LA IDEA DE DIOS Y EL CONCEPTO DEL HOMBRE - Luis Razeto

LA IDEA DE DIOS Y EL CONCEPTO DEL HOMBRE

 

Lo que pensemos sobre el hombre y sus potencialidades y limitaciones depende esencialmente de lo que creamos sobre Dios.

Quien no cree que Dios existe, difícilmente pensará que el hombre tiene un alma espiritual; y si no tiene un alma, su conciencia y su libertad quedan en entredicho. Pues el ateísmo se asocia directamente a la creencia en que todo lo que existe está constituido de materia y energía material, sujeto a dinámicas de causalidad (leyes físicas) y de casualidad (azar) . Si se es consecuente con esta creencia, se restringe también el significado y el alcance que pueden atribuirse a la conciencia, al conocimiento y a la libertad.

Pero la concepción sobre el hombre no depende solamente de creer o no creer en Dios, sino también esencialmente de cuál sea la imagen e idea de Dios que se tenga.

Es muy distinto pensar en un Dios que planifica, diseña y programa con pleno conocimiento y detalle el Universo y todo lo que existe, que pensar en un Dios que libera energías creativas y autónomas, dejando la Creación abierta a múltiples desarrollos posibles, imprevisibles e inciertos, con amplias posibilidades para el hombre, la sociedad y la historia

Tiene consecuencias muy diferentes para los seres humanos si se trata de un Dios justiciero, legislador, vigilante y severo, que quiere que los hombres y mujeres sea sumisos y obedientes y los premia y castiga conforme al cumplimiento de sus mandatos; o de un Dios que es Padre misericordioso que valora por sobre todo la libertad de sus hijos y el amor entre los hermanos.

Entre tantas imágenes e ideas de Dios que nos hemos formado los humanos ¿cómo saber cuál pueda ser la más próxima a la realidad de Dios?

Leemos en la Biblia que Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza; hombre y mujer lo creó. Esa afirmación no apunta a revelar cómo es Dios, sino a poner de manifieto cuán grande son, y cuánto pueden llegar a ser, el hombre y la mujer.

Según esa idea bíblica, la grandeza del ser humano imagen y semejante a Dios, se manifiesta y descubre observando a los mejores hombres y mujeres: los más creativos, inteligentes, amorosos, bellos, libres, virtuosos, sabios, perfectibles.

A partir de aquella afirmación bíblica podemos colegir también algo sobre cómo es Dios, a quien no podemos conocer directamente. Y, en efecto, por aquello de la semejanza podemos crearnos una imagen e idea de Dios, aunque con el riesgo del antropomorfismo, que habrá de superarse.

Con todo, de la afirmación bíblica se desprende un criterio: la imagen e idea más próxima a la verdad de Dios sólo puede ser la mejor, la más bella, la más racional, la más atrayente, la más sublime que seamos capaces de imaginar y de concebir, a partir de lo mejor que podamos encontrar en los seres humanos, hombres y mujeres, a lo largo de la historia y en todo el mundo.

Será aquella imagen e idea de Dios que nos lleve a amarlo sobre todas las cosas y sobre todas las personas; pues si es inferior a uno mismo, y a la mejor persona, y a lo que más amamos en el mundo, no puede ser una buena, verdadera y hermosa imagen e idea de Dios. Sería un Dios inferior a nosotros mismos y a la Creación. Una imagen e idea de Dios que no nos mueva a adorarlo, es una pobre y falsa imagen e idea de Dios.

Ahora bien, ¿cuál, entre las ideas de Dios, es la más bella, la más sublime, la más adorable que ha sido concebida?

Me parece que cumple todos los requisitos aquella que dice “Dios es Amor”. Pues nada existe más amable, más deseable, más adorable, que el Amor, que es anhelo y voluntad de unión entre amante y amado.

Diría que el hombre puede amar por sobre todo otro ser, solamente a un Dios que acepta y desea que se una a él; y que Él mismo desea y ama tan plena e infinitamente unirse al hombre, que se encarna y hace hombre, abriendo de ese modo la posibilidad de que los hombres lo conozcan y lo amen, superando la infinita distancia que inevitablemente existe entre el Creador y la Creación.

Sublime idea de Dios y grandiosa idea del hombre, las que ofrece el Cristianismo, que en la persona de Dios hecho hombre, recupera y reconduce a la unidad con Dios, no solamente al ser humano sino a la Creación entera.


Luis Razeto

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