que desanima, suele ser el hecho de pensarse a sí mismos como impotentes para realizarlos, o no tener interés ni voluntad de participar en el proyecto que se les da a conocer. Es tan común esta actitud negativa que muchas personas se inhiben de comunicar sus ideales, objetivos y proyectos sólo por temor a que muchos les digan que son ilusos y demasiado ambiciosos. Ante esto, sólo cabe no dejarse condicionar por los mediocres.

Los seres humanos crecemos, nos potenciamos, nos auto-desarrollamos al plantearnos ideales, objetivos, proyectos, obras, procesos transformadores. Pero es importante que los objetivos y los proyectos que nos formulemos sean exigentes y desafiantes. Porque proyectos grandes nos hacen grandes, mientras que proyectos insignificantes nos mantienen pequeños, inferiores a nuestras reales capacidades. La carencia de objetivos y de proyectos nos adormece, paraliza y anula.