El cosmos ha evolucionado en la dirección
de generar el conocimiento de sí mismo.
Los seres humanos - sujetos cognoscentes sensitivos / autoconscientes / racionales - que hemos aparecido en el curso de la evolución de la realidad universal, somos parte de esa misma realidad. Esto implica que el conocimiento del que somos el sujeto, ha sido generado en la realidad y por la misma realidad que llegamos a conocer, en un momento o fase de la evolución del universo.
Podemos entonces afirmar que la realidad, en nosotros, se constituye como realidad cognitiva, y que en tal sentido somos parte – derivada pero constituyente - de un ‘cosmos noético’ (del griego ‘κόσμος’ – cosmos - que significa orden y que suele utilizarse como sinónimo de universo, y ‘νόησις’ - nóesis, que significa conocimiento).
Pues bien, si el sujeto cognoscente es parte de la realidad, es necesario afirmar que la realidad es sujeto cognoscente y objeto conocido, no como dos realidades distintas y separadas sino como componentes de una misma realidad, tal como ha llegado a estar constituida en y por su propia evolución. Si consideramos esto como el proceso dinámico que ha sido y es, podemos afirmar que la realidad universal ha evolucionado en la precisa dirección de llegar a manifestarse y conocerse a sí misma.
En esta realidad única hay que reconocer, además, todas las dimensiones u ‘órdenes’ de la realidad que las diferentes experiencias cognitivas ponen de manifiesto. Así, mediante el conocimiento empírico que obtenemos con los sentidos y la percepción, reconocemos tres primeros ‘órdenes’ de la realidad, a saber, la realidad material o física, la realidad vegetativa o viviente, y la realidad sensitiva y perceptiva propia de los animales superiores. Mediante el conocimiento fenomenológico que experimentamos internamente adquirimos conocimiento de los fenómenos conscientes y autoconscientes, que podemos entender como el ‘orden’ de la realidad cognitiva consciente y autoconsciente. Mediante el conocimiento racional que nos proporciona la razón, reconocemos el que podemos considerar como el ‘orden’ de la realidad racional, constituida por todos los objetos ‘universales’ o abstractos que elabora y con los que opera la razón (conceptos, números, figuras geométricas, símbolos, etc.) y que nos permiten comprender las estructuras lógicas, matemáticas, geométricas y simbólicas de la realidad.
La existencia de esos tres tipos de experiencias cognitivas (empírica, fenomenológica y racional), por ser comunes a casi la generalidad de los seres humanos, no es discutida. No ocurre lo mismo con una posible experiencia cognitiva espiritual, que algunas personas sostienen haber tenido y afirman que es posible experimentar, y en base a la cual se accedería cognitivamente a una dimensión u ‘orden’ oculto o trascendente de la realidad, que pudiéramos denominar realidad ‘espiritual’ o ‘mística’. Si esta experiencia cognitiva existe, sería parte de la misma y única realidad universal en la que habría que reconocer que están ya presentes: la realidad material, la realidad viviente, la realidad sensitiva, la realidad consciente, la realidad racional y la realidad espiritual.
Independientemente de si la experiencia cognitiva espiritual sea real o ficticia, es necesario afirmar que ha sido la realidad misma la que, a través de su proceso evolutivo, ha generado órganos que hacen posible distintas experiencias cognitivas. Tales órganos, propios de los sujetos cognoscentes, son parte de la realidad que conocemos y que asumimos también como objetos de conocimiento; ellos ponen de manifiesto las dimensiones empírica, fenomenológica, racional y (tal vez) espiritual de la realidad.
Dicho de otro modo, las realidades empírica, fenomenológica, racional y (tal vez) espiritual, son dimensiones de la misma y única realidad existente y evolucionante que conocemos, mientras que somos nosotros, en cuanto las experimentamos y reconocemos, quienes hacemos una distinción que es puramente analítica entre lo que consideramos sujeto (nosotros mismos en cuanto cognoscentes) y lo que consideramos objeto (aquello sobre lo cual versa el conocimiento), sin que en la realidad misma se encuentren como realidades separadas o de diferente nivel ontológico.
Al aparecer evolutivamente en la realidad el sujeto del conocimiento empírico (con los primeros seres vivos dotados de sensación y percepción y que tienen experiencia empírica), la realidad comienza a manifestarse y a conocerse en cuanto realidad empírica, material, física. Al aparecer después el sujeto del conocimiento consciente o fenomenológico (con los animales superiores y la especie humana), la realidad comienza a manifestarse y conocerse como realidad que es también fenomenológica, consciente y autoconsciente. Al aparecer el sujeto de la experiencia racional (los individuos humanos que tienen de la realidad una experiencia intelectiva racional, universal y abstracta), la realidad se manifiesta, se conoce y reconoce como racionalmente configurada. Del mismo modo, la existencia de sujetos capaces de tener genuinas experiencias cognitivas místicas implicaría que la propia evolución de la realidad, habiendo constituido esos cognoscentes espirituales, ha llegado a manifestarse y a ser conocida y reconocida ella misma como realidad que es también espiritual.
Lo anteriormente expuesto puede entenderse de dos maneras posibles. Puede pensarse que la realidad se constituye evolutivamente, primero como realidad material, luego como realidad viva, enseguida como realidad cognitiva (sensitiva, consciente, autoconsciente y racional), y finalmente como realidad espiritual, a medida que van surgiendo los respectivos órganos y sujetos cognoscentes. O puede pensarse que desde siempre la realidad contiene en sí misma las dimensiones material, viviente, sensitiva, consciente, racional y espiritual, que permanecieron ocultas hasta que se manifestaron y fueron conocidas, progresivamente, a medida que aparecían los sujetos provistos de los correspondientes órganos cognitivos, o sea dotados de las respectivas capacidades de experimentarlas cognitivamente.
En cualquiera de los casos, la materia, la vida, la percepción, la conciencia, la razón y el espíritu, habrían sido realidades sólo potencialmente cognoscibles hasta que emergieron en las respectivas experiencias cognitivas. Éstas son, han llegado a ser, parte de la misma realidad evolucionante que se manifesta y conoce progresivamente a sí misma en esas varias dimensiones.
Darnos cuenta, tomar conciencia y comprender esto, que en verdad resulta intuitivamente obvio una vez que lo pensamos, ha de llevarnos a cambiar profundamente las ideas que tengamos sobre lo que es la realidad - la materia, la vida, la cognición sensible, la conciencia, la razón, el espíritu - y sobre nuestro propio lugar y significado en ella.
Abramos el tema partiendo de una cuestión particular pero muy importante que inquieta actualmente a la ciencia y que ha ocupado desde siempre a la filosofía: la posibilidad de unificación del conocimiento humano.
Luis Razeto