LA DECADENCIA DE LA VIRTUD SE DEBE AL FIN DE LA CIVILIZACIÓN
Y decía a Dios: —¿No puedes enseñarme una verdad que domine sus verdades particulares y las acoja en su seno? Porque si de esas hierbas que se entredevoran hago un árbol que anime un alma única, entonces esta rama se agrandará con la prosperidad de la otra rama, y todo el árbol será colaboración maravillosa y expansión en el sol.
¿Tendré el corazón estrecho para contenerlos?
Ocurría también que se ridiculizaba a los virtuosos y triunfaban los mercaderes.
Se vendía. Se alquilaba a las vírgenes. Se pillaban las provisiones de cebada que habían reservado con vistas a las hambres. Se asesinaba. Pero no era yo tan cándido como para creer que el fin del imperio se debía a esta decadencia de la virtud, pues sabía bien que esta caída de la virtud se debía al fin del imperio.
—Señor -decía-, dame esa imagen en la que se transmutarán en sus corazones. Y todos, a través de cada uno, crecerán en poder. Y la virtud será signo de lo que son.
(De la Nota 13)