TERCERA PARTE - EL CONFLICTO. I. Por fin en casa.

TERCERA PARTE

 

EL CONFLICTO

I.

 

– Por fin en casa.

Antonella había llegado en la mañana con Alejandro y Toñito. Quería dormir en una cama toda limpia, por lo que se puso a cambiar las sábanas. Alejandro estaba revisando el estado de la granja acompañado por el muchacho.

Al desarmar la cama Antonella vio caer una pequeña prenda íntima roja, de mujer, que no era suya. ¡Vanessa! No es que no se le hubiera ocurrido que aquello hubiese podido pasar en su ausencia. Lo había imaginado cuando vio el dibujo que le hizo Lucía, en que aparecía la niña regando el naranjo del patio de la escuela junto a Vanessa con minifalda. En el relato que Lucía escribió al reverso del dibujo le contaba varias cosas, resaltando lo buena y bonita que era la profesora que la reemplazaba. Lo había imaginado, pero no quería creer que en verdad pudiera suceder.

Escondió el calzón en su cartera y se tendió en la cama. De la alegría del regreso a casa pasó a la tristeza infinita de saber que había sido engañada por su esposo. Y de la tristeza a la rabia.

Poco a poco se fue serenando. Debía pensar qué hacer. ¿Encararlo? ¿Dejarlo? Pero lo amaba, lo amaba tanto. Además, había prometido serle fiel hasta que la muerte los separara. Y acompañarlo y cuidarlo en la salud y la enfermedad, en las buenas y en las malas. No puedo dejarlo. No.

Estaba en estas reflexiones tristes, tendida en la cama, cuando sintió que alguien caminaba dentro de la casa. Era Vanessa, que no sabiendo que había regresado se disponía a preparar la cena.

Antonella se asomó a la puerta y Vanessa, al verla, corrió a abrazarla, contenta, sonriente.

– ¡Regresaste! Y te ves tan bien, amiga mía. No sabes cuánto me alegra verte y que estés bien, linda como siempre, sin siquiera una cicatriz. En eso tuviste suerte, que el golpe fuera en la nuca. Me asusté tanto al verte inconsciente y sangrando.

Vanessa es así, ingenua y extrovertida, dice lo que siente, sin filtro. Maldición. Antonella la oía que no dejaba de hablar, pero ya no la escuchaba, hasta que empezó a hablarle de la Escuela.

– Qué bueno que regresaste. Ya no sabía qué más enseñar a los niños. Pero atendí tu escuela lo mejor que pude.

Antonella, sin pensarlo, abrió la cartera, le mostró lo que había encontrado en la cama y le dijo con rabia:

– ¡Y también atendiste a mi marido en mi ausencia, verdad que sí!

Vanessa se desconcertó. No se esperaba algo así. Enmudeció. Pero luego reaccionó:

– Amiga, no te enojes conmigo. Fue sólo una vez. Tú sabes como soy. Me pasé el mes entero sin sexo y me hacía falta. Él estaba tan triste. Me metí en su cama. Él no quería. Él te quiere mucho, te quiere a ti. No sé qué decirte. No pensé que hacía algo malo. Tú me conoces, creo. Yo trato de servir, de ser buena, de darme a las personas. No sé por qué lo hice.

– ¿Alejandro no quería, dijiste?

– Creo que no quería hacerlo.

– ¿Se resistió?

– No; pero yo sé que no quería. Si él hubiese querido, me conoces, hubiera pasado mucho antes y no hubiera tenido que meterme yo a su cama. No te enojes con él. Enójate conmigo. Pero no mucho. No pensé que hacía algo malo. De verdad no lo pensé. ¿Me odias?

– No. Yo no sé odiar.

– ¿Me perdonas entonces?

Antonella la miró. Se encontró con los ojos llorosos de Vanessa. Por su mente pasó la triste historia de la muchacha ingenua y buena que conoció cuando tenía dieciocho años. Una tarde, cuando ella estaba cumpliendo ya un mes de encierro en el bunker subterráneo de Kessler, vio que la arrojaron junto a ella, semidesnuda. Le sorprendió su belleza, su picardía y su ingenuidad, combinadas en una personalidad muy especial, de niña chica y de mujer grande al mismo tiempo. En los largos días en que compartieron encierro y hambre, Vanessa le contó su vida. Cómo había venido a Chile desde Venezuela, a los doce años, con el sueño de ser artista. Kessler la encontró tirada en la calle y le dio protección, quitándole el pasaporte para que no se atreviera a escapar.. Cuando cumplió catorce años la había iniciado en el sexo, enamorándola y sometiéndola. Después le exigió que hiciera favores sexuales a sus amigos, en calidad de ‘acompañante’. En esos días en que Antonella y Vanessa compartieron encierro, cantaron, jugaron, se contaron sus vidas, se hicieron amigas. Su amistad continuó cuando fueron liberadas. Lo único que Antonella trató siempre de evitar fue que se encontraran Vanessa y Alejandro, que era entonces su novio. Ella era demasiado hermosa y atractiva y siempre dispuesta a regalarse.

Todo esto pasó por la cabeza de Antonella mientras Vanessa la miraba expectante, pendiente de su respuesta.

– Te perdono. Pero prométeme que nunca más.

– Lo prometo, lo prometo. ¿Seguimos siendo amigas?

– Seguimos siendo amigas. Pero no quiero que te encuentres nunca sola con Alejandro.

– Lo prometo, amiga mía. ¿Sabes que eres mi única amiga?

– Otra cosa, Vanessa. Alejandro no debe saber que yo sé que durmió contigo.

– Por mí no lo sabrá, te lo prometo. Yo sé guardar un secreto. Hay tantas cosas que nunca he dicho, aunque todos me dicen que hablo demasiado. Mañana temprano me voy a Santiago.

Antonella le pasó lo que tenía en la mano:

– Toma, esto es tuyo.

Antonella y Vanessa se abrazaron. Era verdad que se querían. Eran amigas.

Justo en ese momento sintieron que Alejandro y Toñito entraban a la casa. Fueron juntas a preparar la cena, como si nada hubiera ocurrido.

– Y este jovencito ¿quién es? – preguntó Vanessa, que no podía estarse callada mucho tiempo.

– Toñito – respondió Alejandro. Se quedará con nosotros. Lo vamos a adoptar. Ya iniciamos los trámites.

– ¡Qué lindo! Vas a tener nuevos papás. Yo también perdí los míos, cuando tenía tu edad. De mí se hizo cargo un hombre muy malo. Tú tienes mucha suerte, porque Antonella y Alejandro son las mejores personas del mundo.

Vanessa y ninguno de los que la escuchaban podía saber que el hombre muy malo que se había hecho cargo de ella cuando niña, era el mismo que había asesinado al papá y al hermano de Toñito. Y menos podían imaginar que estaba muy cerca de ellos.

* * *

El abogado Wilfredo Iturriaga había completado el trabajo que el CCC le encomendó realizar en la ciudad de El Romero y tenía listo el informe. Le habían dicho que el escrito lo dirigiera a la Cooperativa Renacer, pero que antes lo entregara y explicara detalladamente a su presidente Alejandro Donoso.

Habían pasado tres semanas desde el regreso de Antonella, que retomó sus actividades en la Escuela. Era sábado, por lo que no había clases y en la escuela estaban solamente Antonella, Alejandro, el Toñito y doña Ángela, la encargada del aseo. La reunión con el abogado se realizó en la oficina de la dirección.

Iturriaga había realizado un trabajo muy completo, y el informe consideraba diferentes aspectos. El abogado comenzó su presentación proyectando sobre la pizarra blanca el informe que había preparado, utilizando un avanzado IAI (Intercomunicador Audiovisual Integrado). Apareció el título del primer punto: I. Antecedentes y situación jurídica de la sociedad conocida como Colonia Hidalguía.

– La Colonia Hidalguía – comenzó a explicar Iturriaga mientras desplegaba en la pantalla la información a la que hacía referencia – fue creada por una Sociedad Anónima cerrada, legalmente constituida con el nombre de Sociedad Anónima Inmobiliaria, Financiera, Industrial y Comercial Hidalguía y Proyectos. Esta sociedad fue constituida hace tres años a nombre de dos oficiales en retiro del ejército, con un pequeño capital inicial. Apenas dos meses después de constituirse legalmente, se realizó un aumento de capital por la suma de cuatrocientos millones de Globaldollars. Es de suponer que junto con dicho aumento de capital la Sociedad Anónima cambió de accionistas. Por su carácter de sociedad anónima cerrada no es posible saber quienes ni cuántos son actualmente los socios que la conforman.

La explicación del abogado fue interrumpida por Toñito que asomó su carita sonriente al abrir la puerta.

– Toñito, anda a ayudarle a doña Ángela con el aseo. O si quieres, riega el naranjo del patio – le ordenó Antonella.

– El objeto social de la Sociedad Anónima está planteado en los términos más amplios que la ley permite para este tipo de sociedades. En otras palabras, puede realizar todo tipo de operaciones financieras, comerciales, industriales, inmobiliarias, agrícolas, mineras, energéticas, hidráulicas, científicas, tecnológicas, educativas, culturales, etc. Pero lo curioso es que encabezando esa larga lista, aparece la siguiente: “Crear Colonias Comunales”, agregando expresamente que la S.A. queda facultada para establecerlas, dirigirlas, administrarlas y realizar todo tipo de actividades y funciones que contribuyan a su buen funcionamiento.

– ¿Qué es una Colonia Comunal? Nunca escuché hablar de algo así – preguntó Alejandro.

– Eso es lo curioso. Ni yo sabía de su existencia jurídica, por lo que tuve que solicitar a mis colegas del CCC que me informaran. Ellos tampoco conocían esa figura legal, de modo que tuvieron que hacer toda una investigación, descubriendo finalmente que se trata de una institución decretada por la Dictadura Constitucional Ecologista en la última semana de su vigencia. En síntesis, mediante un Decreto Ley, el Triunvirato estableció que personas jurídicas con o sin fines de lucro podían crear Colonias Comunales con fines de aprovechamiento económico, social y científico de territorios que, habiendo permanecido económicamente no explotados durante al menos seis años y que tuviesen una muy reducida o nula población asentada, pudiesen ser activados con fines de cuidado ambiental, generación de empleo, desarrollo social, emprendimiento económico, experimentación científica y tecnológica, educación, recreación y turismo, entre otras. De acuerdo a la Ley, estas Colonias Comunales gozan de amplia autonomía en sus sistemas internos de gestión y administración, y en cuanto tengan un tamaño mínimo de doce mil hectáreas y una población mínima de dos mil habitantes, adquieren completa autonomía administrativa y pueden adquirir competencias jurídicas y políticas que son casi equivalentes a las de las Comunas Municipales.

Se asomó nuevamente el Toñito.

– Terminé de regar. Le eché agua hasta el borde de la taza. ¿Qué hago ahora?

– Ahora – respondió Antonella después de pensar un momento – te presto mi bicicleta, pero sólo para dar vueltas a la manzana, y con mucho cuidado.

Toñito partió corriendo. El abogado continuó explicando.

– Este Decreto Ley, que fue aprobado apresuradamente aunque cumpliendo todos los pasos constitucionales, establece que los únicos requisitos para crear una Colonia Comunal son: a) demostrar la propiedad sobre el lugar, b) demostrar la ausencia de empresas establecidas con anterioridad, y c) presentar un proyecto de gestión económica y ambiental. En resumen, más fácil que crear una pequeña empresa o una cooperativa.

– Y esta Colonia Comunal Hidalguía se constituyó legalmente, imagino – acotó Antonella.

– Exacto. Su constitución jurídica consta en el Registro de Empresas e Iniciativas Económicas, Sociales y Ambientales. Eso ocurrió nueve meses después de que fue creada la Sociedad Anónima que es su dueña y que la administra.

Iturriaga tomó un sorbo de agua y accionó su IAI. Apareció proyectado en la pizarra el segundo punto: “2. Situación de las aguas de regadío.

– Para verificar la situación legal de las aguas de riego tuve que remontarme en el tiempo hasta setenta años atrás, en que aparece la última Asamblea de la “Comunidad de Aguas El Caudal de Los Campos de el Romero Alto”. La situación es la siguiente: Las aguas que riegan toda la zona provienen de la cordillera, donde se forma una extendida cuenca que hace confluir varios riachuelos y vertientes en un río. Esas aguas se distribuyen más abajo hacia los campos por cauces y canales muy antiguos, construidos en los años cincuenta del siglo pasado, o sea hace más de ciento diez años. De acuerdo a un antiguo mapa, las aguas vienen de más arriba de la propiedad de la Colonia Hidalguía, la atraviesan a lo largo con escasa canalización interna, y se despliegan hacia abajo para regar unas doscientas propiedades agrícolas pequeñas. En el documento de Constitución de la Comunidad de Aguas El Caudal, aparece como dueño del cincuenta y cinco por ciento de los derechos de agua un señor Venancio Gajardo González, y el resto se encuentra dividido en pequeñas porciones, entre ciento setenta personas.

– O sea – lo interrumpió Antonella – la Colonia es dueña del 55 % y los campesinos del 45 %.

– En rigor jurídico la situación no es esa. Porque los Estatutos de la Comunidad de Aguas establecen que un miembro que deja de asistir a una Asamblea durante cinco años seguidos, deja automáticamente de pertenecer y pierde los derechos. Pues bien, hace setenta años que todos los socios han dejado de asistir a una Asamblea.

– Y eso ¿qué significa? – preguntó Alejandro.

– De acuerdo a un breve estudio jurídico que realicé, la Comunidad de Aguas sigue teniendo existencia legal; sin embargo, no tiene miembros vigentes que puedan identificarse por sus nombres. Tal vez se podría justificar ante un Jurado que los derechos de agua correspondan hoy a los propietarios de las propiedades que en aquél tiempo eran miembros de la Comunidad de Aguas; pero en tanto tiempo han pasado muchas cosas, como ventas de las propiedades, y dudo que se hayan realizado las transferencias de los derechos de agua, incluso en el caso de las herencias.

– ¿En resumen? ¿Qué podemos hacer?

– En resumen: convendría abrir por parte de algunos propietarios una demanda contra la Colonia Hidalguía por supuesta usurpación de derechos de agua y buscar toda la fundamentación legal que sirva al respecto. Pero será una batalla jurídica de largo aliento, que puede demorar bastante tiempo en resolverse. Si alguien tuviera algún documento, aunque fuera antiguo, al que pudiera hacerse referencia, creo que sería muy útil.

Se produjo un silencio. Alejandro y Antonella trataban de asimilar y reflexionar sobre la información que les entregó el abogado.

– Falta todavía la tercera parte del Informe – dijo Iturriaga, que Accionó el IAI desplegándose en la pantalla la información del punto: 3. Solicitudes de Posesión y Compra de Propiedades. – Pueden ver en el Cuadro la lista completa de los propietarios de terrenos en la zona, desde donde termina la Colonia Hidalguía hasta que por abajo termina el sector rural y comienza el área urbana de El Romero.

La explicación fue interrumpida por Toñito, que esta vez abrió la puerta enteramente y entró con la bicicleta en la mano, cojeando.

Antonella se levantó y se acercó al niño.

– ¿Qué te pasó, Toñito?

– Me caí. Pero a la bici no le pasó nada.

– ¿Por qué cojeas?

– Me duele un poco. Me golpeé en la rodilla, pero ya dejó de sangrar. Mi papá me enseñó a lavarme y amarrarme un pañuelo cuando tuviera una herida, y eso hice.

– Déjame ver – insistió Antonella.

Toñito le mostró la rodilla vendada con el pañuelo ensangrentado. Antonella le lavó la herida, la curó con lo que encontró en el botiquín que mantenía en la Escuela para estos casos, y le puso una venda.

– Ahora te quedas sentado en un banco del patio, y nos esperas tranquilo, que falta poco para la hora de almuerzo.

Cuando volvió Antonella el abogado continuó informando:

– Como ven, las propiedades registradas en la zona son 232. La información está al día. Aquí pueden ver sus nombres, con el número 181 que corresponde a la propiedad que compraron ustedes hace dos años. Ahora bien, aunque todas las propiedades tienen uno o más nombres como propietarios, una información reciente, añadida en la documentación del Registro de propiedades campesinas de la zona hace referencia a que dos propiedades fueron compradas a sus antiguos dueños por la Sociedad Anónima Hidalguía y Proyectos, los dueños de la Colonia Hidalguía. Asimismo, sobre un total de 27 propiedades supuestamente abandonadas, la misma Sociedad Anónima ha presentado Solicitud de Posesión. Las solicitudes más antiguas datan de hace casi dos meses, por lo que el Derecho de Posesión les será transferido, como saben que indica la Ley, al cumplirse tres meses sin que nadie presente Recurso de Oposición o de Tutela. Aquí pueden ver las fotografías que tomé de algunos de los Afiches que anuncian que sobre esos predios se han efectuado Solicitudes de Posesión. Los publican en las murallas en diferentes partes de la ciudad para que cualquier afectado pueda informarse y presentar su Recurso. Pero ya las últimas lluvias y vientos han destruido muchos. Y los avisos por la Internet-5 no llegan a los campesinos que no dispongan de los equipos indispensables.

– ¿Quiénes pueden presentar un Recurso de esos? – quiso saber Antonella.

– Ante todo el dueño de la propiedad solicitada. En tal caso bastará que indique que es el propietario vigente, y si corresponde al nombre que indica el Registro, la solicitud de Posesión quedará nula y la propiedad permanece a nombre del legítimo dueño.

– Como Cooperativa ¿podemos presentar Recurso de Oposición y Tutela frente a las solicitudes existentes?

– Sí, pueden. En realidad cualquier persona puede hacerlo, antes de que expire el plazo que ya les dije. La Solicitud debe hacerse en el sentido de solicitar para sí la Posesión, entablándose en consecuencia un litigio entre dos solicitudes. Lo que ocurre en tal caso es que se abre un Procedimiento Resolutorio en el Juzgado Provincial, que en un tiempo relativamente breve decidirá, en base a los antecedentes que aporten los solicitantes, a cuál de ellos se asignará la Posesión.

– ¿Cómo se realiza la Solicitud de Oposición y Tutela?

– Desde el punto de vista legal, basta señalar en un documento notarial que, habiéndose informado diligentemente de que el tal Predio rural se encuentra abandonado desde hace años, y no siendo posible encontrar a sus dueños, se solicita le sea concedida la Posesión para su uso y usufructo, etc. Ahora bien, eso no basta para ganar el litigio, cuando haya dos o más competidores. Por ello es necesario aportar antecedentes que convenzan al Jurado de que se tiene los méritos suficientes, y que se cuenta con los recursos y el proyecto necesarios para realizar en él una actividad económica auto-sustentable y beneficiosa para la comunidad.

– ¿Es posible conocer la forma y el contenido de las solicitudes presentadas por la Colonia?

– No. La documentación se abre a la contraparte sólo en el contexto del Procedimiento Judicial Resolutorio.

Wilfredo Iturriaga había concluido su informe y era ya la hora de almorzar. Lo hicieron en la misma Escuela, aprovechando de intercambiar noticias y opiniones sobre los asuntos que les inquietaban y sobre otros temas de actualidad.

El abogado Iturriaga y Alejandro presentarían el Informe el día siguiente en la Asamblea de la Cooperativa, y entre todos decidirían cómo enfrentar y qué realizar frente a esos tres puntos de importancia vital para todos.


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