ESTACIÓN CUARENTA Y SIETE
BAKUNIN, KROPOTKIN Y MALATESTA
Fue el turno de Bakunin, quien se expresó en estos términos:
“Yo quise unir el cooperativismo y el anarquismo, porque estoy convencido de que el éxito de la liberación de los oprimidos y subordinados, depende esencialmente de que las personas y las organizaciones se liberen simultáneamente del capital y del Estado.
“Ambos oprimen y mantienen al pueblo, a los trabajadores, a los ciudadanos, en condición subordinada, impidiendo o limitando su autonomía.
“Como ferviente partidario de la libertad, pienso que la sociedad debe establecerse mediante la organización espontánea de las personas libres, sean cooperativas, mutuales, sociedades de socorros mutuos o cualquier otra modalidad que las personas libremente decidan.
“Un obstáculo para el éxito de esta economía revolucionaria, son las leyes estatales que ponen condiciones y establecen normas a las que las entidades deben someterse.
“Ha sucedido incluso que son las propias entidades las que piden a los Gobiernos que les dicten leyes que las regulen. Eso es expresión de subordinación, manifestación de que todavía esas personas y organizaciones carecen de autonomía y requieren ser reguladas y controladas.
“Esa subordinación las lleva inevitablemente al fracaso, porque si bien pueden subsistir subsidiadas y sostenidas por el Estado, han perdido su esencia como movimiento y proyecto libertario”.
Concluida la exposición de Bakunin le tocó el turno a Kropotkin, quien comenzó diciendo:
“Estoy de acuerdo con Bakunin, aunque tengo menos confianza que él en las cooperativas entendidas como organizaciones permanentes. Para mí lo esencial es la ayuda mutua, que puede manifestarse entre las personas y entre las comunidades de múltiples formas y en las más variadas actividades.
“La organización fundada en la ayuda mutua permite su continua transformación y evolución, pues lleva en sí misma los elementos de su propia continuidad y cambio, lo que le permite adoptar la forma que mejor le corresponda en cada momento.
“Por eso, no sé si estoy de acuerdo con la pregunta que nos hizo el presentador cuando nos pide las causas del éxito y del fracaso. Porque ni el éxito ni el fracaso se pueden medir.
“Si por éxito se entiende el desarrollo de las personas en todos los aspectos, lo genera la ayuda mutua y la organización espontánea, que corresponden a lo que enseña la naturaleza.
“Pero se requiere también una educación moral basada en la libertad, la solidaridad y la justicia, para superar los instintos destructivos que también forman parte de la naturaleza humana”.
Gonzalo dio finalmente la palabra a Errico Malatesta, quien se expresó con entusiasmo desentendiéndose de la pregunta, aunque respondiéndola de modo indirecto. Ésto fue lo que dijo:
“Nuestro objetivo es la eliminación de todos los sufrimientos y la generalización de todas las alegrías que puedan depender de la voluntad humana; es la paz entre todos los seres humanos; es una nueva y mejor civilización, una humanidad más digna y feliz.
“Pero creemos que el bien de todos no puede alcanzarse realmente más que con la consciente colaboración.
“Creemos que no existen fórmulas mágicas capaces de resolver las dificultades; que no hay doctrinas universales e infalibles para todas las circunstancias, todas las personas y todos los casos.
“Creemos que no hay individuos y partidos providenciales que puedan sustituir útilmente la voluntad de los demás por la suya propia y hacer el bien a la fuerza.
“Creemos que la vida social adquiere siempre las formas que resultan del contraste de los intereses e ideales de los que piensan y quieren. Por eso convocamos a asociarse voluntariamente y a auto-gobernarse.
“Fomentar toda clase de organizaciones populares es la consecuencia lógica de nuestras ideas básicas.
“Los anarquistas no queremos emancipar al pueblo; queremos que el pueblo se emancipe a sí mismo, queremos que la nueva forma de vida surja del pueblo y corresponda a su estado de desarrollo, y que avance al paso que ellos avanzan.
“Nosotros no pretendemos poseer la verdad absoluta, creemos más bien en la verdad social; la mejor forma de convivencia social no es algo fijo, válido para todos los tiempos y para todos los lugares, algo que pueda determinarse con anticipación, sino algo que, una vez asegurada la libertad, se va descubriendo y llevando gradualmente a la práctica con los menores roces y la menor violencia posibles.
“El Estado es el conjunto de instituciones que sustraen al pueblo la gestión de sus propios asuntos, y que lo obligan a confiar a algunos individuos la facultad de hacer leyes sobre todos y para todos.
“El Estado será sustituido por la solidaridad cuando las personas y las comunidades aprendan a gestionar sus propias condiciones de vida. Libertad y solidaridad son los dos valores fundamentales que constituyen el ser moral del hombre”.
Completadas así las ponencias, el moderador anunció la segunda parte del evento, en que cada expositor dispondría de dos minutos para debatir, comentar las ponencias y precisar las ideas.
Pero apenas comenzó a dar la palabra al primero, sucedió que los expositores se pusieron a discutir, hablando al mismo tiempo, sin que yo pudiera entender mayormente el sentido de sus disputas.
Esto me recordó que también en la Tierra las asambleas y debates ideológicos entre exponentes radicalizados solían generar disensiones y debates apasionados, en los que se discutía interminablemente sobre aspectos secundarios e incluso sobre minucias, descuidando el hecho sustancial del consenso que tenían respecto a las cuestiones verdaderamente centrales e importantes.
Mientras Gonzalo Pérez intentaba inútilmente invitarlos al orden y que se centraran en los acuerdos más que en los disensos, el Maestro me tomó del hombro y me dijo que ya habíamos aprendido suficiente y que era hora de partir.
Así concluyó aquél encuentro con intelectuales y reformadores sociales que fueron en sus vidas extraordinariamente consecuentes con sus ideas.
Luis Razeto
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