Consumidor-inversor

Descripción

El consumidor-inversor es la persona que se asume como consumidor e inversor a la vez’, que gestiona su consumo como inversión’. Para comprender esto hay que entender lo que es el consumo, desde la óptica de la Teoría Económica Comprensiva. Entendido el consumo como ‘la satisfacción de nuestras necesidades mediante el uso de ciertos bienes y servicios’ empezamos a comprender que el consumo no se realiza en el supermercado cuando compramos alimentos, sino cuando los comemos y nos nutrimos con ellos. El consumo es algo que se cumple en las personas, y no consiste en el gasto de dinero ni en las cosas que se compran. Ahora bien, al decir que el consumo es satisfacción de ‘necesidades’, estamos todavía haciendo una simplificación; porque en realidad el consumo se refiere a todo lo que nos motiva a emplear los bienes y servicios, incluyendo no sólo la satisfacción de las necesidades sino también el cumplimiento de nuestros deseos, de nuestras aspiraciones, de nuestros proyectos. Porque en función de todo ello es que utilizamos los  bienes y servicios que producimos o compramos.

Esto nos permite comprender que entre el consumo y la inversión no hay gran diferencia. La distinción que suele hacerse entre consumo e inversión se refiere a la duración de los bienes y servicios, y al monto del dinero empleado para adquirirlos; pero la duración de los productos y su costo monetario son secundarios y poco relevantes si los miramos desde el punto de vista de las necesidades, aspiraciones y deseos que se satisfacen al consumirlos. ¿Por qué decir que comprar y leer un libro es un gasto, y pagar y asistir a un curso es una inversión, si ambas satisfacen la misma necesidad de conocimiento? ¿Por qué movilizarse en taxi es gastar, y usar un auto propio implica inversión, si en ambos casos empleamos dinero y un automóvil para movilizarnos?

La diferencia que suele hacerse entre gasto, ahorro e inversión puede ser relevante a nivel del mercado; pero no al nivel de la satisfacción de las necesidades, aspiraciones y deseos; no al nivel del consumo. El ahorro, visto desde el sujeto que ahorra para satisfacer su necesidad de seguridad ante la incertidumbre, o en función de satisfacer necesidades y aspiraciones que prevé que tendrá en el futuro, no se diferencia sustancialmente  de lo que hace él mismo cuando guarda alimentos no perecibles, o consume vitaminas y medicinas que reforzarán su organismo en función de una vejez más saludable. Son igualmente modos de tener mayor seguridad ante el futuro incierto.

Así, podemos recuperar la distinción entre el consumo y la inversión, en el sentido de que el consumo sería para satisfacer necesidades presentes, mientras que la inversión se haría en previsión de necesidades futuras. Puede ser útil distiguirlos así, pero entendiendo que alimentarse y cuidar la satud hoy es también en función de ser saludable en el futuro, y que tener un grado importante de seguridad y confianza en que tendremos en el futuro cómo satisfacer nuestras necesidades, es también satisfacer nuestra actual necesidad de sentirnos tranquilos, confiados y seguros.

Entender que el consumo y la inversión no son cosas distintas es importante porque con ello nuestra mirada y atención se vuelca sobre nuestras necesidades y todo lo que nos motiva, en vez de centrarse en las cosas que podemos o no comprar con nuestro dinero. Al mismo tiempo, la distinción entre consumo e inversión puede ser útil, en cuanto el pensarnos como inversores nos orienta a prestar atención y a destinar adecuados recursos y dinero, para cumplir de la mejor forma lo que somos como trabajadores, o más precisamente, como trabajadores-empresarios, según lo expliqué en otra ocasión.

No haremos otras diferencias, más que aquellas que nos indiquen los mejores modos de realizarnos personalmente, satisfaciendo de manera ordenada y racional lo que necesitamos para vivir con la mayor plenitud humana a la que podamos aspirar. Por cierto, esto supone conocerse a sí mismos: las propias necesidades, deseos, aspiraciones, proyectos. Y no es tan fácil, porque para ello es indispensable ante todo, pensar con la propia cabeza; y no que otros piensen por nosotros, y nos digan qué necesitamos comprar, que nos conviene desear, o cómo debemos vivir. La verdad es que hay muchísimas personas que conocen mejor el mercado de cuanto se conocen a sí mismas.

Letra del índice
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