DESEO VERTE FUNDAR Y DIRIGIRTE HACIA ALGO
Su danza fue admirable, lo que no me sorprendía puesto que alguien la habitaba.
¿Has considerado el río desde lo alto de las montañas? Encontró aquí una roca, y no pudiendo herirla desposó sus contornos. Viró más allá para aprovechar una pendiente favorable. En esta llanura se contuvo en sinuosidades a causa del reposo de las fuerzas que lo atraían hacia el mar. Más lejos, se durmió en un lago. Después, empujó esta rama blanca hacia adelante, rectilínea, para depositarla sobre la llanura, como un guante.
Así, me gusta que la bailarina encuentre líneas de fuerza. Que su gesto se frene aquí y se desligue allá. Que su sonrisa que hace un momento era fácil se esfuerce por durar como una llama en un gran viento, que ahora se deslice con facilidad como sobre una invisible pendiente, pero que luego se haga más lenta, porque los pasos le son difíciles como si tratara de escalar algo. Me gusta que ella rebote en algo. O triunfe. O muera. Me gusta que esté en un paisaje construido contra ella, y que tenga pensamientos permitidos y que otros le estén prohibidos. Miradas posibles, e imposibles. Resistencias, adhesiones y rechazos.
No me agrada que como una helada, sea semejante en todas las direcciones. Antes bien, estructura dirigida como el árbol viviente que no es libre de crecer, sino que se va diversificando según el humor de cada semilla.
Porque la danza es destino y marcha a través de la vida. Pero deseo verte fundar y dirigirte hacia algo, para conmoverme por tus pasos. Pues danzas cuando quieres franquear el torrente y el torrente se opone a tu marcha. Pues bailas cuando quieres correr al amor y el rival se opone a tu marcha. Y hay danza de espadas si quieres matar. Y hay danza del velero bajo su pabellón, si precisa gastarse para ganar el puerto hacia el que se dirige, y escoger en el viento invisible rodeos.
Precisas del enemigo para danzar; pero ¿qué enemigo te honrará con la danza de su espada si nadie habita en ti?
(De la Nota 70)