ESTACIÓN SESENTA Y DOS - RECORRIENDO LOS CAMINOS DE LA ECONOMÍA SOLIDARIA

ESTACIÓN SESENTA Y DOS

RECORRIENDO LOS CAMINOS DE LA ECONOMÍA SOLIDARIA

 

Por el portón del primer camino que visitamos llegaban multitudes de personas cuya marginación social y pobreza se manifestaba por la mala alimentación que se notaba en sus cuerpos, la ropa raída, el calzado precario, y las pocas cosas y recursos que traían consigo.

Apenas entraban a la explanada creaban talleres de trabajo, comedores populares, cocinerías comunitarias, comprando juntos, ferias artesanales, mercados libres, y varias otras iniciativas de ayuda mutua que llamaban ‘organizaciones económicas populares’, las que se instalaban informalmente en cualquier lugar que encontraban a disposición.

 

Cocina comunitaria

 

Por el segundo ingreso llegaban grupos de no muchos hombres y mujeres, que se notaba que eran profesionales de distintas disciplinas. Ingenieros, economistas, sociólogos, asistentes sociales, psicólogos, abogados, la mayoría de ellos muy jóvenes.

Con mucho entusiasmo creaban instituciones de diversos tipos: corporaciones, fundaciones, centros de servicios, organizaciones no-gubernamentales. Las instalaban en las cercanías de las organizaciones económicas populares con la intención de prestarles servicios.

Pero no se mezclaban con ellas sino que, manteniendo cierta distancia, les ofrecían gratuitamente o a bajo costo, servicios de capacitación, apoyo técnico, micro-créditos, acompañamiento organizacional.

No siempre las organizaciones económicas populares aceptaban esos servicios profesionales, pues existía entre unas y otras organizaciones cierta desconfianza y una distancia cultural, que se explicaban por el diverso origen y situación socio-económica de sus integrantes.

Desde el tercer camino entraban trabajadores y trabajadoras que habían quedado cesantes por el cierre de las empresas en las que antes trabajaban.

Ellos, aprovechando sus diferentes oficios y los aprendizajes que habían hecho en las industrias donde trabajaron, se organizaban para producir lo que sabían, creando empresas autogestionadas, cooperativas de trabajo y otras formas de trabajo autónomo y asociativo.

Era sorprendente el empeño que ponían en sacar adelante sus proyectos, porque estaban conscientes de que trabajaban para ellos mismos y no para el lucro de los patrones.

 

Peregrinación 62

Mujeres artesanas

 

Por la cuarta entrada llegaban numerosos grupos, de muy distintos tipos. Se trataba de personas que habían tenido experiencias de participación en organizaciones comunitarias, tales como juntas de vecinos, centros de madres, clubes deportivos, conjuntos artísticos, centros de alumnos y otros por el estilo.

Lo interesante era que ellos, que habían practicado la participación y que conocían las ventajas de la organización participativa, aplicaban los saberes adquiridos en experiencias anteriores, a nuevas organizaciones que ahora tenían objetivos de subsistencia y progreso económico.

Por el quinto ingreso llegaban muchísimos adolescentes y jóvenes, hombres y mujeres, acompañados a veces, pero no siempre, por algunos adultos. Llegaban llenos de entusiasmo, con grandes ideales de cambiar el mundo.

Desilusionados de los partidos políticos y de la acción revolucionaria violenta, no habían perdido sus ideales de transformación social, pero nos explicaron que se dedicaban a cambiar el mundo, convencidos de que no sólo es posible sino que el cambio está ya sucediendo, desde abajo hacia arriba, desde el macetero a la parcela y desde ésta al mundo entero.

El sexto camino traía grupos de personas especialmente creativas e innovadoras, que recuperando tecnologías antiguas y combinándolas con conocimientos científicos y tecnológicos recientes, inventaban métodos y artefactos de generación de energía solar, eólica, biológica y de corrientes de agua.

 

Cultivos orgánicos

 

También practicaban formas de cultivos respetuosos de las dinámicas naturales. Su discurso se centraba en la necesidad de encontrar otro modo de desarrollo, alternativo al que caracterizaba a la economía moderna.

Ellos rápidamente instalaban huertos orgánicos, criaderos de aves, sistemas de generación y conservación de energía, medios de transporte basados en energías limpias, y una multitud de artefactos de gran utilidad, que enseñaban a fabricar, o que ofrecían a bajos precios a las otras organizaciones que había en la explanada.

El séptimo camino era transitado por organizaciones ambientalistas y ecologistas. Conversando con ellos supimos que muchos de esos grupos, anteriormente se habían dedicado a la crítica de los modos anti-ecológicos y destructivos de la naturaleza que se emplean en el mundo moderno.

De la crítica habían pasado a la propuesta de soluciones generales que hacían a los gobiernos y a las empresas. Pero al ver la ineficacia de aquellas críticas y lo poco que lograban convencer con sus propuestas, finalmente se habían volcado a realizar ellos mismos, en primera persona, o sea directa y organizadamente, iniciativas de economía ecológica, respetuosas del medio ambiente y amorosas con la naturaleza.

El octavo camino era el de las organizaciones feministas. Nos contaron que ellas habían comenzado denunciando la opresión en que se encuentran muchas mujeres en el mundo. Luego habían desplegado intensas movilizaciones exigiendo igualdad de derechos con los hombres.

Y ahora, ante la crisis de las sociedades modernas y alcanzando un nivel de conciencia femenina superior, estaban desarrollando iniciativas y experiencias de economía feminista.

En ellas practicaban nuevas formas de hacer economía, muy diferentes a las de tipo patriarcal que habían dominado el mundo a lo largo de siglos e incluso milenios. Junto con ello, estaban experimentando nuevas maneras de hacer familias, y con ellas, modos nuevos de economía doméstica.

Por el noveno camino llegaban a formar parte y a enriquecer la economía solidaria, numerosas etnias y pueblos originarios. Ellos en sus culturas ancestrales ya tenían fuertemente arraigados los valores de la solidaridad y de la comunidad.

 

trabajo en pueblos originarios

 

Las economías y los Estados modernos los habían tratado de integrar a las formas capitalistas y estatistas de producción, distribución y consumo; y promoviendo divisiones territoriales y políticas, los habían desarticulado.

Pero esos pueblos de antigua estirpe, habían logrado mantener la esencia solidaria y comunitaria que habían recibido de sus ancestros, de modo que ahora les resultaba natural organizar sus propias actividades económicas con los principios de la cooperación, la comunidad y la ayuda mutua.

El décimo y último camino era el de personas, grupos y comunidades que tomaban impulso de creencias y valores religiosos y espirituales.

El sentido de fraternidad que es propio de las religiones genuinas; la creencia en Dios y en el sentido trascendente de la persona y de la vida humana; y la esperanza en que el bien, la verdad y la vida han de predominar sobre el mal, la mentira y la muerte, proporcionaban a esas gentes una energía moral y un amor de gran intensidad y potencia, tales que apenas entraban a los ambientes de la economía solidaria la practicaban e impulsaban con singular eficacia.

 

Peregrinación 55.jpg

 

Un fenómeno notable que apreciamos después de recorrer los diferentes grupos con sus distintas motivaciones, fue que los grupos que habían llegado por un camino se conectaban con los de otros caminos, se comunicaban sus motivaciones y sus saberes, y todos se enriquecían con los valores y las experiencias de los que eran diversos a ellos.

Así comprobamos que todas las organizaciones terminaban aportando a la superación de la pobreza, valorando el trabajo, expandiendo la participación, siendo socialmente transformadores, innovando tecnológicamente, valorando a las mujeres y las familias, respetando la ecología y el medio ambiente, aprendiendo de los pueblos originarios, y adquiriendo valores espirituales.

Yo estaba tan entusiasmado con lo que veía, y reconocí a tantas personas con las que había compartido en distintos momentos de mi vida, que me hubiera detenido en cada lugar para conversar largamente con la gente.

Lo que entonces sucedió será el motivo del relato que sigue.

 

Luis Razeto

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