UNA CIVILIZACIÓN, COMO UN ÁRBOL, SALE DE LA SOLA POTENCIA DE LA SIMIENTE
Habiendo comprendido que una civilización, como un árbol, sale de la sola potencia de la simiente, que es una, a pesar que se diversifique y se distribuya y se exprese en órganos diversos, raíces, tronco, ramas, hojas, flores y frutos, o sea el poder de la semilla una vez expresada. Habiendo comprendido que una civilización una vez lograda se remonta sin hitos hasta su origen, mostrando a los lógicos la pista del retroceso; pero sin que puedan descender porque no tienen contacto con el conductor.
Habiendo escuchado a los hombres disputar sin que ninguno predominara verdaderamente (...). Habiendo en mi juventud (cuando se resistían a los argumentos con los que buscaba, no edificar, sino vestir mi pensamiento) abandonado la lucha vencido por el lenguaje eficaz de un abogado mejor que yo, pero sin renunciar jamás a mi permanencia, sabiendo que si me demostraba algo era simplemente porque yo me expresaba mal, y empleando después argumentos más fuertes ya que si hay en ti caución verdadera, brotan indefinidamente como de una fuente. Habiendo alguna vez renunciado a entender el sentido incoherente de las palabras confusas de los hombres; me pareció más fecundo que simplemente trataran de escucharme, prefiriendo simplemente dejarme expandir como el árbol a partir de la simiente hasta el acabamiento de las raíces, del tronco, de las ramas, pues entonces no hay lugar a discusión, ya que el árbol existe.
(De la Nota 111)