ESTACIÓN SESENTA Y UNO - MUJERES ARTESANAS DE UNA ORGANIZACIÓN ECONÓMICA POPULAR

ESTACIÓN SESENTA Y UNO

MUJERES ARTESANAS DE UNA ORGANIZACIÓN ECONÓMICA POPULAR


A medida que ascendíamos y que la cumbre de la montaña apreciábamos cercana, el deseo de alcanzarla me incitaba a apurar el tranco, tanto que en ocasiones incluso sobrepasé a mi guía.

Era algo dentro de mí lo que me impulsaba, como cuando uno siente que está cerca de alcanzar un objetivo intensamente deseado.

De pronto sentí que el monte se estremecía, y comenzaron a pasar a nuestro lado pequeñas piedras que rodaban cuesta abajo. Sentí como un escalofrío, y yo mismo comencé a temblar.

El movimiento de la tierra no era tan fuerte como los terremotos que cada cinco o seis años se producen en mi país; pero en vez de detenerse a los pocos minutos como ocurre con los temblores de tierra, el estremecimiento que ahora notábamos era persistente y no daba señales de parar.

Mi Maestro me tranquilizó asegurando que nada que ocurriera en nuestro viaje podría dañarme, porque todo aprendizaje es útil. “Sólo debemos asegurarnos de no perder el rumbo”, afirmó.

Entonces comenzaron a adelantarnos numerosas sombras, que no nos prestaban atención porque subían apuradas. Mi Maestro logro atraer por un momento la atención de una de ellas. Le preguntó:

¿Es este el camino que lleva a la próxima explanada?”

Sí, señor. Este es uno de ellos. ¿Acaso no sabe que son diez los caminos por los que se accede a la gran explanada?”, respondió la sombra sin detenerse.

 

Mujeres artesanas caminando

 

Asegurados por esa respuesta continuamos el ascenso, mientras a nuestro lado continuaban superándonos multitudes presurosas. Yo iba lo más rápido que me permitían mis piernas, pero no podía igualar la velocidad que mantenían los espíritus desencarnados.

Mi curiosidad era tanta que no pude dejar de inquirir a mi Maestro si sabía de qué se trataba todo aquello.

Yo también quiero saber”, me respondió, y sin decir nada más, trepó con notable agilidad hasta la punta de un álamo, desde donde extendió la mirada en todas las direcciones. Al bajar me explicó:

Ahora entiendo lo que sucede. El temblor de tierra es producido por muchedumbres que, a paso raudo y firme, van subiendo la montaña. Tal como dijo la sombra aquella, conté diez caminos que conducen a la próxima explanada.

Y ocurre que son tan numerosos los que avanzan por ellos, que la multitud de sus pasos hacen temblar el monte, haciendo que se desprendan piedrecillas que caen como por efecto de la gravedad.

Saber esto acrecienta mi deseo de llegar luego a esa undécima explanada, no sea que nos perdamos algo importante que allí suceda. Te ruego, pues, que apures el paso lo más que puedas”.

Así lo hice, acuciado yo también por la curiosidad. Mientras subíamos logré detener un momento a un grupo de mujeres que cargaban cartones, telas, lanas, hilos e instrumentos diversos, por lo que su paso no era tan rápido como otros que iban más livianos.

 

artesanas textiles

 

Les pregunté cuando pasaron a mi lado: – ¿Por qué todas corren? ¿Es que escapan de algo que las amenaza, o es que ansían llegar pronto a donde van?

Las dos cosas que dices. ¿Acaso no sabes que una pandemia de coronavirus azotó al mundo y que hay una gran depresión económica en casi todos los países? Han quebrado infinidad de empresas grandes, medianas y pequeñas.

Muchos gobiernos malgastaron los recursos del Estado, se endeudaron más de lo que podían pagar y cayeron en incumplimientos, por lo que han tenido que achicarse y ya no están en condiciones de asegurar a la gente un mínimo de bienestar social. De aquello escapamos.

Y vamos en busca de nuevas formas de trabajo productivo, de distribución de la riqueza, y de consumo y desarrollo. Corremos hacia la economía solidaria, que es una nueva y mejor forma de hacer economía”.

Las mujeres continuaron corriendo y ya no pude seguirles el paso. Emocionado por la información que me dio la mujer me volví a mi guía que había quedado algo rezagado y le dije:

Maestro, corramos también nosotros, no sea que cierren la explanada antes de que lleguemos.

Corramos, sí – me respondió –; pero no temas que cierren la explanada, pues es la más abierta de todas las que hemos conocido, y no es uno, sino diez los caminos que conducen a ella”.

Así, corriendo, no tardamos en entrar a un inmenso territorio que se iba llenando de sombras vivientes que llegaban por tantos caminos convergentes.

Lo que allí vimos fue una extraordinaria cantidad y variedad de iniciativas, organizaciones y experiencias diversas, de distintas dimensiones, desde unas pequeñitas de tres a diez personas, hasta algunas que incluían decenas de miles de participantes.

 

Peregrinación 54.jpg

 

Algunas estaban consolidadas y tenían muchos años de desarrollo, mientras otras estaban recién comenzando a formarse.

Los rubros de actividad eran tan variados como las necesidades humanas. Encontramos unidades de producción de alimentos, de confección de vestuario, de construcción de viviendas, de servicios de salud y previsión social, de educación y enseñanza presencial y a distancia, de prensa y comunicaciones, de transporte de personas y de mercaderías.

Iniciativas de innovación tecnológica, de recuperación y reciclaje de recursos; ferias y mercados libres, artesanías y manufacturas; también entidades de ahorro y crédito, de financiación de proyectos, de monedas complementarias y de trueque.

Grupos musicales, de teatro y de artistas; redes de intercambio de saberes; almacenes y centros de distribución de mercaderías diversas; organizaciones comunitarias de atención psicológica, de rehabilitación de drogadictos y alcohólicos, de cuidado de ancianos.

Organizaciones de consumidores para comprar juntos y abastecerse de los más variados productos y recursos; servicios informáticos, entidades de contaduría y auditoría, certificadoras de calidad y certificadoras de calidez, y muchas otras.

Todas las necesidades, aspiraciones y deseos de las personas y comunidades, encontraban allí algún tipo de organización orientada a satisfacerlas.

El ambiente era alegre y vivaz, con notable compañerismo, cooperación y ayuda mutua. Yo estaba tan entusiasmado que me dieron deseos de integrarme a los grupos y participar en sus actividades.

Pero el Maestro me pidió que lo siguiera porque tenía curiosidad de entender si había diferencias entre los grupos que entraban a la explanada por los distintos diez caminos de ascenso.

Fue un recorrido largo pero muy interesante, por lo que conviene que les cuente con algún detalle lo que observamos directamente, y las explicaciones que nos dieron.

 

Luis Razeto

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