SOBRE GRATUIDAD, DERECHOS Y VALOR ECONÓMICO - Luis Razeto

SOBRE GRATUIDAD, DERECHOS Y VALOR ECONÓMICO 

 

Una tendencia que se manifiesta con bastante intensidad en la actual fase de la crisis de la economía y de la política es la afirmación de los ‘derechos’ que tendrían las personas a recibir gratuitamente los bienes y servicios que les permitan satisfacer sus necesidades, aspiraciones y deseos. Parece importante detenernos a reflexionar sobre ello, para discernir si se trate de un momento creativo de la nueva civilización que deseamos, o si sea apenas una manifestación más de la crisis de la civilización capitalista y estatista, en el sentido de una reacción subordinada a la exclusión económica, política y cultural de que son objeto grandes sectores de la sociedad.

Todo lo que directa o indirectamente implique algún trabajo humano para generarlo o producirlo, tiene un valor económico. Cuando cualquier bien o servicio que se ofrece o se recibe gratuitamente, hay alguien que está pagando su valor y el trabajo necesario para producirlo. Puede ser la misma persona que lo produce, el Estado que lo paga al productor, alguien que se beneficia con la publicidad que pueda asociarse al producto, o algún benefactor que se hace cargo de solventar el trabajo necesario para producirlo.

Por ello, cada vez que recibimos algo gratuitamente, hay alguien que realiza una donación, alguien que está pagando por nosotros, y alguien al que debemos agradecer. 

Por ello también, cada vez que decimos que algo (educación, salud, vivienda, etc.) es un derecho que tenemos a recibirlo gratuitamente, estamos diciendo que hay algún otro que tiene la obligación de pagar por nosotros lo que vale producirlo.

Un fenómeno muy típico de nuestro tiempo es la expansión de la demanda social por el derecho a acceder gratuitamente a siempre más bienes y servicios. Casi siempre los paga el Estado, que a su vez se financia con los impuestos, las multas y otros tipos de exacciones que exige a los ciudadanos y a las empresas.

Otro fenómeno también muy extendido es la existencia de una amplísima producción y circulación de bienes y servicios culturales gratuitos (informaciones, obras de arte, cursos, libros, prensa, etc.) a través de Internet y las redes sociales. Lo pagan los propios realizadores de esas comunicaciones y obras (personas creativas, autónomas y solidarias), o empresas que adicionan publicidad a esos bienes y servicios que reciben gratuitamente los usuarios.

La expansión de la demanda de donaciones - o sea la pretensión de gratuidad por parte de los demandantes y receptores de los bienes y servicios -, y la reivindicación ciudadana de 'derechos' a recibir gratuitamente lo que se necesita o desea –, presentan varios problemas de los que es importante estar conscientes. Los problemas más graves son, la creciente dependencia e improductividad que se propaga socialmente, y la disminución tendencial de la calidad de los bienes y servicios que los receptores obtienen gratuitamente. Varias son las causas de ello:

1. Los receptores de esos bienes y servicios, como no pagan por ellos, tienen menos capacidad de exigir que sean de calidad, y tienen menos opciones para elegir entre alternativas diferentes. Quien decide qué, cómo y cuánto se ofrece gratuitamente, no es el receptor sino el donante. El receptor debe aceptar lo que se le ofrece. Y a menudo está obligado a aceptar el bien o servicio junto con la publicidad muchas veces engañosa que lo acompaña.

2. Como los receptores no contribuyen a solventar lo costos de producción, la cantidad de bienes y servicios que se ofrecen estará limitada por la disposición (voluntaria u obligada) que tengan los donantes a aportar lo necesario para producirlos. Y como la demanda por lo que es gratuito aumenta considerablemente, el impacto del desajuste entre oferta y demanda recae directamente sobre la calidad de lo que se dona y recibe, que disminuye notablemente.

3. La demanda, o sea las expectativas, las exigencias y las reivindicaciones de obtener gratuitamente bienes y servicios, tiende a crecer constantemente. La oferta de esos mismos bienes y servicios, o sea la capacidad de los que solventan su producción sin beneficiarse, tiende a decrecer en el largo plazo, porque disminuyen los incentivos para realizar el trabajo productivo o para solventarlo financieramente. El resultado no puede ser otro que una creciente insatisfacción individual y social.

4. El incremento constante de la demanda de bienes y servicios gratuitos tiende a generar una oferta correspondiente de bienes y servicios sustitutos y/o de muy baja calidad, por parte de personas y organizaciones que aprovechan la oportunidad que les ofrece dicha demanda, para ampliar el número de sus clientes o adeptos. Es el caso de medios de comunicación que necesitan muchos 'usuarios' para obtener elevados ingresos por publicidad, y también de entidades políticas e ideológicas que para llegar a más personas, ofrecen servicios gratuitos, elaborados a bajo costo y que suelen ser de mediocre calidad.

5. La recepción gratuita de bienes y servicios, al no implicar un costo o sacrificio para los que se benefician de ellos, hace que esos bienes y servicios sean menos valorados, incluso a veces despreciados, y casi siempre desaprovechados (pues se piensa que estarán siempre allí disponibles gratuitamente). Esto es altamente ineficiente, pues implica mayor desperdicio de recursos de producción, y menor satisfacción de las necesidades humanas.

6. Muchos creadores, trabajadores, productores potenciales de bienes y servicios de alta calidad no los realizan. Sus talentos y capacidades se desperdician o subaprovechan. Ello porque es difícil que encuentren personalmente a quien les pague para que puedan realizar su trabajo, y porque son muy pocos los que están dispuestos a pagar por sus productos de alta calidad debido a que los potenciales clientes encuentran gratuitamente bienes y servicios de menor calidad, que aunque sean deficientes, en alguna medida los satisfacen.

7. Lo anterior es aún más grave para los que se proponen aportar novedades, cambios, orientaciones nuevas que abran perspectivas inéditas. Porque ellos tienen grandes dificultades para que el Estado pague por su trabajo, para que las personas estén dispuestas a comprar sus servicios y productos, y porque no hay publicidad para lo que ya no sea masivo y consolidado.

Hay un antiguo refrán que dice: "A caballo regalado no se le miran los dientes", significando que suele regalarse lo que ya no sirve, y que el que recibe el regalo no debiera preocuparse de evaluar la calidad de lo que se le ofrece. Hay otro dicho popular que enseña que "lo barato cuesta caro". Agregaría que lo gratuito puede costarnos muy caro, por el tiempo precioso que dedicamos a lo que nos ofrece poco valor, porque lleva a acostumbrarse a la mediocridad, y por la dependencia que genera el recibir sin costo los bienes y servicios que necesitamos.

Una conclusión que podemos sacar de lo expuesto es la conveniencia de desincentivar las demandas y reivindicaciones de gratuidad a nivel de la población consumidora, y al mismo tiempo exigir y/o incentivar de algún modo a nivel de los productores de bienes y servicios, una mejor calidad de lo que ofrecen gratuitamente. En un contexto en que abundan las ofertas gratuitas de bienes y servicios de baja calidad, es importante aprender a ser selectivos, o sea mirar cuidadosamente los dientes a los caballos que nos quieran regalar, y también estar dispuestos a contribuir con nuestra propia generosidad y reciprocidad a solventar el trabajo de quienes producen y ofrecen gratuitamente bienes y servicios de alta calidad.

Reflexionar y tomar conciencia de todo esto es de gran importancia para comprender la crisis de la civilización moderna, y las dificultades inherentes a la creación y desarrollo de una vida realmente mejor para cada uno y para todos. Pues ello no ocurre sin nuestra inteligente y solidaria participación.

Luis Razeto

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