texto
de Manuel Magallanes Moore
Allá en aquel paraje solitario del puerto
se mece el viejo barco a compás de las ondas
que tejen y destejen sus armiñadas blondas
en derredor del casco roñoso y entreabierto.
De la averiada proa cuelga un cable cubierto
de líquenes que ondulan cuando pasan las rondas
de los peces, clavando sus pupilas redondas
en el barco que flota como un cetáceo muerto.
Y el barco que fue un barco de los que van a Europa
y que era todo un barco de la proa a la popa,
ahora que está inválido y hecho un sucio pontón.
sus amarras sacude, rechina, y se queja
cuando ve que otro barco mar adentro se aleja
mecido por las olas en blanda oscilación.