EL IMPERIO ESTÁ CONSTRUIDO CON TUS DONES
No confundas el amor con el delirio de la posesión, que aporta los peores sufrimientos. Porque, por el contrario, según la opinión común, el amor no hace sufrir. Pero el instinto de propiedad hace sufrir, lo que es contrario al amor. Pues si amo a Dios me iré por los caminos cojeando duramente para llevarlo a los otros hombres. Y no reduzco mi Dios a la esclavitud. Y me nutro con lo que da a los otros. Y sé reconocer al que ama verdaderamente en que no puede ser lesionado.
Se puede hablar de la ingratitud de tal o cual, pero ¿quién te hablaría de la ingratitud del imperio? El imperio está construido con tus dones; ¿y que aritmética sórdida introduces si te preocupas de un homenaje rendido por él? El que ha dado su vida por el templo y qué se ha mudado en templo, ése amaba verdaderamente, pero ¿en qué forma se podría sentir lesionado por el templo? El amor verdadero comienza cuando no espera nada en retorno. Y si el ejercicio de la plegaria es tan importante para enseñar al hombre el amor de los hombres, es, en primer lugar, porque no recibe respuesta.
Vuestro amor es a base de odio porque os detenéis en la mujer o en el hombre, de los cuales hacéis vuestras provisiones, y comenzáis a odiar semejantes a perros cuando saltan alrededor de la escudilla y alguno mira vuestra comida. Llamáis amor al egoísmo de la comida. Apenas se os ha concedido el amor, cuando lo mismo que con vuestras falsas amistades hacéis una servidumbre y una esclavitud de ese don libre y comenzáis desde el minuto en que os aman a descubriros lesionados. Y a infligir, para servir mejor, el espectáculo de vuestro sufrimiento. Y, por cierto, sufrís. Y este sufrimiento mismo me desagrada. ¿Y qué podría admirar en él?
(De la Nota 55)