de Ramón de Campoamor
¡Señor juez, un malvado, un asesino,
un pérfido, un traidor
robó la paz de mi destino...
mi amor!
- ¿Robó decis?,
¿cuál es su crimen?
- Inocente y puro
mi corazón le di
- ¿Tu corazón?
Creedme señor juez,
se lo juro,
castíguelo, señor.
- ¿Pero el delito?
Engañador y falso,
despedazolo cruel.
¡las horribles tinieblas de un cadalzo
no bastan, señor juez!
- ¡Deliras, infeliz! ¡a un magistrado
hablándole de amor!
¡Oh!, ¿le dareis muerte? Ved que es poco
comparado a su crimen tan atroz.
Una muerte...Mil muertes no alcanzaban
a purgar su delito, señor juez.
¡Matar la fe y el porvenir bendito
de una infeliz mujer!
- ¡ Vete en paz, desdichada!
¡Las pasiones no las juzgan los hombres, sino Dios!
¡Matar el cuerpo es crimen en la tierra;
matar el alma, no!