SÓLO SON GRANDES LAS ALMAS QUE FUERON FUNDADAS Y FORJADAS
Y sin embargo, cuánto amé la libertad que volvió sonoro mi corazón, y cómo hubiera derramado mi sangre para conquistarla; y cuán luminosa observé la mirada de los hombres que luchaban por esta conquista (como, por otra parte, he visto a siniestros y bestiales como un ganado, y a vulgares de corazón en su relación con las provisiones a aquéllos a los cuales se suspendía la ración en el establo, y que, con el hocico alzado se transformaban en puercos alrededor del comedero).
Como también vi a la llama de la libertad hacer resplandecer a los hombres, y a la tiranía embrutecerlos.
Y como no corresponde a mi diligencia abandonar nada que me pertenezca y como desprecio los bazares de ideas, sabiendo que si las palabras no informan de la vida, son las palabras las que se debe cambiar, y que si te equivocas, bloqueado por una contradicción sin salida, es la frase lo que se debe romper, y que precisas descubrir la montaña desde donde la llanura se mostrará clara.
Descubriendo aquí a la vez que sólo son grandes las almas que fueron fundadas y forjadas, y construidas como fortalezas por la sujeción y por el culto y por el ceremonial, que es a la vez tradición y plegaria y obligación no discutida.
Y que únicamente les pertenecen las almas orgullosas que no aceptan
doblegarse, que mantienen a los hombres derechos en los suplicios, libres de sí y de abjurar, por lo tanto independientes para escoger y decidir y desposar a aquélla que aman contra el rumor de la multitud o la pérdida del favor del rey.
(De la Nota 99)