Trabajador-empresario

Descripción

Trabajador-empresario es quien gestiona el propio trabajo como una empresa’, quen esr trabajador y empresario a la vez’. Para comprenderlo hay que concebir la empresa como una organización compuesta de seis factores productivos: fuerza de trabajo, medios materiales de producción, tecnología, gestión, financiamiento y ‘factor C’. Factores productivos que no son simples variables económicas, ni cosas, sino realidades humanas, compuestas de informaciones y de energías, que las constituyen como activas, operantes, y que en cuanto actúan son productivas.

Si eso es una empresa, todo trabajo, por simple que sea, lo podemos entender como una empresa. Por ejemplo, cocinar una cazuela implica: el trabajo de lavar, pelar y preparar los ingredientes (fuerza de trabajo, hacer algo); el uso de una cocina, una olla y otros útiles (medios materiales de producción, tener); el conocimiento de la receta y la habilidad de combinar los ingredientes conforme a tiempos y cantidades conocidas (tecnología, saber); la decisión de realizar la cocción conforme a un plan o programa (gestión, decidir); el dinero que se empleó en adquirir lo necesario (financiamiento, creer); y la intención de servir a los comensales (factor C). Los mismos seis factores están presentes y operantes en cualquier trabajo de servicio, como atender un enfermo, enseñar, lavar ropa.

Toda persona, en alguna medida, es poseedor de los seis factores. Todos tenemos alguna capacidad de trabajo, ciertos conocimientos prácticos, capacidades de decidir, alguna confianza y credibilidad, ciertos medios materiales, algún dinero; y capacidades de servir a otros. Con esos factores que tenemos, podemos trabajar, y podemos concebir nuestro trabajo como una empresa. Lo que diferencia unos trabajos y empresas de otros son: las características que tienen los factores que se necesitan; la cantidad y complejidad en que se dispone de ellos; la intensidad con que se emplean; la eficiencia con que son organizados y utilizados. Por eso, hay trabajos (empresas) de mayor o menor tamaño y complejidad, y de mayor o menor eficiencia.

Puesto que cada uno de nosotros tiene, en alguna medida y en cierta calidad, los seis factores necesarios para producir, cada uno de nosotros es, desde este punto de vista, una empresa, un trabajador y un empresario al mismo tiempo. Si comprendemos que nuestro trabajo es una empresa propia nuestra, estamos en condiciones de transformar, desarrollar y pefeccionarnos como trabajadores y como empresarios, y con ello, transformarnos, desarrollarnos y perfeccionarnos como seres humanos.

Todo buen empresario tiene como principal tarea y responsabilidad en su empresa, la de expandir cada uno de los factores, perfeccionarlos, y combinarlos con creciente eficiencia, de modo que la productividad del conjunto de los factores con que opera la empresa sea mayor y mejor.

Es lo mismo que podemos hacer con nuestros propios factores: expandirlos, perfeccionarlos y mejorar la organización de ellos al trabajar con ellos. Esto implica: capacitarnos laboralmente, en el sentido de ampliar y perfeccionar las propias capacidades de realizar tareas y obras; estudiar, aprender, esto es, expandir los conocimientos y los saberes pertinentes, que nos hagan más innovadores y creativos; mejorar  nuestas decisiones, asumiendo grados crecientes de libertad, alcanzado un mayor control de nosotros mismos y de nuestras relaciones con otros, gestionando nuestra vida con mayor sabiduría; formar y expandir un patrimonio material adquiriendo, cuidando y conservando lo que llegamos a tener, y con lo cual contamos para realizar nuestros proyectos; del mismo modo, cada uno puede ahorrar y formar un fondo de dinero útil, y hacerse más confiable y capaz de suscitar la credibilidad de otros respecto al éxito que podemos alcanzar con nuestros emprendimientos; y, en fin, cada uno puede hacerse siempre más útil a los demás, elaborando y produciendo los bienes que otros pueden necesitar y los servicios que a otros sirvan en sus propias vidas.

Asumirse como empresario del propio trabajo, o sea ‘gestionar el propio trabajo como una empresa’, esto es, ‘ser trabajador y empresario a la vez’, nos desarrolla como seres humanos, pues nos hace capaces de hacer, saber, decidir, tener, creer y servir, más y mejor.

Pero a todo esto que afirmamos le falta todavía un elemento clave o esencial: toda empresa tiene un proyecto, o incluso mejor, toda empresa es un proyecto. Para ser cabalmente empresarios de nosotros mismos, es preciso tener una idea clara de lo que queremos ser y de lo que deseamos hacer en la vida. Tener un proyecto personal, y en función de eso que queremos ser y hacer, o sea, para realizar ese proyecto, buscaremos los modos para disponer de los seis factores indispensables, en las proporciones y las calidades que serán necesarias.

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