texto
de Gerardo Diego
Está la noche limpia y clara.
Entra la luna en tu aposento.
¡Oh, si el espejo reflejara
tu atolondrado pensamiento!
Están abiertos los balcones
para aspirar el aire puro.
La brisa trae insinuaciones
para tu cuerpo prematuro.
Estás alegre y triste y rara.
Algo en tu carne va a nacer.
(Bien te podrías llamar Sara,
tal vez Judit, quizás Ester.)
Y hay un misterio que se aclara
entre la luna y la mujer.