ESTACIÓN CINCUENTA - ENCUENTRO CON MODERATA FONTE Y EL FEMINISMO

ESTACIÓN CINCUENTA

ENCUENTRO CON MODERATA FONTE Y EL FEMINISMO

 

Llegamos a la quinta explanada a esa hora en que al viajero le apremia el recuerdo de seres queridos lejanos, y en que la soledad y el corazón enternecido despiertan el deseo de un encuentro de amor.

Así me sentí yo, pues comenzaba a caer la penumbra y no percibí sonido alguno. Concentrando la mirada pude distinguir una multitud gigantesca de mujeres, algunas sentadas, otras tendidas en el césped.

Vi que una de ellas se ponía de pie y hacía señas para que le prestaran atención. Entonces ese espíritu femenino comenzó a recitar con voz fuerte, clara y segura un soneto, mientras las otras almas escuchaban con gran recogimiento.

Libre mantengo mi corazón en el pecho.

No soy sierva de ninguno, soy sólo mía.

Me alimento de sencilla cortesía,

me enaltecen la virtud y la pureza.

Mi alma cede ante Dios solamente

y aunque está envuelta en humano velo

desprecia del mundo la perfidia

que engaña y humilla a la mujer sencilla.

Belleza, juventud, placeres, lujos.

Soy trofeo, por mi propio gusto, no por otros,

así en los años verdes como en los maduros.

La falacia del hombre no me interrumpe.

No me engañan con riquezas, fama ni gloria

ni en esta vida ni después de muerta”.

Vayamos a reunirnos con esas sombras femeninas - me dijo el Maestro - que probablemente estarán contentas de conversar con nosotros".

Avanzamos mirando atentamente el sendero para no tropezar con alguna piedra. Cuando ya nos disponíamos a entrar, de la multitud se levantó un gran grito: “¡Serpientes!”

Alertado por el anuncio de serpientes yo sentí mucho miedo, e ignorando por dónde aparecerían me coloqué a espaldas del Maestro buscando refugio.

En ese momento se presentaron ante nosotros dos mujeres guerreras provistas de grandes espadas de fuego torcidas, cuyas vestiduras semejaban a las de las amazonas de que hablan las antiguas leyendas griegas.

Yo estaba aterrorizado, pero mi Maestro se dirigió hacia ellas con dulzura. Les explicó el motivo de nuestro viaje y la importancia que tenía para mí el encuentro con las sombras que habitaban la explanada.

La ternura del poeta, el tono varonil de su voz y la poesía de su hablar, hicieron que las amazonas bajaran la guardia, y enfundando las espadas nos acompañaron hasta donde se encontraba la mujer que había recitado el soneto y la multitud que la había escuchado.

Cuando llegamos ya había oscurecido, pero no tanto como para no distinguir que las mujeres llevaban el pecho al descubierto y que nos miraban, vigilantes, en parte recelosas, en parte anhelantes.

La dama que había recitado el soneto era tan hermosa que quedé prendado de su lozanía y belleza. Pero sabiendo que era sombra desencarnada me contuve y permanecí a tres pasos de distancia, tal como hizo Dante. No podré olvidar el placer que me produjo sólo mirar esa alma deliciosa.

Sucedió entonces algo extraño que no logro comprender. Los ojos de la mujer se posesionaron de los míos durante un lapso de tiempo que no sé si fue un instante o una eternidad. Ella dibujó un signo en el aire con su mano izquierda y no sé qué más pasó, pues no guardo ningún recuerdo.

Al volverme la conciencia hacía ya más de dos horas que había salido el sol, y vi que a mi lado se encontraba solamente el Maestro. Le pregunté:

¿Qué me sucedió? ¿Y dónde está esa mujer?

No te preocupes – me dijo –, pues seguimos en el buen camino. Anoche caíste dormido sobre un lecho de flores, y cuando en el sueño te encontrabas en lo más hondo de tu espíritu, me entretuve hablando con ese espíritu tan inteligente y bello.

Dijo llamarse Modesta Pozzo, y que vivió entre 1555 y 1592 en Venecia. Me contó que en vida escribió con el pseudónimo de Moderata Fonte dos libros: El Mérito de las Mujeres y La Justicia de las Mujeres.

 

Peregrinación 43a.jpeg

 

Después, esa interesantísima y hermosa mujer me pidió que le permitiera llevarte con ella, para que se abreviara tu camino, me dijo, y que sólo deseaba regalarte en sueños una experiencia que no debieras olvidar cuando regreses al mundo de los vivos.

Yo no tuve objeción que poner, y entonces te tomó de la mano y los seguí con la mirada. Al amanecer te dejó en este lugar sorprendente rodeado de mar y de canales y de una belleza extrema”.

El lugar me pareció diferente al de la noche, o tal vez no lo había distinguido por la penumbra. Si no era Venecia, parecía su reflejo perfecto. Entonces comencé a recordar.

La mujer me condujo, primero llevándome de la mano y luego tomándome en sus brazos, hasta un jardín florido en cuyo centro, alrededor de una bella fuente que salpicaba aguas cristalinas, se encontraban siete mujeres.

Una se llamaba Adriana, ya anciana y viuda; la segunda era su hija Virginia, casada; la tercera era una viuda joven que se llamaba Leonora; la cuarta era Lucrezia, mujer casada desde hacía tiempo; la quinta se llamaba Cornelia, una joven que convivía con su amante; la sexta era Corinna, una muchacha soltera; y la séptima, Elena, que acababa de regresar de su luna de miel.

 

Peregrinacion 43b.png

(Umberto Boccioni)

Moderata Fonte, indicándome con un dedo en sus labios que permaneciera callado, me instaló detrás de un tupido arbusto muy cerca del grupo, de modo que pude oír la conversación sin ser visto.

Las siete mujeres conversaron de todo lo que les vino en mente, libremente. Hablaron de sus trabajos domésticos y de sus salidas, de lo que les gustaba y de lo que odiaban, de lo que les deleitaba y de lo que no soportaban, de sus dolores y sus alegrías.

Sus dichos eran tan juiciosos cuanto simpáticos, a ratos serios y a ratos jocosos. Se mostraban mutuamente confiadas y se alababan y criticaban entre ellas con sorprendente honestidad, y a menudo se reían de sí mismas.

El tema y los argumentos principales apuntaban a destacar los méritos y cualidades de las mujeres, y a descubrir que ellas eran mucho más dignas y perfectas que los hombres.

Argumentaron que ellas, sacadas todas las cuentas, son superiores a los hombres en virtudes, en dignidad, en bondad, en inteligencia, en capacidad de amar, y en muchas cosas prácticas de la vida.

Las contertulias analizaron con tanta inteligencia y gracia los defectos de los hombres, que yo me sentí profundamente avergonzado.

Después se centraron en numerosos aspectos que ponen de manifiesto la condición desmedrada en que se encuentra la mujer, especialmente en el matrimonio y en el trabajo.

Es imposible para mí recoger aquí todos sus dichos, pues como aquello me ocurrió en el sueño, pronto lo olvido; pero recuerdo algunas cosas que dijeron, como éstas:

 

Peregrinación 43b.jpeg

 

Cornelia: “En verdad nunca estamos tan bien como cuando nos encontramos solas, considerando qué bella cosa es la libertad. Feliz la mujer que pueda vivir sin la compañía constante de un hombre”.

Leonora: “La esperanza de encontrar un hombre que nos deje ser libres es una ilusión. Yo estoy feliz de ya no tener un hombre que me comande. ¿Volverme a casar? Salí de esa servidumbre ¿y quieren que vuelva a someterme a un marido?”.

Adriana: “No niego que haya algunos hombres valiosos que tengan buenos hábitos; pero ha sido porque alguna mujer se los ha enseñado, sea su madre, su hermana, su mujer o su sirvienta, y que con el tiempo alguna cualidad de ellas se les ha contagiado”.

Lucrecia: “Sí, y si el hombre estudia, si aprende virtudes y artes, si anda limpio, si se comporta bien, si trabaja y se esfuerza, es porque desea con ello agradar a las mujeres. Pues estimándose indignos de la gracia de ellas, se las ingenian para serles gratos de alguna manera”.

Corinna: “Si las mujeres estamos en posición inferior de autoridad, no es por mérito de ellos sino por su abuso de poder, que se ha practicado desde tan antiguo que se termina considerando lícito y natural.

Elena: “Y también porque nosotras, por ser humildes, pacíficas y benignas, deseando vivir en paz, aceptamos tantos agravios que sufrimos en silencio.

Virginia: “Y él, como el cazador que sigue a la liebre hasta el monte, el bosque y la montaña, cuando la ha cazado ya no la estima. Solamente si una huye, él apura el paso”.

Al final, hablando medio en serio y medio en broma, fueron imaginando una sociedad en la que cada mes los hombres sufrían un castigo relacionado con las injusticias que les cometen a ellas cada día, con la intención de hacerlos recapacitar.

En esa sociedad ideal las mujeres hacían justicia y castigaban los maltratos de los hombres condenándolos a demostrarse abnegados con sus mujeres e hijos; excluyéndolos de las actividades fuera del hogar; debiendo someterse a las figuras femeninas y considerar que eso era lo natural; a mantenerse fieles y no engañarlas; a guardar silencio y aceptar que ellas reorganicen la sociedad de manera justa y equitativa.

Cuando las contertulias se despidieron acordando reencontrarse el día siguiente, Moderata Fonte se acercó y se puso muy cerca frente a mí.

Vi que cerró los ojos, la imité, y aunque no era sino una sombra, sentí sus labios dulces, tibios y húmedos en los míos.

Fue en ese momento delicioso que desperté, ya avanzado el día, cerca de mi Maestro.

Comenté, pensando que podría interesar a Dante:

La lucha de las mujeres por la igualdad con los hombres, de la cual Moderata Fonte fue una de las iniciadoras, ha alcanzado en mi tiempo logros decisivos.

Hoy las mujeres trabajan en el campo y en las industrias, ejercen las profesiones antaño reservadas a los varores, son reclutadas en los ejércitos, participan en la política, llegan a ser gobernantes de naciones, y se les reconocen los mismos derechos y deberes.

 

Jean Despujols

 

Es verdad que se mantienen todavía algunas discriminaciones, pero no tengo dudas de que más temprano que tarde se habrán liberado de toda opresión y obtendrán la plena igualdad con los hombres.

Como Dante me escuchaba atentamente, continué describiendo el movimiento feminista, sus diversas vertientes, luchas y conquistas. Pero la mirada del Maestro expresaba cada vez más sorpresa e incredulidad, hasta que finalmente expresó sus inquietudes:

¿Es que ya los hombres no se enamoran de las doncellas y, convertidas en esposas, dedican sus vidas a protegerlas y amarlas? ¿Acaso ya no trabajan y se esmeran para ofrecerles seguridad y bienestar? ¿No arriesgan sus vidas para liberarlas cuando se las violenta? ¿Han dejado de salir a luchar por la justicia y a cambiar el mundo con la intención de demostrarles su valor y conquistar sus corazones?.

¿Acaso no salen los hombres de madrugada al trabajo duro, o parten a la guerra si es necesario, mientras ellas los esperan con entereza y se engalanan para recibirlos, los alientan con sus halagos y oraciones, mantienen y ornamentan los hogares, se encargan de criar y educar a los hijos, y conservan las tradiciones?”.

No pude reprimir una sonrisa entre divertida e indulgente, por la ingenuidad de sus preguntas y por el asombro y desconcierto que manifestaba en su semblante.

Como reaccionando a mi sonrisa, que pudo tal vez parecerle algo burlona, exclamó apasionado:

¡No somos iguales! Ellas son superiores a nosotros en tantas cosas, y por eso nos desvelamos para servirlas; y nosotros somos superiores en otros aspectos, y por eso se esmeran en ayudarnos.

Porque somos diferentes e incompletos buscamos en las mujeres lo que nos falta, y ellas buscan en nosotros lo que precisan. Así nos complementamos y llegamos a ser más de lo que podemos ser por separado.

Pero si nos sentimos, nos pensamos y actuamos como iguales, ¿no dejarían de ser motivo y propósito de nuestros sentimientos, pensamientos y acciones, y nosotros para ellas causa y finalidad de sus sentimientos, pensamientos y actividades?

 

Adán y Eva

 

Porque ¡no somos iguales! Las diferencias saltan a la vista. Es obvio que existen dos modos de ser humanos: el masculino y el femenino. Modos que, por lo demás, no son exclusivos de nuestra especie sino del mundo biológico entero. La vida es una realidad sexuada

La hembra, en la especie humana igual que en la mayoría de los mamíferos, es en general más pequeña, tiene menor fuerza física, corre más lentamente, tiene una piel más delicada que el macho. En la sexualidad, igual que en la mayoría de las especies de mamíferos, el macho es el dominante, el que monta, el que se impone, el que penetra el cuerpo de la hembra. Esa es la realidad y el lenguaje bastante brutal de la biología.”.

Pero entre el hombre y la mujer existen más semejanzas que diferencias – protesté. – Es debido a que compartimos una misma naturaleza humana, que determina igual dignidad ontológica, esencial y existencial, con la igualdad de derechos y deberes que de ello deriva.

En efecto – complementó Dante – Nada justifica la dominación social de uno por el otro, ni los privilegios que, impuestos por el poder y la fuerza, reducen la esencial libertad a que está llamada la persona humana cualquiera sea su sexo”.

Enseguida me preguntó: ¿Qué opinas de eso que has llamado ‘feminismo?”.

Respondí sin vacilar: – El feminismo es un movimiento extraordinario, que está actuando el más importante cambio histórico y evolutivo que la humanidad haya nunca experimentado como especie.

Insistió el Maestro interrogándome: ¿No crees que al plantear y buscar la igualdad de hombres y mujeres se arriesga perder las diferencias, que son esenciales para la buena vida y el desarrollo humano integral? Y no te parece que cabe también preguntarse ¿de donde proviene, dónde se origina, esa intención y pretensión de superar la condición que la biología establece en la relación entre los sexos?”.

Era evidente que Dante interrogaba desde la cultura medieval en que vivió; y sin embargo, expresaba un modo de sentir y de pensar que todavía se encuentra muy difundido en tantos países. Me esforcé, por eso, en dar una respuesta clara y precisa.

Cuando el feminismo reivindica la igualdad de géneros y la superación de toda forma de dominación machista, está planteando una rebelión contra las estructuras económicas, políticas, sociales y culturales dominantes, que han asignado un lugar desmedrado a la mujer.

Eso se entiende y es enteramente justo y necesario. Pero mi pregunta va más allá, porque me parece que el feminismo busca algo más radical, más profundo, como si fuera una rebelión de las mujeres contra la situación en que la biología y la naturaleza han puesto al género femenino”.

Yo estaba sumamente extrañado por el tenor de este diálogo, en que parecían haberse cambiado los roles del Maestro y del aprendiz.

Esto me hacía difícil responderle. Entonces Dante, notando mi perplejidad, me explicó sonriendo:

Querido amigo, mis preguntas son necesarias, y con ellas sólo pretendo llevarte a un nivel de comprensión más profundo del gran tema que estamos abordando. Préstame atención, pues sabes que, sí bien fui un hombre del Medioevo, que por lo demás, fue una grande y profunda cultura, se me concedió después trascender el tiempo histórico y convivir con grandes maestros de la humanidad de todos los tiempos.

Debo recordarte, y conectar con este asunto, algo que ya has aprendido en este viaje: que hay un misterio en el ser humano. Y es que, siendo el resultado de la evolución natural de la vida, los humanos no están adaptados a la naturaleza, y no se conforman con lo que sería natural si fuesen seres puramente biológicos.

Un hecho sintomático es que los humanos no aman la naturaleza tal como es y se esfuerzan por cambiarla. No la aman porque los limita, los condiciona y les dificulta ser como quisieran. Anhelan desde lo más profundo de sí, trascender el orden natural. ¡Volar!

Así, en el cumplimiento de sus necesidades y funciones propiamente biológicas que comparte con las otras especies animales, buscan darles un sentido, encontrarles un más allá.

“En la nutrición desarrollan la gastronomía, que es un arte; en la reproducción sexual despliegan el romanticismo y el amor; en la lucha por la sobrevivencia se autoimponen la ética. Ante la inexorable muerte asumen que solamente ‘nos vamos’, y que “nos reencontraremos” o nos “re–encarnaremos” o “resucitaremos”.

 

Alegoría de la pintura

 

El ser humano, por esa dimensión espiritual que hay en él, se rebela frente a condiciones materiales y biológicas que lo limitan. Esa condición de libertad que busca para sí, consiste en plantearse fines por sí mismo, no determinados, no mecánicos, no puramente orgánicos, y actuar consciente e inteligentemente para alcanzarlos.

Al rebelarse contra la desigualdad en que la biología ha puesto a la mujer, al luchar contra la posición dominante del macho en las relaciones de género, y al buscar superar el vínculo biológico especial con la prole en que la biología establece que la mujer amamante y que las crías tiendan a mantenerse cerca de la madre, el feminismo constituye un fenómeno de naturaleza moral y espiritual.

El feminismo es una rebelión de la dimensión espiritual del ser humano, en este caso de la mujer, contra lo que demarca la biología respecto de las relaciones entre los sexos.

Constituye un aspecto sustantivo y un momento esencial del proceso por el cual la conciencia, la razón y el espíritu, como dimensiones superiores propias de la naturaleza humana, se esfuerzan por imponer ética, conciencia, sentido, o sea espíritu, en las dimensiones material y biológica de su existencia.

Yo escuchaba fascinado al Maestro que una vez más me sorprendía con la profundidad de su pensamiento. Pensé entonces en expresarle ciertas perplejidades que me generan ciertas tendencias del feminismo contemporáneo. Y una vez más, él se adelantó a mis preguntas.

“Como siempre ha sucedido en la historia con los movimientos y procesos de cambio, el feminismo conlleva riesgos y peligros, y experimenta desviaciones y distorsiones graves.

“Esa ‘rebelión’ o lucha por la liberación no debiera entenderse como un estar ‘contra’ la naturaleza. Ni será un estado permanente de negación y conflicto.

La lucha, el conflicto, la rebeldía, implican desasosiego, inquietud, rabia, y generan un estado psicológico y mental de exaltación, entusiasmo, pasión, enardecimiento, efervescencia, frenesí, que no pueden ser permanentes y que no constituyen la verdadera felicidad.

 

Marte desarmado por Venus

 

Como toda ‘rebelión’, se trata de un momento, de una fase de liberación, de una etapa en un camino de superación y conquista de la autonomía. Se aspira y se busca establecer nuevos equilibrios, un modo superior de relacionamiento entre hombres y mujeres, y con la naturaleza.

La mujer puede llevar a la humanidad hacia un desarrollo moral y espiritual superior, en la medida que permanezca siendo mujer, que libere su femineidad y que despliegue sus modos propios de pensar, de sentir, de relacionarse, de actuar, de vivir el amor, la libertad y la espiritualidad.

Si, en cambio, se limita a ocupar los cargos y hacer lo mismo que han hecho históricamente los hombres, no se ha avanzado nada en el sentido moral y espiritual. Se permanece en las estructuras de dominación.

Puedo decirte, por mi propia experiencia en la Tierra, que mujeres y hombres estamos orientados natural y espiritualmente a seducirnos, a conquistarnos. Necesitamos que el otro o la otra se fijen en uno, que nos descubran, aprecien y amen.

Somos empujados, por eso, a ser más de lo que somos. A crecer ante nosotros mismos y ante el otro u otra que queremos seducir y conquistar. La otra parte, en cuanto diferente, en cierto modo nos desafía, nos llama a superarnos, a arriesgarnos, a no quedarnos en la situación en que estamos. La sexualidad resulta ser, pues, una muy poderosa fuerza de crecimiento y desarrollo personal.

Por esto las mujeres podrán conducir la humanidad entera hacia un desarrollo moral y espiritual superior, en la medida que permanezcan femeninas, con sus modos propios de pensar, de sentir, de relacionarse, de actuar, de vivir el amor, la libertad y la espiritualidad.

Modos femeninos elaborados por ellas mismas, que no son los que les han sido impuestos a las mujeres en las culturas predominantemente masculinizadas”.

 

Rafael Sanzio Sagrada familia

 

El Maestro guardó silencio, y como me pareció que esperaba que dijera algo, comenté:

Se realizará de ese modo un verdadero cambio civilizatorio, la transición hacia una civilización nueva, mejor, superior a cuantas han existido anteriormente, en cuya creación y desarrollo las mujeres y los hombres expresarán en plenitud sus potencialidades, y cumplirán sus más altas expectativas.

 

 

Luis Razeto

SI QUIERES LA PEREGRINACIÓN COMPLETA IMPRESA EN PAPEL O EN DIGITAL LA ENCUENTRAS EN ESTE ENLACE:

https://www.amazon.com/-/es/gp/product/B08FL8Q64W/ref=dbs_a_def_rwt_hsch_vapi_tkin_p1_i8