texto
de Laureano Albán
Si no fuera poeta ¡qué silencio!
Quizá hubiera ganado una medalla
y no tendría
esta torpeza azul entre las manos,
y no caería al amor, transfigurado,
lámpara a lámpara,
cielo que decrece.
Pero me duele el mar y su belleza
talada lentamente por el polvo.
Me pesa el corazón como una llama.
Tropiezo con claridades,
raudos muros de luz, constelaciones
que ha encendido el otoño entre la yerba.
Si no fuera poeta ¡qué silencios!