Capítulo 10. EL CAMINO DE LOS PUEBLOS ANTIGUOS

Capítulo 10.

EL CAMINO DE LOS PUEBLOS ANTIGUOS

 

     Los pueblos aborígenes tras la recuperación de su identidad.

    En diversos países de América Latina existen otros grupos humanos que avanzan también en la dirección de la economía de solidaridad. Los encontramos entre los pueblos originarios del continente, en las diversas comunidades indígenas que buscan rescatar sus propias culturas ancestrales y reconstituir sus tradicionales modos de vida.

     Los grupos indígenas constituyen en América Latina una proporción significativa de la población. No se trata de un solo pueblo de características étnicas y culturales homogéneas, sino de un archipiélago de pueblos y comunidades que tienen cada uno su propia lengua, historia, cultura, religión y modos de vida. Ninguno de ellos conserva intactas sus tradiciones, que sufrieron el impacto en muchos casos devastador de la conquista y colonización y experimentaron sucesivamente los efectos desarticuladores de la subordinación a los Estados nacionales, de su contacto con la industrialización y de su interacción con los mercados modernos. Pero permanecen latentes y vigentes en ellos los valores estructurantes de sus culturas tradicionales.

     En los últimos años los pueblos indígenas han visto acentuarse su marginación económica, social y cultural, como consecuencia de la reestructuración de las economías nacionales en el marco de los procesos de modernización y de los concomitantes esfuerzos tendientes a reinsertar las economías latinoamericanas en los mercados mundiales. Esta vivencia de la marginación está despertando en muchos de ellos cierta tendencia a revalorizar sus modos tradicionales de hacer economía, sea por reacción contra un modelo económico que los excluye o por la simple necesidad de subsistir en un contexto adverso. Es también la forma en que los mismos pueblos indígenas, o sectores dentro de ellos, reafirman su identidad ante la amenaza que les plantea la homogenización cultural inducida por los medios de comunicación social. Esas culturas seculares, no obstante su progresiva desarticulación, conservan aún la vitalidad suficiente para proporcionar identidad social a esas comunidades y pueblos empobrecidos, que encuentran en ella también las motivaciones y fuerzas necesarias para luchar por su sobrevivencia.

     El esfuerzo por recuperar sus valores e identidad cultural se vincula estrechamente a la revalorización de formas de trabajo, tecnología, organización, distribución y reproducción económica que objetivan aquella cultura. Formas económicas que se distinguen por consistentes elementos comunitarios y de integración solidaria. La consideración de ellos nos permitirá comprender mejor cómo los mencionados procesos de recuperación de identidad cultural y económica implican un camino de acceso directo a la economía de solidaridad y trabajo.

     Las economías indígenas tradicionales como formas de economía solidaria.

      Las economías de los pueblos originarios de América Latina se caracterizaban por tener como sujeto principal a la comunidad, integrada en base a formas de propiedad comunitaria, al trabajo colectivo y a relaciones de reciprocidad y cooperación. Esto puede apreciarse especialmente en la concepción de la producción y el trabajo de los pueblos andinos, para quienes el mundo no es un conjunto de materiales disponibles separados de los cuales se apropie el individuo y en los cuales despliegue sus capacidades transformadoras, sino un todo vivo, un mundo-animal que le exige respeto y cariño.

     La importancia de la comunidad y la peculiar relación con la tierra propias de las culturas indígenas impide el establecimiento de formas de propiedad privada individual del principal de los medios de producción. El sentido mismo que entre ellos adquiere el concepto de "propiedad" es muy distinto al que deriva del derecho romano y que se ha difundido en nuestra civilización moderna: para ellos la tierra es madre proveedora y no solamente un factor de producción. Los animales, los árboles, los cultivos, son elementos integrantes de la comunidad y con ellos se establecen vínculos de intercambio vital que impiden su explotación con fines de enriquecimiento personal.

     Producir es cultivar la vida del mundo, en la chacra, el ganado, la casa. La tierra, llamada Pachamama, es la madre universal de la vida y es su madre; sus frutos son vivos y son fuente de vida. El trabajo es más que una simple actividad productiva: es un culto religioso a la vida. La economía andina se desarrolla en su propio medio, el ayllu, que es un medio social y cultural, natural y religioso. Es su comunidad junto a todo su cosmos, e incluye la comunidad humana, la comunidad de huacas o deidades y la comunidad de la sallqa o naturaleza. En la cosmovisión andina la comunidad humana "hace chacra" a partir de la comunidad de la naturaleza bajo la tutela de la comunidad de huacas. Se trata de un encuentro y de un diálogo de intercambio y reciprocidad.

     "Saber cultivar la vida" sería la definición andina de su propia tecnología. La producción no es transformación y dominio del mundo, sino "crianza de la vida".

     Los elementos de la naturaleza y de la comunidad humana tienen todos su lado interior, su vida secreta, su propia personalidad capaz de comunicarse con el hombre a condición de que sepa tratarlas con sensibilidad, de que sepa respetarlas y recompensarlas adecuadamente. La producción debe contemplar el "pago de la tierra" según el principio de reciprocidad. Conscientes de la vida interior del mundo, los pueblos andinos acompañan todas sus actividades económicas con rituales de producción, sea para estimular simbólicamente el desarrollo de la vida criada, sea para agradecer y vitalizar a su vez el mundo. El trabajo y la producción son, a la vez, actividad práctica y culto sagrado. "La tierra no da así no más", es un dicho andino muy común. Llaman la atención las continuas expresiones cariñosas que utilizan en su trabajo. El indígena trabaja con el corazón y con cariño, siendo más una actividad espiritual que corporal, o mejor, ambas cosas simultáneamente.

     ¿Cómo funciona esta tecnología simbólica? Según Van Kessel, "es una tecnología que comprende un gran caudal de conocimientos y habilidades empíricas. Conocimientos de la agro-astronomía y del medio natural: la inmensa diversidad de tierras y aguas, la lectura sofisticada de indicadores climáticos, el comportamiento de plantas, animales y aguas, la bondad de materiales constructivos y abonos. También habilidades en el uso productivo de estos elementos: en agricultura y ganadería, medicina humana y veterinaria, protección contra pestes y enfermedades, heladas y granizadas, sequías e inundaciones. La tecnología andina comprende una riqueza empírica insospechable de conocimiento y habilidades que investigadores y planificadores del desarrollo, encerrados en su etnocentrismo occidental, colonizador, no han podido apreciar jamás."(1) El hombre andino -dice el autor- es un gran observador de la naturaleza y de las personas; desarrolla una acuciosa observación de los fenómenos naturales, pero no en una actitud fría e impersonal, sino en una relación cargada de afectividad y dedicación orientada a sentir la vida íntima de las cosas para entender su lenguaje secreto y sintonizarse delicadamente con ellas. Observa también la conducta y la acción, la fuerza y la debilidad de los hermanos, sus exigencias y sus motivos, su carácter y sus alianzas.

     De los fenómenos y personas que observa efectúa una lectura mitológica que despliega comunitariamente. Todos los comuneros observan las señales y hacen la lectura de los indicadores, comentándolos entre ellos. La lectura es colectiva, descentralizada, igual que la interpretación. Esta sucede en un ambiente religioso y en ceremonias rituales colectivas, buscando siempre prever el futuro para protegerse y prepararse para el trabajo y la lucha por la vida, que es extraordinariamente dura en las condiciones geográficas en que se desenvuelve. El proceso de aprendizaje y trasmisión de conocimientos a las generaciones jóvenes es una iniciación en la vida profunda y secreta de la comunidad. La instrucción tecnológica es educación ética y formación religiosa. Los comuneros valorizan la tradición, y sus conversaciones versan sobre el pasado remoto o se vuelcan al recuerdo de hechos anecdóticos. Los hechos y experiencias del pasado tienen realidad y consistencia, mientras el futuro es desconocido pero se busca predecirlo y controlarlo a través de actos rituales y de trabajos preventivos.

     Este conjunto de características de la tecnología andina incide en un alto grado de adecuación de la comunidad y su producción al medio ecológico que habita. Ella busca un equilibrio móvil y duradero entre el hombre y su medio, orientado a garantizar el bienestar de la comunidad. La tecnología simbólica constituye una actitud mental y ética del campesino que maneja sus técnicas de producción y que al mismo tiempo rinde culto tanto a la naturaleza como a la comunidad de deidades.

     Van Kessel destaca diez aspectos a través de los cuales este modo de organizar la producción tiende a garantizar su eficiencia. Ellos son:

     1. Las ceremonias y símbolos tienen efecto en cuanto constituyen un estímulo psicológico, que genera autoconfianza y optimismo en una comunidad cuya existencia es dura y azarosa, expuesta a las inclemencias y riesgos de la ecología andina.

     2) El trabajo y la tecnología son concientizadores, en cuanto llevan a las comunidades a adquirir conciencia de su identidad cultural e histórica, fundamental para incentivar las iniciativas y fuerzas colectivas.

     3) Los ritos y símbolos operan como contralor social de los experimentos técnicos, indispensables para el desarrollo tecnológico y el perfeccionamiento de la producción, pero que inevitablemente implican riesgos que es preciso mitigar.

     4) Es una tecnología integradora de valores, que garantiza una visión integral de la existencia humana y estimula la conciencia de la unidad jerarquizada de los valores espirituales, sociales y corporales.

     5) El rito religioso provee a la comunidad de una metodología ordenada y eficaz de observación y análisis de la realidad, refinada y penetrante.

     6) La ritualidad de la producción los protege del materialismo, el consumismo y el tecnicismo. No cabe para el andino una racionalidad económica autónoma, descontrolada, liberada de normas éticas y religiosas.

     7) Garantiza la acumulación y reproducción del "saber hacer", que se tramite oralmente. El ritual de producción representa el principal sistema mnemotécnico. La codificación de la tecnología en formas rituales y símbolos religiosos es tal vez menos exacta y está expuesta al olvido y la pérdida de información, pero es altamente flexible y reajustable al desarrollo local basado en el microclima.

     8) Los rituales de producción estimulan la responsabilidad de los comuneros, porque interiorizan y activan compromisos sociales y personales. Al mismo tiempo, estimulan el esfuerzo personal y el perfeccionamiento, pues destacan y premian simbólicamente los resultados exitosos logrados por las personas, familias y comunidades.

     9) La tecnología andina es propiedad comunitaria; sus formas rituales garantizan el acceso pleno de todos los miembros de la comunidad.

     10) Es una economía y tecnología que garantiza los equilibrios ecológicos.

     En la distribución de los productos económicos entre los distintos miembros de la comunidad y entre las distintas familias y comunidades que conforman un pueblo económicamente integrado, no predominan las relaciones comerciales sino relaciones de intercambio recíproco que buscan una equilibrada satisfacción de las necesidades fundamentales de todos, reconocidos como igualmente necesarios para la vida, conservación y reproducción de la comunidad en el tiempo. Mediante flujos de reciprocidad regulados por la tradición y las costumbres la comunidad busca asegurar el aporte de cada uno conforme a sus capacidades y la compensación de sus esfuerzos según sus necesidades.

     Diferentes sistemas cultuales y festivos introducen elementos de emulación y competencia: en ellos se celebran las personas, actividades y resultados de mayor eficiencia, aumentando el prestigio social de los más capaces y esforzados. Pero también se los compromete y hace responsables de proveer recursos necesarios para la convivencia y el progreso de la comunidad. Se establecen de este modo mecanismos de redistribución periódica de la riqueza, que impiden un excesivo distanciamiento entre personas y familias provistas de diferentes capacidades y grados de riqueza.

     ¿Tiene sentido hoy un proceso de recuperación de formas económicas tradicionales?

     Todos estos elementos y características definen un modo de hacer economía eminentemente solidario, que perduró por siglos hasta que el contacto con las economías mercantilistas modernas significó su desarticulación y parcial abandono. Ante los actuales incipientes esfuerzos tendientes a recuperar sus contenidos y formas tradicionales, cabe plantearse unas interrogantes cruciales. Si este es un modo eficiente de organización económica ¿por qué no ha demostrado históricamente una adecuada capacidad de sostenimiento en la época moderna y una real capacidad de asegurar a esas comunidades que la han practicado, niveles satisfactorios de progreso y mejoramiento de sus condiciones de vida? Esos procesos tendientes a su recuperación ¿no implicarán el retorno a un pasado de pobreza y estancamiento?

     En relación a estas preguntas, sin duda pertinentes, caben algunas consideraciones importantes. Una primera observación debe llevarnos a reconocer que la gran mayoría de las comunidades y pueblos indígenas de la región viven actualmente en muy precarias condiciones de vida y en niveles de desarrollo notablemente insuficientes. Ahora bien, este hecho innegable no puede ser atribuido a la parcial pervivencia de las formas comunitarias tradicionales de hacer economía, porque existe abundante evidencia que permite afirmar que estos pueblos experimentaron un proceso de pauperización después del advenimiento de las formas modernas de producción y mercado que impactaron esas economías tradicionales con efectos desarticuladores. 

     El nivel y calidad de vida, evaluado no en términos de posesión de dinero y productos típicamente modernos (que sería obviamente un modo incorrecto de comparar) sino conforme a parámetros de satisfacción personal y social de necesidades, de autonomía y control de las propias condiciones de vida, de integración social, eran sin duda superiores para esos pueblos cuando sus formas económicas distintivas se desplegaban coherentemente y sin las mencionadas interferencias de la modernidad.

     El subdesarrollo y pobreza en que viven actualmente los pueblos indígenas es en gran parte atribuible al hecho que las formas económicas capitalistas los llevaron a una integración apenas parcial y subordinada en los mercados modernos, al mismo tiempo que a la desarticulación de sus formas tradicionales, con el resultado de que no han llegado a contar con los beneficios y oportunidades de aquellas ni de éstas.

     Cabe también observar que esas economías tradicionales no eran estáticas y tenían capacidades de crecimiento y evolución progresiva. Dicha evolución se interrumpió bruscamente con la conquista y colonización europea, que junto al derrumbe demográfico de esos pueblos significó el quiebre de sus estructuras económicas y políticas. Aunque ya no es posible conocer el potencial de desarrollo endógeno de aquellas culturas y formas económicas, es obvio que en los varios siglos que han transcurrido desde entonces hubieran podido desplegar procesos de expansión, diversificación y perfeccionamiento que los hubieran llevado a alcanzar niveles y calidad de vida muy superiores a los que actualmente tienen los grupos étnicos descendientes de aquellas sociedades.

     Pero como este potencial desarrollo no fue realizado, la pura recuperación de los contenidos y formas tradicionales de aquellas economías podría implicar un retorno al pasado que implique un retroceso histórico. Podría suceder algo así en el caso que dichos procesos de recuperación de identidad se efectuaran negando y contraponiéndose radicalmente a la modernidad, o si fueran entendidos como la simple reactivación de prácticas, costumbres, creencias, rituales y formas de producción ancestrales, en un vano esfuerzo por revivir lo que ya ha dejado de ser.

     Pero hay otros modos de desplegar el proceso, en un sentido realista y con proyección de futuro. Se trataría, en lo fundamental, de revalorizar y dar nueva vida a las formas de organización y a los contenidos sustanciales de aquellas economías, que dan un sentido particularmente humano y comunitario al trabajo, la tecnología, la propiedad y la distribución. Tales son precisamente los aspectos que hacen de las economías originales de los pueblos indígenas expresiones cabales de economía de solidaridad y trabajo.

     Es en éste sentido que nos referimos al camino de los pueblos antiguos hacia la economía de solidaridad y trabajo. En el encuentro de esos pueblos con los otros grupos humanos que convergen hacia ésta por sus propios caminos, será posible que se enriquezcan con el contacto e intercambio que establezcan con experiencias y concepciones que recogen y elaboran las nuevas expresiones de una economía alternativa y de una civilización superior incipiente.

     Como una forma de ilustrar por qué pensamos que es posible que la recuperación de concepciones y valores antiguos entronque y armonice con las más elevadas expresiones de la cultura contemporánea que se ponen a la vanguardia de la construcción del futuro, transcribimos algunas lúcidas expresiones de Fritjof Capra que nos hablan de los problemas contemporáneos y de los más recientes desarrollos de las ciencias físicas.

     Sostiene este autor que estamos en presencia de "una impactante disparidad entre el desarrollo del poder intelectual, el conocimiento científico y la destreza tecnológica, por un lado, y la sabiduría, la espiritualidad y la ética, por el otro.(...) El progreso humano ha sido un asunto puramente racional e intelectual, y esta evolución unilateral ha llegado ahora a un grado sobremanera alarmante; una situación tan paradojal que linda en la insanía. (...)Aún sin la amenaza de una catástrofe nuclear, el ecosistema global y la evolución ulterior de la vida en la tierra están seriamente en peligro y pueden desembocar en un desastre ecológico en gran escala. Nuestra prodigiosa tecnología no parece servir de ayuda alguna. (...)No obstante, creo que somos ahora testigos del inicio de un tremendo movimiento evolucionario. (...)La creciente preocupación por la ecología, el fuerte interés por el misticismo, el redescubrimiento del tratamiento holístico de la salud y el curar, y la creciente conciencia feminista, son todas manifestaciones de la misma tendencia evolucionaria".

     "Sostendré -continúa Capra- que los físicos pueden efectuar una valiosa contribución para superar el desequilibrio cultural imperante. (...)En el siglo XX la física atravesó por varias revoluciones conceptuales que revelaron claramente las limitaciones de la concepción mecánica del mundo y condujeron a una visión orgánica y ecológica del globo que muestra grandes similitudes con las visiones de los místicos de todas las eras y tradiciones. El universo ya no es más visto como una máquina hecha a partir de una multitud de objetos separados, sino que aparece como un todo armonioso e indivisible; una red de relaciones dinámicas que incluyen al observador humano y su conciencia de modo esencial. El hecho de que la física moderna, manifestación de una especialización extrema de la mente racional, esté ahora haciendo contacto con el misticismo, esencia de la religión y manifestación de una especialización extrema de la mente intuitiva, denota muy hermosamente la unidad y la naturaleza complementaria de las modalidades racional e intuitiva de la conciencia. Los físicos, por tanto, pueden proporcionar una base científica para el cambio de actitudes y valores que nuestra cultura precisa tan urgentemente a fin de sobrevivir. La física moderna puede mostrarle a las demás ciencias que el pensamiento científico no debe ser necesariamente reduccionista y mecánico; que las visiones holísticas y ecológicas también son científicamente ciertas".(2)

     Este nuevo paradigma teórico de la física está llamado a impactar profundamente a la ciencia en todos sus campos y disciplinas, e indudablemente comienza a manifestar sus potencialidades en el ámbito tecnológico. Y es interesante observar que las nuevas perspectivas que se abren mediante los más avanzados desarrollos científicos se orientan en un sentido de reencuentro, si no con las formas y contenidos particulares de las tecnologías tradicionales, sí con sus rasgos y características esenciales, tal como las hemos podido apreciar en las tecnologías andinas. La revalorización del hombre y de la subjetividad, la preocupación ecológica, la toma de conciencia de las interconexiones que ligan las dinámicas de los distintos espacios-tiempos de la economía, la política, la cultura y la espiritualidad, son procesos que apuntan hacia nuevos conceptos y formas de la economía y el desarrollo, tal como los hemos ido delineando a lo largo de nuestra exploración de los caminos de la economía de solidaridad.

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(1) J. van Kessel y D. Condori Cruz, Criar la Vida. Trabajo y tecnología en el mundo andino, Ediciones VIVARIUM, 1992.

(2) F. Capra, Física Budista, cit. págs. 106-8.

 

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