ESTACIÓN TREINTA Y SEIS - VIGILADOS POR CATÓN, EL INCORRUPTIBLE

Segunda Etapa

 

EL PURGATORIO, O LA HUMANA COMEDIA


 

ESTACIÓN TREINTA Y SEIS

VIGILADOS POR CATÓN, EL INCORRUPTIBLE

 

Así fue que iniciamos la segunda etapa del largo viaje que hice acompañado por Dante Alighieri. En esta etapa recorrimos mundos soñados y experimentados por hombres y mujeres a lo largo de la época moderna.

Atrás dejamos la pesadilla del Infierno en que se ha convertido la vieja civilización del materialismo, el capitalismo y el estatismo, y nos aprestamos a encumbrarnos por una alta montaña cuya forma era de un cono truncado en la parte superior.

La montaña del Purgatorio tenía a su alrededor, en las diferentes fases del ascenso hacia la cumbre, doce amplias explanadas.

 

Estación 36 la commedia (purgatorio)

 

Las primeras forman parte del Ante–purgatorio, y allí se encontraban las sombras de las primeras elaboraciones intelectuales y de las primeras experiencias prácticas, mediante las cuales hombres y mujeres insignes intentaron con poco éxito construir un paraíso en la tierra.

En las explanadas siguientes, que forman parte del Purgatorio propiamente tal, encontramos a los hombres y mujeres que todavía ascienden trabajosamente por caminos que conducen hacia una nueva civilización.

Una civilización de personas de conocimiento, creativas, autónomas y solidarias, que conocí solamente al llegar a la cima.

Fue para nosotros y será para ustedes, un arduo y cada vez más difícil ascenso, que se realiza subiendo por unas escalas empinadas que conducen, por etapas, a la cúspide de la montaña donde se encuentra un enorme valle fértil que parece un verdadero paraíso terrenal.

Para surcar los ríos y senderos que nos esperan, mi ingenio requiere desplegar las alas, y como una nave voladora dejar atrás los espacios tan crueles del Infierno que ya recorrimos.

¡Que despierten, pues, mi imaginación y mi intelecto! Y acompañado por el glorioso Dante, quien fuera el primer creador del espíritu que en su tiempo inspiró el Renacimiento, iniciemos el ascenso.

Lo que ahora contaré es lo que sucede en esta segunda zona de ultratumba, allí donde el espíritu humano se limpia y se va haciendo digno de remontar hacia una vida nueva.

Me encontraba en un ambiente sereno, de aire puro como el zafiro oriental, que resultaba dulce y amable a mis sentidos, contrastando con el vaho muerto que nos había entristecido la vista y el pecho durante el recorrido por el Infierno.

 

Van Gogh noche estrellada

 

Me hizo sonreír alegremente la salida por el Oriente del planeta del Amor, escoltado por las estrellas de la constelación de Piscis.

Me volví después hacia el Occidente, por donde se ponía el planeta de la Guerra, y me puse a observar las estrellas, tan fieles y bellas que el mismo cielo se regocijaba en ellas.

El Maestro me indicó la ruta a seguir, precisando que la montaña que habríamos de subir se encontraba al Sur del mundo, justo en las antípodas del inmenso foso infernal que habíamos encontrado en el Norte.

Apartando la mirada del firmamento y siguiendo con la vista la dirección que me señalaba el poeta, vi a un hombre solitario de unos cincuenta años, distinguido y musculoso, cuya prestancia física lo hacía digno de aún mayor reverencia de la que un niño adopta ante un padre severo.

Su barba era larga y entrecana, igual que la cabellera que le caía sobre el pecho en dos largas trenzas.

Su rostro se encontraba iluminado por el resplandor de cuatro luces sagradas, que lo iluminaban más que si se encontrase en las cercanías del Sol.

Me acerqué a mi Maestro y le pregunté en un susurro:

¿Quién es este señor, cuya mirada inquisitiva me ilumina y amedrenta al mismo tiempo?

 

Peregrinación 32.png

 

Este hombre – me dijo Dante – merece nuestras reverencias. Es el espíritu de Marcus Porcius Catón, conocido por haber sido incorruptible. Vivió en la antigua Roma en tiempos de Julio César.

Fue un persecutor incansable contra la corrupción de los políticos, escrupuloso en los asuntos de dinero, y respetuoso de la legalidad republicana.

Promovió el gobierno de personas excelentes, y si los políticos no lo eran, los persuadía para que se cultivaran, y denunciaba a los que se apropiaban indebidamente de fondos públicos.

Como cuestor, procurador de justicia y senador, no dejaba pasar ningún delito sin enfrentarlo con decisión y obstinación, lo que le valió el odio de la clase política; pero no se dejó corromper ni siquiera por el César, al que desafiaba denunciando su crueldad con los adversarios.

Cuenta Plutarco que cuando Catón era un niño, un tal Silo le exigió que apoyara una causa en la que no creía, y que acusara a otro niño por algo que no había hecho. Como Catón no le contestaba, Silo lo agarró y lo colgó por la ventana sujeto de los pies. Pero el muchacho se mantuvo firme y no dijo nada”.

No creo que el hombre que custodiaba el camino haya escuchado la explicación que me susurró Dante al oído, pues se apresuró a preguntarnos, agitando su barba para darnos a entender que nos cerraría el paso si no teníamos una buena explicación de nuestra presencia en ese lugar.

¿Quiénes son ustedes, que avanzan tan sucios como si vinieran escapando de la prisión eterna? ¿Quién los ha guiado hasta aquí, desde la profunda oscuridad de los abismos infernales? ¿Acaso el Cielo ha dispuesto anular las leyes que impiden a los condenados escapar y llegar hasta estos valles que están a mi cargo?”

Mi guía entonces le explicó: “Éste que me acompaña es un hombre que no ha conocido todavía la muerte, y yo no soy un espíritu del infierno, pues gozo de la eterna libertad.

Tengo el encargo de conducir a éste, mi pupilo, para que aprenda y se oriente en el mundo al que debe regresar, donde se encontraba perdido y confundido como en una selva oscura.

Ya le he mostrado los lugares donde están castigados los culpables de la grave crisis que atraviesa la humanidad, y ahora debo llevarlo al encuentro de los que lo han antecedido en la búsqueda de caminos de liberación y de solidaridad; para que lo orienten a él y a los jóvenes de su época, en el ascenso hacia una vida nueva y mejor, donde pueda expandirse la experiencia humana”.

Si es como dices – respondió el espíritu de Catón –, cuentan con mi autorización para continuar. Pero debo advertir a tu pupilo que es menester que se lave y se bañe cuidadosamente, pues en los espacios a los que van se requiere entrar limpio de cuerpo, de mente y de corazón.

Por la parte inferior de este valle hay una vertiente donde se agitan aguas cristalinas. Allí tu pupilo se podrá bañar hasta quedar purificado de cualquier residuo con que pueda haberse contagiado en los espacios sombríos por donde pasaron. Después pueden subir por el otro lado, donde el acceso a la montaña es más expedito”.

Entonces Catón se alejó, y yo me presenté ante el Maestro rogándole que me condujera al lugar donde estaban las aguas de la purificación.

Cuando llegamos a la vertiente, me metí al agua, y el Maestro me ungió el cuerpo con frescas ramas que fue arrancando del terreno y que ¡oh maravilla!, apenas sacaba una, enseguida brotaba otra en su lugar.


Luis Razeto

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