de Luis Fernández Ardavin
Este dolor de vivir no viviendo
y este sufrir de saber que no vivo,
quieren hacerme querer no queriendo
y desear no escribir lo que escribo...
Este pesar de sentir este peso
que no me pesa, pesándome tanto,
tan pesoroso me tiene y tan preso
que le parezco espantable a mi espanto...
Yo ya no puedo sentir puramente
con el sentir de los sentimentales...
¡Hay tantas momias de amor en mi frente
y tantos muertos espirituales!
Nada quedó de mi eterno universo...
Todo cayó por el tiempo al olvido...
Y este tejer el tejido de verso
es un tejer para ser destejido...
Como la espiga salió de la espiga
(trigo sembró quien coger quiso trigo),
de mendigar tengo el alma mendiga....
¡Mi corazón es zurrón de mendigo!
Como se seca la piel en la mano
de la Hilandera que mueve la rueca,
yo, que empecé la hilazón mas temprano,
siento también mas temprano la seca.
Vi en el calizo terrón de mi tierra
toda la sed de mi raza caliza...
!Y vi que el alma feroz, que me aterra,
como mi raza y mi tierra, es ceniza!...
¡Esta sequía interior y espinosa
que me llegó de mi tierra querida,
por cada herida me daba una rosa,
por cada rosa me daba una herida!
Y hoy como tierra sin flor y sin poma,
rosa que sangra sin sangre ni esencia.,
siento el roer de mi misma carcoma
y que no existo en mi propia existencia.
He de llegar a la hora postrera
como los árboles vicios y huecos,
que nos parecen fragantes por fuera
y están por dentro vacíos y secos...
Y mientras finjo vivir no viviendo,
siempre en mi sombra soñando en la luz,
en el dolor de creer no creyendo,
hago con fe la señal de la cruz.
por el demonio, que, a Dios hace guerra...
Por el Señor; que al demonio esclaviza...
¡Y por la sed de mi raza y mi tierra,
que, como yo, son tan sólo ceniza!...