Lectura complementaria Nº 3-A.

Lectura complementaria Nº 3-A.

EL PROCESO DE PRODUCCIÓN Y SUS FORMAS DE ORGANIZACIÓN ECONÓMICA. RECURSOS Y FACTORES ECONÓMICOS.

6.- Los medios ofrecidos por el hombre, la sociedad y la naturaleza para realizar actividades económicas -esa masa gigantesca y multifacética de energías e informaciones difuminada socialmente- entran en la esfera de lo económico como tal Solamente cuando alguien ­—un sujeto económico cualquiera- decide emplearlos concretamente y lo hace de hecho, en alguna actividad racionalmente organizada, en la producción y distribución de bienes y servicios que satisfagan necesidades específicas. Es en tal momento que los recursos se convierten en factores económicos reconocibles como tales.
 
Los recursos se mutan en factores en la medida que entran (o se disponen a entrar) en alguna determinada combinación económica, esto es, cuando se integran en un sujeto o unidad económica al interior del cual cumplen alguna función necesaria para su operación. Así, distintos recursos se convierten en factores al mismo tiempo, juntos, al combinarse racionalmente entre sí para producir o participar en la distribución de los bienes.
 
Hay, pues, en los factores, "algo más" que en los recursos, a saber: a) Una serie de relaciones (el recurso ha dejado su aislamiento anterior y se ha incorporado a una unidad económica; o está integrado al mercado a través de alguna relación económica); b) Con ello ha entrado en el proceso económico general, en el circuito de la producción, circulación y consumo en flujo permanente, pasando a estar él mismo en constante movimiento y transformación (dejando su anterior inmovilismo o pasividad, entra en "otro ritmo" y adquiere —por decirlo así- una fluidez especial, que puede significarle crecer y perfeccionarse pero también deteriorarse y consumirse); c) Participando en las actividades productivas con una función particular que cumplir en ellas, el factor económico manifiesta su propia y específica productividad, resultado del despliegue y ejercicio de las energías e informaciones que lo componen; d) Al ser productivo, participa en la generación del valor de los productos, y él mismo resulta y queda valorizado por los sujetos económicos: o sea, comienza a ser apreciado, demandado, solicitado, convocado (siendo la valoración monetaria una de las formas en que ello se manifiesta, pero no la única posible).
 
Definimos el factor como el recurso que ha actualizado sus potencialidades económicas; podemos precisar esta definición diciendo que, al pasar de la potencia al acto, el factor se manifiesta como un recurso relacionado, movilizado, productivo, valorizado.
 
La pregunta que surge inmediatamente a partir de esta definición se refiere a los tipos o clases de factores que puedan distinguirse. También en esto la ciencia económica ha mantenido una percepción parcial y reductiva.
 
Por la misma razón por la que no llegaron a distinguir entre recursos y factores, los economistas convencionales suelen darle relevancia solamente a la distinción entre los "factores" capital y trabajo. El haber partido de la experiencia empresarial y económica capitalista ha llevado a extender el concepto de capital de manera que abarque y subsuma a otros factores necesarios, a los cuales no se reconoce verdadera existencia propia y autonomía. Como sabemos, en ciertas etapas de la ciencia económica se hablaba de tres recursos o factores, la tierra, el trabajo y el capital; pero luego fueron reducidos conceptualmente a sólo dos —el capital y el trabajo-, en la medida que la tierra fue considerada como una forma más, o particular, del capital. Incluso el trabajo tiende a ser considerado simplemente como una forma o expresión del capital, de modo que en algunas formulaciones los factores económicos resultan distinguidos en "capital fijo", "capital de trabajo", "capital financiero", etc., que son formas que asumen distintos factores p económicos en las empresas de capitales. Si en la ciencia económica ha perdurado el reconocimiento del trabajo como un factor distinto al capital, no ha sido ciertamente por la lógica del análisis i de esos economistas sino porque las fuerzas reales del trabajo han luchado históricamente por su autonomía y se han opuesto al capital, levantando objetivos e intereses económicos propios. Se precisa, en consecuencia, un nuevo reconocimiento de los factores económicos integrantes de las empresas y presentes en los circuitos económicos, cuyo punto de partida sea la diversidad de formas empresariales existentes y el proceso histórico de diferenciación de la experiencia económica de la humanidad. Más adelante habrá que dar cuenta del significado teórico e histórico que tiene la subsunción de factores distintos bajo la común categoría de capital.
 
Buscando comprenderla mencionada diversidad, y analizando la estructura y operación de una empresa cualquiera, en un primer reconocimiento hemos distinguido cinco principales factores (con los que analíticamente operamos en varios estudios anteriores). A saber:  
 
a) El factor trabajo, esto es, las capacidades físicas e intelectuales de las personas, que las hacen aptas para ejecutar una serie de actividades laborales participando directamente en el proceso económico.
 
b) El factor tecnológico, o sea, el conjunto de los conocimientos e informaciones relativos a -y objetivados en- unos procesos y sistemas técnicos de producción, organización del trabajo, comercialización, etc. Es un "saber hacer" objetivado y valorizado como tal, un conjunto de resultados de las actividades de concepción, proyectación, diseño, resolución de problemas, etc. Es un factor que se desarrolla a través del estudio, se perfecciona con un conocimiento práctico que se acumula en cada persona, empresa o sociedad, y que se va cristalizando y sedimentando en instrumentos de trabajo, en sistemas técnicos, en rutinas de trabajo, etc.
 
c) El factor medios materiales, a saber, el conjunto de los elementos físicos, instalaciones, instrumentos, equipamiento, insumos y materias primas, etc. necesarios para efectuar concretamente el proceso técnico de trabajo, en la producción y en las demás funciones económicas.
 
d) El factor financiero o medios de pago, constituido normalmente por una cierta cantidad de dinero, o por una capacidad de crédito, que permite contratar factores y establecer relaciones económicas (especialmente de intercambios) en el mercado. La forma que este factor asume normalmente es el dinero; pero puede tratarse de algún otro medio con el que se logra convocar, atraer y adquirir los recursos y factores necesarios.
 
e) El factor administrativo o gerencial, es decir, un sistema de coordinación y dirección unificada de las funciones y actividades económicas. En lo fundamental consiste en un mecanismo de toma de decisiones, a través del cual las unidades económicas responden oportunamente a las cambiantes condiciones en que operan, y coordinan eficazmente la actividad de todos sus componentes. Incluye un elemento de poder que cristaliza en un sistema jerárquico (línea de mando) y en un aparato administrativo.
 
Con posterioridad a este esquema de cinco factores, y luego de analizar los modos de ser y de operar propios de las empresas alternativas y solidarias, llegamos a distinguir un sexto factor, que si bien no en todas las unidades económicas se le reconoce existencia como factor independiente, sí la tiene en algunos tipos de ellas, teniendo también presencia real en la economía global. Lo hemos denominado ‘factor C’ y su presentación amerita un parágrafo aparte.[3]
 
 
7.- Los diferentes tipos de empresas "alternativas" que hemos examinado —-las formas económicas asociativas, cooperativas y Solidarias, donde priman relaciones integradoras: de comensalidad, cooperación, reciprocidad y donación- tienen en común el fundarse en alguna modalidad de "acción conjunta" de personas que cooperan entre sí para enfrentar sus necesidades económicas, mejorar sus condiciones de vida y, en muchos casos, para desplegar un efecto positivo sobre la comunidad en que se desenvuelven. Se ponen en común recursos materiales, fuerzas de trabajo, conocimientos técnicos y capacidades varias de los asociados; y de su combinación y gestión comunitaria se esperan efectos positivos en cuanto a la producción, ingresos y bienestar, para cada uno de los participantes y para la comunidad como tal.
 
Si, pues, la acción y gestión conjunta, presente al interior de la unidad económica (y de la economía en general), tiene efectos tangibles y concretos sobre el resultado de la operación económica -efectos específicos, adicionales, distintos a los que generan los otros factores económicos; efectos que se producen a consecuencia de la combinación del elemento comunitario con ellos-, debemos considerarla en propiedad como un verdadero factor económico que tiene su propia productividad, la que debe serle reconocida, al igual que a los demás factores que participan en la generación del producto.
 
A tal nuevo factor económico lo denominamos FACTOR C, ateniéndonos a la letra con que inician en el nuestro y en otros idiomas varios de los términos que designan las diferentes modalidades de acción conjunta e integración solidaria en la economía, a saber: cooperación, comunidad, colectividad, coordinación, colaboración.
 
La presencia activa de este "factor C" Se constituye entonces como un hecho que caracteriza y distingue alas formas de empresas alternativas, presencia que puede considerarse extensiva a todo el sector de economía solidaria y -como veremos más adelante- a una estrategia de desarrollo alternativo. Estando presente de manera especial en este tipo de unidades y actividades económicas, cabe señalar que lo está también —aunque de manera menos destacada y relevante- en las demás formas económicas y en el mercado en general, ejerciendo también en aquellas y en éste efectos económicos tangibles. Siendo así es conveniente hacer algunas precisiones mayores sobre los contenidos y los efectos económicos de este factor.
 
Un primer contenido a destacar es la cooperación en el trabajo, que puede acrecentar el rendimiento de cada uno de los integrantes de la fuerza laboral y la eficacia de ésta en su conjunto. De este modo la comunidad y la integración proporcionan beneficios superiores a los que cada integrante alcanzaría recurriendo exclusivamente a la propia fuerza individual. Hay que tener en cuenta que son cada vez más los trabajos que no pueden ser emprendidos sino por un sujeto colectivo; en tales casos la cooperación voluntariamente buscada y aceptada permite el más perfeccionado grado de integración de la unidad Social de trabajo (del sujeto laboral) capaz de asumir su realización y control.
 
Otro contenido importante es el uso compartido de conocimientos e informaciones tanto de carácter técnico como de gestión, y relativos a las funciones de producción, comercialización, administración, etc.; ello implica importantes beneficios adicionales, como también ahorro de costos dado que las informaciones no suelen ser gratuitas en el mercado (al contrario, alcanzan costos significativos y crecientes).
 
El uso compartido de conocimientos se expresa en otro contenido importante del "factor C", cual es la adopción colectiva de las decisiones, que pueden resultar más eficaces (cuando se adoptan bajo ciertas condiciones organizativas apropiadas), especialmente debido a que quienes las adoptan son los mismos que se responsabilizan de su ejecución. Una buena planificación colectiva de las actividades resulta especialmente ventajosa, porque los planes son buenos cuando son actuables, y son actuables cuando los que participan en su realización práctica están impregnados de sus objetivos, conocen el lugar y el significado de la propia acción en el conjunto, están personalmente interesados en su buen cumplimiento, y adhieren por su propia voluntad a la ejecución de lo planificado, por haber participado en su elaboración y decisión.
 
Vinculado al anterior destaca como otro contenido importante el logro de una más equitativa y mejor distribución de los beneficios, lo cual favorece la motivación del esfuerzo y de los aportes que cada uno hace a la obra común.
 
Otro contenido del "factor C" digno de ser tenido en cuenta se refiere a los incentivos psicológicos que derivan de ciertos rituales propios del trabajo en equipo o comunitario, que se expresan tanto en el mismo proceso de trabajo como en las actividades anexas que inciden sobre las distintas funciones necesarias al funcionamiento de las unidades económicas. Estos rituales o hábitos de grupo colaboran en la creación de un clima social favorable al desarrollo de las actividades, y facilitan los procesos de adaptación y socialización indispensables.
 
Un no menos importante contenido es la reducción de la conflictualidad social al interior de la unidad económica (y del mercado y la economía en general) en que exista un fuerte componente comunitario, debido a que muchos conflictos de intereses se reducen, resultan mitigados, o pueden encontrar adecuados canales de resolución. Este elemento puede resultar significativo en términos cuantitativos, pues los costos de los conflictos laborales y empresariales suelen Ser elevados en muchas empresas y en el mercado en general.
 
A todo lo anterior hay que agregar que el mismo hecho comunitario o asociativo constituye de por Sí un beneficio especial para cada integrante, que debe sumarse a la cuenta subjetiva (y también objetiva, cuando dicho beneficio permite ahorrar los costos de su logro alternativo fuera de la comunidad laboral) de los resultados globales de la actividad. Tal beneficio especial dice relación con la satisfacción de un conjunto de necesidades relacionales y de convivencia, que los miembros de la organización pueden alcanzar en el mismo proceso de trabajo y gestión asociativa.
 
Vinculado con esto cabe destacar también que el hecho comunitario, y específicamente la presencia operante del "factor C", es uno de los elementos que explican que las unidades económicas Solidarias tengan una tendencia a la integralidad en cuanto a la combinación de los aspectos culturales y sociales con los específicamente económicos, lo que se traduce en que la comunidad o el grupo organizado se constituyen como parte integrante de los modos de vida, la satisfacción de las necesidades y los estilos de desarrollo, asumidos por cada integrante y por sus familias o grupos significativos.
 
Como consecuencia de esto el "factor C" tiene un significativo impacto sobre el desarrollo personal de los individuos asociados, pues la cooperación se convierte en un elemento favorable al desarrollo de una personalidad más integrada, capaz de articular las distintas dimensiones de la vida en un proceso de crecimiento que es a la vez personal y comunitario, El significado económico de esto puede comprenderse cabalmente a la luz del análisis que haremos luego sobre el carácter subjetivo de los factores, y sobre el papel que puede corresponderle al "factor C" en un proceso de recomposición del trabajo social.
 
Un último pero no menos importante contenido de este factor son los beneficios de la acción comunitaria y colectiva sobre la comunidad más amplia y sobre la sociedad global en que operan las unidades económicas que lo han incorporado. Tales beneficios son de muy variados tipos y características, pero pueden resumirse en algo que hemos destacado ampliamente en los libros anteriores, a saber, el impacto de las unidades económicas cooperativas y solidarias en la transformación y desarrollo de la economía y de la sociedad, hacia una situación más democrática, justa, libre y fraternal.
 
Los mencionados no son los únicos aspectos relativos al contenido y a los efectos económicos del "factor C"; pero ellos nos dan una clara idea de su significado e importancia en las empresas, sectores y en la economía en general. Podemos intentar una definición económica sintética:
 
El FACTOR C significa que la formación de un grupo, asociación o comunidad que opera cooperativa y coordinadamente, proporciona un conjunto de beneficios a cada integrante, y un mejor rendimiento, y eficiencia a la unidad económica como un todo, debido a una serie de economías de escala, economías de asociación y externalidades positivas, implicadas en la acción común y comunitaria.
 
La existencia de un "factor C" en numerosos tipos de empresas no significa que siempre y necesariamente la acción grupal y colectiva sea mejor y más eficiente que la acción individual, o que la organización cooperativa sea por definición superior a otras formas organizativas de la actividad económica. Como cualquiera de los demás factores económicos, el "factor C" debe hacerse presente en proporciones definidas, de modo que se combine eficientemente con los demás factores, para una operación conjunta que maximice los rendimientos y beneficios globales. Puede, pues, haber un exceso de "factor C", como puede haber un exceso de cualquiera de los otros factores, que entorpezca la eficiencia de la unidad como un todo.
 
La elección racional entre lo comunitario y lo individual para el uso y gestión de recursos, conocimientos y actividades económicas, al igual que en cualquier otra decisión económica, debe Ser el resultado de comparar, a partir de la experiencia y guiados por la ética y la teoría, los resultados que se alcanzan de una y otra manera de hacer las cosas, en términos de bienestar personal y colectivo (que incluye productos e ingresos, pero que no se reduce a ellos) y de los costos implicados (no solamente monetarios). De todas maneras, la observación y el análisis de las formas económicas hoy predominantes permiten sostener con pocas dudas que este "factor C" se encuentra notoriamente deficitario tanto a nivel de las empresas como de las economías globales. En consecuencia, su expansión aparece con una muy elevada probabilidad de ser económicamente beneficioso, hasta constituirse en una importante fuerza de desarrollo.
 
La cuestión planteada nos permite hacer una primera aproximación a un tema que después adquirirá extraordinaria importancia, cual es el de la intensidad en el uso de los distintos factores. Desde este punto de vista, en efecto, y teniendo en cuenta las observaciones anteriores, podemos distinguir diferentes tipos de empresas en base a la mayor intensidad que en ellas (en su específica combinación de factores) adquieren éstos. Así hablamos de empresas intensivas en fuerza de trabajo, en tecnología, en "capital", y también empresas intensivas en nuestro "factor C".
 
Pero más allá de esto, el asunto teóricamente relevante consiste en comprender la siempre posible sustituíbilídad de los factores, que es una de sus características económicas más significativas. Esto significa concretamente que una empresa puede constituirse y funcionar conforme a más de una proporción en que se combinen los factores, dependiendo de la disponibilidad de los mismos y de sus costos relativos para el organizador. Lo interesante de observar aquí es que ciertos factores pueden sustituir mejor -o sea, más fácil y eficientemente- a unos que a otros. Por ejemplo, existen mayores facilidades de sustitución entre los siguientes pares de factores: medios materiales de trabajo y fuerza de trabajo; tecnología y financiamiento; administración y "factor C". Esto se observa, por ejemplo, cuando la fuerza de trabajo es sustituida eficazmente por la introducción de nuevas máquinas y equipos capaces de ejecutar operaciones que antes eran exigidas a la fuerza laboral; o cuando una fuerte presencia de cooperación y comunidad entre los participantes de una empresa hace innecesarios ciertos procesos burocráticos y verticales de administración y mando; o a la inversa, cuando deficiencias serias de Cooperación e integración social deben ser subsanadas mediante la presencia de poderosos factores y procedimientos administrativos. La razón de estas sustituibilidades la podremos comprender mejor más adelante, a la luz del análisis que haremos respecto al carácter subjetivo de los factores.
 
En relación a esta serie de cuestiones se hace interesante comprender mejor la formación y surgimiento del "factor C" . Si bien la incorporación del "factor C" y su grado de presencia en las empresas puede ser objeto de decisiones racionales y calculadas, en la práctica la mayor parte de las unidades económicas dotadas de un importante componente comunitario -las empresas asociativas- Se constituyen como resultado de procesos sociales y culturales más complejos; y del mismo modo como a menudo permanecen desocupados e inactivos los demás recursos (sin convertirse en factores económicos propiamente tales), siempre existe una importante cantidad de "energía social de cooperación" como recurso que permanece económicamente inactivo, sin convertirse en "factor C" como tal. Aunque sea muy sintéticamente, es conveniente señalar algunas condiciones que hacen surgir el "factor C" , o que favorecen la formación de unidades económicas que utilizan la integración comunitaria como factor económico. Su estudio nos permite comprender cuales son los recursos (especialmente personales y sociales) que se hayan a la base de la formación del factor comunitario.
 
a) La existencia de una necesidad económica imperiosa: el problema de subsistencia que enfrentan vastos sectores sociales empobrecidos como consecuencia de la desocupación, la pobreza y la marginación. Es la común experiencia de necesidad, exclusión y marginación lo que en muchos casos motiva la cooperación y solidaridad que Se traducen en iniciativas colectivas de producción, distribución y consumo.
 
b) La presencia previa de organización social con propósitos extraeconómicos, de tipo religioso, cultural, político, reivindicativo, etc.; en otros casos, el deseo de generar organización popular, o de preservar organizaciones que se ven amenazadas por presiones y restricciones externas. Ante cambios en la situación y en las demandas o intereses de sus integrantes, muchas organizaciones Sociales creadas con otros fines se plantean el objetivo de realizar en conjunto actividades económicas organizadas. Se manifiesta en tal sentido lo que A. Hirschman ha denominado "el principio de conservación y transformación de la energía social", Según el cual ciertos movimientos sociales organizados cambian de carácter luego de experiencias de lucha social fracasada, o terminada por el éxito en el logro de sus primitivos objetivos.[4] Lo que se señala con esto es que la experiencia en anteriores organizaciones puede cumplir la función básica de reunir a personas con problemas comunes e ideas similares, en una empresa común: la experiencia organizativa previa aparece como un recurso aún no empleado económicamente, pero que tiene la potencialidad de ser valorizado y movilizado en esta dirección. En cualquier caso, la condición mínima para la emergencia de una organización económica compartida es un proceso previo en que se supere el aislamiento y la desconfianza mutua, y se compartan ciertos intereses y aspiraciones. Podría decirse que el principio de Hirschman es una interpretación limitada y parcial del proceso de conversión de recursos comunitarios y asociativos en "factor C".
 
c) La intervención de un estímulo externo orientado a promover la organización con fines de autoayuda y cooperación. Hay en este sentido una extendida práctica de apoyo a la generación de actividades colectivas, que se manifiesta tanto en donación de financiamientos para proveer a los grupos con los recursos materiales y de operación indispensables, como en servicios de capacitación, asistencia técnica, asesoría y acompañamiento organizacional. d) Las motivaciones ideológicas y axiológicas, que llevan a muchas personas y grupos a buscar formas de vida, de organización y de acción alternativas respecto a las predominantes basadas en las opuestas tendencias hacia el individualismo y hacia la masificación despersonalizante. Las ideas y valores humanistas, solidarios y cooperativistas tienen a menudo concreción y aplicación práctica en organizaciones económicas de alguno de los tipos alternativos que hemos examinado. En muchos casos encontramos que el origen de la unidad económica es, pues, un estímulo interno proveniente del grupo como tal o de alguno de sus integrantes más conscientes o inquietos. Cabe incluir en este sentido la ampliación de ciertas experiencias cooperativas y solidarias como resultado del esfuerzo hecho por ellas mismas para difundir, socializar y extender los propios modos de organizarse y de actuar; y también los procesos de transformación de empresas que inicialmente no tenían características estructurales cooperativas y solidarias, y que los asumen luego del surgimiento de relaciones solidarias y comunitarias en su interior.
 
Son éstas las principales condiciones que pueden detectarse al origen de la mayoría de las experiencias de acción económica comunitaria o cooperativa; a menudo es la presencia de más de una de las señaladas, o una combinación de todas ellas, lo que hace germinar aquella energía social que se transforma en "factor C" de contenido económico, cuya importancia hemos destacado y sobre el cual volveremos más de una vez. [5]
 
Réstanos solamente agregar que hay culturas y sociedades que -por diferentes razones históricas, políticas, religiosas, etc.- presentan mayores facilidades para la formación y desarrollo de este factor, y que en consecuencia no solamente ven surgir más ampliamente su sector solidario de la economía sino que, además, los mismos sectores de intercambios y regulado se hayan más integrados por la presencia operante en ellos de elementos y factores comunitarios y solidarios. Esto puede dar lugar a interesantes investigaciones comparativas; pero aquí debemos seguir adelante con nuestro programa de trabajo.
 
 
8.- Con el "factor comunitario" completamos la individuación i de los que consideramos como principales factores económicos. Si hablamos de factores principales o más importantes, es porque no consideramos agotada con ellos la elencación de los factores económicos existentes y posibles de identificar teóricamente. De hecho, podemos individuar como factor económico distinto de otros a toda fuerza o elemento activo presente en la actividad económica, que estando combinado e integrado funcionalmente con los otros en las unidades económicas, tiene algún efecto propio y distinto, que le puede ser atribuido a el con prescindencia de los demás. Sin duda existen otros de tales factores, además de los seis mencionados, pero ellos tienen menor incidencia económica o no se han suficientemente separado de los demás como para que los reconozcamos especialmente. Para los efectos de cualquier análisis concreto de procesos y actividades económicas particulares podemos considerar y tratar a todos esos factores menores o menos diferenciados como factores residuales , y en tal forma considerar —al menos al nivel de modelos matemáticos- sus particulares efectos y productividad.
 
Nos interesa ahora examinar un aspecto de la cuestión de los factores de mucha mayor relevancia teórica, que además de su importancia intrínseca nos aportará mayor claridad respecto a la misma pregunta sobre cuántos y cuáles sean los factores participantes en la economía; En efecto, a partir de la elencación y análisis que hicimos de los factores, el problema que inmediatamente Se plantea consiste en precisar mejor cuál sea el carácter, la naturaleza y el grado de realidad que ellos tengan, lo que a su vez nos remite al proceso a través del cual los factores se han ido constituyendo, s individuando y distinguiendo uno de otros- ‛
 
Señalamos, en efecto, que los factores se generan a partir de los recursos, en la medida que éstos son movilizados, combinados, valorizados y hechos productivos, al integrarse al circuito económico por su participación en las unidades y actividades económicas. Pero esto no nos aclara todavía por que y como la gigantesca y multifacética masa de recursos da lugar a la constitución de seis factores principales, y a partir de cuáles tipos de recursos particulares se constituye cada uno .de esos factores.
 
Ante todo son oportunas algunas consideraciones con respecto al carácter subjetivo que mantengan y al grado o nivel de tal subjetividad, en cuanto conserven, disminuyan o acrecienten el grado de subjetividad que tenían ya en su anterior calidad de recursos. Podemos esperar —por razones lógicas- que al pasar de la potencia al acto, actualizando potencialidades latentes, las realidades experimenten una expansión, un desarrollo. Así debiera ser en la conversión de los recursos en factores, también respecto a su carácter subjetivo que reconocimos como constitutivo e intrínseco ya al nivel de los recursos. Pero esta consideración lógica puede ser demasiado abstracta y significar poco en una cultura donde "lo objetivo" tiende a Considerarse más importante y más real que "lo subjetivo". Es conveniente, pues, entrar en un análisis más específico de lo que significa esa conversión o paso de la potencia al acto, en referencia a la transformación de los recursos en factores.
 
Entrar en relaciones, ponerse en movimiento, ser valorizado por los hombres, y participar en procesos creativos de realidades nuevas (todo ello implicado en la constitución de los factores a partir de los recursos), significa crecer en complejidad, vitalidad y conciencia. Al entrar en las actividades económicas los recursos pasan a ser parte integrante de sujetos de actividad. Al participar en la acción de éstos se integran en una praxis humana, social, subjetiva. Al insertarse en los flujos, relaciones y circuitos económicos, entran a conformar un aspecto de la sociedad, entrando en la configuración de sus estructuras y procesos. Todo esto destaca la existencia de movimientos hacia lo subjetivo, implicados en la formación de los factores.
 
Pero si el carácter subjetivo de los factores queda reforzado y es evidente a la luz de estas consideraciones, cabe preguntarse por las razones que explican la tendencia manifiesta en la teoría y en r la práctica económica, a considerarlos y tratarlos como cosas, como realidades en las que se aprecia sólo la función y la cantidad. Ciertamente, ello es consecuencia del empirismo, positivismo y mecanicismo que han predominado en las ciencias sociales modernas y particularmente en la economía, a cuyas causas y efectos teóricos nos hemos referido anteriormente. [6]
 
Los seis factores económicos que distinguimos son de hecho elementos empíricamente dados que encontramos en las empresas, y pueden ser identificados mediante la observación y el análisis descriptivo de cualquiera de ellas; pero aún Cuando en economía ― dadas ciertas características epistemológicas y metodológicas que ha asumido la disciplina- ellos tienden a presentarse como "cosas" o factores puramente objetivos (de los que interesa la cantidad más que la cualidad), son de hecho realidades humanas . A la base de cada uno de estos factores económicos la observación nos muestra personas o grupos de personas. En efecto, los factores se encuentran más o menos directamente asociados a personas, grupos y fuerzas sociales: el factor trabajo a los trabajadores; el factor tecnológico a los técnicos, ingenieros y especialistas; el factor medios materiales a sus propietarios; el factor financiero a los financistas; el factor administrativo a los gerentes y administradores; el "factor C" a las comunidades y personas solidarias.
 
Precisamente porque no se trata de simples cosas y factores objetivos sino de realidades y fuerzas humanas, sociales, el reconocimiento de todos ellos y en sus distintas formas de presentarse ha requerido algo más que la simple observación del funcionamiento de las empresas. En efecto, aunque sea posible observarlos en cualquier empresa, su efectivo reconocimiento se ha hecho posible solamente a partir de la amplia experiencia histórica de diversificación de las formas microeconómicas. La razón es simple: identificar los distintos tipos de factores económicos implica reconocer otros tantos sujetos y fuerzas que tienen consistencia propia, algún grado de autonomía, determinados derechos, ciertos intereses particulares y distintos, etc. En otras palabras, su reconocimiento implica que se hayan en cierto grado al menos, autonomizado, separado del capital que en la economía capitalista los subsume, subordina y funcionaliza en su propio beneficio. (El mismo reconocimiento del "capital" como factor especial no fue fácil de darse cuando este factor se encontraba subordinado -—bajo las formas económicas medioevales— a la posesión de la tierra: ya vimos como las primeras formulaciones económicas hablaban sólo de la tierra y el trabajo como factores económicos necesarios).
 
Destacar y profundizar la comprensión de este carácter subjetivo y esta personalización individual y social de los distintos factores económicos es de la máxima importancia -lo tendremos presente a lo largo de este texto-, y constituye uno de los puntos en que es necesario reaccionar frente a la economía convencional, que tiende a considerar los elementos y fenómenos económicos como realidades siempre cuantificables y medibles objetivamente.
 
En relación al carácter subjetivo y humano de los factores hay todavía otro aspecto que debemos analizar, el cual nos lleva a penetrar en mayor profundidad en la naturaleza de dicho carácter y, consecuentemente, en la comprensión de la realidad esencial constitutiva de los distintos factores. Nos referimos al hecho que. en la formación y constitución misma de los factores, entran algunos valores o cualidades humanas especiales, cuya presencia es determinante para que los recursos (generados por la naturaleza, por el hombre mismo o por la sociedad) asuman la forma de factores económicos y puedan comportarse como tales.
 
Si analizamos en profundidad el factor trabajo podemos descubrir en él fuerzas físicas, musculares y nerviosas, y también capacidad de concentración, esfuerzo sostenido en el tiempo, fuerza de voluntad aplicada a la realización de la obra, etc.
 
El mismo análisis efectuado sobre el factor tecnológico nos lleva a comprender que este se encuentra constituido por conocimientos específicos, memoria, imaginación, creatividad individual y social. inventiva ya espíritu de innovación, etc.
 
En el factor administrativo encontramos capacidades organizativas, poder de dirección, aptitudes de mando y capacidad de adoptar decisiones rápidas frente a situaciones de riesgo,»etc.
 
En el factor "medios materiales" podemos detectar la presencia de afán de posesión, sacrificio de posibilidades de consumo, preferencia por el futuro, búsqueda de la seguridad, austeridad y espíritu de acumulación, etc.
 
En el sector financiero encontramos presentes la confianza y confiabilidad en el cumplimiento de los compromisos asumidos, capacidad de programación en el tiempo, cálculo racional de riesgos, etc.
 
En el "factor C"-cuyo contenido humano nos detuvimos a analizar especialmente- encontramos los valores de la solidaridad, espíritu comunitario, ayuda mutua, generosidad, etc.
 
De este modo, los distintos factores económicos se nos aparecen como actitudes o cualidades del comportamiento humano, objetivadas en realidades económico­-sociales determinadas. Cada uno de ellos muestra su propia "dignidad humana", su propio valor subjetivo, su propia verdad. Aspecto importante de reconocer para superar estrechas concepciones maniqueas que tienden a despreciar unos factores sobre la base de la posesión de otros. Por ejemplo, el menosprecio del factor trabajo que a menudo acompaña la posesión de los factores tecnológico o financiero; o la descalificación del factor financiero, que se hace identificar con el egoísmo individualista. Por el contrario, nosotros descubrimos que no existen factores negativos en sí mismos, siendo todos ellos fuerzas económicas necesarias que expresan capacidades humanas positivas. Lo que puede ser objeto de crítica no serán nunca los factores mismos, sino el modo de su combinación, la forma de su apropiación, y la preponderancia, centralidad o subordinación que puedan asumir en la organización en que se encuentran combinados.
 
Lo que puede hacerse en términos de valoración y calificación de los distintos factores es establecer entre ellos una cierta jerarquía ética, en Cuanto en su fundamento y constitución encontramos diferentes cualidades y valores humanos, que no tienen todos el mismo sentido e importancia para la vida personal y social, ni igual profundidad cultural y espiritual. Es posible también establecer una cierta línea de preeminencia entre los factores según sus respectivos grados de subjetividad constitutiva, o según sus niveles de complejidad. Análogamente, habrá que reconocer en ellos diferentes potencialidades o capacidades para la constitución de sujetos colectivos, e inversamente, para la formación de personalidades individuales, y todo ello en distintos grados de integralidad ` o unidimensionalidad. En otras palabras, los tipos de sujetos que resultan de la formación de los factores financiero, material, tecnológico, administrativo, comunitario y laboral, son claramente distintos, como la simple observación lo evidencia. Los distintos aspectos aquí señalados pueden dar lugar a muy interesantes investigaciones sociológicas y psicosociales, y ayudar a la clarificación de importantes cuestiones ético-políticas; pero todo ello queda fuera de los propósitos y posibilidades del presente estudio.
 
 
9.- Ahora bien, es importante no sólo reconocer los distintos factores y su carácter subjetivo con todo lo que ello implica. Más allá de esto, es la constitución e individualización misma de los factores lo que aparece en escena y se aclara a la luz de las observaciones anteriores. En efecto, por el mismo carácter subjetivo y social de los factores, su constitución, distinción e individuación deben buscarse en la historia, que es donde se verifican a través de procesos sociales determinados. Es el proceso conocido en general como la división social del trabajo.
 
No es el momento para proponer alguna síntesis o interpretación global de dicho proceso histórico, aunque puede Ser oportuno sugerir algunas indicaciones sobre los procesos que han originado la formación de los distintos factores.
 
Podemos partir de una hipotética situación inicial, en que un ' sujeto colectivo constituido, realizaba y controlaba el proceso de reproducción de la vida social, mediante el trabajo efectuado en común sobre los recursos naturales poseídos y utilizados también en común. Es la situación de una sociedad o comunidad simple y escasamente diferenciada, poco numerosa y con una homogénea estructura de necesidades entre sus miembros. Los bienes económicos fluían en su interior conforme a relaciones de comensalidad y reciprocidad, reguladas ritualmente o de manera consuetudinaria.
 
Decimos que es ésta una situación "hipotética", porque aquí no nos interesa discutir o saber si ella ha tenido o no una concreción histórica significativa en alguna fase primitiva de la evolución social, ni cuán extendida o corriente pudo haber sido en aquellas condiciones. Desde el punto de vista teórico interesa solamente destacar aquí que, de haber existido (o de tener alguna existencia en algún nivel o tamaño) sería una situación en que el sujeto económico se encuentra integrado sin que puedan distinguirse en él, ni en la actividad económica que ejecuta, una real diferenciación de factores. Podría expresarse lo mismo diciendo que los factores económicos se fueron separando e individuando en el curso del proceso de expansión, complejización y diferenciación de la sociedad.
 
Fue en alguna determinada fase del proceso histórico que una cierta mayor complejidad de las actividades económicas condujo a diferenciar la función de dirigir y administrar las unidades económicas, constituyéndose en una tarea especializada que requiere ciertas dotes, condiciones y características especiales en las personas que las asumían. Se separó así el factor administración.
 
Fue también en un momento de la evolución social que los medios materiales de trabajo se separaron de los trabajadores que los utilizaban, constituyéndose como un factor económico que podía ser apropiado por individuos o grupos que preferían postergar el consumo presente y acumular resultados del trabajo, en vistas de incrementar su poder, de ganar Seguridad para el futuro, o de realizar actividades económicas de mayor envergadura.
 
El factor financiero se separa como tal cuando la complejidad de los trueques y relaciones comerciales implicaron la necesidad de que ciertos sujetos garantizaran Sus operaciones de cambio (lo que antes Se hacía directamente mediante l a entrega de cantidades determinadas de mercancías lo de metales preciosos de valor equivalente) emitiendo monedas y dinero cuyo valor quedaba garantizando por el poder público o por sujetos poderosos confiables. Se fue diferenciando así el factor financiero, creándose la posibilidad de que el dinero fuera quedando en manos distintas a las de los poseedores de la tierra y demás medios de trabajo, concentrándose, adquiriendo nueva identidad como instrumento de crédito, cada vez más abstracto e independiente de los medios materiales y demás factores.
 
El proceso de individuación del factor tecnológico tiene su origen en la ampliación del conocimiento científico y en su aplicación sistemática a la producción, efectuado por personas especialmente estudiosas, imaginativas y creadoras; esto generó no sólo procesos de especialización técnica en ciertos aspectos y tipos de trabajo (acompañados del empobrecimiento y homogenización del trabajo directo o común), sino incluso la separación de especiales funciones técnicas y de ingeniería encargadas de la concepción, diseño y proyectación de innovaciones en los productos y en los procedimientos de elaboración (lo que antes, por ejemplo en el trabajo artesanal, realizaban los encargados del trabajo durante el proceso laborativo). Como consecuencia de ello el elemento tecnológico adquiere creciente importancia e independencia, y su desarrollo Se convierte en un objetivo económico perseguido con especial dedicación.
 
Se han ido constituyendo a través de estos procesos que aquí indicamos apenas genéricamente, los cinco factores que mencionamos como integrantes de las unidades económicas, cada uno con su función y su aporte específico a la producción y reproducción de la vida económica. A lo largo del mismo proceso histórico llega a individuarse y distinguirse también el que denominamos "factor C", en cierto modo en base a remanentes de la primigenia situación comunitaria y también a través de la activación económica de nuevas energías cooperativas y solidarias. Factor de características distintas a los anteriores por varios aspectos, y en particular por Ser él, más que un momento del proceso de separación y diferenciación social, quizás el inicio de un nuevo proceso de unificación del sujeto económico colectivo. La emergencia y desarrollo de este factor podría entonces ser comprendido como un germen de la recomposición histórica del trabajo social, en cierto sentido la superación de la división social del trabajo. Pero sobre ello volveremos más adelante.
 
Una importante precisión conceptual es necesario establecer aquí. Al formular el proceso de constitución e individuación de los factores económicos utilizando la expresión "división social del trabajo", y al sintetizarlo en términos de sucesivas "separaciones" de elementos económicos a partir de un hipotético sujeto integrado (cuya recomposición habría en cierto modo incluso comenzado), corremos el riesgo de simplificar sobre manera el proceso mismo, consintiendo una posible interpretación ideológica del mismo que distorsionaría su significado real. "División del trabajo" y "separación" de factores no debe llevarnos a suponer que "al principio existía el trabajo, único e integrado, generador de toda la economía y de todo sujeto social, cuya fragmentación da lugar a la tecnología, la administración, los medios de trabajo y el financiamiento, al mismo tiempo que el trabajo mismo se va empobreciendo y enajenando. Hasta que llega la solidaridad y cooperación, cuya misión histórica es unificar lo dividido". La cultura moderna, tan habituada a las esquematizaciones ideológicas, demasiado a menudo banaliza importantísimos conceptos históricos y científicos atribuyéndoles un significado más general que el que tienen y expresándolos en formas casi religiosas que no convienen a su verdadero contenido. De esto queremos precavernos.
 
En realidad, lo que da origen a la conformación de los factores económicos no es un factor —el trabajo- supuestamente primero y fundante, sino los recursos generados en la interrelación activa de las fuerzas de la naturaleza, el hombre y la sociedad. En niveles históricos de menor diferenciación económica y social los factores que así se constituyen se encuentran también menos diferenciados, en el sujeto —individual y/o colectivo- que efectúa las diversas actividades y funciones económicas, que pueden ser mas o menos adecuadamente expresadas con un concepto genérico de trabajo. Esta situación existe aún hoy en muchas formas de trabajo en que un Sujeto está en condiciones de cumplir un proceso productivo con unidad de Sentido y de gestión; diversas formas de trabajo "por cuenta propia" lo ejemplifican.
 
Los nuevos factores se van constituyendo a través de procesos distintos y complejos (cuyo conocimiento requiere estudios históricos particulares) conforme a los cuales nuevos recursos se desarrollan y manifiestan sus potencialidades económicas hasta que son de hecho valorizados, movilizados y definitivamente incorporados a las actividades económicas. Así Sucede con el conocimiento científico, con el poder estatal y la burocracia, con las comunidades y grupos solidarios, etc. Estos recursos, al convertirse en factores económicos, se involucran —-por decirlo así con ciertos elementos económicos precedentemente asimilados y subsumidos en la noción de trabajo, resultando de ello la individuación de los nuevos factores en términos que pueden ser entendidos como división y separación.
 
El caso del "factor C" es parcialmente distinto. Al igual que en otros factores, el recurso en que se origina es una energía Social que emerge desde los hombres, de procesos culturales e históricos. Al manifestarse sus potencialidades económicas y al integrarse concretamente en la economía, se encuentran también estas energías con elementos preexistentes en el trabajo y en los sujetos económicos dados, de modo que va resultando un nuevo factor crecientemente individuado. La diferencia estriba en que la formación de éste factor no da lugar a una ampliación del proceso de división Social del trabajo, sino más bien a un comienzo de reunificación. En efecto, la cooperación y la comunidad nacen y tienen sentido en situaciones en que existe división, marginación y disgregación, precisamente como un intento por superarlas. Ya vimos que la cooperación se constituye como un movimiento hacia la integración de sujetos separados, siendo un elemento capaz de articular en un sujeto colectivo integrado las distintas dimensiones y valores de la vida personal y social.
 
El desarrollo del "factor C" y el proceso de recomposición económica que genera tienen efectos sociales y humanos de gran significado, que no podemos aquí más que dejar anotados y expresar sintéticamente en términos de la contribución sustantiva que ello hace tanto a un proceso de reunificación e integración social (entre las clases y grupos sociales representativos de los distintos factores económicos), como a un proceso de desarrollo integrador de la personalidad (por la posibilidad que crea de que los hombres se enriquezcan recíprocamente a través de los lazos de cooperación comunitaria, de modo que vayan superando el unidimensionalismo que les Significa el ser aportadores exclusivos de uno u otro factor determinado).
 
Esta "recomposición del trabajo social" que se iniciaría con el despliegue del factor C, evidentemente no habrá de entenderse como un retorno a la indiferenciación primitiva de comunidades escasamente diferenciadas, sino como una progresiva mejor articulación y coordinación de las actuales y futuras realidades complejas, superando contradicciones y escisiones que dan lugar a injusticias, dependencias y heteronomías, de modo que los hombres recuperen asociativamente el control sobre sus propias condiciones de vida. En este proceso de reunificación y recomposición los distintos factores previamente individuados y separados se mantienen como tales y distintos entre Sí; y el mismo "factor C" no deja de ser un factor específico más. Lo que sucede, entonces, es que con su presencia estos factores entran en nuevas relaciones entre ellos, se articulan más pacífica e integradoramente, dejando de entrar en contradicciones y conflictos de intereses antagónicos que han manifestado en otras conformaciones y modos de relación anteriores. C
 
Cabe agregar que con esta presencia del factor comunitario, y con las nuevas relaciones que permite se establezcan entre los factores en las actividades y unidades económicas, cada uno de los otros factores experimenta procesos especiales, o al menos no quedan inalterados en su propia constitución. En particular: el factor trabajo tiende a enriquecerse con nuevos contenidos económicos, sociales y culturales; el factor tecnológico tiende a potenciarse con el despliegue de nuevas formas de creatividad social; el factor administrativo puede cambiar profundamente mediante la sustitución de formas burocráticas de manifestarse por otras autogestionarias y participativas. El tema queda pendiente hasta que introduzcamos varios otros conceptos que nos permitan tratarlo con mayor rigurosidad.
 
[3] Una primera fomiulación de este "factor C" lo expusimos en Las Empresas Alternativas, décimo-segunda unidad; nos atenemos aquí   a dicho texto, con pequeñas correcciones y algunas ampliaciones. Dejamos constancia de haber encontrado la inspiración y los elementos para la formulación de este concepto en E. González de Olarte, Economía de la Comunidad Campesina, Instituto de Estudios Peruanos, Perú 1984, donde se analiza la economía comunera y el proceso de asociación de las unidades económicas campesinas en comunidades más amplias, identificándose un "efecto comunidadi’ en los diferentes beneficios que las familias participantes obtienen como consecuencia directa de su participación comunitaria.
[4] Albert O. Hirschman, El avance en colectividad: Experimentos populares en la América Latina, F.C.E. México 1986., capítulo 4.
[5] Estas condiciones del surgimiento del "factor C" son observables en los procesos de formación y desarrollo de innumerables experiencias económicas solidarias. Para casos ilustrativos véase, además del mencionado estudio de Hirschman, las investigaciones sobre las organizaciones económicas populares en Chile que se han publicado en el Programa de Economía del Trabajo de Chile; especialmente el ya indicado L. Razeto et. al. Las Organizaciones   y C. Hardy. Organizarse para Vivir: pobreza urbana y organización popular, 1987.
[6] Cfr. Crítica de la Economía, Mercado Democrático y Crecimiento , parág. 2.