LA IMPORTANCIA DE LAS IDEAS Y DE LAS TEORÍAS - Luis Razeto

LA IMPORTANCIA DE LAS IDEAS Y DE LAS TEORÍAS

 

¿En qué sentido y de qué modo las ideas pueden transformar la realidad? La pregunta abarca todo aquello que suele entenderse como teoría, pues nunca se trata de 'ideas' sueltas, aisladas, sino articuladas, concatenadas, estructuradas unas con otras. Esto es, las ideas constituyendo lo que se llama normalmente 'teorías'. ¿Qué papel desempeñan las teorías en el desarrollo humano y en los procesos de cambio social?

Puede darse a la pregunta una respuesta bastante simple y aparentemente obvia: las ideas y teorías influyen en la medida en que orientan la práctica o la acción de las personas. Pero en esa respuesta hay la afirmación implícita de que las ideas y las teorías por sí mismas nada obran, sino que todo cambio o transformación es resultado de la práctica o de la acción de las personas y de los grupos. Las ideas sería secundarias y más bien instrumentales, coadyuvantes, útiles pero no decisivas ni determinantes en la transformación de la realidad.

Incluso se piensa y afirma a menudo que la realidad cambia y se transforma por sí misma, independientemente de las ideas y teorías, las cuales no serían más que un efecto y consecuencia de la transformación de la realidad. Como la realidad cambia, cambian las ideas, son la nuevas prácticas las que hacen surgir en la conciencia las nuevas ideas. Las ideas, y todos los procesos mentales y culturales, serían nada más que 'superestructuras', determinadas por la evolución y las transformaciones de las estructuras.

Lo que hemos dicho hasta aquí es la concepción positivista y materialista de la realidad, según la cual existe una distinción y separación neta entre lo real y lo ideal, entre lo objetivo y lo subjetivo, entre la teoría y la práctica. Lo ideal no es real, lo subjetivo ocurre entero en la interioridad de la mente y no trasciende hacia el mundo objetivo externo, y las teorías no son prácticas por sí mismas. Lo ideal, lo subjetivo, lo teórico, no serían por sí componentes de la realidad, de modo que no pueden incidir en la realidad más que 'moviendo' y predisponiendo a las personas a actuar prácticamente sobre la realidad externa, en uno u otro sentido.

Pero hay preguntas que hacerse. Por ejemplo: ¿por qué nos importa modificar la realidad externa? ¿No es la realidad interna propia, de cada uno y de todos, el que apreciemos la belleza, que conozcamos la verdad, que experimentemos la paz y la armonía, que seamos felices, que nos sintamos hermanos y unidos, lo que verdaderamente nos importa? ¿No es acaso con la intención de que seamos felices que puede interesarnos transformar aquellos aspectos de la realidad externa que nos lo impiden, y que se lo impiden a algunos o a todos los seres humanos? ¿Qué es más importante, entonces, lo subjetivo o lo objetivo? ¿Qué es más real? A eso interior y subjetivo los antiguos lo llamaban espíritu, y consideraban que era ésa la realidad que importaba 'salvar', proyectar, hacer que prevalezca y perdure. ¿No tendrían algo de razón?

Pensemos algo más. Si no existieran las ideas, la subjetividad, las conciencias, la realidad no cambiaría, no podría transformarse, pues los movimientos y procesos de la realidad estarían enteramente determinados por las interacciones entre sus componentes y energías materiales, lo que daría lugar a un proceso interminablemente reiterado, sujeto a las leyes de la naturaleza, que solamente imprevisibles mutaciones por azar pudieran hacer evolucionar.

Sólo por acción de las ideas, de las fuerzas subjetivas, de las conciencias que piensan y deciden con libertad, podemos esperar que ocurran cambios cualitativos, que haya innovaciones, que se creen y organicen realidades nuevas, que los procesos sigan direcciones distintas a las que han marcado el pasado.

Las ideas cambian el mundo interior y subjetivo de los individuos y de los grupos humanos. Los cambios que ocurren fuera de la realidad, como resultado de la acción y la práctica de esos individuos y grupos, han de ser previamente concebidos, imaginados, pensados y prefigurados por ellos, todo lo cual ocurre en la subjetividad de las conciencias. También son las ideas, las concepciones teóricas, las prefiguraciones de realidades nuevas, las que indican los procesos necesarios para que los cambios externos ocurran; y son también ellas mismas las que mueven la acción transformadora de los individuos y de los grupos creadores y transformadores.

Aquí se presenta una nueva interrogante: ¿qué importancia tiene que las ideas y las teorías sean verdaderas? A menudo se piensa que basta que las ideas y teorías estén bien intencionadas, que sean positivas, que muevan en los sujetos sentimientos y emociones elevados. Claro, aunque al mismo tiempo se afirma que esas ideas bien intencionadas, positivas y elevadas son utópicas y no llegan a incidir en la práctica social. Se pregunta: ¿Hay alguna relación entre la verdad de las ideas y teorías y su eficacia transformadora? ¿Y qué significa que sean verdaderas?

Estas preguntas nos han de llevar a un segundo y más profundo nivel de reflexión y análisis. Lo dejamos solamente planteado, adelantando que estas preguntas nos conducirán a la cuestión de la realidad de las ideas mismas, de las ideas y teorías como tales. ¿En qué sentido podremos afirmar que una idea o teoría es 'realista'? ¿Será lo mismo decir que una idea o teoría es 'realista', que afirmar que es 'verdadera'?


Luis Razeto

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