de Roque Esteban Escarpa
Esta es la hora de la soledad. Todos se han ido.
Se fueron los honores, la púrpura y sus furias.
Se fue la amistad, que como perra de oro
la llamaron por su hambre secreta.
Se fue la lealtad con máscara de palabras
y reverso de lepra.
Se fue la generosidad porque el interés vino
con su sonrisa larga y mirada ubicua.
Se fue el dinero, que con imán extraen
desde mil tentaciones con que incitan.
Se fue el tiempo, y no quedé eterno,
sino óxido, orín,telaraña con su madre muerta,
sin óxido, verdín ni telaraña,
inmóvil tiempo.
Se fue la juventud y su llanto de claveles,
la madurez se fue y su tempestad prudente,
la vejez se fue y quede niño
que juega a ser joven y maduro.
Se fue el amor, a la densa ahogada por las vanas alas.
Pareció irse la poesía que no vino nunca.
Se me fue la angustia y retornó angustiada
porque existía sólo como mi reflejo.
Se fue la soledad y me dejó conmigo.
Y yo me dejé y no sé encontrarme,
pues ando perdido en busca de las pérdidas:
la amistad generosa, el joven tiempo,
la poesía amor, y el amor poesía,
la soledad consciente de su angustia,
y mi ser entero.
Si encontráis los honores, dejadlos, no los busco.
Al dinero usaría para que sepáis que existo,
sombra que me rodea, sin tocarme, de aparentes fulgores.
Si encontráis talento, dádmelo, urgente, que necesito.