ESTACIÓN TREINTA - NIETZSCHE Y EL SUPRAHUMANO

ESTACIÓN TREINTA

NIETZSCHE Y EL SUPRAHUMANO


Yo no me resigno. Yo sostengo que el mal es que el humano se resigne a lo que es” – gritó la llama de fuego de Nietzsche con voz atronadora, iniciando un discurso apasionado que no dio espacio a interrupción alguna, ni siquiera por parte del fuerte espíritu de Dante.

Estoy de acuerdo con mi amigo Schopenhauer. Una característica despreciable de la época moderna es que pretende poseer la cultura y el conocimiento como si pudiera meterla en el bolsillo. Se pretende democratizar los derechos del genio, para eludir el trabajo cultural propio y la miseria cultural propia.

Las escuelas y el periodismo están dominados por dos corrientes aparentemente contrarias, pero de acción igualmente destructiva: por un lado, la tendencia a ampliar y a difundir lo más posible la cultura, y por otro lado, la tendencia a restringir y a debilitar la misma cultura.

Se exige a la cultura que abandone sus pretensiones más altas, más nobles y más sublimes, y que se ponga al servicio del mercado y del Estado. Está mal vista una cultura que produzca solitarios, que coloque sus fines más allá del dinero y de la ganancia, que consuma mucho tiempo.

 

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Se busca apenas una cultura rápida, que capacite a los individuos de prisa para ganar dinero. El periodismo cree que ese objetivo es de su competencia, y lo cumple con arreglo a su naturaleza, o sea – como su nombre lo indica – tratándolo como un trabajo a jornal.

La verdadera cultura comienza sólo en un nivel que está situado mucho más arriba de ese mundo de las necesidades, de la lucha por la existencia, de la miseria. Son muy pocos los que, limitando estoicamente sus necesidades, se elevan a una esfera en la que pueden olvidar su subjetividad, sacudiéndola de encima, para gozar de una juventud eterna en un sistema solar de intereses extraños al tiempo y a su persona.

En cambio las grandes mayorías extienden tanto la acción y las necesidades de su subjetividad, y edifican en proporciones tan asombrosas el mausoleo de dicha subjetividad, que parecen en condiciones de superar en la batalla a su terrible adversario, el tiempo.

El etéreo espacio luminoso de la contemplación no subjetiva, escapa delante de ellos, y, por eso deberán vivir eternamente alejados de la cultura auténtica, desterrados de ella, por mucho que aprendan, viajen y acumulen”.

La llama de Nietzsche pareció tomar aliento pues bajó un instante su intensidad para enseguida expandirse adquiriendo un tamaño y una luminosidad aun mayores. Entonces continuó con voz más tranquila, pero no por eso menos segura:

 

Nietzsche pintura

 

Yo objeto a mi amigo Schopenhauer el pesimismo, que es consecuencia de su falta de sentido histórico y de pensar que la forma más reciente del hombre, tal como se ha producido bajo la influencia de religiones determinadas, y aun de tales o cuales sucesos económicos y políticos, es la definitiva.

Es preciso comprender que el hombre, y su facultad de conocer, son resultado de una evolución. Lo esencial del desenvolvimiento humano ha pasado en tiempos remotos, muy anteriores a estos cuatro mil años que conocemos; en éstos puede ser que el hombre no haya cambiado mucho.

Por esa falta de sentido histórico, mi amigo ve ‘instintos’ en el hombre actual, que supone que son inmutables. Pero todo ha evolucionado; no existen hechos eternos ni verdades absolutas”.

A este punto de su discurso ocurrió una inesperada transformación. La llama de fuego se estiró y enanchó, adquiriendo una forma semejante a la de un gigante humano que abre sus brazos y los eleva al cielo, al tiempo que comienza a predicar como lo haría un profeta antiguo:

Yo os enseño el supra-humano. El hombre es algo que debe ser superado. ¿Qué es el mono para el hombre? Un motivo de risa o una vergüenza dolorosa. Y justo eso es lo que el hombre de hoy será para el supra-humano del futuro: una irrisión o una vergüenza dolorosa.

Habéis recorrido el camino que lleva desde el gusano hasta el hombre, y muchas cosas en vosotros continúan siendo gusano. En otro tiempo fuisteis monos, y también ahora es el hombre más mono que cualquier mono. Y el más sabio de vosotros es tan sólo un ser dividido, híbrido de planta y fantasma.

Pero yo os exhorto, ¡os enseño el supra-humano! El supra-humano es el sentido de la tierra. El hombre es una cuerda tendida entre el animal y el supra-humano, una cuerda sobre un abismo.

La grandeza del hombre está en ser un puente y no una meta: lo que en el hombre se puede amar es que es un tránsito y un ocaso.

 

Leonardo hombre universal

 

Yo amo a quien vive para conocer, y quiere conocer para que alguna vez viva el supra-humano. Yo amo a quien trabaja e inventa para construirle la casa al supra-humano y prepara para él la tierra, el animal y la planta.

Yo amo a quien no reserva para sí ni una gota de espíritu, sino que quiere ser íntegramente el espíritu de su virtud: avanza así en forma de espíritu sobre el puente.

¡Por eso debéis ser luchadores! ¡Por eso debéis ser creadores! Por el saber se purifica el cuerpo; haciendo ensayos, el humano se eleva; al hombre del conocimiento todos los instintos se le santifican; al hombre elevado su alma se le vuelve alegre.

Vosotros los solitarios de hoy, vosotros los apartados, un día debéis ser un pueblo: de vosotros, que os habéis elegido a vosotros mismos, debe surgir un día un pueblo elegido. Y de éste surgirá el supra-humano.

¡En verdad os digo que en un lugar de curación ha de transformarse todavía la tierra! Crear, ésa es la gran redención del sufrimiento, así es como se vuelve ligera la vida.

Mas, para que el creador exista, son necesarias muchas crisis y muchas transformaciones. ¡Sí, muchos amargos morires tiene que haber en vuestra vida, creadores!”.

Y diciendo esto la llama volvió a dividirse en dos y partió volando raudamente dando un círculo por encima del más alto pico de la montaña, para luego bajar en dirección al río desde donde habíamos venido.

Yo debo haber quedado con la boca abierta, pues mi guía me tomó de los hombros y sacudiéndome fuertemente me dijo:

¡Despabílate! Deja el embobamiento en que te han dejado esos dos que, por no creer en Dios, uno reduce el ser humano a un sujeto miserable, y el otro lo levanta y hace ocupar el lugar que sólo corresponde al Creador.”.

Pero lo que dicen, especialmente el último, me hace mucho sentido – repliqué.

Es hermoso, es grande”. Comentó Dante. “Pero ¿cómo saber si es verdad? En todo caso, si el Cielo ha permitido que tengamos este encuentro, es porque forma parte del aprendizaje que necesitas para tu propio bien y el de la humanidad a la que regresarás enriquecido por tan sorprendentes experiencias”.

 

Luis Razeto

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